EN LAS HUERTAS DE JARAGÜÍ, ANDIZMETA y TINTÍN

1544: La “inmobiliaria” de Bernardino de Mendoza crea el barrio de La Magdalena

Ciudadanía - Gabriel Pozo Felguera - Domingo, 16 de Marzo de 2025
Esta es la historia de cómo se formó y su desarrollo hasta nuestros días de esta famosa zona de la capital por Gabriel Pozo Felguera en este espectacular reportaje, lleno de curiosidades y con numerosas imágenes, desde sus inicios que debemos a un olvidado almirante que fundó una pionera "inmobiliaria", pero a precios asequibles. Una invitación a que nos acompañes a un viaje histórico con el mejor cronista de Granada.
Interpretación de Íñigo López de Mendoza soñando la ciudad cristiana que estaba creciendo por fuera de la cerca musulmana en el siglo XVI.
Interpretación de Íñigo López de Mendoza soñando la ciudad cristiana que estaba creciendo por fuera de la cerca musulmana en el siglo XVI.
  • El almirante parceló terrenos que heredó tras la Toma, trazó calles rectas y vendió solares para hacer casas, talleres y corrales por debajo de la acequia que abastecía almonas y mesones

  • La estructura comercial castellana de Alhóndigas Zaida y del Trigo, más el Matadero, fue creada en el arrabal del Arenal a principios del siglo XVI y estuvo activa hasta el primer tercio del XX

El barrio de La Magdalena de Granada está trazado a escuadra y cartabón. Con parcelas rectangulares, muy similares en origen. ¿Cómo fue posible esa retícula de ángulos rectos y calles iguales en la ciudad tan enrevesada del siglo XVI? Este ensanche de Granada fue el segundo que utilizó el método de traza romana/castellana, tras el barrio de la Duquesa de Sessa. También fue impulsado por un noble beneficiario del repartimiento de tierras tras la Toma. En este caso el promotor era el almirante Bernardino de Mendoza, quien decidió parcelar sus huertas del Jaragüí, Tintín y Andizmeta, y venderlas a artesanos y comerciantes necesitados de expansión. Delimitó a cordel centenares de solares que dieron origen a este barrio tan castellano por debajo de la calle de las alhóndigas. Bernardino paró poco por Granada; fueron su mujer Elvira Carrillo y sus criados los que manejaron las riendas de aquella primitiva “inmobiliaria” de mediado el XVI; dieron origen a esta zona tan comercial, artesana y, a la vez, señorial.

Los cristianos que conquistaron Granada en 1492 se encontraron un arrabal del Arenal que sólo estaba ocupado por una estrecha franja de edificaciones y actividades pegadas a la muralla. Se extendía mirando hacia el Suroeste, delante de las puertas de Al-mazda (Trinidad), Orejas (Bibarrambla) y el Rastro (Puerta Real). A duras penas traspasaba lo que era la calle de los Herreros (posterior Mesones). En el centro estaba la mezquita de los Herreros, con su pilar, y unas decenas de artesanos. Contaba con el agua que le aportaba una acequia desviada Darro arriba, nada más atravesar el puente de Plaza Nueva (después llamada del Sancti Spíritus). Esa misma acequia tenía tornas más abajo, hacia la izquierda y derecha, que coincidían con lo que hoy son calles San Antón, Alhóndiga, Puentezuelas y Solarillo de Gracia. Aquellos brazales regaban las huertas de Andizmeta (la más próxima a actual Recogidas), del Jaragüí alto (área central) y Tintín (cercana a Trinidad-Tablas).

La mezquita de los Herreros dio paso a la primera iglesia de la Magdalena financiada por emigrantes montañeses; junto a la puerta del Rastro se decidió ubicar la Alhóndiga Zaida o mercado principal; el Matadero a su lado; también una almona de jabón junto a las aceñas de la acequia

A partir del arreón catequizador de 1501, el Concejo diseñó una ciudad cada vez más cristiana. La nobleza conquistadora se había repartido propiedades y asentado en la traza nazarita, aprovechando salidas de familias musulmanas. La mezquita de los Herreros dio paso a la primera iglesia de la Magdalena financiada por emigrantes montañeses; junto a la puerta del Rastro se decidió ubicar la Alhóndiga Zaida o mercado principal; el Matadero a su lado; también una almona de jabón junto a las aceñas de la acequia. Las carnicerías y pescaderías continuaron como en el periodo musulmán, pegadas a la muralla por dentro, a ambos lados de la puerta de las Cucharas (Este portillo fue abierto en el siglo XVI por orden de Diego Hurtado de Mendoza; se llamó primero de la Magdalena y más tarde las Cucharas).

En el extremo oeste de la calle de los Herreros surgió el monasterio de Trinitarios (plaza de la Trinidad); a su lado la Alhóndiga del Trigo o mercado de granos, pasas y frutos secos. Más un horno de pan del Pósito. Justo enfrente, pegado a la muralla y dando a la nueva calle de los Mesones fueron ubicadas las casas del Pósito y de la Tercia.

Esas suertes o grandes lotes habían tocado en el repartimiento a la familia de Íñigo López de Mendoza, marqués de Tendilla y primer capitán general/alcaide de la Alhambra entre 1492-1515

Como se ve, en una franja de menos de cien metros de terreno quedaron instituidos la mayoría de los servicios de tipo administrativo y comercial de la nueva ciudad cristiana. A partir de la acequia que discurría entre el Matadero (actual plaza del Campo Verde), de Alhóndiga a Alhóndiga, se extendían los pagos mencionados de Andizmeta, Jaragüí y Tintín. Eran en su mayoría huertas cercadas con tapias en las que se producían la mayor parte de frutas y hortalizas que consumió la ciudad musulmana y, más tarde, la cristiana de principios del XVI. Esas suertes o grandes lotes habían tocado en el repartimiento a la familia de Íñigo López de Mendoza, marqués de Tendilla y primer capitán general/alcaide de la Alhambra entre 1492-1515.

Retrato del Íñigo López de Mendoza, Marqués de Tendilla, primer capitán general de Granada y alcaide de la Alhambra. Primer propietario cristiano de las huertas y quiñones cercanos al arrabal del Arenal. ÓLEO DE JUAN BAUTISTA ESPINOSA/MUSEO DEL PRADO.

