Mirar hacia atrás y coger impulso
Resulta complicado para uno mismo valorar cómo de satisfechos o descontentos nos sentimos respecto a la vida que llevamos. La mayor dificultad viene de un fenómeno que en términos psicológicos se denomina infusión emocional; fenómeno que no nos permite apartar de nuestra percepción los sentimientos que acompañan a los acontecimientos recientes, sean estos agradables o tristes.
Del mismo modo que, al introducir una bolsita de té en un vaso de agua caliente, observamos como poco a poco el agua se va coloreando; también las emociones que estemos experimentando en este momento teñirán nuestra visión de lo que es nuestra vida
Del mismo modo que, al introducir una bolsita de té en un vaso de agua caliente, observamos como poco a poco el agua se va coloreando; también las emociones que estemos experimentando en este momento teñirán nuestra visión de lo que es nuestra vida.
Si son positivas, estaremos más orgullosos y satisfechos de lo vivido y esperanzados en el futuro. Por el contrario, si los acontecimientos cercanos han sido desagradables para nosotros y nos invade la tristeza, la visión que tengamos de nuestra vida no será tan optimista y nuestro grado de satisfacción será menor.
Así, la infusión emocional es capaz de condicionar nuestros recuerdos, nuestra visión del presente y nuestras perspectivas de futuro.
Por eso, para la evaluación que propongo es preferible elegir un momento de serenidad, en el que no sea reciente ningún acontecimiento que pudiera provocarnos un estado de especial alegría o euforia, tampoco de abatimiento, que tiñera mi valoración de satisfacción o insatisfacción añadida.
Procuro hacerlo una vez al año y el momento concreto suele coincidir con el final de mis vacaciones para que mis planes coincidan con el calendario escolar que es el que rige mi vida desde mis tiempos de estudiante. Pero esta elección es algo muy personal y cada uno reconoce la necesidad de cuándo y por qué hacerlo.
Hacerlo por escrito me ayuda a revisar mi trayectoria y tomar decisiones sobre los cambios que deseo introducir y lo que prefiero mantener en mi día a día. También me facilita comparar con los planes de años anteriores y el grado de cumplimiento y cómo esto ha mejorado o no mi situación. Comprobar si me acerco o me alejo de lo pretendido…
He adaptado un modelo que propone Martin E. P. Seligman y que recorre las parcelas de mi vida que pretendo evaluar y que son las siguientes
- Salud
- Familia
- Profesión
- Relación de pareja
- Relaciones sociales
- Creatividad
- Economía
- Vida en general
Si os fijáis al hacerlo, incluso el orden en que colocáis las distintas parcelas os va dando información. Puntúo del uno al diez cada uno de los ámbitos y escribo al lado unas líneas que explican el por qué de la puntuación.
Analizando los cambios que he ido experimentando de un año para otro y desde que empecé a realizar este ejercicio de forma continuada hasta hoy me resulta cada vez más fácil concretar qué es lo que quiero desechar y aquello que quiero seguir cultivando; se han hecho menos frecuentes las idas y venidas sobre las decisiones tomadas; consigo establecer mis prioridades y subrayo ese “mis prioridades” aunque, a veces, no sean entendidas .
No cabe el autoengaño, no tendría sentido. Otro punto positivo de este sistema es que, al revisar lo planeado y logrado año tras año, es evidente que, en ningún caso, nuestro futuro está determinado de forma inmutable por decisiones del pasado y que la pasividad es imposible cuando se trata de dirigir mi vida.
Así año tras año, con la sensación de que sigo aprendiendo y de que me quedan muchas cosas por hacer; redescubriendo ilusiones. Consciente de que no siempre consigo ser congruente, ni capaz de ser yo misma en todos los ambientes por miedo al rechazo pero sin infringirme más castigo por ello sino trabajando para conseguirlo; avanzando poco a poco.
Y recuerda “… puede que lo que hagamos no traiga siempre la felicidad, pero si no hacemos nada, no habrá felicidad… “, dice Albert Camus
Nuestra recomendación musical:
Mashrou' Leila - Fasateen