'Villa Conspiración' o la Caja Rural donde ningún director llega a jubilarse

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Esta Caja es la que más directores generales, cambios estatutarios y ceses de ejecutivos ha experimentado en su corta existencia
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Uno de los primeros en ser expulsado del consejo rector por una jugarreta de sus compañeros fue el político José Torres Hurtado
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En la crisis de 2002 los directivos corrían a ofrecérsela a Cajamar, al PP o al PSOE, según su afinidad personal o apetencia de progresar
Como hombre de campo, habló con toda sinceridad: “¿Sabes? –me dijo casi susurrándome─, veo que esta Caja se ha convertido en una fábrica de Albacete”. No entendí al principio. Pero me precisó que ya no era el proyecto con el que soñó treinta y cinco años atrás. “Yo creé un banco agrícola, no una escuela de conspiradores”, apostilló
Me ha pedido el director de El Independiente de Granada que esboce algunos rasgos de la historia de Caja Rural de Granada. Ahora que vuelve a ser noticia por el relevo (¿cese?) de otro director general. El interés mediático renace por lo sorpresivo de la medida y lo inoportuno del momento. Respondo gustoso, haciendo un copy-paste de mis memorias, aunque advierto que este capítulo lo dejé cerrado en 2018 y no tengo la más mínima intención de volver a abrirlo. Entresacaré unos cuantos párrafos y anotaciones que viví personalmente en los tiempos que fui asesor externo y/o empleado responsable de montar su Fundación. Hasta que también yo fui damnificado por los de Albacete.
En el año 2005, cuando encargué al catedrático Manuel Titos la publicación del libro “oficial” de Historia de Caja Rural (1970-2005), me reuní infinidad de veces con el fundador de la sociedad cooperativa de crédito. Eduardo Jiménez Gil de Sagredo (1923-2011) era ya octogenario, pero conservaba una agilidad mental envidiable. Me confió su archivo, fotos, documentos y sus mejores recuerdos. Como hombre de campo, habló con toda sinceridad: “¿Sabes? –me dijo casi susurrándome─, veo que esta Caja se ha convertido en una fábrica de Albacete”. No entendí al principio. Pero me precisó que ya no era el proyecto con el que soñó treinta y cinco años atrás. “Yo creé un banco agrícola, no una escuela de conspiradores”, apostilló.
Auguraba lo peor, porque para entonces ya le llegaban demasiados indicios de zancadillas internas
Cuando se cumplían 35 años de su creación, la entidad financiera cooperativista había crecido como una más en el mercado provincial, hasta alcanzar casi el 20% de cuota de mercado. Ya no trabajaba sólo el campo. Había salido del campo precisamente para ayudar al campo. Pero el fundador nos confesó que no le gustaba que en puestos medios y directivos todo el mundo pareciera portar faca al cinto (o en la liga de la media); en vez de dedicarse a trabajar en lo suyo. Auguraba lo peor, porque para entonces ya le llegaban demasiados indicios de zancadillas internas.
Origen de la Caja Rural Provincial de Granada
En el año 1969, la Caja General de Ahorros de Granada (q.e.p.d.) copaba ya más del 40% del negocio en la provincia de Granada. El resto era mercado de la banca privada (con el Banco de Granada de moda) y un porcentaje muy pequeño de la Caja Postal. Los agricultores, especialmente las cooperativas, tenían muy difícil el acceso al crédito. Entonces surgió la figura de Eduardo Jiménez Gil de Sagredo, terrateniente y abogado, que empezó a mover los hilos para montar una sección de créditos cooperativos. De hecho, había algunas cooperativas locales que ya las tenían. Al final le resultó una cooperativa de crédito de carácter provincial. Se llamaría Caja Rural Provincial de Granada. En el empeño le acompañaron la Unión Territorial de Cooperativas (UTECO) y el funcionario Eduardo Panadero. Su modelo a seguir fue la Caja Rural de Jaén. Fueron los años en que aparecieron más de un centenar de cajas rurales por España, de ámbito local, comarcal y provincial.
La Caja comenzó a abrir oficinas de manera desenfrenada por toda la provincia. Para 1973 fue amenazada por el Banco de España con su clausura por haber abierto 27 oficinas al margen de la normativa
En enero de 1970 tuvo lugar la asamblea constituyente, con un grupo de cooperativas como primeros socios. En abril de aquel mismo año abrieron la primera oficina en Severo Ochoa y otra en el número 28 de la Gran Vía. Hacía las veces de presidente y director general el propio fundador, si bien auxiliado por profesionales provenientes de otras entidades bancarias. La Caja comenzó a abrir oficinas de manera desenfrenada por toda la provincia. Para 1973 fue amenazada por el Banco de España con su clausura por haber abierto 27 oficinas al margen de la normativa.