Granada estuvo de moda en la primera mitad del siglo XVI. Era doble panteón real (Capilla Real y Catedral), iba a tener palacio real (en la Alhambra). Fue, junto a Sevilla, el principal polo de atracción de España y de Europa en esas décadas del Renacimiento español

Granada estuvo de moda en la primera mitad del siglo XVI. Era doble panteón real (Capilla Real y Catedral), iba a tener palacio real (en la Alhambra). Fue, junto a Sevilla, el principal polo de atracción de España y de Europa en esas décadas del Renacimiento español. Se registró una continua llegada de emigrantes y viajeros. La Corona desarrolló un amplio programa de obras públicas, de castellanización del territorio. Por eso proliferaron los mesones y posadas donde alojarlos. También infinidad de talleres y actividades relacionados con los materiales de construcción y las maderas. Dentro del recinto amurallado no se cabía, estaba todo colmatado. Hacía falta suelo para construir viviendas y talleres.

La ocasión fue aprovechada por los dos hijos del Conde de Tendilla que habían heredado esas huertas. Isabel de Mendoza tenía la parte más pequeña de la huerta, el pago de Andizmeta, mientras su hermano Bernardino de Mendoza era propietario de la mayor parte de los terrenos, los del Jaragüí alto y el Tintín

La ocasión fue aprovechada por los dos hijos del Conde de Tendilla que habían heredado esas huertas. Isabel de Mendoza tenía la parte más pequeña de la huerta, el pago de Andizmeta, mientras su hermano Bernardino de Mendoza era propietario de la mayor parte de los terrenos, los del Jaragüí alto y el Tintín. Estos pagos eran los que regaban dos trazados de acequias que coincidían con lo que hoy son las calles Alhóndiga y Puentezuelas; sobre un plano se aprecia perfectamente que estas dos calles siguen las cotas que tuvieron esos ramales de agua desde tiempo inmemorial. Son las únicas del barrio que disienten de los ángulos rectos; el resto de las manzanas están perfectamente escuadradas. Por Jaragüí alto se entendía más o menos hasta la zona que después ocuparon la Plaza de Gracia y Castillas de Prats; a partir de ahí empezaba el Jaragüí bajo hasta la Acequia Gorda.

La operación urbanística que puso en marcha la “inmobiliaria” Bernardino de Mendoza consistió en trazar calles de cinco a seis metros, hacer cuadrículas y, dentro de ellas, parcelas rectangulares. Y las puso en venta a precios atractivos, como se continúa haciendo en la actualidad con cualquier urbanización de chalés. Eso ocurrió a partir de 1544.

La principal fue que los adjudicatarios estaban obligados a edificar en el plazo de dos años; deberían levantar casas, corrales vallados o talleres con una inversión mínima de 100 ducados. Se concluye claramente que no deseaba que se especulase, sino que realmente se fuesen a vivir y trabajar quienes tuvieran necesidad de suelo

El noble propietario puso algunas condiciones a la hora de vender los terrenos. La principal fue que los adjudicatarios estaban obligados a edificar en el plazo de dos años; deberían levantar casas, corrales vallados o talleres con una inversión mínima de 100 ducados. Se concluye claramente que no deseaba que se especulase, sino que realmente se fuesen a vivir y trabajar quienes tuvieran necesidad de suelo. Si no se cumplían plazos ni fechas de pago, la empresa rescataba la propiedad del solar y la vendía al siguiente en la lista. Obligaba a que los edificios construidos se mantuvieran a perpetuidad en las familias compradoras. También se impedía la subdivisión de solares o casas. Bernardino Mendoza construyó algunas casas de su propiedad con destino a alquiler; empezó cobrando entre 7 y 4 reales de renta mensuales, más algunas gallinas.

Con el tiempo, acabó llamándose de La Magdalena por haber sido ocupados sus solares más céntricos por esta iglesia y su convento del Corpus Cristi anejo

La gestión de aquella “inmobiliaria” que permitió el rápido nacimiento y ocupación del barrio del Jaragüí la llevó personalmente su esposa Elvira Carrillo y Córdoba, ayudada por sus administradores Luis Rejano y Alonso Trujillo. La operación dejó un abundante rastro en protocolos notariales que se conservan en el Archivo del Colegio de Notarios. A través de ellos podemos conocer quiénes fueron los primeros constructores de casas y actividades en el barrio que, con el tiempo, acabó llamándose de La Magdalena por haber sido ocupados sus solares más céntricos por esta iglesia y su convento del Corpus Cristi anejo.

Siglo XV. En época musulmana eran pocas las edificaciones que rebasaban la cerca de la ciudad de Granada. Solamente había caserías de labor y corrales de ganado. En esta interpretación de la Batalla de la Higueruela (1431) se ve toda la zona despejada delante de las puertas que lindaban con la Vega, donde a principios del XVI surgieron las zonas comerciales de mesones, alhóndigas, mataderos, etc. Puerta de la Trinidad (1), Puerta del Rastro (2), alminar de la Mezquita mayor (3) y Puerta de Elvira (4) y puente del Genil (5).
Siglo XVI. En los grabados de Hoefnagel (1565) y Van der Aerden (1567) todavía se ve que el barrio de Bernardino no había avanzado mucho más debajo de lo que hoy sería la calle Puentezuelas. En el de arriba se aprecia perfectamente la torre de la iglesia de la Magdalena vieja (2), muy cercana al campo. Se ven muchos terrenos de cultivo y el camino que comunicaba con la Vega por lo que hoy son calles Tablas y Obispo Hurtado. El 1 marca la Bib-Al-mazda y camino de las Tablas. El 3 es la capilla mayor de la Catedral recién acabada. El contorno amarillo y naranja marca los terrenos que estaban siendo urbanizados por Bernardino de Mendosa.

