'El dinero en el bolsillo, ¿de quién?'
Uno de los grandes debates políticos y económicos actuales se centra en el tema de los impuestos. Como todo el mundo cree que paga muchos impuestos y que su sueldo es más bajo del que merece, (en esto hay consensos unánimes), se produce una pugna política que impregna todo el discurso y la agenda de los partidos.
Está claro que a nadie le gusta pagar impuestos, pero todos acudimos a ‘papá estado’ cuando lo necesitamos y a veces parece que algunos no se enteraran de cómo se financian los servicios y las infraestructuras públicas que exigimos a los gobiernos
Está claro que a nadie le gusta pagar impuestos, pero todos acudimos a ‘papá estado’ cuando lo necesitamos y a veces parece que algunos no se enteraran de cómo se financian los servicios y las infraestructuras públicas que exigimos a los gobiernos y a dónde van a parar nuestros impuestos. Las derechas en esto son expertas en alimentar demagógicamente la animadversión al fisco, y de manera irresponsable deslegitiman lo que supone uno de los elementos centrales del Estado del Bienestar en el que se basa la convivencia pacífica de las sociedades europeas desde la segunda guerra mundial.
El modelo europeo se basa en un Pacto Social en el que se acepta la economía de mercado, (una forma más suave de decir el sistema de producción económica capitalista), que conlleva enormes diferencias de renta y de riqueza, porque queda equilibrado con un sistema fiscal que redistribuye parte de esa riqueza en gastos sociales, propicia un escudo frente a situaciones adversas y financia el acceso a los servicios públicos esenciales a toda la población. Y en esto han estado de acuerdo las grandes corrientes ideológicas europeas durante décadas.
En España lo sufrimos con más dureza que la mayoría de nuestros socios europeos a causa del pinchazo de la burbuja inmobiliaria y de las rebajas de impuestos asociadas a los recortes que generaron un importante déficit fiscal
Este modelo entra en cuestión especialmente a raíz de la crisis financiera de las hipotecas basura que hizo bajar los ingresos fiscales en la Unión Europea, aunque de manera más suave que en EEUU. En España lo sufrimos con más dureza que la mayoría de nuestros socios europeos a causa del pinchazo de la burbuja inmobiliaria y de las rebajas de impuestos asociadas a los recortes que generaron un importante déficit fiscal.
En el contexto actual hablar de subir o bajar los impuestos es una simplificación excesiva. Si queremos contar con unos buenos servicios públicos y una protección social, lo que necesitamos en nuestro país es mejorar nuestros ingresos fiscales para acercarlos a los países de nuestro entorno. Y eso pasa por una lucha contra el fraude y por una reforma fiscal adecuada. Nuestro problema más importante es que hay un verdadero ‘boquete’ fiscal debido a que no pagan debidamente los que más ganan, lo que se traduce en más carga fiscal para muchos trabajadores, autónomos y para una mayoría de pequeños y medianos empresarios.
En realidad, se trata de algo tan ‘revolucionario y socialcomunista’ como cumplir con lo que indica el artículo 31.1 de la Constitución
En realidad, se trata de algo tan ‘revolucionario y socialcomunista’ como cumplir con lo que indica el artículo 31.1 de la Constitución (“Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad…”). Un sector alejado de este mandato constitucional en materia fiscal es el de la banca, que apenas paga algo más del 5 % de sus ganancias, y las grandes empresas, que con sus medidas de ingeniería y eficiencia fiscal consiguen bajar sus impuestos hasta el 10 %. Lo mismo ocurre con las grandes fortunas que a través de las SICAVs y de los paraísos fiscales logran evadir su contribución a la Hacienda del país cuya bandera exhiben en la pulserita. Para mejorar el bienestar de todos, bastaría con que los más acaudalados cumplieran con la Constitución, esa norma a la que se aferran implorando uno o dos artículos desconociendo o despreciando el cumplimiento de otros muchos preceptos de la Carta Magna.
Más recursos públicos, como los que reclamamos continuamente, exigen más ingresos públicos que se pueden conseguir mediante mayor recaudación fiscal, más endeudamiento o venta de propiedades públicas
Más recursos públicos, como los que reclamamos continuamente, exigen más ingresos públicos que se pueden conseguir mediante mayor recaudación fiscal, más endeudamiento o venta de propiedades públicas. Más deuda es desaconsejable cuando estamos por encima del 100 % del PIB y vender las participaciones de empresas públicas que quedan, tras las masivas privatizaciones de antaño, sobre todo en la época de Jose Mari Aznar, tampoco parece una gran solución. Aunque el PP, siguiendo la estela de las corrientes neoliberales, sigue empeñado en querer vender el relato de que es posible aumentar los ingresos públicos bajando los impuestos, cuestión que ha quedado desacreditada tanto en Estados Unidos como en nuestro entorno europeo, la cuestión no estriba en bajar los impuestos sino en reformarlos haciéndolos más justos, que pague más quién más tiene.
Este debate en abstracto puede concretarse con el ejemplo del paquete de medidas energéticas presentado por el PP (no digo lo de paquete en sentido peyorativo, aunque lo merezca). En el debate en el Senado con el presidente Sánchez, Feijóo alardeó de tener una alternativa a las medidas de ahorro y gestión energética presentadas por el gobierno. Sin embargo, ha tardado una semana el viejo/nuevo líder del PP en sacarlas a la luz, por lo que ha quedado en evidencia que lo que enarbolaba ante las cámaras era sólo una mera carátula, una portada vacía de contenido.
