La edad dorada del arte y construcción en hierro fundido granadino (1870-1936)

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Bastantes bajos comerciales del centro histórico y Gran Vía están construidos con pilares de hierro fundido de las factorías La Catalana, La Granadina y Fundición Castaños
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Toda la parte vieja de Granada está sembrada de los característicos bajantes de canalones con una granada en bajo-relieve
La revolución industrial surgida en Gran Bretaña y sus colonias en la segunda mitad del siglo XVIII trajeron las fundiciones de hierro colado o fundido. Empezaron a fabricar puentes, estructura de fábricas e incluso alguna vivienda ya para principios del siglo XIX. El nacimiento de las máquinas de vapor y el ferrocarril fomentaron el uso de este nuevo material férrico. En España empezaron a surgir las primeras fundiciones de metal en Cataluña y País Vasco en la década de 1830-40.
Para entonces, en Granada sólo había pequeñas fundiciones de hierro, bronce y cobre que se pueden calificar de fraguas artesanales
Para entonces, en Granada sólo había pequeñas fundiciones de hierro, bronce y cobre que se pueden calificar de fraguas artesanales. Estuvieron ligadas a la espadería, a pequeñas piezas de adornos, cuberterías y utensilios domésticos. Eran herrerías de forja que hacían pequeñas coladas de metales férricos de poca calidad debido a la lejanía de carbón mineral con poder calorífico necesario. A mediados del siglo XIX existieron pequeñas fundiciones artesanales ubicadas al lado de las acequias de San Juan (Bajo Albayzín), Acequia Gorda y De la Ciudad (Cuesta del Pescado); fueron las fraguas-funciones de Antonio Díez de Ribera, Pedro Guerrero y Enrique Tortosa, respectivamente.
La primera fundición industrial montada en Granada fue la promovida por el catalán Isidro Boixader y Solana (1838-1907). Este ingeniero industrial, nacido en Seo de Urgel, llegó a Granada en 1866 de la mano de Charles Lebón a montar la Fábrica del Gas al lado del río Genil, en el solar comprendido entre las calles San Antón y Camino de Ronda. Además de ser ingeniero jefe de la fábrica de gas, se le ocurrió aprovechar también la hulla que traían para el alumbrado en otro menester: fundición de hierro y acero. Montó su factoría al lado de la Acequia Gorda, por encima de la Fábrica del Gas, en el número 51 de la calle San Isidro.
Isidro Boixader estuvo muy ligado a la fundición de las primeras farolas de gas, de maquinaria azucarera para la Costa, alcoholeras, prensas de aceituna, fábricas de harina, etc. Se asoció con el farmacéutico Juan López Rubio en la introducción del cultivo de la remolacha de azúcar en las tierras de Granada, a partir de 1880. Isidro Boixader era el fabricante de los complementos de maquinaria que necesitaron los primeros ingenios de azúcar de remolacha de Granada a partir de 1881 en que se empezaron a montar. También fabricó las primeras estructuras metálicas para levantar los edificios. Así mismo, las estructuras para el edificio de la Diputación en Bibataubín y la fábrica de harinas El Capitán. La marca con que fabricaba llevaba por nombre “La Catalana”, documentada por vez primera en 1871, aunque debió fundir ya unos años antes.
La presencia de esta primera gran fundición granadina en la calle la hizo acreedora a fama y premios en las exposiciones a las que acudía
Pero Boixader decidió muy pronto entrar en política. En 1881 fue requerido por sus paisanos de Seo de Urgel para que les representara políticamente. Ya nunca más regresó a los negocios metálicos que había iniciado en Granada. Su actividad la traspasó a José Pastor y Moltó; bajo este nuevo nombre o de Hijos de José Pastor o Pastor y Cía. continuó activa esta fundición catalana hasta mediado el siglo XX. La presencia de esta primera gran fundición granadina en la calle la hizo acreedora a fama y premios en las exposiciones a las que acudía. Se anunciaba bastante en prensa; publicitaba instalaciones completas de fábricas de aceite movidas a vapor, motores hidráulicos por animales; prensas para uva; trillas, sembradoras, arados, maquinaria para panaderías, fábrica de harina, puentes, tuberías, estructuras, mercados, kioscos, balaustradas, balcones, tuberías, etc. Sólo había que pedirles un modelo y ellos lo fabricaban con sus moldes. La parte Sur de la Península está sembrada de reliquias de sus productos relacionados con la agricultura y la molienda.