En el dibujo de abajo se aprecia el camino con mayor fidelidad (1), a cuya derecha están las huertas del Tintín (trazo amarillo), Jaragüí y Andizmeta (en naranja) ─propiedad de la familia Mendoza─ que dieron lugar al nacimiento del barrio de La Magdalena. El número 2 marca la iglesia de la Magdalena antigua.
Siglo XVII: En la Plataforma de Vico (1611) ya se ve cómo en poco más de medio siglo ya estaban construidas o cercadas todas las parcelas hasta la calle Puentezuelas o Puentecillos; por debajo alternan las construcciones de casas con talleres y corrales vallados. Alhóndiga del Trigo (1), Alhóndiga Zaida (2), Matadero (3), Casa de la Tercia (4) y acequia de Puentezuelas (5).
Siglo XVIII. En la plataforma de Dalmáu (1797) estaba casi completada la ocupación del barrio de la Magdalena, hasta la acequia que bajaba por el Callejón de Gracia e iglesia y convento. Sólo faltaba por completar la huerta baja del Tintín, la que después acogió el Palacio de las Columnas hasta rematar en Callejón de Nebot y Casillas de Prats. El 1 marca la Alhóndiga del Trigo, el 2 la Alhóndiga Zaida y el 3 el Matadero viejo.
Siglo XX. Este plano de 1910 desvela que en todo el siglo XIX apenas crecieron las construcciones hacia la Vega. Hubo un estancamiento poblacional. Está todavía libre la parte baja de la huerta del Tintín. La nomenclatura tradicional de las principales vías había sido cambiada por nombres de personajes ilustres: Poeta Zorrilla (Mesones), Martínez Campos (Alhóndiga), General Narváez (Puentezuelas), Doctor Creus (Recogidas) y Plaza Melchor Almagro (Trinidad).

Muchos provenían de las collaciones de San Andrés, Santiago, Zacatín y bajo Albayzín. Aunque también acudieron a establecerse gentes del reino de Jaén y otras tierras de Andalucía

Entre sus primeros vecinos se encontraron mayoría de artesanos y profesionales que se mudaron desde otros barrios más angostos dentro del casco viejo de Granada. Muchos provenían de las collaciones de San Andrés, Santiago, Zacatín y bajo Albayzín. Aunque también acudieron a establecerse gentes del reino de Jaén y otras tierras de Andalucía. Aquí se concentraron muchos proveedores de materiales para obras de la Catedral, Universidad vieja, Palacio Arzobispal, palacios y casas de la nobleza, etc. Se detectan varios almacenes de madera y talleres de carretería. Y muchos artesanos. En la transcripción que hizo de estos protocolos notariales el profesor Pedro Andrés Porras Arboledas los clasifica perfectamente: había una parte de agricultores, 11 tejedores de terciopelo, 4 cordoneros, 2 sastres, 2 cardadores, sederos, tintoreros, curtidores, zurradores, zapateros, talabarteros, herreros, plateros, cerrajeros, espaderos y nada menos que cinco herradores. Recordemos que la zona concentró gran cantidad de mesones donde paraban los arrieros y transeúntes, además que por aquí entraba buena parte de la cabaña de semovientes que labraba en la Vega.

Por supuesto, había canteros e imagineros que trabajaban para las construcciones cercanas. Sobresalían de entre todos ellos el colectivo de mesoneros y taberneros, con nada menos que 39 casas establecimientos “turísticos”

Por supuesto, había canteros e imagineros que trabajaban para las construcciones cercanas. Sobresalían de entre todos ellos el colectivo de mesoneros y taberneros, con nada menos que 39 casas establecimientos “turísticos”. Había siete tratantes de ganado, transportistas con carros de bueyes. Cinco molineros. Y muchos mercaderes. La inmensa mayoría son de origen cristiano viejo, aunque también se censa un pequeño porcentaje de familias moriscas y judeoconversas.

La nobleza conquistadora ya había levantado casa solariega en otros barrios intramuros, pero todavía quedaban aristócratas de medio pelo que decidieron ubicar aquí sus blasones. Por eso sobreviven todavía algunas casonas más o menos importantes; las principales son las de la familia Fernández de Córdoba/Conde de Luque en la calle Puentezuelas (Palacio de las Columnas), la de la calle Buensuceso, los condes de la Jarosa en la antigua calle Tintín (Paz actual) y el apellido Morales frente a la iglesia de la Magdalena (Donde nació casualmente Eugenia de Montijo).

Los espacios religiosos centrales fueron la parroquia de la Magdalena antigua y el convento de la Trinidad. Aquí recibieron sus sacramentos y acabaron enterrándose casi todos

Los espacios religiosos centrales fueron la parroquia de la Magdalena antigua y el convento de la Trinidad. Aquí recibieron sus sacramentos y acabaron enterrándose casi todos. Se mencionan varias cofradías de origen gremial que tuvieron su sede en la iglesia de este barrio, como el Santísimo Sacramento, Corpus Christi, Veracruz, Santa Caridad y Ánimas (ésta fue trasladada pronto a San Gil de la calle Elvira). La parroquia de la Magdalena fue reubicada unos metros más abajo, ya a principios del siglo XVII, por ser edificio pequeño y deficiente.

El promotor Bernardino, olvidado en Granada

Bernardino de Mendoza y Pacheco nació en la Alhambra en 1501. Allí vivía con la extensa familia que engendraron Íñigo López de Mendoza y Francisca Pacheco. Fue el cuarto de los varones. Vivió su niñez y adolescencia en Granada. Recibió una educación cortesana como era propio de una de las familias más poderosas de España. Dedicó toda su vida a la milicia y a servir a la Corona de Carlos V y Felipe II en puestos militares y embajadas. Llegó a ser capitán general de la mar y presidente de los consejos de Castilla y de Guerra.

Con poco más de veinticinco años participó en campañas marineras por el Mediterráneo. Los Mendoza tenían varias galeras de su propiedad dentro de la armada real

Con poco más de veinticinco años participó en campañas marineras por el Mediterráneo. Los Mendoza tenían varias galeras de su propiedad dentro de la armada real. Contrajo matrimonio con Elvira Carrillo de Córdoba en 1523, sobrina de María Manrique, la viuda del Gran Capitán. Con ella tuvo nueve hijos. [Su primogénito Juan Hurtado de Mendoza y Carrillo capitaneaba la flota de 28 galeras que naufragó en La Herradura el 19 de octubre de 1562].

Es la parte más antigua de la actual Escuela de Arquitectura. De cuando la habitó sobrevive todavía la zona que tiene la fachada de ladrillo, incluida la capilla con su escudo de armas

Entre los muchos títulos y propiedades que recibió a la muerte de su padre se encontraban las huertas del Jaragüí y del Tintín. Él pasaba más tiempo en campañas fuera de Granada que en sus posesiones de la ciudad. Fijó su palacio-vivienda en la plaza del Campo del Príncipe, en una casa cuya construcción la había iniciado el banquero italiano Stefano Centurione, que vivió aquí entre 1518 y 1540. Era el Palacio de los Mendoza. Es la parte más antigua de la actual Escuela de Arquitectura. De cuando la habitó sobrevive todavía la zona que tiene la fachada de ladrillo, incluida la capilla con su escudo de armas.

