El patrimonio histórico-artístico que Acciona desmontó, cobró y todavía no ha repuesto
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La empresa constructora continúa teniendo la obligación de acabar la obra y reponer las dos figuras en un edificio catalogado por el Plan de Urbanismo de la ciudad
Los dos pajes, vasallos o sotas que descansaban en las cornisas al pie fueron desmontadas para intentar restaurarlas en un taller de escultura o hacer unas réplicas de material más duradero
Un breve recordatorio: el torreón del Teatro Isabel la Católica fue reformado en las obras de 1994-98. Con dinero público. La figura de la reina Isabel que lo corona hubo de ser restaurada in situ debido a su volumen. Los dos pajes, vasallos o sotas que descansaban en las cornisas al pie fueron desmontadas para intentar restaurarlas en un taller de escultura o hacer unas réplicas de material más duradero. Se encontraban en muy mal estado. En mayo de 1998 fueron acabadas las obras, cobradas por la empresa adjudicataria y recepcionadas por el Ayuntamiento. Solamente los vecinos y unas pocas personas cayeron en la cuenta de que no habían sido repuestos los vasallos en su lugar original. ¿Qué había ocurrido con ellos?
[Ver la primera entrega de este asunto en: ¿Quién sabe dónde están los dos pajes del Teatro Isabel la Católica?]
A raíz de las pesquisas y colaboraciones de lectores tras la lectura del anterior artículo hemos ido atando cabos para conocer el proceso de desmontaje de las esculturas y su triste final
A raíz de las pesquisas y colaboraciones de lectores tras la lectura del anterior artículo hemos ido atando cabos para conocer el proceso de desmontaje de las esculturas y su triste final. Fueron contratadas dos restauradoras de bellas artes para reparar las tres esculturas del torreón. En vista de que los pajes se encontraban muy deteriorados, procedieron a un engasado de urgencia porque era prácticamente imposible restaurarlos sobre los andamios de obra. Además, no se garantizaba un resultado satisfactorio. Se aconsejó desmontarlas, bajarlas por trozos, volver a montarlas en un taller de escultor, sacarles los puntos y hacer unas réplicas con material más resistente y duradero. Por la colección de fotos que hicieron previamente y durante el proceso de desmontaje se aprecia el deficiente estado del cemento utilizado en su modelado, en 1952.
Una vez bajadas al suelo, fueron introducidas en un contenedor para llevarlas al estudio de un escultor. Aquí es dónde se pierde la pista a los pajes engasados y troceados
A través de la colección fotográfica ya se barrunta que los operarios pusieron muy poco empeño o cuidado al desmontarlas. Más que desmontarlas por los pernos o coyunturas, lo que hicieron fue trocearlas con una radial por cualquier lugar. Un carnicero lo hubiera hecho infinitamente mejor.
Una vez bajadas al suelo, fueron introducidas en un contenedor para llevarlas al estudio de un escultor. Aquí es dónde se pierde la pista a los pajes engasados y troceados. Las indagaciones nos conducen a un callejón sin salida: ninguno de los escultores locales requeridos por este diario fue consultado ni se le pidió presupuesto. Podría haber ocurrido que la empresa constructora recurriese a los artistas de otra ciudad. Tampoco tenemos respuesta a esta pregunta.
¿De quién fue la decisión: del arquitecto, del director de obra, del capataz, de la empresa constructora?
Tendremos entonces que dar credibilidad a la opinión de un antiguo trabajador del edificio del Teatro. Vio cómo los trozos de esculturas eran arrojados a un contenedor, no depositados cuidadosamente, sino tirados al montón como si fuesen escombro. Evidentemente, la intención no era volver a montarlas, restaurarlas o sacar réplicas. ¿De quién fue la decisión: del arquitecto, del director de obra, del capataz, de la empresa constructora? El arquitecto Juan Ruesca nos asegura que ha conocido el tema por nuestras llamadas. La misma opinión tiene el concejal responsable del urbanismo y las obras en 1998, Miguel Valle Tendero.
¿Quién exige el pago de las jotas rotas?
La normativa urbanística aplicable a este caso es bien clara: se trata de un edificio catalogado como histórico-artístico y cualquier daño o desperfecto causado por acción u omisión durante o después de la obra es responsabilidad de la empresa constructora y del técnico que la dirigió. Por su condición de edificio catalogado tanto en el Plan General de Urbanismo (grado 2) como en el Plan Centro (A2) la responsabilidad no se extingue nunca. Es decir, a pesar de los años transcurridos, los responsables de los daños tienen que acometer su reparación o replicarlas.
