Gobiernos con freno y marcha atrás
Algo está cambiando en la política española gracias al desgaste del sistema bipartidista. Es evidente. Con la desaparición de las mayorías absolutas, los gobiernos están permanentesmente expuestos a unos parlamentos que no controlan y que se les pueden vovler en contra en cualquier momento. De ahí que tanto PSOE como PP hayan tenido que aprender a marchas forzadas a practicar algo hasta ahora desconocido en la política española: dialogar, escuchar y al final, rectificar.
Lo hemos visto con la salida a la crisis de la tragedia indecente del Yak-42. Nada reparará las pérdidas de esas familias, pero es insólito ver al PP pidiendo perdón y dejando caer a uno de los suyos de la manera que han tenido que hacerlo. Otra cosa es que al final, cuando se paguen las indemnizaciones a los familiares, si es que se pagan, se hará con la aportación solidaria de todos los españoles a través de nuestros impuestos y no con el patrimonio personal de los desaprensivos que mandaban por el mundo a soldados españoles como si fueran ganado en aviones de tercera.
La primera lección que la gran mayoría explotada de este país puede sacar es que la lucha sirve. Que organizarse vale la pena
En Granada hemos asistido atónitos a la rectificación sin precedentes de la todosobradísima Susana Díaz en materia sanitaria: Ceses, dimisiones, cambios de planes... Verdad es que todavía no hemos visto en el BOJA la derogación de la fusión. Y los granadinos ya hemos aprendido a no fiarnos del gobierno, y menos aún si la cosa viene del PSOE y de Sevilla. Por otra parte, todavía nadie nos ha explicado a los granadinos cuánto dinero va a costar recuperar el servicio sanitario que teníamos y cuándo lo van a poner en el presupuesto. Pero ahí está la rectificación. La movilización no permitía otra cosa.
La semana pasada se produjo otra rectificación exprés: la de los gobiernos de España y de Andalucía, juntos, respecto de las becas de los alumnos de formación profesional. Miles de estudiantes a los que habían dejado prácticamente sin ayudas para el estudio y la residencia fuera de su casa amparándose en una interpretación absurda. Los afectados constituyeron una red, acordaron movilizaciones, obtuvieron el amparo institucional de varios partidos... y en una semana estaban Susana Díaz y el Ministro de Educacióin rectificando y asegurando que las becas se cobrarían al 100%.
Y otra más hace sólo dos días: cuando los estibadores de los puertos del estado han conseguido que el ministerio de Fomento retrase las medidas ultraliberales que pensaban aplicar, desregulando la actividad de carga y descarga en los puertos españoles. Para que las navieras pudieran contratar brazos de carga sin ningún control, a dedo, la mañana de antes con el capataz en la plaza, como en los buenos años 20 del capitalismo salvaje. Era eso o la paralización de los puertos, con las huelgas ya convocadas por las organizaciones sindicales. Porque es verdad que hay una normativa europea que cumplir. Pero también es cierto que esa norma es interpretable. Y estos ultras del PP se habían empeñado en ser los primeros de la clase del neoliberalismo europeo.
Esta recién descubierta experiencia de tener gobiernos con freno y marcha atrás nos enseña tres lecciones:La primera lección que la gran mayoría explotada de este país puede sacar es que la lucha sirve. Que organizarse vale la pena. Que sí se puede y que el poder es menos monolítico que nunca. Es el momento de pelear para conservar los derechos que nos intentan quitar y para empezar a recuperar algunos de los que ya nos han quitado: educación, sanidad, derechos laborales, etc.Pero hay una segunda lección que va más allá: rectifican simplemente como consecuencia de la relación de fuerzas entre el poder económico-político (ellos) y la del pueblo organizado (nosotros) No es que descubran que no tenían razón. Es, simplemente, que no tienen la fuerza de imponer sus intereses. Y cabe sospechar que todas las otras veces que nos han dicho que no se podía, que no teníamos razón, que no quedaba otro remedio... era, simplemente, que los que no teníamos la fuerza éramos nosotros.