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De Granada a Irlanda del Norte

'Belfast, una galería de historia al aire libre'

Ciudadanía - Azahara Vigueras Borja, periodista - Domingo, 5 de Octubre de 2025
Azahara Vigueras, periodista y escritora, nos ofrece la crónica de su viaje desde Granada a Irlanda del Norte, a la que nos acerca a través de los murales que reflejan tres décadas de conflicto político.
Azahara Vigueras, periodista y escritora, durante su recorrido por los murales de Belfast, capital de Irlanda del Norte.
Azahara Vigueras, periodista y escritora, durante su recorrido por los murales de Belfast, capital de Irlanda del Norte.

Pasear por Belfast, capital de Irlanda del Norte, es como visitar una galería de historia al aire libre. El arte urbano ha quedado plasmado en sus paredes con más de 2.000 murales que, no sólo se han convertido en un símbolo identitario de la ciudad, sino también en páginas vivas de la historia reciente de Belfast, que vivió tres décadas del conflicto político. Este conflicto, conocido como The Troubles, dejó más de 3.500 víctimas y, a día de hoy, sigue latente. 

Los murales se han convertido en un atractivo turístico para los 1,7 millones de visitantes que recibe la ciudad cada año, aunque no todos están dedicados al conflicto político

Los murales se han convertido en un atractivo turístico para los 1,7 millones de visitantes que recibe la ciudad cada año, aunque no todos están dedicados al conflicto político. Dentro de este recorrido urbano, se pueden observar murales de distintos artistas, con diferentes estilos y variada temática. Algunos de ellos son los famosos murales de Dan Kitchener, inspirados en una estética japonesa; otros tienen un matiz más social y reivindicativo, con temas como la paz mundial o la lucha por los derechos civiles. Es el caso del famoso Muro de la Paz, que separa el barrio católico y protestante.

Murales reinvidicativos

Dentro del West Bank the Belfast, epicentro del conflicto entre unionistas y republicanos, encontramos aquellos murales con un tinte más reivindicativo. El más célebre, que atrae la atención de los turistas, es el mural dedicado a Bobby Sands, exlíder del IRA (Ejército Republicano Irlandés), que murió en huelga de hambre en 1981, en el barrio católico de Shanking Road, pintado en la fachada de la antigua sede del Sinn Fein. Otro de los más emblemáticos es el conocido como Muro Internacional, que este año está dedicado al genocidio en Gaza, con más de 66.000 víctimas, desde que comenzó la invasión israelí en 2023.

En el barrio católico de Falls Road, podemos ver este mural en homenaje a Bobby Sands, líder republicano que murió cuando hacía huelga de hambre en la cárcel.

Para adentrarse de lleno en el Belfast político, tan solo hay que caminar veinte minutos desde el barrio de La Catedral de Santa Ana, símbolo del arte moderno de la ciudad

Para adentrarse de lleno en el Belfast político, tan solo hay que caminar veinte minutos desde el barrio de La Catedral de Santa Ana, símbolo del arte moderno de la ciudad. Al oeste del río Lagan, la ciudad cambia completamente y se sume en el silencio. Dejamos atrás el bullicio y los pubs, los edificios de estilo victoriano, las galerías de arte y los museos para viajar en el tiempo y recorrer lugares históricos que llenaron páginas de prensa con cientos de episodios violentos, de atentados y bombardeos. Dos décadas de violencia, desde los 70 a los 90. Por una parte, los católicos-republicanos, que abogan por la independencia de Irlanda del Norte y su futura adhesión a la República de Irlanda; y por otra parte, los protestantes-unionistas, que desean seguir bajo el paraguas de Reino Unido.

Este mural recuerda los años más duros del conflicto entre unionistas y republicanos. Dos décadas de violencia, desde los años 70 a los 90.

En Falls Road, el barrio católico de la ciudad, vive gente de escasos recursos económicos, es decir, clase trabajadora. Mientras que en el barrio protestante de Shankill Road reside una clase media acomodada

En Falls Road, el barrio católico de la ciudad, vive gente de escasos recursos económicos, es decir, clase trabajadora. Mientras que en el barrio protestante de Shankill Road reside una clase media acomodada. Los dos barrios transcurren, uno junto al otro, y sus calles más representativas están dispuestas de forma paralela, algo que puede resultar paradójico al turista. Sus vecinos comparten un mismo espacio, separado por unas cuantas calles aledañas, pero viven a años luz en términos ideológicos, formas de vida y perspectiva del propio conflicto.