El pasado año Acciona tuvo unos beneficios de 541 millones de euros
Llegado a este punto del sumario, resulta evidente que es la empresa constructora la que está obligada a reponer las dos figuras en la cornisa. Se trata, o trataba, de NECSO (Nueva Entrecanales, Cubiertas, Servicios y Obras). Aquella constructora, a la que el Ayuntamiento adjudicó la obra, surgió en el año 1996 como resultado de la fusión de Entrecanales y Távora con Cubiertas y MZOV. Un año más tarde, precisamente durante el desarrollo de esta obra del Teatro, pasó a llamarse Acciona. Es la misma Acciona que actualmente está convertida en uno de los más grandes grupos empresariales europeos, con 41.664 empleados, presencia en 65 países, miembro del índice selectivo de Bolsa Ibex 35. El pasado año tuvo unos beneficios de 541 millones de euros. Está presidida por José Manuel Entrecanales Domecq.
En segundo lugar, la responsabilidad recae sobre el arquitecto director como técnico del diseño y ejecución del proyecto de restauración del Teatro. O sea, Juan Ruesca y su seguro como profesional de la arquitectura.
Argumentos hay más que suficientes para plantear una demanda por vía judicial
La cuestión es quién o qué institución se encarga de exigir a Acciona que acabe la obra propiedad de la ciudad de Granada, que cobró y no concluyó satisfactoriamente. Aunque el concejal y el arquitecto firmaran la conformidad en su momento. Argumentos hay más que suficientes para plantear una demanda por vía judicial.
Los descendientes del escultor Nicolás Prados López (nietos) y el hijo del arquitecto Miguel Olmedo Collantes están deseando que se haga justicia a sus mayores, pero no tienen legitimidad ni ganas para pleitear este asunto
Los descendientes del escultor Nicolás Prados López (nietos) y el hijo del arquitecto Miguel Olmedo Collantes están deseando que se haga justicia a sus mayores, pero no tienen legitimidad ni ganas para pleitear este asunto. El Centro Artístico va a plantear una moción pública y dirigida al Ayuntamiento para instarle que recupere las obras y la memoria de dos personas que fueron socios suyos (el arquitecto y el escultor). Pero tampoco está legitimado, ya que el Centro Artístico es una institución que vive de prestado en ese edificio (el piso que ocupa es propiedad del Ayuntamiento).
Las tres únicas entidades jurídicas para actuar son la comunidad de propietarios, el Ayuntamiento y la Consejería de Cultura
Las tres únicas entidades jurídicas para actuar son la comunidad de propietarios, el Ayuntamiento y la Consejería de Cultura. La junta de propietarios del edificio se compone de nueve socios; el Ayuntamiento tiene la mayor participación por ser dueño del Teatro y los sótanos (parte cedidos por 15 años para la oficina del acelerador, parte para una futura oficina de información y turismo). Pero aquí nos topamos con un serio problema, pues el Ayuntamiento se ha convertido en el mayor engorro para la comunidad de vecinos ya que no acude a las juntas de propietarios ni paga las cuotas que le corresponden para mantenimiento del bloque. La consecuencia es que el administrador de la comunidad tiene que recurrir a la vía judicial para poder cobrar al Ayuntamiento. Este asunto no es nuevo, ha sido característico de todas las corporaciones municipales desde que fue adquirido el Teatro a Obras y Arrendamientos Urbanos hace ya casi cuarenta años.
Si el señor Entrecanales y su empresa Acciona no tienen a bien tomar la iniciativa y, motu proprio, solucionan el desaguisado causado por sus empleados, las réplicas de los pajes que destrozaron –en un teatro de una urbe que quiere ser Capital de la Cultura 2031 – habrán pasado a engrosar la historia de los destrozos en la ciudad de la desidia
De la Delegación de Cultura de la Junta, como vigilante y garante del patrimonio granadino, mejor no hablar. Es para echarse a llorar.
Así es que, si el señor Entrecanales y su empresa Acciona no tienen a bien tomar la iniciativa y, motu proprio, solucionan el desaguisado causado por sus empleados, las réplicas de los pajes que destrozaron –en un teatro de una urbe que quiere ser Capital de la Cultura 2031 – habrán pasado a engrosar la historia de los destrozos en la ciudad de la desidia.
En Acciona conocen este tema perfectamente; desde este diario nos hemos dirigido a sus departamentos de prensa y responsabilidad corporativa. Ambos han dado la callada por respuesta, hasta el momento. Esperemos que algún otro trabajador de los más de 40.000 que tiene Acciona en el mundo se lo comunique al señor Entrecanales o a algún alto ejecutivo. A ver si hay suerte y vemos a los vasallos colocados en su lugar antes de que en 2031 empiecen en este teatro mutilado por Acciona los actos del magnífico programa capitalino que una comisión de expertos nos está preparando.
El material gráfico de cómo eran los pajes se lo facilitamos nosotros. Aquí tienen una muestra de lo mal que estaban y del proceso de troceado: (Todas las fotos que siguen fueron tomadas por la restauradora Isabel Cambil):
Información de referencia:
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