Habladurías con Iván Reyes Torres, un investigador granadino en Nueva York que trabaja en nuevas terapias contra el cáncer
Hacemos un recorrido inicial por su curriculum:
Solicité una beca Fulbright, que el Gobierno de Estados Unidos otorga a personas extranjeros y se me concedió como los mejores candidatos para ir a Estados Unidos a cursar o bien un máster o un doctorado en alguna área de especialidad de gran interés. En mi caso, yo tenía muy claro que quería dedicarme a la investigación sobre el cáncer
“Yo nací en Granada, en Albolote, allí crecí, estudié, hasta el instituto en el Bachillerato de Ciencias, de ahí fui a la Universidad a la Pablo de Olavide, donde cursé el grado de biotecnología. En aquel entonces siempre me apasionó la Ciencia de la Salud, tenía esa idea de aplicarlo a un caso práctico, a partir de todos los conocimientos que pudiera aprender de biología, de genómica. Ello me llevó a cursar biotecnología, de ahí acabé cursando un máster de investigación translacional en la Universidad de Granada por un año, y durante ese tiempo yo tenía muy claro que quería formarme en el mejor ambiente posible, estar lo más cercano posible al desarrollo de estas nuevas terapias. Solicité una beca Fulbright, que el Gobierno de Estados Unidos otorga a personas extranjeros y se me concedió como los mejores candidatos para ir a Estados Unidos a cursar o bien un máster o un doctorado en alguna área de especialidad de gran interés. En mi caso, yo tenía muy claro que quería dedicarme a la investigación sobre el cáncer. Durante el máster, fue cuando me expuse por primera vez a la existencia de todas estas nuevas terapias para tratar el cáncer, basadas en la immunología, un área que se conoce como inmunoterapia del cáncer, y desde aquel momento, cuando nuestros profesores nos enseñaron los primeros resultados de los ensayos clínicos de las primeras terapias que se habían desarrollado, vi que fueron espectaculares.
Para mí fue un cambio de mentalidad increíble. Hasta entonces hablábamos de que una nueva terapia para combatir el cáncer era muy efectiva y muy buena, que aumentaba la supervivencia de los pacientes unos cuantos meses, tres, cuatro meses, lo cual era fantástico. Pero, los nuevos resultados de los primeros ensayos con células CAR-T, no es que aumentasen la supervivencia de los pacientes por unos cuantos meses, es que curaron pacientes que estaban al borde de la muerte y hablábamos de pacientes pediátricos, niños que estaban con leucemia y a punto de morir, que habían pasado por toda la gama de terapias disponibles hasta entonces, y digamos que la última línea, lo último que se probó, fue esta terapia con células CAR-T en su infancia y los curó. Es el caso superfamoso de Emily Whitehead en 2012, que fue la primera niña tratada con este tipo de terapias y hubo remisión total. Entonces para mí, el ver que esta nueva área tenía ese potencial de desarrollar terapias que fuese realmente curativas, fue totalmente transformativo y sabía que quería dedicarme a eso. Y ahí también un poco mi interés de venir a Estados Unidos, venir a Nueva York, que fue la cuna de este tipo de terapias, en el hospital Memorial Sloan Kettering Cáncer Centre, uno de los centros pioneros de este tipo de terapias y uno de los primeros impulsores de este tipo de ensayos clínicos. Entonces yo sabía que quería estar cerca de esto y de ahí tomé la decisión de venirme a Nueva York”.
Y sigue contando: “Acabé en la Facultad de Medicina del Hospital Monte Sinaí donde trabajé con la directora del Instituto de Immunoterapia, la Dra. Merad, Directora del Instituto de Inmunología de Precisión del Hospital Monte Sinaí de Nueva York. Durante seis años estuve desarrollando mi tesis, estudiando en pacientes y en modelos de ratón cómo se desarrollan los tumores sólidos, en particular los tumores de pulmón y de hígado, cómo interaccionan las células del sistema inmune con las células tumorales y qué mecanismo utiliza el tumor para escapar al reconocimiento por el sistema inmune. Y lo más importante, conociendo esos mecanismos, cómo podemos desarrollar nuevas terapias que, iniban esos mecanismos, ayuden al sistema inmune a atacar el tumor”.
Le pregunto si a partir de ahí, ha trabajado en estos últimos cuatro años en empresas americanas que están abordando el tema de las células CAR-T.
