"Quien cuenta un chiste racista o de humor negro no es racista ni terrorista", dice Hugo Carretero, científico del humor de la UGR
"La investigación nos ha demostrado que quien alguna vez se ha divertido o contado un chiste racista no es racista, y que quien se ha divertido o narra un episodio de humor negro no es un terrorista o un asesino. La ridiculización o la humillación son ingredientes básicos del humor", cuya clave es "denigrar o humillar al otro". Así opina Hugo Carretero, profesor de Metodología de las Ciencias del Comportamiento de la Universidad de Granada y, según la UGR, uno de los mayores expertos de España en estudiar el humor desde un punto de vista científico, en referencia a los polémicos tuits que han costado el puesto al ya dimitido concejal de Cultura del Ayuntamiento de Madrid, Guillermo Zapata.
Para Carretero, la respuesta ante el humor denigrante, como los chistes sexistas o racistas, o ante el humor negro, depende de las características del receptor y del contexto, y de que quién escucha se sienta o no identificado con el colectivo al que se hace referencia en el chiste, sean mujeres, inmigrantes o políticos. Según el investigador, el humor no existe sin contexto, por lo que evaluar un chiste determinado teniendo en cuenta solo el chiste en sí mismo es una simplificación del humor, de sus consecuencias y de su propia función.
“La clave de cualquier tipo de humor es dónde se cuenta el chiste, en qué contexto, ante qué audiencia y qué características tiene la persona que escucha el chiste”, explica Carretero.
Según el científico, el humor negro "se ha intentado controlar a lo largo de la historia". La distinción entre humor "adecuado" e inadecuado, lo que hoy se le llama políticamente correcto o no, "ha estado presente a lo largo de los tiempos". Y polémicas como la de Zapata, que ha dimitido por unos chistes publicados en Twitter sobre el Holocausto o víctimas del terrorismo, "demuestran, una vez más, que el humor refleja en qué tipo de momento histórico nos encontramos". En la actualidad, aunque el humor lo domina todo, a juicio de Carretero, lo domina de una manera "benigna" o inocua. "En una sociedad donde la clave es el 'yo', el bienestar personal y las emociones placenteras, se ve como un ataque imperdonable cualquier amenaza a ese bienestar", dice el investigador.
Humor sobre tragedias
"Si algo define el humor es, preciamente, su falta de límites, y es ahí donde surge el humor negro", continúa Carretero. “La antropología nos muestra que el contenido de las bromas y objeto de los chistes suele estar relacionado con los asuntos más importantes de cada sociedad: los intereses dominantes, las actitudes y valores relativos a las identidades (género, etnia, clase social, etc.), pero también las tragedias, como una forma de romper normas, al tratarse el propio hecho de contar ese chiste inadecuado como una reivindicación de que tenemos derecho a poner en duda lo que nos dicen que es intocable”, apunta Carretero.
“La sorpresa es la clave del humor, y no hay nada más sorprendente e inesperado que hacer humor con la tragedia o con el drama de una manera creativa e ingeniosa. Es decir, no basta con hacer uso del drama o la tragedia: hay que hacerlo de manera ingeniosa, creativa”, relata el experto de la UGR.
De esta forma, nos puede resultar “gracioso” el humor negro, porque la forma de presentarse el chiste nos resulta creativa y original, aunque a la misma vez nos despierte rechazo el contenido sobre el que versa. El humor ante todo supone una ruptura de las reglas, y cuanto más fijas sean estas reglas, más alerta aparece el humor para intentar romperlas.
Las investigaciones de Hugo Carretero han quedado plasmadas recientemente en la revista más importante del mundo del género, Humor, en colaboración con el profesor Thomas Ford, de la Western of Carolina University (Estados Unidos), en el que también participa la profesora de la UGR Mónica Romero.