Campaña contra la violencia digital

‘¡La Autonomía… con el ‘trabajico’ que nos costó!'

Cartas al director - Laureano Sánchez Perea - Domingo, 4 de Diciembre de 2022

Imágenes del 4 de diciembre de 1997, en Sevila. Canal Sur TV.

Uno, que a estas alturas ya lleva muchos años peinando canas, no puede dejar de recordar, ciertamente con mucha emoción,  aquellos años setenta en Andalucía, en Granada, en mi pueblo en los montes orientales. Carlos Cano nos cantó en la plaza de Moclín la canción del “Salustiano” y la de la “Blanca y Verde”, “… quitando penas, quitando hambres...” decía, era el verano de 1977 en una plaza atestada de gente, emocionada, con el corazón en un puño, mirándonos unos a otros y reconociéndonos a nosotros mismos como andaluces y andaluzas y en los ojos la ilusión, mucha ilusión y esperanza en lo que tal vez estaba por venir. Y, aquella ola que parecía pequeña, fruto de un momento, se reveló que sin embargo expresaba una impresionante  marejada blanca y verde que ya se palpaba en el ambiente en los primeros días de diciembre y que nos llevó el día 4 a millones de andaluces y andaluzas a la calle, mas de dos millones decían los periódicos, ciertamente aquello fue apoteósico, recuerdo que de mi pueblo bajamos varios centenares, sí, a pasearnos orgullosos desde el Salón a Plaza Nueva, por fin los hijos y las hijas “del Salustiano” estábamos aquí  dispuestos a decir ¡basta!, ya no queríamos seguir yendo “… a Alemania a ganar unos pocos marcos”.

Ese fue un día de los que uno nunca se podrá olvidar, sabíamos que aquello no iba a ser fácil, las noticias que llegaban de Málaga del asesinato de García Caparrós, el acoso de grupos de Falange en algunos tramos de la manifestación, la enorme hostilidad de la vieja y la nueva derecha andaluza, eran muestras de que la cosa no iba a estar exenta de problemas

Ese fue un día de los que uno nunca se podrá olvidar, sabíamos que aquello no iba a ser fácil, las noticias que llegaban de Málaga del asesinato de García Caparrós, el acoso de grupos de Falange en algunos tramos de la manifestación, la enorme hostilidad de la vieja y la nueva derecha andaluza, eran muestras de que la cosa no iba a estar exenta de problemas. Y aquella pequeña ola que se puso de manifiesto en la plaza de mi pueblo ese verano del 77 y que ya era un tsunami  el día 4 de diciembre, estuvo muy presente  cuando apenas dos años después  se nos quiso dejar fuera del marco constitucional que establecía el Art. 151 y se obligó contra viento y marea a preguntarnos  a los andaluces y andaluzas si nos sentíamos un pueblo y contra tanto tequimaneje de censos sin depurar y preguntas enrevesadas, el 28 de Febrero de 1980 fuimos muchos millones los que acudimos a decir si en el referéndum, alguien comentaba que hasta las monjas de los conventos habían votado que sí a la Autonomía de Andalucía.

Mucha de nuestra gente andaluza, de la que durante la dictadura aguantó en nuestros pueblos, de la que emigró  después, de la que peleó y se ilusionó por un futuro mejor como pueblo andaluz, ya no está con nosotros, los jóvenes de entonces empezamos a ser los “ancianos de la tribu” de ahora y nos toca recordarlo 

Mucha de nuestra gente andaluza, de la que durante la dictadura aguantó en nuestros pueblos, de la que emigró  después, de la que peleó y se ilusionó por un futuro mejor como pueblo andaluz, ya no está con nosotros, los jóvenes de entonces empezamos a ser los “ancianos de la tribu” de ahora y nos toca recordarlo y aunque  esperábamos que la construcción de la  Autonomía  Andaluza nos traería mas alegrías, sin embargo  una importante dosis de frustración se ha instalado entre nosotros y nosotras. Ahora, en este mundo de la “postverdad”, entre los renovados “señoritos de Falange, unos, tras las oportunas loas a la Reina Católica, pugnan por nuestra salvación devolviéndonos a finales del S.XV cuando se materializa la conquista del reino nazarí. Otros, después de intentar por activa y por pasiva que aquí no se votase   y que después, cuando con nuestro empuje el Referéndum fue una realidad, votaron que no a la Autonomía Andaluza, se presentan ahora como los más genuinos herederos de la larga lucha de nuestra gente por la “tierra y la libertad”, estableciendo el 4 de diciembre como el día de “la bandera andaluza”, en un infame ejercicio de cinismo e hipocresía.

Y, es que, en aquel 4 de diciembre de 1977 cuando apenas si acababan de salir del Salón los últimos manifestantes y la cabeza estaba ya en Plaza Nueva, Manuel García Caparrós era asesinado en Málaga cuando trepaba al balcón de la Diputación a colocar la bandera de Andalucía. Nunca se quiso investigar a fondo ese crimen, ni por los que ahora pretenden enarbolar la “bandera” y que entonces lo controlaban todo, ni por los que vinieron después y pudieron hacerlo. Pero ni el paso del tiempo, que a veces todo lo entierra, ni por ese sentido de dignidad que nuestro pueblo pone de manifiesto de cuando en cuando en la historia, y ante esta nueva manipulación, no podemos dar un paso atrás, aquí no hay otra opción que tirar p´alante, que nos costó mucho, mucho trabajico.