“A partir de graduarme, de leer la tesis, tuve la oportunidad de unirme a la empresa Mnemo Therapeutics. Ahí empezó un poco mi andadura en el sector privado de la investigación. Y en ese punto me cambié a otra empresa OverT Bio. Esta start-up se basa en una nueva tecnología de cribado a escala genómica (“genome screening”) que permite el descubrimiento de nuevos genes cuya activación “sintética” en células CAR-T pueda aumentar distintas facetas de su funcionalidad y rendimiento”
Y me cuenta: “A partir de graduarme, de leer la tesis, tuve la oportunidad de unirme a la empresa Mnemo Therapeutics, que básicamente estaba tratando de mejorar esa terapia CAR-T que venían del laboratorio del Dr. Michael Sadelain (uno de los pioneros de la terapia CAR-T) y el Dr. Sebastián Amigorena, basada en la tecnología desarrollada en sendos laboratorios del Memorial Sloan Kettering Cancer Center(MSK) de Nueva York y del Instituto Curie en Paris y impulsar estos tratamientos en otros tipos de tumores. La inmunoterapia, sobre todo con las CAR-T, tuvo resultados increíbles al principio, pero se fueron descubriendo limitaciones de este tipo de terapias, que funciona muy bien en tumores líquidos, leucemias, pero en tumores sólidos, como de pulmón, de hígado, de cerebro, los primeros ensayos clínicos que se hicieron no dieron muy buenos resultados y esto se debe a que este tipo de tumores utilizan mecanismos para escapar el reconocimiento por este tipo de células del sistema inmune y de ahí que mi paso a esa empresa fue porque quería acercarme a este tipo de terapias, aprender de ellas y contribuir al desarrollo de una nueva generación de terapias que funcionasen mejor en tumores sólidos que es lo que estudié durante mi doctorado como en la estructura de estos tumores, que mecanismos utilizan y a partir de ahí diseñar nuevas estrategias para hacer que esta terapia con células CAR-T tuviese la misma efectividad que tienen en tumores líquidos y ahí empezó un poco mi andadura en el sector privado de la investigación.
Y en ese punto me cambié a otra empresa OverT Bio. Esta start-up se basa en una nueva tecnología de cribado a escala genómica (“genome screening”) que permite el descubrimiento de nuevos genes cuya activación “sintética” en células CAR-T pueda aumentar distintas facetas de su funcionalidad y rendimiento. De esta forma me incorporé a OverT Bio como científico experto en microambiente tumoral para liderar el desarrollo e innovación de una nueva generación de terapias celulares, también fundada por un investigador de la Universidad de Nueva York, el Dr. Sanjana, junto con el Dr. Legut, que es el actual CEO de la empresa. Y esta empresa me llamó mucho la atención porque no solo estaba muy enfocada a eso, a llevar esta terapia CAR-T a una nueva generación que funciona mejor en tumores sólidos, sino que para ello también buscamos aplicar nuevas plataformas que se conocen como screening genómicos, es decir, de utilizar todos los recursos genómicos posibles para mejorar estas células para que aumente su eficacia en los tumores sólidos”.
Nos sigue contando su periplo por las empresas americanas: “Pasé de una empresa consolidada, con varias sedes y 200 empleados, a una empresa en la que yo fui, digamos que el empleado número 3. Y ahí llevo trabajando dos años y ha sido una experiencia muy bonita, no solo de empezar de cero, de aplicar estas nuevas tecnologías y estamos viendo que están saliendo muy buenos resultados. Estamos muy contentos y con mucha esperanza de que alguno de los productos que estamos trabajando llegue a ensayos clínicos de aquí a un par de años y ojalá, ojalá ayude a traspasar estas barreras que estamos viendo en este tipo de terapias”.
Y le pregunto ¿cómo ves el futuro en relación a las terapias que los pacientes puedan recibir?
“La verdad es que soy muy optimista, yo confío que el cáncer no sé en cuántos años, pero estoy seguro que lo vamos a erradicar”
Y su respuesta es: “La verdad es que soy muy optimista, yo confío que el cáncer no sé en cuántos años, pero estoy seguro que lo vamos a erradicar, porque desde que empecé a estudiar el máster hasta ahora he visto unos avances increíbles en todos los ámbitos y sobre todo con esta nueva área de investigación de inmunoterapia, he visto que muchas de las grandes limitaciones del tratamiento del cáncer poco a poco se van superando, al utilizar tu propio sistema inmune para destruir el tumor.
Cuando pensamos en un paciente que está siendo tratado con quimioterapia, vemos que se le cae el pelo. Esas terapias tradicionales son muy invasivas. Y con la imunoterapia, se está avanzando mucho. Se están haciendo terapias mínimamente invasivas, muy personalizadas, al tipo de tumor que tienes y dentro de qué tipo de tumor, qué subtipo. Yo creo que ese nivel de personalización va a avanzar mucho. Y sobre todo, a medida que estas terapias se van mejorando, van a ser más efectivas. Realmente requiere mucha, mucha investigación, pero yo creo que vamos a llegar allí. Yo creo que va a llegar el momento en el que a cada paciente, dependiendo de su genotipo, de cómo el sistema inmune responda al tumor, de qué tipo de tumor se tenga, de cómo se analice genómicamente la composición de ese tumor o el tipo de mutaciones que causan la aparición de ese tumor y en qué tejido se encuentre, se va a ser capaz de prescribir una terapia que tenga muchas posibilidades de éxito”.