Empezaba el despegue económico en España. En 1975, la cajita se estaba haciendo Caja y fue preciso nombrar a un director general: José Fernández Bédmar (1976-78). El negocio iba estupendamente y la cooperativa adquirió el edificio sindical de Gran Vía, 48. Allí, tras derribarlo, levantaron uno nuevo del que sólo se ocuparon las plantas bajas y el sótano; el resto fueron alquiladas al Ministerio de Agricultura.
Tras diez años en la presidencia, Eduardo Jiménez cedió el testigo sin hacer ruido y pasó a ser asesor del nuevo director general: Federico Terrón Muñoz (1979-81). La empresa empezaba a funcionar con un organigrama bancario y continuaba creciendo, pero limitada al mundo agrícola, ganadero y cooperativo.
El año (1992) que se inauguró el edificio acristalado supuso un punto de inflexión para que la entidad se hiciera mayor… pero también afloraron las luchas intestinas por el poder en la cúpula de la tímida cooperativa de crédito
El siguiente salto cualitativo y cuantitativo llegaría pronto de la mano de uno de los directivos del equipo de Terrón: Vicente Matoses Pomer. Se había formado en entidades similares del Levante y Teruel. Resultaba un hombre totalmente distinto en el fondo y en las formas; de sólidos conocimientos; no le temblaba la mano a la hora de tomar decisiones, para bien o para mal. La Caja Rural Provincial de Granada experimentó, bajo su dirección, la mayor etapa expansiva y de estabilidad que se ha conocido en esta entidad. También era duro, pero generoso con la plantilla. Inspiraba confianza al Banco de España y a sus grandes clientes. Iba a permanecer de director general, en aquella primera etapa, desde 1981 hasta el verano de 1995. Convivió con los presidentes Federico Hita (1980-83), Segismundo Nogueras (1983-92) y Antonio Luis Romero Contreras (1992-2002).
La sede social de Gran Vía se quedó angosta y la Caja tomó la decisión de construir el edificio de la carretera de Armilla (hoy avenida Fernando de los Ríos), esquina a Don Bosco. El año (1992) que se inauguró el edificio acristalado supuso un punto de inflexión para que la entidad se hiciera mayor… pero también afloraron las luchas intestinas por el poder en la cúpula de la tímida cooperativa de crédito.
Torres Hurtado, primera víctima de la fábrica de Albacete
José Torres Hurtado (Píñar, 1946) hoy es enormemente conocido. Era terrateniente y técnico agrícola; en 1980 ya había despuntado en la Cámara Agraria Provincial y en ASAJA. En 1981 entró como vocal del Consejo Rector de la Caja Rural Provincial, a la sombra de Federico Hita Romero como presidente. En 1982 fue elegido diputado nacional por Alianza Popular y en 1990 pasaba a ser diputado autonómico. Su figura se agigantaba en política, pero dentro de la Caja Rural había mucho temor a que se hiciera con todo el poder. Al menos, eso les pareció a sus compañeros de consejo rector.
El pretexto fue adaptarlos a la nueva legislación autonómica, de la que pasaban a depender las cooperativas; aparentemente, se buscaba mayor democratización. Pero también escondían alguna que otra trampa
Fueron modificados los estatutos sociales en 1985 para afrontar la renovación de la asamblea; el cambio de los estatutos empezaba a ser una práctica recurrente que se ha prodigado demasiado desde entonces. El pretexto fue adaptarlos a la nueva legislación autonómica, de la que pasaban a depender las cooperativas; aparentemente, se buscaba mayor democratización. Pero también escondían alguna que otra trampa.
En la renovación del consejo rector de 1992 se decidió que las candidaturas se presentaran abiertas; parecía lo más democrático. Las listas estaban compuestas por aquella época igual que ahora, es decir, 12 titulares y 5 suplentes. Había gente que ya auguraba presidente a José Torres Hurtado al ser uno de los principales activos de Alianza Popular en Granada, partido muy imbricado entre los terratenientes y socios. Pero antes tenía que salir votado vocal del consejo rector.