Este edificio ha sido modificado y ampliado hasta tiempos recientes. En el periodo 1695-1776 fue habitado por la familia Palafox Centurión y se quedó con el nombre de Palacio del Almirante (referido a los Palafox del XVIII, no a los Mendoza). A finales de ese siglo pasó a ser hospital de la Encarnación; en 1865 se ligó a Defensa como Hospital Militar. Con ese uso permaneció hasta 1994 en que pasó a la Universidad con fines educativos.

Palacio de los Mendoza. La parte de ladrillo de la actual Escuela de Arquitectura fue casa de Bernardino de Mendoza y Elvira Carrillo a partir de 1540. En la foto de abajo, entrada a la capilla donde figuran sus escudos de armas.

Lo único que recuerda que fue residencia de Bernardino de Mendoza y Elvira Carrillo son los dos pequeños escudos que todavía lucen sobre la puerta de la capilla

Lo único que recuerda que fue residencia de Bernardino de Mendoza y Elvira Carrillo son los dos pequeños escudos que todavía lucen sobre la puerta de la capilla.

Bernardino de Mendoza falleció tras la toma de San Quintín, en 1557. Su cuerpo fue enterrado en Francia. Su viuda y sus escuderos continuaron gestionando su “urbanización” del barrio del Jaragüí todavía durante muchos años más, hasta que quedó todo vendido, construido o iniciado. En 1565 se le llamaba el barrio “que ha hecho Bernardino”; así figura en un pleito en el Juzgado de Aguas por disputas de riegos; concretamente, los abogados centraban la polémica vecinal “del barrio que ha hecho en el arrabal que está en la calle Mesones, donde son dueños de solares de Bernardo de Mendoza”. El nombre del barrio procede ya de finales del XVII, cuando fue levantada en su centro la nueva parroquia de la Magdalena.

No ha quedado ninguna referencia a cuáles fueron sus casas hechas expresamente para el arrendamiento; los hermanos Mendoza Pacheco fueron arrendadores de infinidad de casas y tiendas en la zona de Bibarrambla y Zacatín

No ha quedado ninguna referencia a cuáles fueron sus casas hechas expresamente para el arrendamiento; los hermanos Mendoza Pacheco fueron arrendadores de infinidad de casas y tiendas en la zona de Bibarrambla y Zacatín. Tampoco ningún nombre que se refiera a él o a su esposa como propietarios de las huertas y fundadores del barrio. Incluso se perdieron de la nomenclatura las calles del Jaragüí y del Tintín (posterior Callejón del Perro, actual calle de la Paz). La única callejuela que recuerda el apellido Mendoza (aparte del afamado tío Cardenal Mendoza) es una vía frente al parque García Lorca, de los años setenta; pero tiene trampa, ya que se refiere a la ciudad argentina de ese nombre.

Edificios del XVI que pasaron a mejor vida

El siglo destructor por excelencia en Granada, el XIX, se llevó por delante la mayoría de grandes edificios de uso público que tuvieron el barrio de los Mesones, las Alhóndigas y la Magdalena en el diseño de la ciudad cristiana correspondientes al siglo XVI. El urbanismo que surgió pegado a la muralla del Arenal, tanto por dentro como por fuera en su parte más cercana, ha sufrido un cambio radical.

Para empezar, la tortuosa calleja de los Herreros/Mesones ha sufrido un realineamiento continuo; toda la muralla ha desaparecido (excepto pequeños tramos que hay en interior de casas); las tres puertas que tuvo en esta cara fueron demolidas; la Pescadería pasó a mejor vida

Para empezar, la tortuosa calleja de los Herreros/Mesones ha sufrido un realineamiento continuo; toda la muralla ha desaparecido (excepto pequeños tramos que hay en interior de casas); las tres puertas que tuvo en esta cara fueron demolidas; la Pescadería pasó a mejor vida; el vericueto de callejas desde la Plaza de las Pasiegas se vio ensanchada con Marqués de Gerona; la calle Capuchinas fue agrandada y desapareció también el aljibe que había junto a la Bilb Al-mazda; fueron demolidos el convento e inglesa de Trinitarios para dar paso a la plaza de la Trinidad; la Tercia fue troceada y apenas quedan vestigios en el único patio que pervive de la calle Mesones; lo mismo ocurrió con la casa del Pósito. Hasta la década de los años setenta quedaba en pie parte de la fábrica de la primera iglesia de la Magdalena, reconvertida en almacén de tejidos con el mismo hombre; luego sede de grandes almacenes, oficinas de la Diputación, Catastro y actualmente en venta para viviendas.

Foto muy antigua de la Magdalena, todavía con su torre. Se ven fachadas de Bibarrambla con balconadas del siglo XVI (estilo Corral del Carbón) y todavía en pie la Casa de los Miradores. Por tanto, la placa debió ser tomada antes de 1879 en que ocurrió el incendio. La zona arbolada del cornero derecho se corresponde con actual Obispo Hurtado-Sócrates. ARCHIVO CARLOS SÁNCHEZ.
Desmontaje de la Magdalena antigua. En esta secuencia de fotos se ve lo que quedaba del cimborrio del edificio, del siglo XVI, antes de su demolición en 1973. Coronaba el edificio que fue reconvertido como almacén de tejidos, antes de ser gran almacén Wolwoord. También se ve una panorámica de finales del XIX asomando por encima de las casas de Bibarrambla. Abajo, la portada seccionada en dos, que fue reubicada a principios del siglo XX por el Padre Manjón en las puertas de su capilla del Ave María del Sacromonte. FOTOS DE PEPE ROMERO/ELINDEPENDIENTE DE GRANADA.

Hasta bien entrado el siglo XIX se mantuvieron en este lugar pequeñas tareas fabriles; recordemos que hubo hilaturas, telares de lino, la primera fábrica de Cervezas la Alhambra, Chocolates Peña Toro, una fábrica de hielo..

Quizás lo que más ha cambiado en el barrio de la Magdalena hayan sido sus actividades. Hasta bien entrado el siglo XIX se mantuvieron en este lugar pequeñas tareas fabriles; recordemos que hubo hilaturas, telares de lino, la primera fábrica de Cervezas la Alhambra, Chocolates Peña Toro, una fábrica de hielo, una fábrica de losetas hidráulicas, dos talleres de carretería, varios estudios de artistas plásticos etc. Este barrio, como otros de la ciudad, contó con sus fiestas populares y su correspondiente alcalde pedáneo. Poco a poco, la actividad manufacturera ha ido dando paso a bajos comerciales. La Magdalena es el principal centro comercial abierto de Granada. Han quedado pequeños hoteles y florecen muchos apartamentos turísticos como signo de los muchos mesones, tabernas, bodegas, posadas y botillerías que concentró de inicios del periodo cristiano.

