Lo que no nos cuentan
Ya lo sabemos. Estamos inmersos en una pandemia históricamente desconocida que nos oculta encerrados a la mitad de la población mundial, con miles de muertes, la sanidad global colapsada y el pánico filtrándose por las rendijas de nuestros hogares.
¿Somos conscientes de que esta reducción de los vertidos tóxicos va a repercutir en la contaminación mundial y por tanto en el número de muertes por esta causa? ¿Y de que aquellos con enfermedades respiratorias mejorarán su diagnóstico? Podemos seguir…
Sabemos lo negativo, porque no dejan de recordárnoslo, pero quisiera cambiar por un instante el enfoque de las consecuencias de esta enfermedad: cada año mueren en el mundo siete millones de personas por culpa de la contaminación, un 3% de todos los óbitos que se producen; solo en España se estima que la cifra supera los 10.000. Mientras estamos en casa hemos dejado de utilizar el coche incluso para ir a por el pan y las fábricas han dejado de expulsar gases perjudiciales. ¿Somos conscientes de que esta reducción de los vertidos tóxicos va a repercutir en la contaminación mundial y por tanto en el número de muertes por esta causa? ¿Y de que aquellos con enfermedades respiratorias mejorarán su diagnóstico? Podemos seguir…
El año pasado fallecieron en accidentes de tráfico en España nada menos que 1098 personas, solo en marzo casi llegaron a 90 y en abril hubo 84; bueno, pues durante este mes que acabamos de pasar hemos logrado la cifra más baja de percances mortales desde que existen los registros: 54 víctimas y la mayoría de ellas, 40, se produjeron en los primeros quince días del mes, justo antes de encerrarnos. ¿Qué significa esto? Que hoy hay algunas personas vivas que si no hubieran estado recluidas habrían fallecido en su propio coche. Pero no se trata tan solo de los automóviles; se han reducido los incidentes en todos los transportes: avión, barco, helicóptero o cualquier tipo de vehículo, incluso han desaparecido de la estadística las muertes o heridos graves en deportes de riesgo. Vamos a continuar…
Durante el cuarto trimestre de 2019 hubo en España 332 homicidios, 700.477 hurtos, 142.780 robos con fuerza en domicilios, establecimientos y otras instalaciones, 35.248 robos de vehículos y 66.209 robos con intimidación y violencia. Nuestra reclusión en las casas ha permitido que el crimen se haya tomado un respiro, ya que desde el inicio del estado de alarma han disminuido ostensiblemente todas las denuncias de robos, hurtos, asaltos a viviendas, delitos de lesiones y tráfico de droga, hasta prácticamente desaparecer en varias provincias del país.
Todo esto es solo una pequeña prueba que demuestra que es cierto que hay gente que se está muriendo de un virus con muy mala leche, pero también hay otras personas que están sobreviviendo gracias a ese mismo virus, aunque quizás nunca sabremos quiénes son.
Pero todavía hay más. ¿Cuánto tiempo hace que no nos compramos un vestido o un traje, un pantalón o una camiseta? Tal vez lo echen ustedes de menos, ¿pero de verdad los hubieran necesitado? ¿Cuántos artículos inservibles hemos dejado de adquirir en estas semanas? Menos basura, menos consumismo…
Pero todavía hay más. ¿Cuánto tiempo hace que no nos compramos un vestido o un traje, un pantalón o una camiseta? Tal vez lo echen ustedes de menos, ¿pero de verdad los hubieran necesitado? ¿Cuántos artículos inservibles hemos dejado de adquirir en estas semanas? Menos basura, menos consumismo… Hemos despejado nuestra mente y nuestras conversaciones de temas banales. Aquellos que no han tenido síntomas se esmeran en conciliar la vida laboral y familiar en casa, están tan ocupados que no tienen tiempo de criticar al jefe, de odiar al compañero al que, por cierto, han dejado de ver a menudo, y se centran en acabar su trabajo lo más eficiente y rápidamente posible para dedicar el resto del día a la familia, a los pequeños de la casa o a los mayores…
Y aquellos que se han quedado en paro o los que no tienen hijos miran alrededor y tratan de desenterrar los hobbies a los que hacía años que no les prestaban atención, como un juguete abandonado: unos han empezado a pintar, otros aprenden a tocar la guitarra o a hablar inglés, hacen ejercicio o meditan… Las actividades a las que siempre hemos querido dedicar espacio por fin forman parte de nuestro día a día. ¿Y saben lo que eso significa? Que estamos dotando a nuestras horas de mayor calidad de vida, de más disfrute, más alegría y placer.