De manera secreta, la mayor parte de sus compañeros de candidatura y del equipo directivo pusieron en marcha una estrategia para apearlo del consejo. Fue sencillo: el proceso de asambleas preparatorias siempre ha estado en manos de los directores de oficinas, de la red comercial
De manera secreta, la mayor parte de sus compañeros de candidatura y del equipo directivo pusieron en marcha una estrategia para apearlo del consejo. Fue sencillo: el proceso de asambleas preparatorias siempre ha estado en manos de los directores de oficinas, de la red comercial. Cada director solicita la delegación de voto a los socios de su pueblo, especialmente a los que tienen mayor número de votos en función de sus aportaciones al capital. A los directores con mayor número de votos delegados se les señaló qué miembros de la candidatura abierta debían votar y a quiénes no.
Los directores-asambleístas se saltaron el nombre de José Torres Hurtado, tal como se les señaló desde Gran Vía, 48; de manera que el político quedó por debajo del número 12 y, por tanto, fuera del consejo rector. La jugada también incluía a José Antonio Bustos, que llevaba 12 años como secretario del Consejo; pero en este caso calcularon mal y, por estrecho margen, consiguió permanecer de consejero. La democracia interna funcionaba, aunque teledirigida.
La consecuencia fue que José Torres Hurtado abandonó el consejo de la Caja Rural para siempre, donde había permanecido entre 1981 y 1992
La consecuencia fue que José Torres Hurtado abandonó el consejo de la Caja Rural para siempre, donde había permanecido entre 1981 y 1992. A partir de entonces se dedicó a la política muy activa: fue senador, delegado del Gobierno en Andalucía y Alcalde de Granada. Hasta que en 2016 fue apeado por su propio partido (PP) de la alcaldía.
La inestabilidad, una constante en la Caja
A partir de 1992, el nuevo consejo ─presidido por el afable Antonio Luis Romero Contreras─ iba a empezar una nueva etapa. Se inició muy rompedora y personalista con un arrollador Vicente Matoses. La convivencia entre consejo y dirección general duró sólo tres años; en el consejo y algunos trabajadores había voces que soplaban al oído del presidente celos sobre el excesivo protagonismo que estaba cogiendo Matoses. Parecía decidirlo todo en la empresa.
En julio de 1995, Vicente Matoses fue cesado como director general. Su lugar fue ocupado por la que había actuado hasta entonces como su mano derecha, Pilar López Rubio. Mujer serena, seria, experta en administración. Pero la figura y el equipo de Pilar ya no infundían el mismo respeto –y temor─ que Vicente Matoses
En julio de 1995, Vicente Matoses fue cesado como director general. Su lugar fue ocupado por la que había actuado hasta entonces como su mano derecha, Pilar López Rubio. Mujer serena, seria, experta en administración. Pero la figura y el equipo de Pilar ya no infundían el mismo respeto –y temor─ que Vicente Matoses. Prosiguió en parte la línea continuista de su predecesor en cuanto a gobierno interior, pero mucho menos agresiva en lo comercial. A pesar de ello, en su etapa se comenzó a hablar de la posibilidad de buscar nuevos mercados en la provincia de Málaga, cuya Caja Rural desapareció durante su mandato. Puso las bases de la futura interprovincialización de la Caja Rural Granada (como se llama hoy).
Hasta que tocó la nueva renovación de órganos rectores de 2002, sin duda la más competida de la historia de Caja Rural. Hasta entonces. La candidatura ganadora, encabezada por Federico Hita Romero en su segunda etapa, se alzó con el triunfo. En aquellas elecciones también estaba presente Antonio Robles Lizancos, fundador y presidente de COVIRÁN, a quien se concedían serias posibilidades de alzarse con la presidencia en un futuro no muy lejano, debido a su brillante trayectoria como empresario del comercio. Pero quedó apeado en las elecciones. La consecuencia inmediata fue el cese de Pilar López Rubio en la dirección general; se la acusó de haber roto su obligada neutralidad y apoyar la candidatura del anterior presidente, Antonio Luis Romero Contreras. El asunto no quedó nada claro.
