─Cuando se publicó Conversaciones en la azotea, dijo que había sido como situarse al borde del abismo, sin saber si habrá red. ¿Había finalmente red en la poesía?

Sorprendentemente, sí. La verdad es que, cuando publiqué mis “Conversaciones en la azotea”, me di cuenta de lo que había hecho. Me había desnudado casi que por completo sin prever sus consecuencias. Sin saber si contaba con una red de apoyos. Sin saber cómo iba a acoger la gente mi libro y mi propuesta poética. 

Muchas personas me han trasladado su cariño y su sorpresa no solo ante mis versos; sino ante mi propia experiencia vital

Muchas personas me han trasladado su cariño y su sorpresa no solo ante mis versos; sino ante mi propia experiencia vital. Es un libro de una extraordinaria dureza en el que trato de revestir y encontrar la belleza, adentrándome en mis muchas experiencias de sufrimiento. Mirando a un vívido pasado desde mi conciencia actual y desde el silencio, no solo encontré la belleza, encontré la vida. Pura vida. Encontré el amor. Encontré el alma… y encontré el sentido a cada Amar Nacer. 

Muchísimas personas me han (re)conocido en mayor o menos medida, gracias a mi libro. Y me han arropado en cada presentación. 

Ni en las múltiples presentaciones en Granada ni en Málaga ni en Madrid ni en Barcelona, me he sentido nunca sola ni cuestionada. Más bien al contrario. Me he sentido sostenida en el calor y en el abrazo desinteresado de un buen puñado de personas.

─ Llegar a una segunda edición de un libro es ya heroico. De poesía es, ¿épico?

─ Al parecer, sí. O eso me trasladan tanto mi editorial, Olé Libros, como los muchos y muchas compañeras con los que he coincidido en este mundo poético. Me siento realmente orgullosa y un tanto sorprendida no solo porque era -y digo era- mi primer título sino porque abrirse espacio en el mundo de la poesía me parece realmente complejo. El de la poesía es un mundo bastante cerrado, con nombres muy consagrados, entre los que es difícil destacar y hacerse un hueco. 

Humildemente, agradezco a cada una de las personas que me ha acompañado en este camino; a cada uno de los lugares que me han abierto sus puertas para acoger la presentación de mis “Conversaciones en la azotea”; a cada uno de mis anfitriones y maestros y maestras de ceremonias… a cada uno de los libreros y libreras que han recomendado mi poemario o con los que he estado firmando en la Feria del Libro… 

Y sobre todo, a cada una de las personas que se ha imbuido en mis versos y que, de alguna forma, ha sido partícipe y testigo de mis “Conversaciones en la azotea”.  

─ Esta confirmación ¿es el inicio de una etapa de Raquel Paiz en el mundo literario?

─ Sí. He mordido la manzana y he apreciado el gusto por esta Poesía que, como madre, para mí, es palabra mayor. Ando dando forma y coherencia al que, con probabilidad, será mi segundo título y que, con un poco de suerte, podrá ver pronto la luz. 

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─ En este mundo tan complejo lleno de conflictos, ¿considera que la poesía es un arma de paz?

─ ¿Sabe? Para mí, paradójicamente, arma y paz no pueden ir de la mano. Pero sí creo en la poesía como discurso y narrativa de paz. Creo en la poesía como esa suerte de lengua universal con la que deberíamos poder enterrar las armas, aparcar las diferencias, entendernos y ponernos en lugar de todo y de todos. 

En estos tiempos convulsos, en los que asistimos a una polarización y radicalización de posturas, a un creciente clima bélico, a un cada vez mayor discurso del odio, a una afrenta contra la cordura… solo desde la mirada poética y consciente, puede escribirse ese pequeño guion que convierte a la locura en lo-cura. 

Creo que, tras la poesía, hay siempre un acto de valentía, de generosidad y de amor. Y hoy, más que nunca, el mundo anda necesitado precisamente de eso: de valentía, de generosidad y de amor. Necesitamos más poesía y menos odio. Siempre poesía…