'¿Hasta aquí hemos llegado?'
El presidente (por ahora) del Partido Popular y (todavía) formalmente líder de la oposición, Pablo Casado, ha perdido la oportunidad de pasar a la Historia como un dirigente político que hizo lo que tenía que hacer por su país en un momento muy difícil y complicado. El lugar era el adecuado, el Congreso de los Diputados, templo de la soberanía popular; el momento, muy oportuno, máxima atención de medios de comunicación y expectación en directo en radios y televisiones, durante el debate de la moción de censura presentada por Vox, contra el gobierno de coalición progresista formado por PSOE y Unidas Podemos.
Como casi todo lo que vomita, perdón, he querido decir ‘expone’, Pablo Casado, era sólo una pose, una frase para los ‘totales’ de los medios de comunicación, un titular para adornar otro relato falso más, ‘palabras’ que se las ha llevado el viento y que han tardado muy poco en ser desmentidas por los hechos
¡Qué discurso el de aquél día…! Buena parte de la sociedad española pudo celebrar que la derecha/derecha española, muy española, volviera al redil del constitucionalismo, defendiendo sus ideas pero dentro del Estado de Social y Democrático de Derecho que consagra nuestra constitución, que incluye el Estado de las Autonomías, por si alguno no lo ha advertido aún. Un discurso que reafirmaba a Casado y al PP en su posición (muy) neoliberal en lo económico y (bastante) conservadora en temas de derechos sociales, pero al menos tranquilizaba en la medida en la que se distanciaban de la extrema derecha (mucho más española todavía y nada más que española) y desvelaba, como hasta ahora no había hecho, la inconsistencia e insolvencia de su ex-compañero Abascal, desmarcándose de sus ‘recetas’ populistas y anticonstitucionales. Pero el ‘hasta aquí hemos llegado’ pronunciado solemnemente desde la Tribuna del hemiciclo, que lo podía haber convertido en un hombre de estado, en una alternativa seria y responsable, duró menos de “lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks” que diría Sabina.
Como casi todo lo que vomita, perdón, he querido decir ‘expone’, Pablo Casado, era sólo una pose, una frase para los ‘totales’ de los medios de comunicación, un titular para adornar otro relato falso más, ‘palabras’ que se las ha llevado el viento y que han tardado muy poco en ser desmentidas por los hechos.
No, el ‘hasta aquí habíamos llegado’, no fue un punto final ni siquiera punto y aparte. Aquél discurso quedó en flor de un día. Los hechos posteriores no lo han acompañado y el líder popular sigue acomplejado y atado a la ultraderecha en varias comunidades autónomas y ayuntamientos que le hacen incapaz de mantener una posición autónoma, acorde con el discurso de una derecha centrada como predica. Aquél “hasta aquí hemos llegado” se ha quedado en “aquí nos quedamos”, en una posición frentista que acentúa la polarización de la población a semejanza de lo que está ocurriendo en la sociedad norteamericana de consecuencias muy negativas para la convivencia y paz social, que seguirá produciendo efectos a pesar del esperanzador triunfo del tándem JoeBiden-TamalaHarris, sobre todo con la resistencia de Donald Trump a reconocer el triunfo demócrata y a respetar las urnas.
A nivel nacional, ‘fuera aparte’ algunos rencores y reproches personales entre los dos gallitos ‘hijos del aznarismo’, sin haber asumido que después hubo dos elecciones generales que ganó el Partido Socialista, y sin darse cuenta que en una situación excepcional como la que vive el mundo con la pandemia del coronavirus, hay objetivos de Estado, de País, que hay que dejar fuera de la batalla política, como ha ocurrido en la inmensa mayoría de los países de nuestro entorno
A nivel nacional, ‘fuera aparte’ algunos rencores y reproches personales entre los dos gallitos ‘hijos del aznarismo’, (o del Aznarísimo en versión Wyoming), el Partido Popular sigue instalado en su política obstruccionista, aferrado al momento previo a la moción de censura (la otra, la que hizo caer a Rajoy), sin haber asumido que después hubo dos elecciones generales que ganó el Partido Socialista, y sin darse cuenta que en una situación excepcional como la que vive el mundo con la pandemia del coronavirus, hay objetivos de Estado, de País, que hay que dejar fuera de la batalla política, como ha ocurrido en la inmensa mayoría de los países de nuestro entorno. En esto las derechas españolas se parecen mucho a Trump, no saben perder y se comportan como el niño enfadado capaz de romper la pelota si no gana.
A pesar del ‘hasta aquí hemos llegado’, Fra-Casado sigue impidiendo la renovación de órganos constitucionales ora pidiendo que se cambien las reglas de elección, (que pudo hacer el PP cuando tenía mayoría absoluta), ora buscando excusas como el rechazo de EH-Bildu a las enmiendas de devolución de los Presupuestos, mañana inventando otra razón ‘poderosa’ para impedir que se cumpla el mandato constitucional.