En aquel momento había media docena de directivos que se autoconsideraban capacitados y acreedores a acceder al puesto de director general de la Caja Rural. Pero en este caso, el consejo –temeroso de dividir a la plantilla si apostaba por alguien formado en la casa─ se decantó por buscar a uno de fuera. El agraciado fue Pascual Candel
En aquel momento había media docena de directivos que se autoconsideraban capacitados y acreedores a acceder al puesto de director general de la Caja Rural. Pero en este caso, el consejo –temeroso de dividir a la plantilla si apostaba por alguien formado en la casa─ se decantó por buscar a uno de fuera. El agraciado fue Pascual Candel; hombre campechano, capaz de vender hielo a los esquimales, se fogueó en el Banco de Granada, director de Mercagranada y, recientemente, de la gerencia del Campus de la Salud, que por entonces era un proyecto embrionario.
Pascual Candel no sospechaba en el avispero en que se metía. Las piedras de amolar cogieron velocidad, echaban chispas. Era un rumor a voces por toda la Caja que él, más algún directivo, estaban tanteando vender la Caja Rural de Granada a Cajamar, que por 2003 enfilaba su conversión en un banco de carácter nacional. Los rumores fueron alentados por algunos directivos contrarios, jefes de zona y aspirantes a los servicios centrales.
Oferta de abrir las puertas al PSOE
Se prodigaban bulos y anónimos. Se daba por sentado que la mayoría del consejo rector estaba alineado con el Partido Popular. Cada directivo tiraba a su monte particular: hubo uno que corrió a entrevistarse con el secretario del PSOE, Jesús Quero Molina, pidiéndole ayuda para su causa y ofreciéndole la entrada del partido socialista en el consejo de la Caja Rural; Quero puso a trabajar en el proyecto a un motrileño pelirrojo con bigote y a una mujer de su ejecutiva (hoy eurodiputada), pero desecharon la idea por irrealizable. Aquella reunión entre el directivo desleal y el secretario del PSOE ocurrió el 22 de noviembre de 2002. Jesús Quero hace años que está jubilado, nos echamos unas risas cada vez que rememoramos aquel asalto fallido al fuerte financiero. El directivo proponente de la operación lleva perpetuándose como presidente de la Caja Rural desde 2008.
Todos los días aireaban sus diferencias en prensa; a los periodistas nos llegaban infinidad de anónimos. El Banco de España exigía informes casi a diario
Otro directivo del entorno de la asesoría jurídica continuó insistiendo con abrir las puertas a Cajamar. Un tercero se entrevistó con Juan de Dios Martínez Soriano (presidente del PP) con el mismo fin que fue quien llamó a las puertas del PSOE. Los miembros del equipo directivo convirtieron la Caja en un guirigay aquellos meses. Todos los días aireaban sus diferencias en prensa; a los periodistas nos llegaban infinidad de anónimos. El Banco de España exigía informes casi a diario.
Hasta que parte de la plantilla se manifestó ante el consejo; éste se tambaleó dubitativo. Entregó la cabeza de Pascual Candel, era noviembre de 2003. Candel fue cesado bajo la acusación de querer vender la Rural de Granada a Cajamar; nunca se supo si fue cierto el rumor. Candel pasó poco tiempo después a trabajar como directivo en esta caja almeriense. Blanco y en botella. En Cajamar se jubiló de director regional (Falleció hace dos años, DEP). Los colaboradores que se trajo a Caja Rural desde el PTS también fueron despedidos escalonadamente como represalia.
En 2003, en el consejo rector habían conseguido sentar a varios empleados/socios de la plantilla, además del representante laboral estatutario. La tensión aumentó aún más, se les iba de las manos. A alguien del consejo se le ocurrió recurrir al mítico Vicente Matoses, de nuevo
En 2003, en el consejo rector habían conseguido sentar a varios empleados/socios de la plantilla, además del representante laboral estatutario. La tensión aumentó aún más, se les iba de las manos. A alguien del consejo se le ocurrió recurrir al mítico Vicente Matoses, de nuevo. Parecía el único con prestigio y respetado por la plantilla, capaz de devolver de nuevo la paz a la empresa. El 24 de noviembre de 2003 fue citado secretamente en Baza (se encontraba trabajando en Barcelona, como director regional de Cajamar). Allí mismo quedó firmado el nuevo contrato. El consejo le necesitaba para sembrar tranquilidad. Así ocurrió, pero no se fiaban de él. La consigna era no dejar que adquiriese el poder que tuvo en su primera etapa.