La carnicería en el entorno del arco de las Orejas estaba muy dispersa por toda la ciudad cuando se levantaron el mercado de San Agustín y las naves de la Romanilla (últimas dos décadas del XIX); la pescadería junto a la vieja muralla fue partida con el nacimiento de la calle Marqués de Gerona, pero sobrevivió en sus tres grandes kioscos en medio de la plaza de la Pescadería hasta hace justo medio siglo.

Plaza de la Pescadería hacia 1960, con los tres kioscos de pescado ocupando el centro. Hoy le suceden terrazas de hostelería. PEPE ROMERO.

Si en cuanto a comercio de ropa, zapaterías y complementos todavía sigue siendo potente este barrio a ambos lados de la vieja muralla, ya no es nada en cuanto a alimentación

Si en cuanto a comercio de ropa, zapaterías y complementos todavía sigue siendo potente este barrio a ambos lados de la vieja muralla, ya no es nada en cuanto a alimentación. Las tiendas de comestibles se han atomizado desde que fue desmontado el mercado de San Agustín, la población creció en la periferia y los super e hipermercados siguieron las nuevas tendencias y a las grandes concentraciones de población. El centro cada vez va siendo más un parque temático en que los habitantes estables son minoría.

El Matadero y la Alhóndiga Zaida, desaparecidos en el XIX

Quiero destacar la pérdida especial de tres grandes edificios que fueron los que dieron mayor potencia y actividad a este barrio desde inicios del XVI hasta principios del siglo XX: el Matadero, la Alhóndiga Zaida y la Alhóndiga del Trigo. No hemos tenido la suerte de que dejaran demasiados rastros gráficos como para hacernos una idea de cómo fueron.

El Matadero fue levantado por los cristianos en 1520. Lo situaron justo pegado, por debajo, a la Alhóndiga Zaida. Aprovecharon la curva que hacía el primer ramal de la acequia al torcer a su derecha hacia la huerta Andizmeta. Ese tramo de calle que lindaba con el campo empezó llamándose Matadero y más tarde prolongación de la Alhóndiga.

Aquí hubo una calle llamada de la Sangre y el rincón del Bofe. Téngase en cuenta que buena parte de los despojos quedaban a la intemperie y pudriéndose durante días; alrededor había actividades relacionadas con la sangre, el raspado y curtido de pieles, el lavado de tripas, el preparado de despojos

Las actividades de matanza de animales dieron origen a una serie de tareas secundarias en los alrededores que causaban grandes molestias por olores, moscas y mosquitos en cuanto el barrio empezó a conformarlo Bernardino de Mendoza. Aquí hubo una calle llamada de la Sangre y el rincón del Bofe. Téngase en cuenta que buena parte de los despojos quedaban a la intemperie y pudriéndose durante días; alrededor había actividades relacionadas con la sangre, el raspado y curtido de pieles, el lavado de tripas, el preparado de despojos, etc. Para quitar el pelo a las pieles se empleaban albercas repletas de todo tipo de excrementos de aves. Era el oficio de los zurradores.

Los siglos XVII y XVIII acumularon continuas denuncias por malos olores en el barrio de los mesones y las alhóndigas. Hasta que en 1832 fueron adquiridos unos terrenos al lado del río Genil, final de las huertas de San Antón, y proyectado el traslado de las instalaciones del Matadero. Sería el Nuevo. La población y la actividad asociada se fueron trasladando a esta zona “industrial”, al apego de la Acequia Gorda y del ramal de Sancti Spíritus que bajaba por San Antón.

Aunque con el tiempo la rotulación fue simplificada a Calle Campo Verde, con la consiguiente descontextualización y despiste

El alcalde derribó del Matadero Viejo en 1834. Se empezó por abrir un callejón entre las calles Mesones y Matadero, de sólo seis pies de anchura. A aquella callejuela decidieron dedicarle el nombre de Marqués de Campo Verde, un gran prócer de la época. Aunque con el tiempo la rotulación fue simplificada a Calle Campo Verde, con la consiguiente descontextualización y despiste.

El Ayuntamiento y los propietarios de solares estuvieron litigando y moviendo líneas hasta 1869, en que se llegó a un acuerdo definitivo. En principio, incluso el solar del Matadero Viejo iba a ser vendido para edificar casas, pero la Diputación Provincial se opuso

En 1835 ya estaba en funcionamiento el nuevo Matadero en la confluencia de los ríos Darro y Genil. No fue hasta el incendio de la Alhóndiga Zaida, en 1856, cuando se decidió acometer el realineamiento de toda la manzana delimitada por callejón del Marqués de Campo Verde, Matadero, Recogidas, Puerta Real y Mesones. El Ayuntamiento y los propietarios de solares estuvieron litigando y moviendo líneas hasta 1869, en que se llegó a un acuerdo definitivo. En principio, incluso el solar del Matadero Viejo iba a ser vendido para edificar casas, pero la Diputación Provincial se opuso. La manzana quedó como está actualmente.

Plano de 1869 para realinear el inicio de Recogidas, Alhóndiga y abrir la Placeta del Matadero Viejo. AHMGR.

Se mantuvo durante casi un siglo, hasta que en 1967 al Ayuntamiento no le sonaba bien que se dijera “voy al Matadero” cuando se iban a pagar recibos a la Cámara de la Propiedad Urbana. En 1967 se la rebautizó con el nombre de Plaza Campo Verde

Del solar de la Alhóndiga resultaron el edificio Suizo y varias casas más. La esquina con fachada a Recogidas fue adquirida por el sacerdote Francisco Ayas Linde, que levantó el edificio actual con proyecto de Francisco Giménez Arévalo; la Cámara de la Propiedad Urbana hizo el edificio que todavía lleva su nombre. Finalmente, el Ayuntamiento ordenó una placeta con un quiosco en el centro; se empezó a llamar plaza del Acuerdo, aunque prevaleció el nombre popular de Plaza del Matadero Viejo. Se mantuvo durante casi un siglo, hasta que en 1967 al Ayuntamiento no le sonaba bien que se dijera “voy al Matadero” cuando se iban a pagar recibos a la Cámara de la Propiedad Urbana. En 1967 se la rebautizó con el nombre de Plaza Campo Verde; la palabra Marqués desapareció, tanto de las placas de la calle como de la nueva plaza. Por eso hoy es poca la gente que conoce que esa calle y placeta están dedicadas a un insigne militar y político del primer tercio del siglo XIX.