Reformas urbanas en la Restauración
En la década de 1870 había comenzado una profunda renovación urbana y urbanística de Granada. La nueva oleada de jóvenes arquitectos empezó a fijarse en el hierro como elemento constructivo y de embellecimiento, igual que ya se venía haciendo muchos años atrás en otros países europeos. Juan Montserrat, Díez Losada, Giménez Arévalo, Contreras… todos entendieron que el hierro permitía habilitar huecos más diáfanos mediante pilares de sujeción y estructuras metálicas. Giménez Arévalo se contagió del uso del metal cuando colaboró con ingenieros franceses de la Fives-Lille en el montaje de fábricas de alcohol y azúcar. Muy pronto trasladó el hierro a los edificios de viviendas que dirigió en su larga carrera profesional; entre los primeros se encuentran las casas números 32 y 34 de Reyes Católicos, encargadas para albergar la Banca Rodríguez Acosta y la vivienda particular de esta familia. En la década de los ochenta se hicieron los mercados de la Romanilla, Pescadería y San Agustín, todos con partes metálicas. También el primer puente de hierro sobre el Genil, fabricado por Castaños (se lo llevó una riada).
Empezaron a proliferar fuentes y farolas de hierro fundido. Muy pronto se trasladó el uso del metal a los pilares de sujeción de plantas bajas de los edificios particulares; fueron los años en que se acometieron reformas de las calles Mesones, Zacatín, Plaza de Bibarrambla, Reyes Católicos y su entorno. Empezaron a aparecer en la mayoría de esas casas las plantas bajas soportadas por columnas de hierro fundido. Lo habitual era utilizar muros de piedra para la fachada y cierre trasero, mientras las columnas interiores se colocaban de artísticos postes metálicos. Muchos de ellos imitando pilastras y capiteles corintios. O con estrías en los fustes.
Incluso algunos promotores fueron más osados y también colocaron columnas cuadradas en las fachadas de sus casas o establecimientos
Incluso algunos promotores fueron más osados y también colocaron columnas cuadradas en las fachadas de sus casas o establecimientos. La mayoría de estos edificios del centro histórico de la ciudad se iban a dedicar a espacios comerciales y, por tanto, los necesitaban lo más diáfanos posibles. A partir de la primera planta, los edificios ya continuaban levantándose sobre pilares de ladrillo.
La moda de utilización del metal fundido se trasladó también a las rejas, balaustradas, puertas de carruajes, balconadas cerradas de cristales, bancos de plazas, tuberías de aguas, imbornales, etc. Lo que más abunda son los tubos bajantes de fundición, a miles se pueden localizar por el caserío del casco antiguo.
Inmediatamente se sumaron al negocio de fundiciones de hierro, iniciado por Boixader, varios empresarios más
Inmediatamente se sumaron al negocio de fundiciones de hierro, iniciado por Boixader, varios empresarios más. Los dos más potentes fueron Eduardo Roca y Domingo Castaños. Eduardo Roca abrió su fundición muy cerca de donde la tenía José Pastor, en este caso en la calle Rejas de la Virgen, número 30; su marca comercial era La Granadina. Mientras que Domingo Castaños empezó en la Cuesta de los Molinos y acabó trasladándose a la calle Cantarranas, entre el río Genil y la carretera de la Sierra (detrás de donde después abrieron la estación de Tranvías de la Sierra).
El espaldarazo al negocio se lo dieron las continuas aperturas de fábricas de azúcar que proliferaron en Granada a partir de 1881 y hasta treinta años más tarde. Tanto para la construcción de sus naves como para la maquinaria complementaria se precisaba mucho hierro fundido. Y, a partir de 1895, con el inicio de la Gran Vía, empezó a abundar mucho más el trabajo. Fueron años en que las fundiciones granadinas se puede decir que no daban abasto.
