Reflexión sobre la Inclusión en las Escuelas Infantiles Municipales

Estimado director:
Me dirijo a usted con el propósito de compartir una reflexión crítica sobre la realidad de la inclusión y la diversidad en las escuelas infantiles gestionadas por la Fundación Granada Educa, organismo adscrito al Patronato del Ayuntamiento de Granada. Creo que se trata de una cuestión de vital importancia para nuestra sociedad y que merece un espacio de debate público.
Nuestro hijo, Leo, diagnosticado con lisencefalia, asistió a una de estas escuelas desde el año hasta los tres años de edad. En aquel momento clave para su desarrollo, el equipo directivo y docente nos comunicó veladamente la sugerencia de trasladarlo a un centro específico, argumentando una supuesta falta de recursos para atender sus necesidades "especiales"
Hace ahora aproximadamente cinco años, mi familia se enfrentó a una situación reveladora a la vez que dolorosa. Nuestro hijo, Leo, diagnosticado con lisencefalia, asistió a una de estas escuelas desde el año hasta los tres años de edad. En aquel momento clave para su desarrollo, el equipo directivo y docente nos comunicó veladamente la sugerencia de trasladarlo a un centro específico, argumentando una supuesta falta de recursos para atender sus necesidades "especiales". Pese a que el entramado normativo en torno a la inclusión nos ofrecía amparo para mantener a nuestro hijo en un entorno ordinario, y movidos por el deseo de que Leo se desarrollara en un ambiente donde su presencia fuera plenamente bienvenida, accedimos a un cambio que, en retrospectiva, representó una segregación temprana y una privación de años fundamentales de plena inclusión.
La decisión, aunque tomada en un contexto de agotamiento familiar, nos dejó un profundo sentimiento de soledad y abandono. Siendo fiel a la verdad, no recibimos apoyo tampoco desde el AMPA que entendió que debíamos seguir otro camino. No miraron a otro lado, todo lo contrario; de forma clara y de frente, como debe de ser, nos dijeron que aquel no era el lugar adecuado para Leo. La transparencia siempre se agradece. Más allá de nuestro caso particular, este hecho plantea serios interrogantes sobre la verdadera naturaleza de la inclusión en la educación infantil pública. ¿Estamos realmente apostando por entornos educativos que reflejen la riqueza de nuestra sociedad, donde convivan y aprendan niños con y sin discapacidad? La privación de este contacto en la primera infancia, donde el neurodesarrollo se ve tan enriquecido por la interacción diversa, es un perjuicio que trasciende lo individual.
Es llamativo observar cómo, a pesar de un proyecto educativo que se presenta como progresista y un sistema de subvenciones destinado a garantizar el acceso a todos los estratos sociales, la realidad percibida por muchas familias y expertos es que estas escuelas se han consolidado como espacios que, mayoritariamente, albergan a hijos de clase media, principalmente. Este fenómeno transforma lo que debería ser un modelo de diversidad e igualdad en un "baluarte de esnobismo", donde la diversidad funcional o neurodivergencia parece no encontrar un eco real. La supuesta "educación alternativa" que se ofrece a menudo se ve ensombrecida por la incapacidad o la falta de voluntad para atender las necesidades de niños como Leo.
No era la primera vez que se daba una situación así, ni lamentablemente ha sido la última.
La Fundación Granada Educa, que gestiona fondos públicos y tiene una responsabilidad social ineludible, parece haber derivado hacia una suerte de "élite subvencionada"
La Fundación Granada Educa, que gestiona fondos públicos y tiene una responsabilidad social ineludible, parece haber derivado hacia una suerte de "élite subvencionada". El "autobombo" y la "autocelebración" de algunas familias, que alardean de la "perfección" de sus centros y sus hijos, revelan una ceguera colectiva ante la pobreza intelectual que supone la falta de una verdadera cultura inclusiva. Una educación verdaderamente alternativa y progresista debe abrazar la complejidad de la diversidad, no relegarla.
Es imperativo que la Fundación Granada Educa y el Ayuntamiento de Granada revisen en profundidad sus políticas y prácticas para asegurar que las escuelas infantiles municipales sean, en efecto, espacios de plena inclusión, equidad y diversidad, y no escenarios donde se perpetúa la segregación. Es una cuestión de coherencia ética y de responsabilidad social con todos los niños y niñas de nuestra ciudad.
Atentamente