La misma paradoja se produce en los llamados Muros de la Paz, paredes de hormigón que separan barrios católicos y protestantes, con el objetivo de evitar enfrentamientos y altercados, entre los propios vecinos. Son muros que se extienden a lo largo de 34 kilómetros y que separan de forma simbólica y física a sus residentes.

Mensajes de esperanza

En un primer momento, podríamos pensar que estamos visitando algo así como restos históricos del que fuera el Muro de Berlín, construido en los años 60, pero lo cierto es que estos muros abren sus compuertas durante el día para facilitar la comunicación entre sus barrios y las cierran durante la noche para evitar altercados. Algunos han combinado hormigón y arte, con mensajes de esperanza como “Juntos podemos construir un futuro mejor”, “Esperanza para nuestros hijos” o “Rompiendo barreras”. Pero la mayoría tiene compuertas y portones con horarios controlados por el ayuntamiento de la ciudad y dotados de videocámaras de seguridad. 

 Puertas metálicas de Belfast. Forman parte de las llamadas "líneas de la paz", que sirven para separar los barrios protestantes de los católicos. Se cierran de noche para evitar conflictos entre las dos comunidades.

Son muchos los turistas que se quedan sorprendidos al llegar a los también conocidos como “Checkpoint Charlie”, ya que recuerdan al ambiente de división y control en la Alemania de la Guerra Fría. Nuestra guía, Kara, lo advierte: “Si te quedas encerrado en alguno de estos barrios, porque desconoces los horarios, tendrás que dar una gran vuelta para poder llegar de nuevo al centro”. En un principio, estos muros fueron barricadas rudimentarias que hicieron los irlandeses católicos, con los escombros de las 600 casas destruidas por los protestantes, durante los disturbios del 14 de agosto de 1969. “Más adelante -explica Kara- fueron construidos, de forma oficial y con mejores materiales, para evitar ataques por parte de los protestantes”.

Algunas de estas paredes tienen hasta tres alturas diferentes y están coronadas por alambradas de espino que, en algunos tramos, llegan a medir hasta 8 metros de altura

Algunas de estas paredes tienen hasta tres alturas diferentes y están coronadas por alambradas de espino que, en algunos tramos, llegan a medir hasta 8 metros de altura. “En los días más polémicos, como el 12 de julio -nos dice Kara-, cuando los unionistas celebran la gran fiesta protestante de Irlanda del Norte, sigue habiendo altercados con la Policía, se lanzan objetos punzantes a través de los muros y hay muchos enfrentamientos”. Una escena que indica que existen heridas por cerrar entre las dos comunidades.

La línea divisoria entre ambos barrios no sólo viene marcada por los muros, sino por una estética propia. Pasear por Falls Road es adentrarte en los símbolos de Irlanda como nación. Su bandera con los colores verde, blanco y naranja ondea en muchas casas de la zona; símbolos celtas, como la cruz o el arpa y murales reivindicativos. En Shanking Road, barrio protestante, los colores cambian al azul y blanco, que representan a la Union Jack, las banderas británicas ondean en casas unifamiliares mpicas del Reino Unido y las calles están llenas de símbolos de identidad protestante, como La Cruz de San Andrés. Otros símbolos hacen referencia a la I Guerra Mundial, como las amapolas en honor a los soldados caídos en la batalla. También hay murales con escudos heráldicos, como la Mano Roja, símbolo histórico del Ulster.

Edificios Divis

Comenzamos este recorrido turístico en Falls Road, un barrio con grandes edificios altos y grises que, a día de hoy, parecen fantasmales y son los popularmente conocidos como Edificios Divis.

Estos edificios son un complejo de viviendas sociales construidas entre 1966 y 1972. Con su estructura laberíntica y espacios cerrados, idóneos para esconderse, se convirtieron en un símbolo de resistencia, en los años setenta. En algunos balcones ondean varias banderas palestinas. Estas banderas, explica Kara, pretenden solidarizarse con la población gazatí, que está siendo masacrada por Israel, y reflejan que los irlandeses se sienten identificados con el pueblo palestino”. 