Diecisiete de los edificios construidos en la Gran Vía eligieron columnas de hierro fundido para soportar las plantas bajas. Y en muchos otros hay hierro fundido repartido por las verjas y la rejería de sus jardines
Diecisiete de los edificios construidos en la Gran Vía eligieron columnas de hierro fundido para soportar las plantas bajas. Y en muchos otros hay hierro fundido repartido por las verjas y la rejería de sus jardines. Las quintas de las afueras o los edificios públicos de ese periodo constructivo también se hicieron de hierro fundido (véanse las verjas del Jardín Botánico, del Palacete de los Muller –Subdelegación del Gobierno–, Instituto Padre Suárez, Palacio de los Patos…).
Lo más interesante de todo esto es que aquellas fundiciones tomaron la costumbre de firmar las obras que hacían. La mayoría de pilares y vallas llevan colocado el sello de La Catalana, La Granadina, J. Pastor, Roca y Castaños. También la mayoría de bajantes de canalones llevan firma impresa.
El Ayuntamiento ordenó que las bajantes debían llegar hasta ras de suelo para no salpicar. Pero el problema de bajar con tuberías de latón es que las aplastaban los niños o les arrancaban los ejes de los carros
En la década de 1890-1900, el Ayuntamiento elaboró una normativa sobre bajantes de canalones. Hasta entonces los tejados solían evacuar las aguas de lluvia o de las terrazas con gárgolas que vaciaban sobre la calle, escurrían por las paredes o eran de latón que acababan despachurrados. En los mejores casos, descendían hasta media fachada. El Ayuntamiento ordenó que las bajantes debían llegar hasta ras de suelo para no salpicar. Pero el problema de bajar con tuberías de latón es que las aplastaban los niños o les arrancaban los ejes de los carros. Para hacerlas perdurables, las fundiciones de Granada diseñaron un mismo modelo: se colocarían los dos primeros metros de tubería de hierro fundido, rematadas en su parte superior por una típica granada con su tallo. Cada fabricante podía firmar su producto a lo largo del tramo medio. Así, es habitual ver cómo el centro de Granada está repleto de bajantes metálicos con una granada; debajo suele poner el nombre de la empresa que la vendía. No todas las granadas con iguales, cada empresa le dio su toque personal. Este detalle de la granada es un distintivo característico y único del centro histórico de la ciudad de Granada.
Decaimiento tras la guerra civil
Las tres potentes fundiciones La Catalana, La Granadina y Castaños compitieron y convivieron justo hasta la guerra civil. Al menos en lo referido a fabricación de elementos verticales para la construcción. La guerra civil de 1936-39 trajo consigo un parón y empobrecimiento en los recursos para levantar y reformar casas. A partir de entonces empezó a utilizarse más el ladrillo cocido para hacer pilares. Y por si esto fuese poco, también había aparecido la viguería de hierro laminado en frío y la soldadura eléctrica. Pilares, ángulos y vigas de acero en doble T, [ ] se presentaban como mucho más resistentes, sin poros; empezaban también a utilizarse para hacer estructuras completas, tanto los puntales verticales como los forjados horizontales. Y a continuación también vino el hormigón armado. En la década de los cincuenta sólo se utilizaban pilares de hierro fundido para reponer o reforzar. Los edificios dejaban de ser de dos plantas para elevarse muchas más, los pilares de fundición no ofrecían garantías de resistencia. En Granada apenas se había utilizado la estructura metálica para hacer edificios enteros (el primero y casi experimental fue el hotel Alhambra Palace, en 1909, con pilares de Castaño y vigas de Altos Hornos remachadas con roblones); después llegarían el cine Aliatar, la Casa de la Perra Gorda. Se generalizaron las estructuras soldadas con perfiles laminados que dieron la puntilla a los artísticos postes de fundido blando.