Y le pregunto: ¿Qué ambiente de investigación hay allí? ¿Qué es lo que tiene Nueva York o Estados Unidos a la hora de plantear nuevos retos en investigación?
“Lo primero hay mucho más dinero en EEUU, que tristemente es un factor muy limitante en España, pero aquí hay mucha más inversión.
Nueva York es una ciudad en la que hay una diversidad cultural y impresionante, la verdad. Y eso se refleja también en las instituciones de investigación. Y es muy interesante ver cómo cada persona, dependiendo también un poco de su bagaje cultural, tiene forma de abordar problemas distintos. Y se aprende mucho, se aprende mucho de cómo otra persona que se ha criado en otro sitio, aborda un problema, cómo diseña un experimento, entonces vas cogiendo cosas de uno de otros, se aprende muy rápido
Entonces, la financiación que tiene, el poder económico que tiene y la inversión de Estados Unidos para financiar todos los proyectos que hay, es mucho más grande. Eso es una gran diferencia y hace que se puedan utilizar tecnologías mucho más punteras en prácticamente todos los proyectos y eso lo hace mucho más accesible. Yo veo que hay tecnologías que durante mi doctorado utilicé sin problemas, sin limitaciones, como la secuenciación de ARN de célula única, que era una tecnología que te permite disecionar por ejemplo en un tumor cuál es la composición celular exacta y cada tipo de células que hay en el tumor, que genes están activados en un momento determinado y te da una imagen que completa qué está pasando ahí. La estructura financiera que hay aquí obviamente ayuda a que estas tecnologías estén más disponibles. Por otra parte, en cuanto al nivel académico, es cierto que en Nueva York al haber tantos institutos de investigación, tantas universidades, hay un ambiente muy colaborativo que eso ayuda mucho. Eso hace que el intercambio científico sea mucho mayor porque cada semana tienes un seminario en la Universidad de Nueva York o en la Universidad de Columbia o en la Facultad Medicina del Monte Sinaí y hace que los investigadores pues atiendan a estas charlas casi cada semana. Ese poder de saber qué está pasando en tu campo en cuatro o cinco de las mayores centros de investigación del país y del planeta realmente hace que también se avance en muchas cosas, creándose un calvo de cultivo de ideas que es difícil de replicar en España o en cualquier otro lugar del mundo. Nueva York es una ciudad en la que hay una diversidad cultural y impresionante, la verdad. Y eso se refleja también en las instituciones de investigación. Y es muy interesante ver cómo cada persona, dependiendo también un poco de su bagaje cultural, tiene forma de abordar problemas distintos. Y se aprende mucho, se aprende mucho de cómo otra persona que se ha criado en otro sitio, aborda un problema, cómo diseña un experimento, entonces vas cogiendo cosas de uno de otros, se aprende muy rápido. Ese tipo de cosas ha acelerado muchísimo mi crecimiento durante esos seis años de doctorado, he crecido muy rápido por tener muchos investigadores seniors que trabajan codo con codo contigo. Nueva York es un sitio muy atractivo para la investigación, hay mucha inversión desde fondos privados que están haciendo que muchas de las ideas que salen de estos centros de investigación, como por ejemplo, la empresa en la que trabajo ahora mismo, se financien y se conviertan en una idea que viene de un descubrimiento puramente académico en una universidad. Somos una empresa que está desarrollando tratamientos que en un año o dos quizá lleguen a la primera fase de ensayos clínicos. Es decir que en un par de años podemos pasar de un descubrimiento académico a un nuevo tratamiento y ese tránsito requiere de mucha inversión porque las empresas de biotecnología son inversiones con muy alto riesgo que requieren mucho dinero.
Se invierte tanto dinero que tienes que traer a los mejores, porque no se puede permitir que toda esta inversión, no llegue a buen puerto porque no has sabido reclutar a la persona ideal para atacar determinado proyecto. Nueva York y ciudades como Boston o San Francisco, son ciudades muy incubadoras de investigación, de ideas y de este tipo de empresas que realmente son las que tienen potencial de hacer que los descubrimientos académicos lleguen a una aplicación práctica y lleguen al paciente. Desde que pasé de la investigación básica a investigación tecnológica, hay que afinar porque lo que funciona en un ratón, hay que ponerlo a punto para que funcione incluso mejor en un paciente. En este tipo de investigación yo creo que los estándares son mucho más altos y eso también lleva a que se requiere ese ambiente de inversión, de colaboración, de intercambio de ideas y sobre todo de ese espíritu que hay en la ciudad, tanto en lo que es la academia como la industria privada, de emprendimiento y de que hay que cumplir objetivos”.