El Matadero nuevo junto al río, esquina a San Antón, en 1956. En la ampliación del patio se veía todavía montado el templete trasladado en 1834 desde el centro histórico. AHMGR.
Uno de los templetes reubicados sobre el aparcamiento del Violón que formaron parte del Matadero viejo hasta 1834 y del nuevo hasta 1984. Ahora está reaprovechado como restaurante, aunque muy reformado.
Actual Plaza del Campo Verde. Este espacio y parte de los edificios del fondo ocupan el solar del Matadero Viejo.

La Alhóndiga Zaida fue el mercado cristiano que estuvo situado ocupando el solar actual del edificio Suizo, con fachadas a Puerta Real y Mesones, junto a la Puerta del Rastro. Allí resistió hasta que un incendio lo asoló en noviembre de 1856. Fue conformado originariamente sobre agrupación de casillas de origen musulmán, de ahí que tuviese una planta un tanto irregular. Por delante, en lo que hoy es el ensanche de la acera, tuvo pegadas casas-aceñas que funcionaron como molinos de pan, fábricas de jabón y de pólvora. Movían sus rodeznos con el agua de la acequia que discurría por debajo.

Plano de la Alhóndiga levantado por José Contreras en 1863, antes del incendio, con su propuesta (en trazo rojo) de realineación de la esquina Mesones-Puerta Real, que eliminó los dos molinos delanteros para ensanchar la acera actual.
Esta fotografía es anterior a noviembre de 1856. Todavía estaban las dos casas delante de la Alhóndiga, que sobresale una planta por detrás de los molinos/almonas. Se ve la iglesia de La Magdalena todavía con su torre; muy al fondo, la cúpula de San Justo y Pastor. 
Edificio Suizo en la actualidad, en el solar de la Alhóndiga Zaida (1520-1856).

Aquella alhóndiga era el equivalente a un supermercado actual, donde se vendía todo tipo de alimentos y especias, exceptuando carnes y pescados. También fue durante muchos años el almacén central de la venta de nieve. Han quedado pocas referencias gráficas del aspecto del edificio. Solamente conozco una fotografía inmediatamente anterior al incendio en el que se ve el embovedado antiguo de la Paja y, al fondo, están las dos aceñas y detrás la parte alta de la Alhóndiga. También se ven sobresalir al fondo la torre y el cimborrio de la iglesia de La Magdalena antigua.

La Alhóndiga del Trigo llegó hasta la II República

Casi toda la manzana actual limitada por Mesones, Jáudenes y Alhóndiga coincidía prácticamente con el antiguo solar de la Alhóndiga del Trigo y dos posadas con entrada por Mesones. Este edificio fue levantado a principios en el siglo XVI por los repobladores cristianos, al estilo de logia o alhorí castellanos. Tenía una fachada en ángulo, porticada con robustos arcos de medio punto; cada una de las fachadas coincidía (aunque eran ligeramente mayores) con lo que hoy es el rincón de la Placeta de la Alhóndiga. En el lado que miraba al Oeste tenía dos plantas y una coqueta hornacina con una virgen.

La Alhóndiga del Trigo tenía como función ser el almacén que controlaba la compraventa de este cereal básico para la alimentación y regulado el Concejo. También funcionaba como pósito de grano. En sus instalaciones albergó un horno de pan del común de la ciudad

La Alhóndiga del Trigo tenía como función ser el almacén que controlaba la compraventa de este cereal básico para la alimentación y regulado el Concejo. También funcionaba como pósito de grano. En sus instalaciones albergó un horno de pan del común de la ciudad. Esta institución ejerció una gran actividad hasta finales del siglo XIX.

La Alhóndiga estaba pegada al Convento de la Trinidad; solamente la separaba un pequeño pasadizo cubierto que ya a finales del siglo XIX dio paso a la apertura de la calle Jáudenes con el fin de dar continuidad y vistas a la Catedral a través la calle Marqués de Gerona, abierta poco antes.

La Alhóndiga pintada y fotografiada por artistas. Mariano Fortuny, en sólo dos años que residió en Granada, se acercó a la calle Alhóndiga y esbozó un dibujo inacabado (arriba). Se ve una caballería amarrada en la puerta y varias personas trapicheando en su alrededor. Este óleo lleva fecha del año 1871.

Hacia 1896, el dibujante norteamericano Joseph Pennell (plumilla, debajo) estuvo en Granada y también elaboró un abigarrado dibujo a línea de la Alhóndiga y su actividad comercial.

También el pintor granadino Mariano Bertuchi pintó dos cuadros de la Alhóndiga en 1896, cuando sólo era un adolescente. Se pueden ver los detalles de los escudos real y de la ciudad que tenía en los alfices de las arcadas, así como la hornacina de Nuestra Señora de Belén. Está depositado en la Casa Ajsaris. (Es el vertical en que desarrolla las arcadas cerradas de la planta superior).

El último dibujo en blanco y negro fue pintado en 1927 por Lionel A. Lindsay, con el título “Viejo mercado”.

Cierra este collage una fotografía de autor desconocido tomada a finales del siglo XIX.
En esta ampliación de una fotografía aérea de 1929 se ve toda la manzana entre Jáudenes, Mesones, Hileras y Alhóndiga. Se aprecia con precisión que el ángulo que formaban el edificio de granos era menor de noventa grados. Debajo, comparación de la manzana con una fotografía actual. ARCHIVO CARLOS SÁNCHEZ/GOOGLE.
Plano del solar de la Alhóndiga elaborado por Wilhelmi para levantar el edificio de la CGIC, en junio de 1933. La fachada de la izquierda se correspondía con los cuatro alhoríes que tenía la Alhóndiga mirando al Oeste. Se ve la extensa fachada a la calle Alhóndiga (Martínez Campos de entonces) y una entrada por la calle Mesones (Actual pasaje Conde Alcalá). AHMGR.