Durante la guerra civil fueron militarizadas estas fundiciones granadinas por el bando nacional y declaradas útiles de guerra. Las dedicaron a fabricar y/o reparar armamento. La Fundición Castaños ya estaba para entonces regida por Manuel Castaños, un sobrino del fundador. Entre la documentación que se conserva existe su pasaporte para poder visitar talleres o adquirir materiales para el ejército. Estaba a las órdenes directas del gobernador militar.
Las fundiciones La Catalana y La Granadina fueron languideciendo pronto, de manera que desapareciendo durante las primeras décadas del franquismo. La primera en cerrar fue La Catalana, hacia 1950; poco después, sus naves fueron destinadas a ubicar la primera estación de autobuses, cerca del puente romano (actual Mercadona). Escaseaban los encargos de la construcción artística, la industria del azúcar empezaba a retroceder y, lo peor, es que los perfiles laminados en frío empezaban a imponerse entre los arquitectos. Conseguir vanos mayores y mucho más resistentes ya era posible con el acero de Altos Hornos.
Solamente Fundición Castaños se adaptó a los nuevos tiempos de la construcción de estructuras metálicas. Llegó activa hasta la década de 1980-90
Solamente Fundición Castaños se adaptó a los nuevos tiempos de la construcción de estructuras metálicas. Llegó activa hasta la década de 1980-90. La empresa la había heredado una hermana de Manuel Castaños, Pilar, quien la dejó en manos de sus hijos, los Guzmán Castaños. La sociedad atravesó por un momento difícil como consecuencia de un desfalco protagonizado por un administrador; hubo conflicto laboral entre trabajadores y propietarios, hasta que la abocaron a la quiebra y su desaparición. Esta empresa llegó a ser un taller potente en la construcción de estructuras metálicas de edificios en el Camino de Ronda y Paseo del Salón, 11. Con la clausura de esta última gran fundición también se perdía parte de la historia de la metalistería dulce que tanto trabajo y prestigio le dio a Granada en su época dorada de las fundiciones.
Lo más importante es que aquella actividad ha dejado infinidad de regueros repartidos por calles, fachadas e interiores de fábricas y edificios del casco viejo de Granada que vamos a repasar por encima en la siguiente GUÍA DEL HIERRO FUNDIDO POR GRANADA.
El caso especial de la Capilla Real
El caso de las rejas exteriores de la Capilla Real es muy singular. Estas rejas no han cumplido todavía su primer siglo de fundición y parece que han estado ahí desde el siglo XVI. Quizás su elevado grado de deterioro y los cambios de ubicación que han padecido hacen pensar en esta eventualidad. Pero no es así. El atrio del espacio al que dan las puertas de la Capilla Real y la Lonja no fue cerrado por una verja artística hasta el año 1929. El cabildo de la Capilla Real y el Ayuntamiento decidieron colocar una verja protectora para evitar que los rincones se convirtieran en meaderos de borrachos (existe una fotografía famosa en que se ve a un hombre orinando junto a la puerta de la Capilla).
La verja fue fundida en uno de los talleres granadinos, sin que sepamos cuál de ellos, y completada con algunas partes de chapas y dos apoyos en una fragua de forja
La verja fue fundida en uno de los talleres granadinos, sin que sepamos cuál de ellos, y completada con algunas partes de chapas y dos apoyos en una fragua de forja. Fue colocada entre la esquina de la Lonja y el primer contrafuerte de la Capilla, elevada sobre un plinto de piedra de Sierra Elvira.
No duró mucho en esta ubicación, ya que en el proceso de profunda reforma que acometió Gallego Burín en el interior de la Capilla y en la calle Oficios, la verja acabó siendo eliminada, partida y recolocada a la entrada y salida de la calle Oficios. La portada central y un tramo de valla fue ubicada como acceso a lo que parece un compás de espera en la línea de fachada con Gran Vía. Con otro tramo se hizo una especie de puerta en la parte baja de la calle Oficios, al lado del acceso principal de la Alcaicería. Esta recomposición de los espacios se finalizó en 1945. En los espacios que resultaron entre los contrafuertes se decidió organizar unos pequeños jardincillos.
En esta misma obra de 1945, la Capilla Real había vuelto a hacerse con la propiedad de la Lonja. Se aprovechó su recuperación para rehabilitarla y poner rejería de fundición a las ventanas de la planta superior, imitando el modelo de la reja grande que se había desmontado.