Y nos cuenta: “En la actualidad, mi trabajo se centra en aplicar la tecnología de la empresa para el descubrimiento de genes que incrementan la resistencia de las células CAR-T frente a los múltiples mecanismos inmunosupresores que abundan en la estructura de un tumor sólido, entre ellos, aquellos orquestados por los macrófagos tumorales. La empresa planea extender su línea de investigación más allá de la mejora de las terapias CAR-T convencionales (autólogas), desarrollando productos celulares universales (alógenos) mediante la innovación en ingeniería genética de otros tipos de células inmunes como los linfocitos gamma delta o las propias células NK. Nuestro objetivo es impulsar el desarrollo de una nueva gama de tratamientos que puedan resultar finalmente curativos en tumores sólidos, manteniendo una toxicidad mínima y con potencial de ser administrados de forma universal”.
Vamos al final de la conversación, y le pregunto sobre si volverá a España, si cree que lo que ha investigado en Estados Unidos puede hacerlo en España. ¿Qué tienes pensado de cara al futuro?
“Me encantaría la verdad, me encantaría volver a España. Ojalá, con condiciones parecidas. Pero ahora mismo no lo sé, es un poco el equilibrio de obviamente me encantaría estar más cerca de mi familia, de mis amigos de la infancia, de mi gente de mi tierra, y un poco contribuir al país que realmente a mí me ha formado”
“Me encantaría la verdad, me encantaría volver a España. Ojalá, con condiciones parecidas. Pero ahora mismo no lo sé, es un poco el equilibrio de obviamente me encantaría estar más cerca de mi familia, de mis amigos de la infancia, de mi gente de mi tierra, y un poco contribuir al país que realmente a mí me ha formado. Yo vengo de la escuela pública, de la Universidad Pública, de la Pablo de Olavide, de la Universidad de Granada, donde mi base científica se ha formado. Y también mi interés científico es lo que a mí me ha impulsado a llegar a donde yo estoy. Entonces, me encantaría volver a España y poder también contribuir con todo lo que ha aprendido a impulsar este tipo de terapias en España. Y no sé si ahora mismo, quizá de aquí a unos años, porque es cierto que España y también Europa en general, están por detrás de Estados Unidos, y es necesario invertir en este tipo de terapias, sobre todo en las terapias con células CAR-T. Ello requiere un sistema de inversión que no está tan desarrollado. Hay sitios en España donde estas tecnologías de las que ha hablado un poco vagamente, ya han llegado a España y hay muchos grupos de investigación utilizándolas.
“España es un sitio en el que con poco se hace mucho. Eso sí que es verdad por los mentores que he tenido en la universidad, y sé realmente los recursos con los que ellos trabajaban y se aprecian más la calidad de los experimentos que se diseñaban, pues como decía antes, quizás no se pueden hacer tantos experimentos, pero en España realmente intentamos que cada experimento cuente que no se despilfarra nada”
A medida que se desarrollan, los costes se van reduciendo, se hacen más accesibles. Y realmente en España es un sitio en el que con poco se hace mucho. Eso sí que es verdad por los mentores que he tenido en la universidad, y sé realmente los recursos con los que ellos trabajaban y se aprecian más la calidad de los experimentos que se diseñaban, pues como decía antes, quizás no se pueden hacer tantos experimentos, pero en España realmente intentamos que cada experimento cuente que no se despilfarra nada, intentar aprovechar todos los recursos que tenemos. Y creo que eso también es algo que me ha ayudado a mí ahora mismo, que sí que veo en gente quizás con otra, como decía, formada en otros sitios, con otra cultura, que se tiene menos cuidado con menos mimos, digamos, cuando tú diseñas un experimento, el intentar eso, el no tirar el dinero, el aprovecharlo, el sacar el máximo rendimiento, creo que eso es una cualidad también del investigador español. Y bueno, creo que si pudiese volver a España, ya sea en el ámbito privado o en el ámbito académico, sin duda creo que podría seguir haciendo investigación de calidad, porque no nos engañamos a ir a un sitio muy bueno en España, donde se hace muy buena investigación. Y aunque se va un poco por detrás de Estados Unidos o de otros países como China, quizás, que está invertiendo muchísimo dinero en avanzar a este tipo de terapias, yo creo que en cierto punto no vamos a dar cuenta que hay que invertir en esto, que merece la pena. Sobre todo cuando se vea un poco los resultados que otros países están empezando a mostrar. Y espero encontrar el momento oportuno para regresar y para poder contribuir allí”.
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