Ídolo de Malagón, la estilizada pieza de marfil hallada en Cúllar del Museo Arqueológico de Granada
"El tronco está dibujado como un trapecio que se estrecha suavemente hasta la cintura para ensancharse en las caderas con una línea elegante y volver a iniciar desde ahí el estrechamiento de las dos piernas, Vientre y sexo están marcados, muy suaves, y los glúteos sobresalen levemente biselados sobre el inicio de los muslos".
Es la descripción de Antoni Arribas Palau en uno de sus trabajo sobre el ídolo de Malagón, hallado, a mediados de los setenta, en el poblado del que toma el nombre la pieza, un yacimiento de la Edad del Cobre situado en Cúllar. El artículo, recogido en los Cuadernos de Prehistoria y Arqueología de la UGR, detalla que la pieza fue encontrada en "rebuscas clandestinas" y recuperada durante las excavaciones que el Departamento de Prehistoria de la UGR hizo durante la campaña de 1975 en el yacimiento eneolítico precampaniforme de El Malagón, en Cúllar.
Procedía de una de las cabañas mejor conservadas y sus dimensiones: 16,6 centímetro de longitud , 3,20 de ancho máximo y 1,80 centímetros de diámetro mínimo.
Marfil tallado.
Altura, 16,6 cm.; anchura máxima, 5,2 cm.
Calcolítico, 2.700-2.300 a.C.
Procedencia El Malagón, Cúllar, Granada.
Comentarios:
Este ídolo apareció en los niveles superiores del interior de la cabaña F, de planta circular que mantenía el zócalo de piedra y alzado de tapial, hoy desaparecido. En su interior se documentó un banco adosado a la pared y un hogar. Esta cabaña era parte de un conjunto con otras que formaban un poblado fortificado. La actividad principal de este poblado, que explotaba los recursos minerales de su entorno, estaba relacionada con la metalurgia del cobre. El ídolo es estilizado y le falta la parte superior del cuerpo, donde se localiza un hueco de forma cuadrangular en el que se engarzaría otra pieza que completaría la figura masculina. En cuanto a su significado, hay varias hipótesis: considerado como un objeto artístico dentro de la iconografía de la Edad del Cobre o como un elemento simbólico que conectaría la vida cotidiana con la muerte. / Ficha obras singulares del Museo Arqueológico de Granada museosdeandalucia.es
"La aparición de una pieza de tan singular interés como es la figurilla que nos ocupa en un ambiente perfectamente datado en el contexto de un yacimiento eneolítico del Sudeste de la Península nos plantea una serie de problemas que intentaremos exponer a continuación. ¿Se trata de una producción local o bien debe atribuirse a algún taller exterior? Si esto fuera así, ¿hacia qué zona deberíamos dirigir nuestra investigación? Parece necesario que procedamos conjugando dos puntos de interés: la materia prima y el estilo de la pieza, teniendo además en cuenta el contexto y el simbolismo de la misma, tanto en un caso como en otro".
Esas preguntas recogidas por Arribas han constituído líneas de investigación en torno a esta pieza y otras similares, como otros dos ídolos encontrados en Jaén -Marroquíes Altos y Torredelcampo-. En esas primeras investigaciones se planteaba que el marfil procediera del noroeste de África donde, como el investigador apuntaba, el elefante substió hasta la época romana.
Pero qué relación, qué comercio había entre el Noroeste de África y el mundo megalítico peninsular. Algunos investigadores apuntaban a un posible comercio de marfil, según esta publicación de Arribas. Pero no había objetos de marfil en los contextos arqueológicos de procedencia de la materia prima. Y en cualquier caso, como relataba ese trabajo de referencia de Arribas, reflejaba un comercio entre dos sociedades en diferentes niveles de evolución social. Y la destinataria, apreciaba el marfil como una materia "exótica y lujosa".
El yacimiento de El Malagón es un pequeño poblado fortificado de la Edad del Cobre, cuyo emplazamiento se sitúa en un suave promontorio a 1.160 metros de altitud sobre el nivel del mar, de forma aproximadamente oval, cuyo eje máximo no alcanza los 100 metros de longitud.
El enclave del poblado adquiere "un alto valor estratégico si se tiene en cuenta que no sólo controla los recursos mineros, sino que está situado en un cruce de caminos donde se ponen en contacto las rutas más importantes que unen la costa mediterránea con el Alto Guadalquivir", detallaba el decreto de su declaración como Bien de Interés Cultural.