Entre las medidas presentadas por Feijóo, un corta y pega de las presentadas por la Xunta de Galicia a finales de agosto, según han revelado algunos (pocos) medios de comunicación, hay algunas que ya están en marcha (y a las que el PP se opuso), otras que son imposibles de implantar (porque contravienen normas legales) y otras que suponen poner dinero público a disposición de la empresas eléctricas y energéticas
Entre las medidas presentadas por Feijóo, un corta y pega de las presentadas por la Xunta de Galicia a finales de agosto, según han revelado algunos (pocos) medios de comunicación, hay algunas que ya están en marcha (y a las que el PP se opuso), otras que son imposibles de implantar (porque contravienen normas legales) y otras que suponen poner dinero público a disposición de la empresas eléctricas y energéticas. La medida estrella consiste en rebajar la factura eléctrica y la del gas a los consumidores que reduzcan el consumo entre marzo y noviembre, en comparación con el 2021. Eso significa premiar con dinero público a los que derrocharon energía en 2021 porque las familias más modestas y los pequeños y medianos empresarios ya se apretaron el cinturón el año pasado y no les quedan más agujeros en la correa.
Aparte de la injusticia de estas medidas, que se sitúan en la línea Ayuso de ‘becar a los ricos’, lo que suponen las propuestas del PP es bajar el recibo de la luz a base de los Presupuestos Generales del Estado (situándose de nuevo las derechas como managers de las grandes eléctricas y de los bancos). Implican más gasto público, pero recabando menos impuestos. Esas medidas, tendrían un efecto en el incremento del déficit y la deuda pública, una amenaza para el futuro de la economía y una clara incoherencia con lo que reclaman y predican y el discurso de preocupación ante estos indicadores que el presidente del PP señala.
A las derechas, que confunden el dinero a disposición de las políticas del Gobierno con el dinero en el bolsillo de Sánchez, (me pregunto si tan tontos creen que son los ciudadanos para comprar esta mercancía), ahora no les basta con decir que prefieren que sean los ciudadanos los que dispongan de ese dinero en lugar de que sea el Estado quien lo distribuya sino que ahora directamente propugnan que vaya al bolsillo de las grandes corporaciones, al bolsillo de los directivos de las grandes empresas, esos anchos y profundos bolsillos que multiplican con mucho las exiguas monedas que caen en los bolsillos de la “clase media y trabajadora” con las rebajas fiscales de la derecha.
Resulta muy pobre e insultante para la inteligencia escuchar al líder de la oposición o a la portavoz parlamentaria del PP, (¿de dónde vendrá lo de ‘Cuca’?), hablar de que el dinero va a parar al bolsillo del gobierno o a la caja de ‘Sánchez’
Resulta muy pobre e insultante para la inteligencia escuchar al líder de la oposición o a la portavoz parlamentaria del PP, (¿de dónde vendrá lo de ‘Cuca’?), hablar de que el dinero va a parar al bolsillo del gobierno o a la caja de ‘Sánchez’; y resulta muy cansino que sus aliados mediáticos repitan la cantinela por todas las esquinas confiando en que una mentira contada mil veces pueda convertirse en realidad. Y lo hacen sin sonrojo hablando de cajas paralelas los inventores de la Caja B, los de la policía paralela para tapar su corruPPción (con dos ‘r’ porque ha sido una práctica habitual erre que erre, y con dos ‘P’, de Partido Popular), los de los martillazos al ordenador para destruir pruebas y los que se cargan a su líder por decir que no veía bien que mientras se morían los españoles algunos estuvieran haciendo negocios sucios con la familia. ‘Manda huevos’ que diría otro de los suyos.
Más bien el problema es que hay una minoría muy rica a costa de nuestras menguantes posibilidades y oportunidades
Para los preocupados por la sostenibilidad del Estado del Bienestar les informo que, en nuestro país, con décadas de retraso con respecto a nuestro entorno europeo, el Estado del Bienestar se construyó con un PIB por debajo del actual por lo que no se sostiene lo de que es insostenible y menos aún que el problema es que los ciudadanos de a pie hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Más bien el problema es que hay una minoría muy rica a costa de nuestras menguantes posibilidades y oportunidades.
La clave de la sostenibilidad de todos los gastos sociales (educación, sanidad, pensiones,...), está en que debe haber un sistema de ingresos públicos suficientes a través de los impuestos y de las cotizaciones sociales, en el que pague más el que más tiene y reciba prestaciones el que las necesita.
Lo que es insostenible es que cuando la economía va bien y cuando la economía va mal siempre se siga ensanchando la brecha social y se ahonden las diferencias entre los que más tienen, y por eso no necesitan al Estado, y los que no tienen casi nada
Lo que es insostenible es que cuando la economía va bien y cuando la economía va mal siempre se siga ensanchando la brecha social y se ahonden las diferencias entre los que más tienen, y por eso no necesitan al Estado, y los que no tienen casi nada y dependen de que haya gobiernos sensibles con la gente que transfieren una parte de los enormes beneficios, ordinarios y extraordinarios, de los primeros.
No confundamos en qué parte estamos cada cual que he visto a beneficiados por la subida del Salario Mínimo o de la reforma laboral oponerse a dichas medidas y lanzarse contra los partidos que las han promovido. No escupamos para arriba ni en contra del viento. Una cosa es no tener conciencia de clase y otra es no tener ninguna clase de consciencia.