Ursaria: "Que el bocadillo más típico de Madrid, una ciudad en el centro de Iberia, se haga con calamares, que vienen del mar, es poesía pura"
El grupo Ursaria está consagrado al proyecto de subir a un escenario las músicas populares de este lugar del mundo llamado Madrid. Seguidillas, jeringonzas, chotis, cantos de trabajo, de taberna y de boda, mayos, polcas y mazurcas, rondas, jotas y danzas rituales. Del campo y de la ciudad. A partes iguales. Y de una manera desprejuiciada. Lo que nos lleva a explorar las músicas que conforman el acervo popular madrileño en todas sus dimensiones. De lo literario a lo oral. De la escuela bolera al romancero. Del género ínfimo al superlativo, pasando por la zarzuela y el cuplé sicalíptico. Con un universo propio, teatral. Pleno de poesía, de magia, de auténtica taumaturgia y de surrealismo hispánico. Un patrimonio musical sepultado que es preciso reivindicar.
Los madrileños, que además ejercen de tales, actúan por primera vez aquí en el Parapandafolk de Íllora. Será el viernes en compañía del bardo murciano Juan José Robles. Con entrada libre en el anfiteatro Enrique Morente.
─ Perdón: ¿qué significa Ursaria?
Ursaria es un apelativo fantástico, un nombre inventado, que se dio a la Villa de Madrid en la Edad Media, para referirse a ella. Y tiene que ver con la Osa Mayor (la “Ursa Major”)
─ Ursaria es un apelativo fantástico, un nombre inventado, que se dio a la Villa de Madrid en la Edad Media, para referirse a ella. Y tiene que ver con la Osa Mayor (la “Ursa Major”). Que es y ha sido su emblema desde que la fundaron los moros (de ahí las siete estrellas del escudo de la villa y de la moderna bandera autonómica, y de ahí “la osa” y el madroño). Pero curiosamente se trata de un símbolo astronómico… no tiene absolutamente nada que ver con la zoología… A pesar de que Esperanza Aguirre se pasase la vida diciendo que en Madrid “había muchos osos…”
─ Pero el último oso fue el de la casa de fieras del Retiro ¿no?
─ Eso dicen. Nosotros, que empezamos tocando en la calle, en el Retiro, tocamos muchas veces junto a la jaula ya vacía de aquel último oso. Pero la actitud de este grupo va de romper barrotes y de mirar al cielo. Que es donde se dibuja todas las noches la “osa de Madrid” de verdad...
─ ¿Esa extinción ha pasado también con la tradición musical…?
─ Sí. En parte. Las músicas de tradición oral en general pertenecen a un universo extinto. A un modo de hacer y de vivir que ya no existe. Pasa en todos los lugares. Pero es cierto que es preciso buscar, rascar, quitar la veladura del mundo moderno, mirar hacia adentro, porque muchas manifestaciones todavía están vivas. Incluso en un sitio como Madrid. Y esto es maravilloso.
─ Los churros ya no se anudan con junco, ni los barquilleros le dan a la ruleta de su bidón… ¿Las esencias se han perdido en el ‘territorio libre’ de Madrid?
Nosotros defendemos que esa esencia es inmortal. Hay que buscarla en el aceite hirviendo donde se fríen las porras
─ Las esencias en Madrid se están perdiendo, vamos a utilizar el gerundio. Pero ya no hay vuelta atrás, triste y lamentablemente. Se pierden principalmente porque Madrid es una metrópoli donde todo caduca a los cinco minutos. Se pierden por su propia idiosincrasia que hace que las desconozcamos. Y sobre todo ahora se pierden porque nos están empujando a esa “libertad” falseada de la que nos hablas. Que no es más que la libertad pero del mercado. La ley de la jungla. La taberna de toda la vida con el suelo lleno de serrín y servilletas usadas se ha convertido en un Starbucks. Los vecinos son desplazados en favor de una ciudad gentrificada y turistificada. Y su esencia se desvanece. Pero nosotros defendemos que esa esencia es inmortal. Hay que buscarla en el aceite hirviendo donde se fríen las porras.
─ Pero seamos serios, Madrid es tierra de aluvión, su folclore debe ser un poquito el de todos ¿no es así?
─ Madrid efectivamente es una ciudad que ha recibido a mucha gente. Todos, incluidos nosotros, los que vivimos aquí tenemos nuestros orígenes fuera, aunque hayamos nacido aquí. Pero esto no quiere decir que Madrid carezca de personalidad propia. La tiene y muy fuerte. Lo mismo que la tienen Ulan Bator, Nueva York o Valdepeñas. Está muy de moda ahora exaltar el tópico y los lugares comunes… “Madrid es de todos y no es de nadie”, “España dentro de España” y todo eso… Esta es una verdad a medias o una media mentira… pero creérsela entera es un veneno. Es muy, muy peligroso. Madrid no es un compuesto genérico, como el paracetamol.
─ ¿O hay denominación de origen como el del bocadillo de calamares?
─ El bocadillo de calamares es un ejemplo cojonudo para ilustrar que las purezas (de sangre, de música, de bocatas…de lo que sean) no existen. La cultura del pueblo es una amalgama. En todos los sitios es así. No sé si existirá alguien en Granada que sea de Granada desde hace 37 generaciones seguidas. A lo mejor sí. Pero nos parecería un rollo. Porque lo bonito es la mezcolanza. Las idas y las venidas. Salir, entrar, acoger. En la música y en la comida rápida. Nos parece precioso que el bocadillo más típico de Madrid, una ciudad en el puñetero centro de Iberia, se haga con un cefalópodo. Una cosa que viene del mar. Esto es poesía pura.