'Cierra la boca o a la cárcel'
Me sorprendo el punto al que estamos llegando, en el que la diversidad de opiniones se está recortando como nunca antes. Facebook se encarga de censurar cualquier idea que cuestione las opiniones oficiales con respecto a la Covid-19, la propia población pone el grito en el cielo si alguien piensa distinto sobre cualquier tema y le condena y ahora llegamos al cénit al asistir cómo meten en la cárcel a un artista por expresar en twits, youtube y en sus canciones su forma de pensar. Me estoy refiriendo, por supuesto, al rapero Pablo Hásel, a quién la Audiencia Nacional le ha dado de plazo hasta el próximo domingo para que entre voluntariamente en prisión por un delito de enaltecimiento del terrorismo, injurias y calumnias a la monarquía y fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.
No voy a defender el mensaje, porque no estoy de acuerdo con él, y quizás estaría de acuerdo con una multa o amonestación, pero es evidente que esta falta de unanimidad de los magistrados pone en evidencia que no se trata de algo incuestionable y que la puerta que se abre es muy arriesgada y se puede contraponer a la libertad de expresión
La orden de la Audiencia Nacional llegaba tras la notificación de la inadmisión a trámite del recurso que el artista presentó en noviembre ante el Tribunal Constitucional, confirmada por el Supremo en el mes de junio. En setiembre de 2018, dicha Audiencia Nacional había condenado a Hásel a nueve meses y un día de prisión y al pago de una multa de 30.000 euros, reduciendo el castigo inicial de la Sala de lo Penal, que ascendía a dos años y un día.
Curiosamente, la decisión no ha sido unánime sino que contó con el voto a favor de tres magistrados y en contra de otros dos que apuntaron que ni los mensajes de Twitter ni la letra de la canción señalada alcanzaban «desde el punto de vista objetivo el rango de tipicidad que corresponde a los delitos por los que se emite el pronunciamiento de condena»; además, se trata de uno de los primeros delitos de opinión que conducen a su protagonista a prisión.
No voy a defender el mensaje, porque no estoy de acuerdo con él, y quizás estaría de acuerdo con una multa o amonestación, pero es evidente que esta falta de unanimidad de los magistrados pone en evidencia que no se trata de algo incuestionable y que la puerta que se abre es muy arriesgada y se puede contraponer a la libertad de expresión.
Por más que exprese un artista catalogado como tal, estamos hablando únicamente de opiniones y las opiniones solo pueden dañar si realmente se materializan en actos violentos o contra el prójimo. No he visto que nadie haya sido procesado por manifestarse a favor de Franco durante décadas en el aniversario de su muerte, incluso en pronunciamientos públicos, en determinados medios de comunicación. La propia familia del dictador ha estado viviendo muchos años del patrimonio de alguien que robó a manos llenas a todo el pueblo y en sus declaraciones no tenían ningún problema en alabar al que fuera su antepasado. Y pese a que nunca estuve de acuerdo, tampoco creí que estuviera justificado arremeter contra unas personas que albergaban ideas en contra de la mayoría de la sociedad. En este sentido, hay que recordar a los famosos 271 ex mandos de las Fuerzas Armadas que hicieron recientemente un manifiesto contra el gobierno impulsado por la Fundación Franco en el que no tenían ningún problema en reconocer que había que fusilar nada menos que a veintiséis millones de españoles. Un texto en el que arremeten contra el gobierno y por el que no tendrán que pagar nada ante la Justicia.
Y, reitero, estoy de acuerdo con que así sea porque se trataba únicamente de palabras, muy desafortunadas, según mi opinión, igual que las del rapero, pero no había ningún grupo por detrás preparado para atacar a nadie.
En un país en el que Bárcenas acaba de hacer un informe para el juez en el que afirma que el propio Rajoy destruyó una documentación que incriminaba a su partido, en el que el Rey Emérito está fuera para apaciguar los ánimos generales y para que nos olvidemos de que probablemente cometió varios delitos, nos encontramos con que opinar puede llevarte a la cárcel, donde ni son todos los que están ni están todos los que son.
Abrir la puerta de la prisión a los delitos de opinión significa empezar a incitar a morderse la lengua. El mismo Hásel se considera un cabeza de turco, un aviso para navegantes, y tiene todo el aspecto de ser así
Abrir la puerta de la prisión a los delitos de opinión significa empezar a incitar a morderse la lengua. El mismo Hásel se considera un cabeza de turco, un aviso para navegantes, y tiene todo el aspecto de ser así.
Siempre, desde que se recuerda, un artista ha triunfado por ser provocador, por decir aquello que algunos piensan en voz alta y hacerlo de manera distinta, original o que un público determinado considera aplaudible. Y no tiene por qué ser refrendado por todos los que escuchan el mensaje.
El grupo granadino Títeres desde Abajo ya fue detenido y acusado por la Fiscalía por un cartel provocador y en ese caso finalmente fueron absueltos. Es como si desde las instituciones hubiera ganas de controlar más todo aquello que se dice en un mundo abierto a internet en el que los autores de opiniones contrarias a la generalidad se escudan muchas veces en el anonimato para atacar a través de las palabras. Y un lugar en el que uno no puede expresar lo que piensa, aunque sea impopular o contrario a nuestros valores, es un sitio en el que hay menos libertad.
Las palabras son el arma que emplea el artista para expresar su sentir. A veces está en contra del régimen establecido, como le sucedió a Unamuno, que acabó sus días bajo arresto domiciliario retractándose del apoyo que había dado a los militares ante la sublevación anterior a la Guerra Civil: otras veces, una oposición al régimen incluso ha llevado a la muerte, como en el caso de Federico García Lorca; no obstante, hoy en día afortunadamente tenemos claro que no fueron decisiones acertadas las que tomó un gobierno dictador contra estos dos escritores.
Quizás llevamos tanto tiempo en democracia que se nos está olvidando que la delgada línea que la separa de otro tipo de gobierno autocrático se puede diluir y distraer, como ha sucedido durante los últimos años del mandato de Donald Trump
Quizás llevamos tanto tiempo en democracia que se nos está olvidando que la delgada línea que la separa de otro tipo de gobierno autocrático se puede diluir y distraer, como ha sucedido durante los últimos años del mandato de Donald Trump. Quizás deberíamos de empezar a empaparnos de nuestra historia pasada, de trasmitirla con pelos y señales a las nuevas generaciones para que todo el país tenga claro que hay límites que no se pueden traspasar porque nos pueden conducir a un nuevo Estado autoritario, controlado por unas élites que deciden lo que hay que pensar, decir o hacer, sea o no contrario a nuestros valores personales.
Pablo Hásel entrará en prisión el domingo y sus palabras adquirirán para algunos nuevos matices que les llevarán a apoyar su discurso porque no hay nada peor que victimizar a alguien para encumbrarle. Lo peor es que ya podremos decir que en España no se puede hablar de cualquier tema porque hacerlo puede conducirnos directamente a prisión.