Mujeres al poder
¿De verdad todavía alguien cree que las mujeres y los hombres estamos en igualdad para conseguir los mismos puestos de poder? Seamos sinceros, el varón ha gobernado el mundo en casi todas las sociedades desde hace miles de años y ha utilizado a la hembra para atenderle, asistirle y considerarla su apoyo.
Si hacemos un análisis de la historia que nos han contado, teniendo en cuenta que nunca nada ocurrió exactamente como nos explicaron en el colegio, porque siempre es una interpretación pasada por el tamiz de quienes la cuentan, nos podemos percatar de que el hombre siempre ha sido el protagonista de todas las hazañas. En la prehistoria era el cazador, mientras que la mujer se dedicaba a cuidar de los niños, a atender al esposo y a otros menesteres similares… ¿O tal vez no fuera así? Realmente, parece que ni los propios investigadores se ponen de acuerdo del verdadero papel que las féminas representaron durante los miles de años anteriores al conocimiento de la escritura. No se sabe cuál fue su función con respecto a los hombres y pudo estar a su mismo nivel e incluso quizás también cazara; sin embargo, todos hemos asumido con pasmosa naturalidad que el hombre protegía a la mujer y ella tejía, cocinaba o incluso no hacía nada.
Todos conocemos a Aristóteles o a Sócrates, pero ¿alguien ha oído alguna vez hablar de Areta de Cirene, Hiparquia de Maronea o Aspasia de Mileto? Porque también fueron filósofas y en la misma época y la historia se olvidó de ellas, como de gran parte de las grandes mujeres que ayudaron a cambiar el mundo. La pregunta es: ¿Si hubieran sido hombres habrían sido tenidas más en cuenta?
Todos conocemos a Aristóteles o a Sócrates, pero ¿alguien ha oído alguna vez hablar de Areta de Cirene, Hiparquia de Maronea o Aspasia de Mileto? Porque también fueron filósofas y en la misma época y la historia se olvidó de ellas, como de gran parte de las grandes mujeres que ayudaron a cambiar el mundo. La pregunta es: ¿Si hubieran sido hombres habrían sido tenidas más en cuenta?
Nos han vendido una historia de la civilización falsa porque fue el género masculino el que la ideó, la decidió, la contó, la perpetuó y solo admitió que se le unieran a aquellas féminas que se adaptaban a la misma forma de transmitir estos conceptos, para que el mensaje fuera unívoco y conveniente al macho.
Porque, seamos sinceros, nadie que ostenta el poder desea cederlo sin más. Claro que si hacemos una encuesta por la calle hallaremos a una mayoría consciente de que debe haber igualdad entre el hombre y la mujer, o de que es eso lo que debe decir para no quedar como un retrógrado; el problema surge cuando ahondamos en estas posturas y aparecen las desavenencias. Los datos que se extraen del estudio publicado recientemente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo son apabullantes: Un 47,4% de la población mundial considera que los varones son mejores líderes políticos, un 41% defiende que son más idóneos para mandar en los negocios, más de un 80% reconoce tener algún pensamiento machista, un 30% asegura que está justificado que un hombre pegue a su pareja y el 50% de los encuestados del género masculino no tienen dudas de que ellos merecen más el derecho a un trabajo.
Y si ponemos el foco en los logros femeninos, llevan una dirección coherente con ese pensamiento machista global: una de cada 20 niñas ha sufrido un acto de violación en su vida, entre los graduados de las carreras relacionadas con la ciencia, la tecnología y las matemáticas, solo un 15% son mujeres. Además, el número de empleadoras no supera el 21% y el de millonarias se queda en un 12%. La conclusión lógica es que la mayoría de ellas siguen ostentando los puestos menos apreciados socialmente y los peor pagados.
Hasta 1933 en España la mujer no pudo acceder a su derecho a voto en todo el territorio nacional. No hace más de unas décadas que la violencia que ejercía el marido contra su esposa se consideraba como un asunto privado en el que el resto de la sociedad no debía entrar. Estamos hartos de escuchar cómo el esposo mandaba, era el cabeza de familia, y como tal recibía los principales privilegios del hogar: el primer plato de comida, el sillón más ostentoso, las atenciones más esmeradas
Las niñas se educaban para limpiar la casa, para asistir al padre y a los hermanos, para procrear, para encontrar un buen marido, para coser, para cocinar… Y todo empezó a cambiar no porque los hombres cediéramos nuestro puesto privilegiado, sino porque ellas se miraron al espejo y comprendieron que valían lo mismo, que eran capaces de objetivos más altos que los que les estaban permitiendo, que estaban hartas del relegado papel que les habíamos asignado. Y tuvieron que hacerse más fuertes, que gritar más alto, que levantar la cabeza y ser el doble de inteligentes que nosotros para obtener los mismos resultados.
Para cerrar esa brecha abierta entre uno y otro género serán necesarios al menos doscientos años y eso si la sociedad no entra en un retroceso general al estilo del Cuento de la Criada, que nada es imposible en la actualidad con algunas puritanas tendencias políticas mundiales que claman por el retorno a tiempos ya olvidados.
Así que cuando alguien ataca la lucha por la igualdad de géneros es obvio que lo hace con una finalidad concreta: la de perpetuar un sistema basado en la superioridad del hombre, una superioridad, por cierto, que nos ha conducido a destruir la capa de ozono, a atacar al medio ambiente, a exterminar a especies animales por completo, a buscar el negocio por encima de todo, al individualismo, a la falta de solidaridad y empatía. Nos hemos aferrado al poder aún a sabiendas de que sacrificábamos a toda la población femenina e incluso a las generaciones futuras
Así que cuando alguien ataca la lucha por la igualdad de géneros es obvio que lo hace con una finalidad concreta: la de perpetuar un sistema basado en la superioridad del hombre, una superioridad, por cierto, que nos ha conducido a destruir la capa de ozono, a atacar al medio ambiente, a exterminar a especies animales por completo, a buscar el negocio por encima de todo, al individualismo, a la falta de solidaridad y empatía. Nos hemos aferrado al poder aún a sabiendas de que sacrificábamos a toda la población femenina e incluso a las generaciones futuras.
Ya es hora de que haya un cambio de tendencia, que la mujer nos releve en el poder y pueda mandar con libertad, sin seguir los dictados ni los parámetros de los hombres; que utilice las cualidades que le diferencian para luchar a su manera por un mundo mejor. Y que nosotros las impulsemos en lugar de sepultarlas. Quizás tampoco lo consigan, pero tienen el mismo derecho a intentarlo y a equivocarse, como tantas veces hemos hecho los hombres.
Ese techo de cristal ahora indestructible solo puede derribarse a fuerza de los golpes de las afectadas y de todos los hombres que no le vemos ningún sentido a su existencia. Y por eso, cada una de las manifestaciones a favor de la igualdad son necesarias y todas las voces que se alzan en contra de ella deberían reducirse a un rumor cada vez más lejano hasta que acabara disipándose.