Mural Internacional de Belfast, dedicado al genocidio en Gaza.

En lo alto de las vallas de estos edificios, los peluches atravesados en la verja simbolizan a los niños, que son víctimas inocentes del conflicto. Y en el Muro Internacional, más de una docena de murales está dedicados a Gaza. Un padre abrazando a su hija bajo el lema “debes vivir para contar mi historia”, una bandera palestina plagada de palomas de la paz, un grupo de niños muertos, junto a un saco de harina, en el que indica que su único crimen fue tener hambre y otros murales que lanzan un mensaje de esperanza como “Gaza, bajo la luz de fuegos artificiales que, esta vez, no son bombas”.

 Casas con peluches ensartados en la verja, en homenaje a los niños que son víctimas de los bombardeos israelíes en Gaza.

En pocos minutos de nuestro recorrido a pie, la estética cambia completamente

En pocos minutos de nuestro recorrido a pie, la estética cambia completamente. Mientras que en Falls Road vemos ondear decenas de banderas irlandesas y observamos lugares de memoria en homenaje a miembros del IRA, en Shankill Road encontramos banderas de la Union Jack y murales dedicados al rey Carlos III de Inglaterra. En la actualidad, la violencia ha cesado, tras el Acuerdo de Paz firmado el Viernes Santo del año 1998, pero las heridas siguen abiertas y las paredes de estos barrios parecen gritar a los viandantes que la paz es frágil.

En cambio, en el barrio protestante de Shankill Road han dedicado este mural a la monarquía británica.

Los taxis negros de Belfast

Belfast tiene más de un centenar de muros, que muchos viajeros prefieren recorrer en los populares Black Cab Tours, famoso taxis negros, al más puro estilo británico, que “trajeron los propios ingleses para permitir que los irlandeses católicos tuvieran un medio para desplazarse, ya que les prohibieron subir en el autobús público”, indica Kara. Estos taxis los conducen irlandeses, que son al mismo tiempo guías y conductores, y relatan el conflicto en primera persona “porque lo vivieron en sus propias carnes”. Viajar en taxi es una forma rápida y personalizada para conocer los murales más famosos de la zona y escuchar un testimonio real.

En Irlanda del Norte, los muros siguen en pie, mostrando un país en tensión, a pesar de que el conflicto ha cumplido ya 55 años de historia. No es tiempo suficiente para cerrar todas las heridas, pero sí para lanzar mensajes a las generaciones futuras, que invitan a la paz y a la reconciliación.

Breve historia de un conflicto 

El conflicto se remonta al año 1922, cuando Irlanda, de mayoría católica, logra su independencia, tras una guerra con el Reino Unido. Sin embargo, el Ulster, la región del norte de la isla, de mayoría protestante y con población británica, no consiguió separarse y la población fue sometida “a leyes discriminatorias durante años”, cuenta nuestra guía. Kara relata cómo los irlandeses católicos no tenían derecho a voto, ni acceso a la educación ni al transporte público. “Todo este caldo de culLvo fue un agravante para una población que llevaba años sufriendo humillaciones. Desde que llegaron los británicos en el año 1910, prohibieron el gaélico y expropiaron sus casas”, nos dice Kara.

A partir de ese momento, las heridas internas fueron cada vez más profundas, hasta desembocar, a finales de los años 70, en un repunte de las reivindicaciones. En 1968 muchos irlandeses salieron a la calle, alentados por la lucha de los derechos civiles en otros lugares del mundo, como Sudáfrica o Estados Unidos, en los años 60. Lo que comenzó como una protesta pacífica, que llevó a las calles a 15.000 manifestantes, desembocó en una represión violenta por parte de la Policía. En 1969, el ejército británico entró de lleno en Belfast para poner fin a una insurrección por parte de los irlandeses católicos. En este contexto convulso, nació el conocido como IRA provisional, una escisión del Ejército Republicano Irlandés, que optó por la vía armada para reivindicar la independencia. El acuerdo del Viernes Santo de 1998 marcó un antes y un después en Irlanda del Norte, una pausa en la violencia y una oportunidad para la paz.