Hablaron con el concejal Juan Tapia y éste buscó solución: unos chatarreros estaban a punto de llevarse los restos de la que fue verja del monumento de Isabel la Católica en el Paseo del Salón
En el año 1979, los capellanes reales venían quejándose de que los jardincillos pegados a los muros estaban produciendo humedades en las paredes. Hablaron con el concejal Juan Tapia y éste buscó solución: unos chatarreros estaban a punto de llevarse los restos de la que fue verja del monumento de Isabel la Católica en el Paseo del Salón; sus cuatro tramos habían sido desmontados en 1960, durante el traslado al lugar actual donde está la escultura de Benlliure (Calle Reyes Católicos). Quedaron relegados en el almacén municipal. Con los cuatro paños de reja que había fundido Roca en 1892, más unos pináculos que se les añadieron con granadas, se habilitaron las protecciones que hay actualmente entre los contrafuertes de la calle Oficios y en rincón del atrio.
Edificios del centro histórico
Recorrer el centro histórico de Granada supone visitar todo un museo y muestrario de la rica colección de elementos constructivos de fundición elaborado a partir de 1870. Las reformas urbanas de Bibarrambla, Mesones, Alhóndiga, Trinidad, Marqués de Gerona, Jáudenes y Zacatín contaron con la inclusión de elementos estructurales de acero fundido procedente de factorías granadinas.
Recorrer el centro histórico de Granada supone visitar todo un museo y muestrario de la rica colección de elementos constructivos de fundición elaborado a partir de 1870
En el catálogo de Castaños y Roca figuraron balcones y miradores cerrados y acristalados. Se pueden ver ejemplares en la Calle Duquesa, frente a la Facultad de Derecho, o en la esquina de Capuchinas con Trinidad (Aunque en este caso había truco, ya que la fabricación se hacía en fundiciones de Sevilla y en Granada se acababa su montaje).
La calle Mesones está repleta de edificios soportados por graciosas columnatas de hierro fundido. Quizás el más significativo sea la actual tienda de Sfera; su propietario fue Manuel del Saz, gran empresario de la ferretería, que tuvo durante muchos años El Candado. Más adelante existe otro ejemplo que el arquitecto rehabilitador ha sabido resaltar convenientemente: es la tienda de Desigual, donde hay unas preciosas columnas de capitel corintio de Roca.
En esta calle Mesones existe uno de los pocos ejemplos de columnas cuadradas que se colocaron en la ciudad por entonces, también firmadas por su fundidor
En esta calle Mesones existe uno de los pocos ejemplos de columnas cuadradas que se colocaron en la ciudad por entonces, también firmadas por su fundidor. Está casi enfrente de Sfera y se llama Simorra; estas columnas llevan la marca de Pastor. La otra que existe de este tipo fue colocada en la tienda de Ruiz Linares, en la calle Estribo. Este último edificio también está soportado por columnas de fundición. En la cercana Plaza del Santo Cristo hay un ejemplo más.
La calle Zacatín comenzó a ser realineada en la década de 1870; fue el momento en que varios de sus propietarios aprovecharon para construir nuevas edificaciones, con una o dos alturas más
La calle Zacatín comenzó a ser realineada en la década de 1870; fue el momento en que varios de sus propietarios aprovecharon para construir nuevas edificaciones, con una o dos alturas más. La mayoría utilizó sillares de piedra para la fachada, pero el interior lo soportaron con pilares de hierro colado. Buena parte de tiendas de esta comercial vía tienen columnas de todo tipo en sus espacios.
Llama la atención la casa número 2 (Souvenirs Dauro); su constructor utilizó columnas fundidas para soportar un abigarrado forjado de maderas. Pero en una posterior rehabilitación se decidió “forrar” la columna original con una estructura de columna de ángulos y pletinas, a modo de refuerzo, pues también se insertaron vigas de acero modernas. Al menos en este caso se dejó visible la evolución del sistema de soporte. No ha ocurrido lo mismo que en el edificio que hace esquina con Mesones-Jáudenes (una tienda de dulces) donde sus columnas de fundido del siglo XIX han sido liadas con cuerda y escondidas de la vista.