Nada ha cambiado, ‘hasta aquí hemos llegado’, era sólo un recurso para descargar la atención y para intentar, al menos una vez, homologarse a la derecha europea. De nuevo en la agenda política Venezuela, ETA, ‘España se rompe’, y ahora los curas a la calle a pedir libertad de enseñanza, lo que tiene cierta guasa escuchado de boca de los adalides del adoctrinamiento, de las consignas y los dogmas. La derecha siempre igual cuando deja el poder alimenta la división y el odio y ahora además compitiendo dos derechas a ver quién es más valiente, “quien la tiene más grande, quien mea mas lejos” que es el lenguaje que manejan y que expresa muy claramente la mentalidad machista que subyace.
Pablo Casado utiliza además el comodín de 'Crazy Ayuso', la presidenta de la Comunidad de Madrid, en su estrategia de erosión, de confusión, boicoteando los intentos de cogobernanza, de trabajo conjunto y buscando problemas a cada solución, siempre haciendo de la confrontación el elemento principal de su estrategia
Pablo Casado utiliza además el comodín de Crazy Ayuso, la presidenta de la Comunidad de Madrid, en su estrategia de erosión, de confusión, boicoteando los intentos de cogobernanza, de trabajo conjunto y buscando problemas a cada solución, siempre haciendo de la confrontación el elemento principal de su estrategia. Si hay mando único, que queremos gestionar desde las Comunidades Autónomas. Y ahora que el mando único corresponde a las autonomías, que el Estado debe asumir la responsabilidad. Si antes se quería una solución asimétrica, en función de la situación diferente, ahora se pide que se aplique a todos ‘la misma medicina’ valga el símil en este caso.
Pero donde el ‘hasta aquí hemos llegado’ ha terminado de caer estrepitosamente ha sido en el primer envite que ha tenido la extrema derecha para devolverle a los ‘primos’ la puñalada: los presupuestos de Andalucía. En el Parlamento Andaluz ha caído el telón de la función, teatrillo vamos, de las derechas andaluzas que han vuelto a demostrar que son triduas, tres derechas diferentes pero una sola. Personalmente no tenía ninguna duda de la falsedad del cambio de las derechas del cambio, pero es una pena que los andaluces, con la situación tan difícil que estamos atravesando, hayamos tenido que asistir a este pobre espectáculo de actores políticos de segunda. Ya se veía venir cuando colocaron en la presidencia de la Comisión de Reconstrucción a un representante de Vox y ahora se han confirmado cuando han vuelto PP y Ciudadanos a hincar la rodilla ante la ultraderecha.
Moreno Bonilla, (llamadme JuanMa les dice a los ‘compañeros’ de Vox ahora cariñosamente), ha colocado a Vox al timón de las cuentas públicas andaluzas. Y el precio es muy alto porque lo que se disponen a aprobar es la prórroga del acuerdo del presupuesto anterior, que estamos comprobando que no ha servido para afrontar la grave situación de la pandemia. Unos Presupuestos que disminuyen en 200 millones lo destinado a Salud y lo que es más grave bajan en las partidas de Personal y aumentan en las de Gasto Corriente en una operación de tapadillo para derivar hacia la sanidad privada una tajada de la gestión.
Unos Presupuestos ‘desalmados’ que dejan a la Educación Pública desarmada ya que no se contemplan recursos para el refuerzo de docentes ni para bajar la ratio de alumnos con lo que se demuestra que no hay previsión ni contra la pandemia ni para mejorar la calidad de la educación pública
Unos Presupuestos ‘desalmados’ que dejan a la Educación Pública desarmada ya que no se contemplan recursos para el refuerzo de docentes ni para bajar la ratio de alumnos con lo que se demuestra que no hay previsión ni contra la pandemia ni para mejorar la calidad de la educación pública, sin hablar de la ausencia de inversiones en infraestructuras para reforzar y apoyar los servicios de comedor, aula matinal, extraescolares, transporte...
Pero donde se les ve el plumero, a pesar de la propaganda (aquí sí que crecen los presupuestos, en autobombo y publicidad), es en el tema fiscal. Oiremos que se bajan los impuestos pero volvemos a lo de siempre, los beneficiados son los más ricos. Un cálculo muy simple bastaría para desenmascarar este engaño repetido en el que caen, de buena fe, muchas personas. Lo explico de manera resumida: una minoría poderosa de andaluces de los que ganen unos 120.000 euros (ninguno de los que me está leyendo) se ahorrará unos 3.000 euros al año (250 euros/mes) con estas medidas.; el grupo de afortunados que estamos en torno a los 40.000 euros saldremos ganando unos 150 euros (2,5 euros/mes) y para quienes estén por debajo de los 25.000 euros, (la mayoría de los andaluces), el ahorro es de 0 (patatero) euros. Más del 80% de los andaluces no se beneficia de esa rebaja fiscal. El resto es cuento. Como el de ‘hasta aquí hemos llegado’. Y los cuentos, cuentos son.