'Frente Abierto van a la guerra con la pólvora mojada'

Quienes me sigáis de hace tiempo sabréis que soy habitual del Canela Party, el festival musical que se celebra cada agosto en Torremolinos con un espíritu de sostenibilidad y un cariño en cada detalle (además de una identidad muy marcada gracias a su peculiar sentido del humor) que lo convierten en el polo opuesto de los macrofestivales contemporáneos. Precisamente estos días han empezado a anunciar nuevas confirmaciones para el verano próximo, que incluyen a algunos de los grupos de rock y metal que más ruido han hecho este año, como Deafheaven o Maruja (que el año pasado cancelaron en el último momento). Pero el motivo por el que os hablo de ellos hoy no tiene que ver con el futuro, sino con el pasado. En la edición de 2024, muchos nos sorprendimos gratamente al ver en el cartel a Israel Fernández, uno de los cantaores flamencos más populares y trascendentes de la última década. Lo que no sabíamos era a qué se refería ese nombre que lo acompañaba: Frente Abierto.
Se sumó la cantaora Lela Soto, que participó con ellos en el Canela, y después añadieron más colaboradores en el aspecto vocal. Este 2025 han presentado el proyecto en más festivales de España y Europa, y a finales de octubre por fin ha llegado Guerra a todo eso, el LP debut del grupo
Resulta que Ángel Gómez, uno de los organizadores del festival, quería que la presentación de Israel en el Canela fuese algo diferente, por lo que le encargó al bajista y contrabajista Marco Serrato que construyese una banda de acompañamiento. Serrato venía gestando una idea que podía encajar en el encargo, junto una alineación de auténticos all-stars: Borja Díaz (batería, compañero suyo en Orthodox, la banda sevillana de doom metal experimental), David Cordero (mítico artista gaditano de ambient), Raúl Cantizano (guitarrista flamenco siempre dispuesto a retorcer el género) y Carlos “Choco” Pérez (guitarrista eléctrico). Entre todos se pusieron manos a la obra, pero rápidamente el proyecto creció y se convirtió en algo más que una banda de acompañamiento: nacía así Frente Abierto como proyecto propio. Se sumó la cantaora Lela Soto, que participó con ellos en el Canela, y después añadieron más colaboradores en el aspecto vocal. Este 2025 han presentado el proyecto en más festivales de España y Europa, y a finales de octubre por fin ha llegado Guerra a todo eso, el LP debut del grupo.
La idea de unir doom metal con los sonidos más jondos del flamenco es de lo más lógica: sus ritmos lentos, contundentes y pesarosos encajan de maravilla con el rajo y la intensidad emocional que caracterizan a las soleás o las seguiriyas, por ejemplo
Evidentemente, dado mi amor por el rock experimental, por el flamenco y mi incipiente afición al metal extremo, llevaba esperando con expectación este disco desde hace más de un año. Sin embargo, y por desgracia, el resultado final no ha terminado de convencerme. Y no porque no haya aquí muy buenas intuiciones, como ya pudimos comprobar cuando vimos al grupo en Torremolinos, sino porque siento que no están adecuadamente desarrolladas. Realmente, la idea de unir doom metal con los sonidos más jondos del flamenco es de lo más lógica: sus ritmos lentos, contundentes y pesarosos encajan de maravilla con el rajo y la intensidad emocional que caracterizan a las soleás o las seguiriyas, por ejemplo. Aun así, cuando escucho “Parece que te voy viendo”, que abre el disco, siento que, a nivel instrumental, la música no termina de transmitir la potencia emocional que debiera. En mi opinión, esto se debe a que los instrumentos de rock, en particular, suenan excesivamente rígidos. En un género donde la expresividad lo es todo, este es uno de los peores pecados que se pueden cometer.
En general, en los cortes más largos del álbum, que son los que siguen esta vena más doom, la impresión que me llevo es que el grupo ha buscado crear un lenguaje propio, pero solo ha conseguido dar con balbuceos
En general, en los cortes más largos del álbum, que son los que siguen esta vena más doom, la impresión que me llevo es que el grupo ha buscado crear un lenguaje propio, pero solo ha conseguido dar con balbuceos. Echo de menos elementos que aporten algo más de dinamismo; la alternancia entre el bajo eléctrico y el contrabajo apenas sirve para ampliar el rango sonoro de estos temas, y me surge la pregunta de qué rol ha jugado exactamente Cordero en ellos: más allá de momentos puntuales, casi no detecto sus programaciones. Además, no todos los cantaores a los que invitan se muestran realmente cómodos. En particular, me da pena que Ángeles Toledano, autora el año pasado de SANGRE SUCIA, uno de los discos más interesantes del flamenco en esta década, suene algo perdida en “Guerra a todo eso”. Por su parte, Sebastián Cruz tiene sus momentos en esa misma canción, pero diría que “Si mañana llego” podría ser más efectiva con una voz más ronca. En ese sentido, la veterana Inés Bacán sí que transmite más poso, y su timbre vocal encaja a la perfección en la bambera-sludge “Lo que en el mundo vale”.
Con todo, la estrella de la función para mí es Lela Soto. La heredera de los Sordera lanzó en febrero El fuego que llevo dentro, uno de los discos más relevantes del panorama flamenco en este 2025, y aquí domina cada vez que aparece
Con todo, la estrella de la función para mí es Lela Soto. La heredera de los Sordera lanzó en febrero El fuego que llevo dentro, uno de los discos más relevantes del panorama flamenco en este 2025, y aquí domina cada vez que aparece. En particular, la única canción en la que siento que el grupo consigue realmente dar con la tecla y hacer que el doom y el flamenco se refuercen mutuamente es “Mal fin tenga mi sueño”, la caña interpretada magistralmente por Soto. Detalles como el diálogo entre sus melodías vocales serpenteantes y los ritmos de marcha de Semana Santa de Borja Díaz a la batería elevan el resultado final por encima de otros temas similares. Pero es que Soto también está brillante en varios de los experimentos más cercanos al ambient: los tientos con zanfoña de “Su cante me lastima” crean una atmósfera profundamente intrigante y sostienen esa tensión sin explotar en ningún momento, mientras que “Con el polvo de tus huesos” son unas anti-alegrías profundamente melancólicas, con un Cantizano igualmente brillante al toque.
La sensación, no obstante, es que todos estos cortes son solo pequeños excursos, cuyo éxito pone aún más de relieve la falta de definición de la propuesta principal
También están bien las “bulerías gnawa” de “Y yo quise beber”, interpretadas por Israel Fernández, menos fiesteras y más hipnóticas gracias a los qraqebs propios del género marroquí y a la forma de tocar en pequeños bucles de Cantizano. La sensación, no obstante, es que todos estos cortes son solo pequeños excursos, cuyo éxito pone aún más de relieve la falta de definición de la propuesta principal. Si a ello le sumamos que el planteamiento estético y político más amplio me parece algo desdibujado (sí, hay algunas letras con cierto trasfondo político, pero ¿qué es exactamente todo eso a lo que le declaran la guerra?), la conclusión, al menos para mí, es que Frente Abierto no ha logrado aterrizar sus ideas y construir un sonido consistente. Si siguen por este camino, es posible que acaben encontrando algo tan poderoso como lo que Za! y Perrate nos dieron el año pasado, pero les queda un trecho para llegar a tan buen puerto. Eso sí, me quedo con la caña doom clavaíca dentro.
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Puntuación: 6.9/10
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