El sistema de esconder las columnas primigenias de fundición abunda bastante en locales comerciales del centro de Granada
El sistema de esconder las columnas primigenias de fundición abunda bastante en locales comerciales del centro de Granada. Unos las han forrado con escayola o falsos pilares, sobre los que han colocado espejos u otras invenciones que no vienen a cuento. Pero, por lo general, la calle Zacatín reúne un completo muestrario de pilares de fundición de las casas granadinas.
La Librería Dauro, el Zacatín, muestra todas las originales; incluso de su fachada fue eliminado el machón de piedra y sustituido por dos columnas gemelas de hierro que dan mayor visibilidad al escaparate. En esa misma acera, siguiendo hacia arriba, se ven varias tiendas más repletas de columnas de Castaños, Roca o La Castellana. Llaman poderosamente la atención las dos columnas recuperadas por la tienda www.tupóster.com, únicas que contienen un curioso sello de La Catalana, con la fecha de 1875 en que fueron construidas. Es el único sello que he localizado en toda la ciudad con la fecha de fundición.
La arquitectura “fundida” de Gran Vía
Fue sin duda la construcción de la Gran Vía en la que se concentró mayor muestrario de elementos de hierro fundido. La inmensa mayoría de edificios fueron promovidos por empresarios que habían hecho fortuna con el negocio del azúcar, tenían construidas sus fábricas y maquinaria con hierro de las fundiciones granadinas. Desde sus ingenios se llevaron también a los fundidores a hacerles columnas y vigas para los forjados. Aunque menos en el plano horizontal. Necesitaron también infinidad de tuberías para agua, imbornales, hornos de cocina, etc.
De los 59 edificios levantados en Gran Vía entre 1897 y 1934, un total de 17 promotores eligieron el hierro forjado para soportar la primera planta de sus bloques; a partir de la primera planta ya es muy raro que se utilizaran las columnas de hierro fundido
De los 59 edificios levantados en Gran Vía entre 1897 y 1934, un total de 17 promotores eligieron el hierro forjado para soportar la primera planta de sus bloques; a partir de la primera planta ya es muy raro que se utilizaran las columnas de hierro fundido. También emplearon la fundición para la rejería y algunas puertas. El caso más exagerado y llamativo de edificio con ventanas y puertas de hierro fundido es el del Banco Hispano Americano (1919), en el número 1 de la Gran Vía; contiene toneladas de hierro forjado en su fachada. El único inconveniente para este propósito de recuerdo industrial granadino es que toda esa fundición fue fabricada en Sevilla (Hijos de Mamontes).
Los dos mejores ejemplos que se pueden contemplar fueron fabricados ambos por Castaños: son los bajos de la Farmacia Acosta (en el número 27) y la oficina de Abanca (en el número 40)
De los 17 edificios soportados por columnas de fundición, no todos se pueden contemplar en la actualidad. Buena parte están compartimentados y con las columnas tapadas. Los dos mejores ejemplos que se pueden contemplar fueron fabricados ambos por Castaños: son los bajos de la Farmacia Acosta (en el número 27) y la oficina de Abanca (en el número 40). Aunque los más señeros en sus orígenes fueron los hoteles Colón, 1909, (esquina a Reyes Católicos, actual Cortefiel) y París, 1907, (junto al Pasaje Diego de Siloé). En el primero de los casos, una reforma para acoger la tienda de ropa desfiguró por completo la estructura de pilares de hierro, de manera que la planta sótano añadida ya aparece con enormes machones de hormigón. El antiguo Hotel París lució sus salones de la planta baja con unas bonitas columnas de capiteles corintios; la compartimentación actual en varias tiendecillas impide contemplarlas.