Dos vigas de madera del alhorí (nave) número cuatro superiores se rompieron por el excesivo peso y todo amenazaba ruina ya en el año 1900. Hubo sus más y sus menos entre Ayuntamiento e inquilinos para pagar las 160 pesetas que costarían reponer las cuatro alfarjías nuevas

Esta Alhóndiga del Trigo llegó a principios del siglo XX con su uso muy mermado y las instalaciones deterioradas. Se le buscó utilidad como almacén de azúcar de los empresarios Santiago Oliveras y Juan Creus. Dos vigas de madera del alhorí (nave) número cuatro superiores se rompieron por el excesivo peso y todo amenazaba ruina ya en el año 1900. Hubo sus más y sus menos entre Ayuntamiento e inquilinos para pagar las 160 pesetas que costarían reponer las cuatro alfarjías nuevas. El arquitecto Modesto Cendoya propuso al alcaide de la Alhóndiga, Francisco Taboada, acometer la reforma del viejo edificio y evitar su pérdida. El deterioro continuó por la desidia municipal y por el desuso en que había caído.

La Alhóndiga fue de propiedad municipal hasta el 20 de febrero de 1932, cuando la vendió a un grupo de comerciantes que habían constituido la Compañía Granadina de Industria y Comercio (CGIC); sus promotores fueron Ángel Martínez de la Rosa y Manuel Conde Alcalá. Otros socios fueron sus hermanos Luis, Francisco y Rafael Conde Alcalá.

De Alhóndiga histórica a almacén y viviendas

Las corporaciones municipales y los once alcaldes que se sucedieron durante la II República practicaron nefastas políticas con el urbanismo y el patrimonio de la ciudad. Los restos de edificaciones “viejas” no eran valorados. La destrucción de la Alhóndiga del Trigo y el levantamiento de un edificio repleto de irregularidades fue de las que mayor pérdida y consecuencias dejaron en Granada.

Ya en junio de 1933 estaba siendo derribada la Alhóndiga. Los promotores presentaron al Ayuntamiento un proyecto de nuevo edificio redactado por el arquitecto Fernando Wilhelmi. Proponían construir todo el solar en su planta baja

Ya en junio de 1933 estaba siendo derribada la Alhóndiga. Los promotores presentaron al Ayuntamiento un proyecto de nuevo edificio redactado por el arquitecto Fernando Wilhelmi. Proponían construir todo el solar en su planta baja: tendría almacén, oficinas y tienda de venta al público. Decía la memoria que sólo se salvaría de la Alhóndiga una de las arquerías interiores; se procuraría aprovechar la piedra y ladrillos antiguos. La fachada que daría a la calle Alhóndiga tendría dos plantas y terraza. También portones de garajes. En la planta superior habría un laboratorio y almacén de embalajes. El patio central tendría solamente una planta para almacenes, una especie de cinco templetes cubiertos con estructura de madera y hierro, con cubiertas de uralita, al estilo de las atarazanas portuarias. Las medianerías serían cerradas con fábrica de ladrillo para aislarlo del vecindario.

Primer proyecto, junio de 1933. Fachada de dos alturas a la calle Alhóndiga (por entonces llamada calle Martínez Campos) y naves a dos aguas con lucerna en los patios interiores. AHMGR.

El informe del arquitecto municipal Alfredo Rodríguez Orgaz se oponía a ese proyecto. Desechaba levantar un edificio comercial-industrial en una zona tan poblada de la ciudad. Aunque no se especificaba el uso futuro, era vox populi en Granada que iría destinado a almacén de productos químicos y de droguería

El informe del arquitecto municipal Alfredo Rodríguez Orgaz se oponía a ese proyecto. Desechaba levantar un edificio comercial-industrial en una zona tan poblada de la ciudad. Aunque no se especificaba el uso futuro, era vox populi en Granada que iría destinado a almacén de productos químicos y de droguería. Era una de las actividades a la que se dedicaban sus promotores. Las ordenanzas municipales no permitían esa actividad a menos de cincuenta metros de una casa. Propuso denegar licencia por la actividad, sin entrar a valorar la edificación. “Ya ha habido dos incidencias ─escribió Rodríguez Orgaz─ que recientemente han ocurrido en droguerías de esta capital y que fueron de consideración por la gran cantidad de materias inflamables que en ellos existían almacenadas”.

El alcalde se dirigió a los empresarios queriendo saber la clase de sustancias que pensaban almacenar allí. La respuesta de Luis Conde Teruel (hijo del principal promotor y apoderado de la empresa) fue dar evasivas y escribir que por, el momento, no sabían a quién ni para qué se lo iban a alquilar.

Con aquella maniobra un tanto extraña aparece un nuevo informe del arquitecto Rodríguez Orgaz (del 24 de agosto de 1933) en el que ya no ponía impedimentos

Con aquella maniobra un tanto extraña aparece un nuevo informe del arquitecto Rodríguez Orgaz (del 24 de agosto de 1933) en el que ya no ponía impedimentos. Hágase el edificio según proyecto (licencia de obras de 1 de septiembre). No obstante, la licencia indicaba “deberá tenerse muy en cuenta, cuando se pretenda utilizar el edificio, que el propietario ha de poner en conocimiento el Ayuntamiento el uso que ha de hacer en él”. Hubo incluso algún concejal (Baquero) que sugirió elevar aún más la rasante del edificio hasta enrasar la altura media de las fachadas de esas calles, que era de tres plantas.

En enero de 1934 ya había sido demolida por completo la Alhóndiga, también la arcada interior que se prometió preservar

En enero de 1934 ya había sido demolida por completo la Alhóndiga, también la arcada interior que se prometió preservar. Incluso fue necesario cambiar el arca que repartía el agua del ramal Principal de Gracia proveedor del barrio, ya que estorbó a los cimientos (porque el nuevo edificio ocupó parte del atrio público donde se encontraba).

Segundo proyecto, reformado, en enero de 1935. Con nuevo alcalde y corporación de derechas. Crece hasta dos plantas de viviendas sobre los bajos comerciales, o una sobre las cocheras. Más terrazas coronando aguas. AHMGR.

La sorpresa llegó el 26 de octubre de 1934, cuando el promotor se presentó en el Ayuntamiento a registrar un nuevo proyecto reformado para el edificio que ya estaba empezado. Fernando Wilhelmi había hecho nuevos planos con importantes modificaciones. La primera, incorporó al solar una casilla lindera que habían comprado recientemente. Además, incrementaba notablemente las plantas para construir viviendas encima.

