Lapido, leyenda viva
Es difícil que un músico, en plenitud artística, reciba un homenaje tan cálido y especial como el que le tributaron en la noche del jueves en el Teatro CajaGranada a José Ignacio Lapido, convertido en una leyenda, 25 años después de iniciar su carrera en solitario.
Todo fue mágico y emotivo. Sincero, como las canciones de Lapido que fueron versionadas con tonalidades tan originales y diversas, que alcanzaron nuevas dimensiones, en un homenaje sin precedentes en una ciudad tan parca a los reconocimientos merecidos
Una veintena de músicos y bandas de Granada, la ciudad de la música, por la cantidad y calidad de sus creadores, y de otros llegados de fuera, ofrecieron un macroconcierto, con barra incluida, al que solo pudieron asistir 800 privilegiados por el aforo limitado del recinto, con invitación, que volaron a las pocas horas.
Todo fue mágico y emotivo. Sincero, como las canciones de Lapido que fueron versionadas con tonalidades tan originales y diversas, que alcanzaron nuevas dimensiones, en un homenaje sin precedentes en una ciudad tan parca a los reconocimientos merecidos.
Conducido por Sergio Berbel Leyva, por el escenario pasaron Antonio Álvarez, para empezar, con Cuando las palabras vuelvan del exilio, para, posteriormente, el asturiano Héctor Tuya junto a Popi González interpretar Cuando el ángel decida volver.
Para entonces, música y poesía se fusionaban entre acordes y luces tenues, en una velada inolvidable, que alimentaba el imposible sueño de detener el tiempo, mientras la lluvia arreciaba a las afueras, como bendición de no se sabe bien qué ángel caído o dios agradecido por tanta belleza
Para entonces, música y poesía se fusionaban entre acordes y luces tenues, en una velada inolvidable, que alimentaba el imposible sueño de detener el tiempo, mientras la lluvia arreciaba a las afueras, como bendición de no se sabe bien qué ángel caído o dios agradecido por tanta belleza.
Un inmenso En el ángulo muerto, por Quini Almendros e Ihmaele de la Torre, de Fausto Taranto, estalló para dar paso, en otro momento sublime a José Antonio García, Nico Hernández y el Coro de cámara de Granada, dirigido por Jorge Rodríguez Morata, en un alucinante Nunca se sabe.
También Cuidado, con una banda formada por el Hombre Garabato, Nico Hernández, José Antonio García, Salva Serrano de Dorian Grey, Raúl Bernal y Nat Simons.
Y más sorpresas, como rescatar del baúl de los recuerdos una de esas canciones que 091 dejó en sus comienzos, con Antonio Arias, Juan Codorniu y José Antonio García, que a duras penas recordaba. Ni importó.
Mama Baker, aquella banda emblemática, que de menos se echa, junto Arturo Cid que hizo sonar el theremín, uno de los primeros instrumentos musicales electrónicos, deslumbraron con Ladridos del perro mágico, la canción que daba título al primer disco en solitario de Lapido, editado el 1 de marzo de 1999.
Al final, un emocionado Lapido, agasajado con un ramo de flores dio las gracias por el merecido homenaje. Una gratitud “total” por la “maravilla de canciones y versiones”, por el “amor” recibido.
Y para ir cerrando, Nievla, Carmencita Calavera y Niños Mutantes.
Al final, un emocionado Lapido, agasajado con un ramo de flores dio las gracias por el merecido homenaje. Una gratitud “total” por la “maravilla de canciones y versiones”, por el “amor” recibido.
Y mira que poetas ha dado Granada, con Lorca como bandera. Pero ahí el maestro, compositor y cantante, para muchos, banda sonora de sus (nuestras) vidas, que esperan seguir almacenando sueños, ilusiones. Como, al menos, solicitar el Cervantes para Lapido.
Fuera seguía lloviendo, como un mar que devuelve cadáveres/ en ofrenda pagana a algún dios, me uno al coro salvaje de ángeles/ con la voz de la confusión. (letra de Con la lluvia del atardecer).
Gracias, maestro. Y a todas y todos que lo hicisteis posible.