Sandalias y cestería de esparto coronadas de oro, las joyas prehistóricas del Museo Arqueológico de Granada
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En el recinto que señala el plano con la letra D, hallaron los mineros doce cadáveres colocados en semicírculo alrededor de un esqueleto de mujer, admirablemente conservado, vestido con túnica de piel, abierta por el costado izquierdo y sujeta por medio de correas enlazadas; mostrando collar de esparto, de cuyos anillos pendian sendas caracolas de mar, esceptuando el anillo del centro, que ostentaba un colmillo de jabalí labrado por un estremo. Estuvo sin duda adornado el esqueleto con zarcillos de piedra negra, pendientes de otro objeto que no se encontró, pues eran de una sola pieza sin interrupción ni entrada.
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En diferentes parajes de la cueva, y especialmente en el punto E del plano citado, encontraron los esploradores sobre cincuenta cadáveres, todos con sus calzados y trages de esparto, á estilo de las cotas de malla, sendas armas de piedra y de huseo como las ya descritas, y un alisador de piedra.
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Cerca de sí tenía cada cual de los tres esqueletos, que estaban en el sitio determinado con la letra C en el plano, un ceso ó bolsa de esperato, cuyo tamaño variaba de seis á quince pulgadas, dos llenos de cierta como arenosa tierra negra, que tal vez fueran alimentos carbonizados por la accion del tiempo, y otros varios cestillo ó bolsitas con mechos de cabellos ó flores, ó gran cantidad de adormideras y conchas univalvas".
Reproducción de las piezas en el libro de De Góngora y Martínez.
Acaban de leer un extracto, textualmente reproducido -a excepción de las referencias a los dibujos numerados que ilustran algunos de los hallazgos explicados-, de la descripción que Manuel de Góngora y Martínez hace, en el libro Antigüedades prehistóricas de Andalucía*, considerado uno de los primeros manuales de Arqueología de España y Europa, de las singulares piezas y restos encontrados en la Cueva de los Murciélagos de Albuñol.
En la cueva, a la que se accedió por primera vez en 1831, se encontraron sandalias, gorros y cestería de esparto únicos
En esa cueva, a la que se logró acceder por primera vez en 1831, como explica el libro del que fuera catedrático de Historia Universal en la Universidad de Granada en el siglo XIX y pionero en la labor arqueológica, se encontraron joyas de incalculable valor. Y no es la citada diadema de oro, que también. Sandalias, gorros, cestería de esparto y túnicas con miles de años de antigüedad. Objetos extraordinarios que hablan del estilo de vida de los pobladores de esta zona en la Prehistoria.
Una muestra de esos hallazgos, piezas únicas, se pueden contemplar en el Museo Arqueológico de Granada, que reabrió el pasado 16 de junio tras el obligado cierre por la pandemia el pasado. Tras la vitrina de una de sus salas el visitante puede observar unas sandalias de esparto muy similares a las que, 7.000 años después, labradores y pastores confeccionan por los campos del entorno, y la dorada diadema.
Isidro Toro, director del Museo Arqueológico, junto a las piezas que protagonizan este reportaje. indegranada
Estos objetos reflejan altos estándares de calidad de vida de esta sociedad
Se exhiben en un espacio donde se representa de un lado la rica espiritualidad y altos estándares de vida alcanzados entre el Neolítico y la Edad del Cobre -Calcolítico-, entre 5.000 y 3.000 años antes de Cristo. En algunos casos, por tanto, hace unos 7.000 años. Lo explica a El Independiente de Granada el director del museo, Isidro Toro, para destacar que esas piezas evidencian que ya había un desarrollo: eran homo sapiens plenamente formados y con desarrollo de sus capacidades manuales y para actividades de sus conocimientos "tan avanzado que generan productos como sandalias de esparto cuya manufactura se sigue haciendo igual 7.000 años después". Y a ello se suma, según enfatiza, que reflejan altos estándares de calidad de vida de esta sociedad. Botones, agujas para coser...
Teniendo en cuenta que los restos de madera normalmente se pierden, porque no resisten la conservación, el buen estado de los textiles localizados en la Cueva de los Murciélagos le da "una excepcionalidad única" a las piezas.
Son subraya Toro, los primeros restos de cestería que se conservan en toda Europa. Ahora, agrega, han comenzado a aparecer objetos hechos con hueso, como instrumentos musicales o lanzas de madera, pero los encontrados en Albuñol, una pequeña parte de los cuales se conserva en el edificio de la Carrera del Darro y el grueso de la colección en el Museo Arqueológico Nacional, son los primeros restos de elementos de vestir que se tienen en toda Europa.
Son parte de los tesoros del Museo Arqueológico de Granada, a los que Isidro Toro se refiere como "una colección de piezas singulares y únicas de incalculable valor histórico, científico, patrimonial y artístico".
Respecto a las dos sandalias explica que están realizados en esparto con núcleo central compuesto, que consiste en rodear ese núcleo con una cuerda en espiral, por torsión o trenzado, que completa la suela.
