"Navidad sin casa. La calle mata"

Villancicos, espumillones y mucho papel de regalo. En Granada hace mucho frío, aire gélido, lluvia, la Sierra hace honor a su apellido y luce Nevada. Al entrar a la consulta, todas las personas hacen el mismo comentario: “qué frío hace hoy”.
Por la puerta del centro de salud entra una señora de más de 60 años, ahogada, helada de frío. Los dedos azulados, tiritando, llorando.
“He dormido en la calle”, “me ahogo”, “tengo mucho frío”.
Horas más tarde, y después de oxígeno, medicación, suero, una manta, una huida y una persona muy comprometida que ha logrado contactar con la familia, encontrar a la paciente y volverla a traer al centro, hablo con la operadora para gestionar la ambulancia que la traslade al hospital.
“Doctora, por favor, dígame el diagnóstico para el traslado”. Mi boca dice “infección respiratoria hipoxemiante”, mi cabeza piensa “sinhogarismo, pobreza, frío, adicción, un desahucio no paralizado…”.
Apenas unos minutos después, otra persona en situación de calle acompañada de otro compañero comprometido: “Voy a sacarle al menos de la máquina un café calentito, que le hace mucha falta”.
2025.
¿De verdad vamos seguir permitiendo esto como sociedad?
¿De verdad vamos a seguir permitiendo que mueran de frío y enfermedad, solas, en la calle? ¿Nuestros impuestos no pueden financiar una alternativa habitacional digna?
LA CALLE MATA. NAVIDAD SIN CASA NO ES FELIZ NAVIDAD.
Marta García Caballos
