Hace una semana me llegaba un vibrante vídeo del tenor italiano Maurizio Marchini cantando un fragmento de la ópera Turandot, de Giacomo Puccini, desde el balcón de su propia casa en Florencia. Miles de italianos y también españoles nos emocionamos con ese canto a la vida que el artista regaló al mundo. No lo hizo por dinero, ni por convertirse en alguien más popular, ni por quedar bien ante sus compatriotas, lo hizo porque ese hombre está dotado para eso y practicarlo ayuda a completar el mundo, nos hace a todos más felices.
¿Cuándo hemos destinado unos minutos de nuestro día para dar gracias? Nos hemos pasado la vida pidiendo, exigiendo, quejándonos, considerando que merecemos más, que nos dan menos, que queremos más, que nos quieren poco, que los demás tienen más…
¿Cuándo hemos destinado unos minutos de nuestro día para dar gracias? Nos hemos pasado la vida pidiendo, exigiendo, quejándonos, considerando que merecemos más, que nos dan menos, que queremos más, que nos quieren poco, que los demás tienen más… Y, sin embargo, desde hace unas semanas, hemos decidido dedicar unos minutos de nuestro tiempo a dar gracias a los sanitarios, a los profesores, a las fuerzas de seguridad del Estado, a nuestros mayores… Nos demos cuenta o no, cada minuto que empleamos en agradecer no lo estamos consagrando a culpar…
Y el mayor reto que tenemos por delante es unirnos como una única mente global para vencer la batalla a este y a otros virus que puedan llegar.
Y el mayor reto que tenemos por delante es unirnos como una única mente global para vencer la batalla a este y a otros virus que puedan llegar. ¿Se imaginan que se estableciera definitivamente una conexión mundial entre todos los investigadores de coronavirus a través de una gigantesca base de datos? ¿Y si no hubiera fronteras para ellos y todos pudieran entrar y aportar su granito de arena sin que nadie se llevara el mérito completo, con el único fin de encontrar una vacuna? ¿Y si no tuvieran que responder a un gobierno concreto sino a una entidad mundial sanitaria independiente? Entonces seríamos invencibles de cara a la futura aparición de otros virus, porque todos remaríamos al unísono. ¿Es una utopía? Tal vez, pero quizás sea la alternativa más segura para el ser humano.
¿Alguien se ha dado cuenta de que los pájaros cantan más rato? Hemos despejado el medio ambiente, hemos limpiado los ríos, hemos dejado de verter basura en los montes y la naturaleza se está regenerando, las aves entonan felices canturreos sin reparar en nuestra ausencia, las flores crecen radiantes ajenas a la mano destrozadora del hombre que se ha dedicado a cortarlas para construir bloques de cemento, los árboles aprovechan el silencio y se embriagan del agua de la lluvia sin temor a una tala indiscriminada, la fauna y la flora sigue su curso, preparándose para que cuando esto acabe y salgamos de casa tratemos de ver las cosas de otra manera, dejemos de juzgar tanto, entendamos que tenemos que hacer por los demás aquello que deseamos para nosotros y nos abracemos más veces y más fuerte, porque el amor es, sin duda, la solución de todos los problemas del mundo.