Las sandalias y la diadema son los objetos que se pueden contemplar en una de las salas del museo, pero la colección que guardan y conservan con esmero -fuera de los espacios expositivos- los profesionales de la institución son igualmente excepcionales e impactantes.
"La Caverna de los Murciélagos hubiera sido un libro abierto y de fácil é inapreciable lectura. Mas por desgracia los mineros solo buscaban metales; ocnsiderando las hachas como piedras de toque, y encendidos en codicia por la diadema de oro, todo lo volcaban, confundian y despedazaban frenéticos, vaciando cestos y rompiendo jarros, desarticulando cadáveres y lanzando tan preciosos despojos por el derrumbadero á la profundidad del barranco". Es una de las reflexiones que hace Manuel de Góngora y Martínez en 'Antigüedades Prehistóricas de Andalucía'. En esa publicación desvela que fue en 1867 cuando él trató de visitar la cueva, acompañado por José Antonio Sánchez, vecino de Albuñol, y de José Cuadrado, su ayudante, a quien describe como "mi fiel dependiente".
La figura de Manuel de Góngora y Martínez y el Museo Arqueológico de Granada
El catedrático, que fue decano de Filosofía y Letras, desarrolló una intensa labor arqueológica -directamente o a través de ayudantes y eruditos locales- por Granada, Málaga, Jaén y Almería. Fue un "visionario", según subraya Toro, si bien aún ese trabajo no estaba planteado como lo conocemos hoy -no estaba desarrollado el concepto de excavación arqueológica, lo que planteaban era una 'recolección'-. Era una actividad más entendida como coleccionismo. Sin olvidar, además, que aunque ya comenzaron a aprobarse leyes e instrucciones para la creación de museos, las piezas descubiertas terminaban formando colecciones privadas, vendidas o cedidas a las primeras instituciones museísticas o incluso entrando en el mercado de antigüedades. El dominio público no llegaría hasta 1931, con la Segunda República.
Colecciones privadas como la que atesoró De Góngora y Martínez en sus trabajos serían los embriones, como en el caso de Granada, de los Museos Arqueológicos. Los tesoros del esparto localizados en la Cueva de los Murciélagos es un buen ejemplo de esta dinámica. Las piezas principales se exhiben en el Museo Arqueológico Nacional, mientras que otra parte tuvo como destino el de Granada. Una de las razones de peso para ello fue que el primer director del Museo Arqueológico granadino fue el hijo de De Góngora, Francisco Góngora del Carpio, que pertenecía al cuerpo de archiveros y bibliotecarios.
Retrato de Manuel de Góngora y Martínez, pionero en la Arqueología.
En un trabajo publicado por María del Mar Villafranca, sobre Los Programas Museológicos, se indica cómo Góngora hijo había solicitado al Gobierno la posibilidad de adquirir la rica colección arqueológica de su padre. Una colección que Villafranca enmarca en un objetivo por parte de De Góngora y Martínez y otros eruditos como Eguilaz y Yanguas, Gómez Moreno padre e hijo o Fernández Guerra: "la defensa de la arqueología como medio eficaz para mitigar la destrucción del patrimonio histórico-artístico, contribuyendo, de este modo, a sentar las bases del pensamiento conservacionista contemporáneo.
Como responsable del Museo Arqueológico, a Góngora del Carpio le tocó enfrentarse a un largo peregrinar por distintos emplazamientos, entre ellos una época entendida inicialmente como provisional pero que se alargaría más de lo deseado, en los bajos del Ayuntamiento de Granada. En unas dependencias "dos metros más abajo que el nivel de la calle y por consiguiente la humedad es grandísima y perjudica notablemente los objetos y con especialidad los de yeso y pasta, de los que hay preciosos ejemplares del arte arábigo granadino", escribió en una carta enviada a sus superiores.
La humedad no era el único problema referido. "Por si esto no fuese bastante la habitación contigua a la que están los objetos la tiene el Ayuntamiento destinada a depósito de ácidos, líquidos y otras materias peligrosísimas para la desinfección en caso de epidemia. Esto á más de lo peligroso para un incendio es sumamente molesto pues solamente separa dicha habitación un tabique que tiene dos puertas de madera y lienzo por los cuales penetran fortístimos e insoportables olores que despiden las indicadas materias".
Entrada al Museo Arqueológico en su actual emplazamiento en la Carrera del Darro. indegranada
Pese a esas dificultades, detalla la publicación de Villafranca, sería en estos años cuando el museo granadino se enriquecería "cualitativamente" con los fondos de Manuel de Góngora. La adquisición fue impulsada desde la Dirección General de Instrucción Pública y la compra avalada por un informe de una comisión de expertos. Fue esa comisión la que redactó un catálogo razonado y científico, tasó las obras y decidió cuáles en orden de importancia y calidad debían pasar al Museo Arqueológico Nacional y las que ingresarían en el granadino.
(*) Edición facsímil con estudio preliminar de Mauricio Pastor Muñoz y Juan Antonio Pachón Romero
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