Reyes Católicos que nació sobre el Darro
A finales del siglo XIX se acabó la bóveda que esconde el río Darro. Empezó llamándose calle Méndez Núñez, pero pronto se le cambió por Reyes Católicos. Lo que había sido la parte trasera e inmunda del Zacatín, empezó a cobrar vida justo en el momento en que estaba de moda la construcción de estructuras con pilares de hierro fundido. El arquitecto Giménez Arévalo trazó las casas números 30 (actual pastelería Rey Fernando) y 32 (antigua Castilla). En ambas empleó las columnas de fundición en sus plantas bajas. La número 32 en realidad son dos casas para uso de vivienda de la familia Rodríguez-Acosta, donde ubicaron su banca hasta que ya en la década primera del siglo XX la trasladaron al edificio número 14 de la Gran Vía.
En esta misma calle Reyes Católicos, esquina a Príncipe, existe el único ejemplo de fachada soportada sobre enormes pilares cuadrados, con capiteles de hojas de acanto. Fue el edificio de La Purísima
En esta misma calle Reyes Católicos, esquina a Príncipe, existe el único ejemplo de fachada soportada sobre enormes pilares cuadrados, con capiteles de hojas de acanto. Fue el edificio de La Purísima (Tous en la actualidad). También en esa misma acera de Reyes Católicos fueron colocados varios balcones acristalados de hierro fundido procedentes de fundiciones sevillanas, pero ensamblados por los talleres granadinos.
Los bajantes de canalones, a millares
Si uno es curioso y se va fijando cuando camina por Granada, le llamará poderosamente la atención la enorme cantidad de bajantes de canalones que hay colocados en sus fachadas. Los auténticos de la época dorada de las fundiciones locales están fabricados de una sola pieza, con una inconfundible granada en bajo-relieve en su parte alta, como a dos metros de altura. Cada uno de los tubos lleva impresa la marca del fabricante. Los que más abundan son de fundición Pastor, seguidos de Roca y Castaños. Hay casi otra decena de pequeños fabricantes que se sumaron a este negocio.
Y rizando aún más al rizo, en la actualidad ofrecen granadas de hierro fundido para soldar a tubos antiguos o tubería moderna
Incluso después de desaparecidas aquellas grandes fundiciones, ha habido ferreteros que han encargado estos tubos bajantes para las rehabilitaciones de fachadas del casco antiguo. Y rizando aún más al rizo, en la actualidad ofrecen granadas de hierro fundido para soldar a tubos antiguos o tubería moderna. Los originales siempre fueron fundidos en una sola pieza.
Rejería y cierres de jardines de quintas
Una parte importante del negocio de las funciones se dedicó a fabricar portones y rejas de cierre de las quinterías o edificios públicos que florecieron en Granada en los últimos decenios del siglo XIX y primeras décadas del XX. Todavía quedan bastantes de aquellas rejas de fundición en la zona del Paseo de la Bomba y de la Quinta-Avenida Cervantes.
Roca fabricó y colocó toda la verja que rodea el Jardín Botánico del antiguo colegio de Jesuitas
Uno de los encargos más antiguos de verjas de fundición fue efectuado por la Universidad a la Fundición La Granadina, de Eduardo Roca. Fue la empresa que puso en marcha este empresario en la década de los setenta; Roca fabricó y colocó toda la verja que rodea el Jardín Botánico del antiguo colegio de Jesuitas. Fue colocada con motivo del derribo de la muralla medieval de la calle Escuelas y reforma de ese espacio que acometió, principalmente, Juan Montserrat. En bastantes pilares de la verja se puede ver el sello de La Granadina.
Pocos años más tarde, en 1890, la familia Agrela construyó a las afueras de la ciudad su quinta de recreo conocida como Carmen de los Patos. Su arquitecto incluyó el metal de fundición para construir el templete de entrada que soporta una terracilla en la planta alta, las tres puertas de acceso y la verja que rodea la quinta. La parte metálica fue encargada a la fundición de J. Pastor.
Fue reconstruido el nuevo muro que alinea la calle Recogidas, pero en esta ocasión se aprovecharon los tramos de verja
En el año 1951 fue prolongada y ensanchada la calle Recogidas, con lo cual fue expropiada la parte de servicio y cochera del Palacio de los Patos. Fue reconstruido el nuevo muro que alinea la calle Recogidas, pero en esta ocasión se aprovecharon los tramos de verja, no así las pilastras de sujeción, que son de otra fundición moderna.