Wilhelmi aportó el dibujo básico que le pedían y recibió la licencia el 22 de enero de 1935. No obstante, algún concejal introdujo su voto particular para dejar constancia de su desacuerdo

Ya había otros munícipes mandando en la ciudad y otro arquitecto informando los proyectos. El alcalde era Juan Félix Sanz Blanco y el técnico, Eduardo Rodríguez Bolívar. Este arquitecto informó se “altera fundamentalmente el proyecto, como la altura, la construcción en planta, se precisa para formar buen juicio que se aporten alzadas y secciones que permitan formar un juicio exacto de la futura edificación”. Wilhelmi aportó el dibujo básico que le pedían y recibió la licencia el 22 de enero de 1935. No obstante, algún concejal introdujo su voto particular para dejar constancia de su desacuerdo. Firmó la licencia definitiva el alcalde Miguel Vega Rabanillo.

Resultado final al ser acabado en 1942, con los bajos comerciales, tres y dos plantas de viviendas y terrazas, Incluía incorporada la comunicación entre Mesones y Alhóndiga con el nuevo Pasaje Conde Alcalá. ILUSTRACIÓN DE LAS ACCIONES DE LA COMPAÑÍA.

Pero el resultado final de la construcción del edificio creció bastante más en volumen y altura de lo autorizado en la licencia municipal. No se pudo ver acabado hasta siete años más tarde, en 1942

Pero el resultado final de la construcción del edificio creció bastante más en volumen y altura de lo autorizado en la licencia municipal. No se pudo ver acabado hasta siete años más tarde, en 1942. Tras el parón de la guerra civil, levantaron encima viviendas ─no contempladas en la licencia inicial─ para los propietarios. Y, por supuesto, incumplió flagrantemente la normativa que existía por entonces en cuanto almacenamiento y práctica de actividades peligrosas y nocivas. Ya lo había advertido dos años antes el arquitecto Rodríguez Orgaz; sus temores se confirmarían una década más tarde.

[Alfredo Rodríguez Orgaz, arquitecto y destacado militante socialista (1907-94). Fue cesado del Ayuntamiento por la nueva corporación conservadora salida de las elecciones de 1934. Con el golpe de Estado de 1936, tuvo que huir a través de la Huerta de San Vicente hacia el frente de Málaga. Había acumulado peligrosos enemigos en Granada con sus informes urbanísticos. Recaló en Suramérica, donde continuó su carrera profesional hasta su regreso a España en 1963.]

Destruido por un incendio en 1945

El edificio de la Compañía Granadina fue prácticamente destruido por un incendio el 5 de septiembre de 1945. Fue Luis Conde ─que vivía encima─ el que se encargaba de la vigilancia de las instalaciones y dio la alarma del incendio aquella madrugada. Se trató de uno de los fuegos más aparatosos que ha sufrido el barrio de la Magdalena en su historia. Surgió en las cuadras del Parador de la Granada, que estaba paredaño en Mesones, 30, y se extendió rápidamente por el almacén de productos de droguería de la Compañía.

En total fueron quince los edificios afectados, veinte viviendas destruidas. Unas cien personas se quedaron sin alojamiento. Lo positivo de esta negra jornada fue que no hubo víctimas personales, mientras las pérdidas económicas se calcularon en unos diez millones de pesetas de la época

En total fueron quince los edificios afectados, veinte viviendas destruidas. Unas cien personas se quedaron sin alojamiento. Lo positivo de esta negra jornada fue que no hubo víctimas personales, mientras las pérdidas económicas se calcularon en unos diez millones de pesetas de la época. Las tiendas que más sufrieron fueron La Isla de Cuba, Calzados la Unión, La Mariposa, El Caballo, Parador de la Granada, El 95, Farmacia la Magdalena y, por supuesto, la Compañía de Industria y Comercio, que quedó completamente inundada y todo su género inservible.

Por fortuna, este edificio estaba prácticamente nuevo y levantado con estructura de hormigón y materiales resistentes al fuego; eso hizo que se salvara en buena parte. No así los edificios colindantes, que en los años siguientes fueron demolidos y reformados profundamente.

Portada de la prensa del 5 de septiembre que daba cuenta del gran desastre que destrozó el edificio de la Compañía Granadina. PATRIA.

Hasta época reciente estuvieron ubicadas en estos locales las oficinas de Butano. Lleva cerrado y en situación de semiabandono casi dos décadas

La última reforma del edificio fue acometida en 1966, con la segregación de una parte para un bloque de viviendas sobre el Pasaje Conde Alcalá. Hasta época reciente estuvieron ubicadas en estos locales las oficinas de Butano. Lleva cerrado y en situación de semiabandono casi dos décadas. El edificio de la Compañía ha sufrido varias reformas desde el incendio de 1945. En origen, su fachada estuvo pintada de azul, que fue después chapada de azulejos del mismo color. La parte interior destruida en el incendio fue reconstruida con naves y almacenes comerciales; la terraza plana fue sustituida por tejado a dos aguas.

Así estaba la placeta de la Alhóndiga en 2016, cuando fue catalogado el edificio por el IAPH. Se aprecia perfectamente la parte segregada en los años sesenta, convertida en un bloque de siete alturas.
Placeta de la Alhóndiga en la actualidad, rincón más pequeño que cuando lo ocupaban cinco alhoríes de medio punto en la cara del Sur y cuatro en la del Oeste. Y el espacio público ocupado por terrazas de bares.

Este edificio plagado de irregularidades y reformado varias veces está catalogado por el Instituto Andaluz de Patrimonio Andaluz

En la actualidad es propiedad de una empresa madrileña. Hace pocos años presentó un proyecto al Ayuntamiento y a Cultura para reconvertirlo en un edificio de coworking y hostel. Actualmente no se ve actividad exterior en él. Se le quieren añadir cuatro plantas subterráneas de aparcamientos. El proyecto arquitectónico pretende recuperar, en parte, la planta baja diáfana que tuvo cuando era Alhóndiga del Trigo. También se quiere demoler el tejado y devolverle su primitiva terraza.

Este edificio plagado de irregularidades y reformado varias veces está catalogado por el Instituto Andaluz de Patrimonio Andaluz con el código 01180870246 (BOJA 20 de diciembre de 2006). En cambio, Carlos Jerez Mir, en su guía de arquitectura de referencia, no lo incluyó como de valor histórico ni arquitectónico.

Retoque y mejora de las imágenes y fotografías: Luis Ruiz Rodríguez.

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