De pronto vi a un joven leyendo un libro
El otro día iba paseando y en la plaza de La Trinidad vi a un chico sentado leyendo un libro. ¡No puede ser!, me dije, al tiempo que me froté dos o tres veces los ojos por si lo que estaba viendo era un espejismo. No, no lo era. Era un joven de unos veintitantos. Pelo rubio. Vestimenta informal: camiseta y vaqueros. Disimuladamente pasé por delante de él para ver si podía ver el título del libro. No pude. El chico de vez en cuando apartaba los ojos del libro y los ponía o bien en el edificio de enfrente o bien en el cielo. Debía estar rumiando lo que estaba leyendo. Yo llevaba un periódico debajo del sobaco y decidí desplegarlo al sentarme junto a él. De alguna forma estaba emocionado porque hacía mucho tiempo que no veía a un joven con un libro. Por un momento pensé que aquel joven era extranjero, alguno de esos dos mil estudiantes de fuera que vienen de Erasmus a Granada. Yo disimulé leer el periódico, pero estaba más pendiente del chico que de las noticias que llegaban de Siria. Hasta que no pude más y le pregunté:
-Perdona, ¿eres de Granada?
-Sí. Vivo en el Realejo.
-¿Y qué haces? -le espeté.
-¿A qué se refiere señor? -me respondió aturdido.
-¿Estás leyendo un libro?
-Claro. ¿Le parece raro?
-Bueno… Depende. ¿De qué trata el libro?
-Es de Susana Tamaro. Se llama Anima Mundi y es la historia de los destinos a la vez paralelos y contrapuestos de dos adolescentes. Está muy bien escrito y tiene pensamientos muy profundos.
-¿Susana Tamaro es la que escribió ‘Donde el corazón te lleve’?.
-Sí. La misma. Me gusta mucho esta escritora -dijo poniendo la mano sobre el libro- Tiene un estilo riguroso y es muy sensible.
De pronto me pellizqué para ver si todo no era un sueño: ¡Estaba hablando con un joven de literatura!
Mi curiosidad fue a más y comenzó un pequeño interrogatorio.
-Oye… ¿Es que no tienes móvil?
-Sí, claro que tengo. Mira, aquí está -dijo sacando de su bolsillo un ejemplar de móvil último modelo.
-¿Y qué pasa? ¿Te has quedado sin batería?
-No señor, está a tope de batería.
-¿Y no estás en grupos de ‘guasap’? -le pregunté.
-Sí, tengo muchos…
-¿Y qué haces que no estás participando en esos chats mientras estás sentado? -le dije.
-Pues no. Tiempo habrá. Ahora me apetece mucho leer un libro.
Entonces yo saqué mi móvil y le pregunté si me permitía hacerme un selfie con él. Me dijo que encantado. Después del selfie saqué mi libreta de notas y le pedí un autógrafo. Él me miró sorprendido pero al final aceptó. ¡Aquel joven era mi héroe!