En la segunda y tercera décadas del siglo XX era ya Fundición Castaños la que copaba la construcción de verjas de quinterías. Fue la encargada de hacer la que había en el palacete de Fermín Garrido en la Avenida de Andaluces (ya desaparecida) y las del palacete de los Müller en la Gran Vía (50, actual Subdelegación del Gobierno), en el año 1916. Unos pocos años más tarde, también Castaños fundió la verja del Instituto Padre Suárez y un coqueto sombrero que tuvo sobre la puerta principal durante muchos años. Castaño solía colocar su marca de función en la base de los pilares (caso del Padre Suárez) o en las partes bajas de las pilastras de los portones (caso de Gran Vía, 50).
Las plazas de toros y las estaciones del tren
Las plazas de toros de Granada fueron, y son, fieles hijas del apogeo de las fundiciones granadinas de finales del siglo XIX y principios del XX. La plaza de toros del Triunfo estuvo construida por dentro toda en madera. Pero quedó semidestruida por el ciclón que sufrió la ciudad en el verano de 1889. Sus propietarios optaron por reconstruirla, pero en esta ocasión tomaron precauciones y levantaron las dos filas de tendidos superiores con estructura metálica. No conocemos qué fundición o fundiciones acometieron aquella magna obra, pero por las fotos que se conservan podemos apreciar que el primer tendido de palcos estaba sostenido por columnas de hierro fundido y con una techumbre recta. El tendido alto repetía los mismos pilares, aunque soportaba el tejado mediante arcos carpaneles o un tanto rebajados.
Esta plaza del Triunfo fue desmontada en la década de los años cincuenta del siglo pasado. Su solar sirvió para organizar la actual plaza del Triunfo, con la fuente corrida en la parte superior, la imagen de la Inmaculada trasladada unas decenas de metros y la zona ajardinada. Su desmontaje hace ya casi setenta años no nos permite conocer con detalle cómo eran sus columnas y adornos.
El año 1928 supuso un hito para las empresas fundidoras de Granada. Fue la fecha en que acabó la construcción de la plaza de toros de la Avenida de Doctor Olóriz, la única que pervive de las tres que tuvo Granada. La sociedad promotora de su construcción y el arquitecto autor del proyecto, Ángel Casas, se decantaron por imitar la estructura superior como la del Triunfo, además de ser costumbre ya generalizada en muchas otras, que se apuntaron al hierro por su ligereza, resistencia y esbeltez. Se decidieron por levantar el tercer tendido mediante 52 columnas de hierro fundido y colocar unas celosías a modo de arcos de herradura. Los capiteles elegidos son de tipo musulmán, un tanto esquemáticos. Unos pilares mucho más sencillos se alzan desde las gradas del primer piso para soportar el gracioso voladizo que supone todo el último piso. La obra fue realizada por Fundición Castaños.
El segundo hito del año 1928, también firmado por Fundición Castaños, fue la ampliación de la Estación de Tren de Andaluces. Para esa fecha ya habían sido fusionadas las dos compañías, la del Sur y la de Andaluces, y había quedado sólo la segunda como apeadero de personas. Aunque esta estación había empezado a funcionar en 1866, no fue hasta la ampliación de 1928 cuando se decidió añadirle todas las marquesinas de hierro fundido que ha tenido hasta hace pocos años, cuando fue reformada por la llegada del AVE.
En 1928 le fueron añadidas las marquesinas delanteras y la del andén principal al lado contrario, que permanecen casi intactas desde entonces. También construyeron en Fundición Castaños las dos marquesinas corridas que había en los otros dos andenes en mitad de la cabecera de vías (hoy desaparecidas). En algunos pilares de estas estructuras todavía se puede ver el sello del fabricante. Son, sin duda, la mayor concentración que queda del hierro fundido por la industria granadina de intersiglos.
Y para completar este espléndido reportaje, algunos sotros sobre arquitectura de Gabriel Pozo Felguera:
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