El 11 de diciembre de 2001 es la fecha en la que la Junta de Andalucía declaró el yacimiento Bien de Interés Cultural con la categoría de zona arqueológica.
Fue la Dirección General de Bellas Artes, Archivos y Bibliotecas del Ministerio de Cultura la que comenzó su protección en la década de los ochenta, incoando el procedimiento para declararlo monumento histórico-artístico. Con las competencias en Cultura ya transferidas, la Junta prosiguió el expediente. Pidió un informe a la Real Academia de Bellas Artes Virgen de las Angustias y en 1994, la Comisión Provincial de Patrimonio Histórico informó favorablemente. Salvados los trámites, incluida la alegación de un propietario, finalmente se procedió a su declaración como BIC y se delimitó la zona arqueológica.
"El área excavada en las sucesivas campañas ha mostrado la existencia de un conjunto de cabañas de diferentes dimensiones, quedando así mismo documentada una potente línea de muralla que bordea el extremo norte del poblado. La distribución general de las cabañas dentro del poblado pone de manifiesto un sistema primitivo de organización urbanística basado en viviendas circulares aisladas, aunque agrupadas en determinadas zonas y dejando pequeños sectores como espacios libres, hacia los cuales se orientan, por lo general, las puertas de las cabañas.
Es también característica de este poblado la existencia de numerosas fosas de diversos tamaños y de planta circular o irregular que se encuentranen su mayoría al exterior de las cabañas, que se utilizaron, probablemente, como vertederos.
Cerrando el área de habitación por el lado norte, aparece una línea de fortificación que discurre en sentido este-oeste. La muralla está formada por piedras de regular tamaño, trabadas con un tipo de barro similar al que se empleó como mortero en los muros de las viviendas.
La cara interior se mantuvo sin modificaciones a lo largo de toda la vida del poblado, mientras que hacia el exterior se realizaron diversas reconstrucciones. Finalmente, hay que señalar como obra de defensa del hábitat la existencia de un pequeño fortín de planta aproximadamente circular, muy destruido, que se halla emplazado sobre la cima del cerro inmediato al poblado".
Como se observa en las fotografías, la pieza que se exhibe en el Museo Arqueológico de Granada no tiene cabeza. Pero sí unos agujeros en la parte superior que, estudiadas otras semejantes, como las ya señaladas que se encontraron en Jaén, indican que pudo tenerla, articulada a través de alguna pieza.
De hecho, Arribas recogió incluso dibujos de cómo podría haber sido el ídolo de Malagón completo. Se decantaba por que no tuvo brazos, por la dificultad para encajarlos. Llegó incluso a dibujar posibles reconstrucciones, como se recoge en el mencionado trabajo de los Cuadernos de Arqueología de la UGR.
En una investigación más reciente, del profesor Víctor Hurtado, del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Sevilla, se indica que precisamente que uno de los aspectos menos desarrollados en la investigación prehistórica española es el estudio de estos ídolos. "Existen numerosos tipos de representaciones simbólicas, diferentes manifestaciones estilísticas y una variada distribución geográfica", apunta en un artículo titulado "Ídolos, estilos y territorios de los primeros campesinos en el sur peninsular".
Hurtado en tres expresiones y territorios diferentes: ídolos placas, oculados y antropomorfos -en el que se enmarca el de Cúllar-. El número de estos últimos es más reducido y según apunta el profesor, su aparición está relacionada con los cambios socioeconómicos que se producen en el III milenio antes de nuestra era.
"El ídolo antropomorfo sería la última manifestación de este proceso de representación simbólica y se relaciona con la aparición de las élites y los primeros indicios claros de jerarquización. Como hemos podido observar se trata de la manifestación simbólica menos numerosa y la que requiere una mayor dedicación en tiempo y habilidad para su elaboración de todas las conocidas entre los milenios IV y III a.n.e., especialmente en el trabajo de las estatuillas de caliza. Su escasa diferenciación formal y estilística en una amplia extensión como es el sur peninsular apoyaría la hipótesis de A. Hernando respecto al campaniforme de que se trata de representaciones con la función de identificar la posición preeminente de ciertos individuos en su grupo social y ante otros grupos paralelos de poder, a la que habría que añadir la de legitimar y sacralizar su estatus elevándolo a la categoría religiosa, como un intermediario entre la sociedad y las creencias míticas", resume.
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