Por segunda vez, eligió un proyecto urbanístico de impacto simbólico: levantar un nuevo edificio central en el Cerrillo de Maracena; una especie de velero (era muy aficionado a navegar a vela) que se vería desde toda la capital y parte de la Vega. El famosísimo Norman Foster hizo el primer boceto. Estábamos ya en diciembre de 2004
Vicente Matoses, todo lleno de ilusión, y ya rebasados sus sesenta y dos años, asumió el plan expansivo de Málaga y pensó en la implantación en Almería, y quizás Murcia. Quiso inyectar euforia a la plantilla e iniciar una nueva etapa, quitar el pelo de la dehesa que arrastraba la entidad. Por segunda vez, eligió un proyecto urbanístico de impacto simbólico: levantar un nuevo edificio central en el Cerrillo de Maracena; una especie de velero (era muy aficionado a navegar a vela) que se vería desde toda la capital y parte de la Vega. El famosísimo Norman Foster hizo el primer boceto. Estábamos ya en diciembre de 2004.
Y hablaba, hablaba, hablaba de proyectos futuros… de lo que haría cuando él fuera presidente cuando se jubilase en la dirección general. Así un día tras otro. Sin caer en la cuenta de que en su comité de dirección tenía al menos a tres directivos que corrían raudos a sembrar cizaña a los oídos del presidente y del vicepresidente (Dos de ellos han llegado después a directores generales). Aquello fue su final. Fue cesado y obligado –si quería cobrar la indemnización─ a renunciar como socio. No se quería correr el riesgo de que regresara para ganar otra batalla después de muerto. Temían que presentara candidatura en las siguientes elecciones presidenciales.
Época de cuchillos largos
La plantilla había recobrado la normalidad y la confianza durante los casi dos años de la segunda etapa de Vicente Matoses. Además, puso en marcha una política de incentivos que llegó a retribuir a la plantilla hasta con 18,5 pagas en el año 2004. Era un buen momento económico y los beneficios acompañaron. Pocos trabajadores de Granada estaban mejor pagados que los de Caja Rural en época de Vicente Matoses, especialmente los más cercanos de su equipo directivo.
A partir del 16 de septiembre de 2005 (fecha del cese de Matoses), el Banco de España perdió su paciencia con Caja Rural de Granada. Se estuvo pensando si intervenirla o no, pero finalmente enviaron a tres inspectores a controlarla durante varias semanas
A partir del 16 de septiembre de 2005 (fecha del cese de Matoses), el Banco de España perdió su paciencia con Caja Rural de Granada. Se estuvo pensando si intervenirla o no, pero finalmente enviaron a tres inspectores a controlarla durante varias semanas. Había que volver a enviar informes de situación casi a diario; se temía la huida masiva de depósitos. Pero no ocurrió la temida descapitalización, como la que hundió al Banco de Granada unos años antes. Solamente obligaron a reclasificar y dotar una serie de operaciones al departamento financiero, que no les ofrecían demasiadas garantías. Casi todas relacionadas con alegrías en promociones urbanísticas que después tuvieron serios problemas de viabilidad.
En esta ocasión, el consejo rector de Caja Rural no optó por buscar de inmediato a un nuevo director general. Nombró un triunviro entre los directivos de los departamentos de mayor peso: Dimas Rodríguez (Financiero); Alejandro Castilla (Sucursales); y Antonio Serrano Reifs (Participadas). Los tres estuvieron durante dos meses tratando de hacerse acreedores de pasar a la finalísima para el cargo de máximo ejecutivo. Y dándose puñaladas entre ellos. Lo que no sabían es que el consejo había recurrido a una empresa cazatalentos de Madrid en busca de un mirlo blanco. No se fiaba en las capacidades ni fidelidades de ninguno de los tres.
El 22 de noviembre de 2005 se iniciaba la etapa de Ángel Beade Torreiro como director general de Caja Rural. Venía de una caja gallega. Completamente deslocalizado. Absolutamente fiel al presidente que le firmó el contrato, pero manejado por los directivos que también susurraban al mejor postor
El 22 de noviembre de 2005 se iniciaba la etapa de Ángel Beade Torreiro como director general de Caja Rural. Venía de una caja gallega. Completamente deslocalizado. Absolutamente fiel al presidente que le firmó el contrato, pero manejado por los directivos que también susurraban al mejor postor. Muy pronto se quedó solo. De hecho, cuando fue cesado dos años después, la justificación que dio el nuevo pseudo-presidente fue que no había sabido adaptarse a la idiosincrasia (sic) granadina. ¿No querría decir malafollá? Beade instauró una gestión profesional que, en buena parte, sirvió de base para su sucesor. Pero eligió mal a su equipo. Jamás se metió en temas políticos, pero lo acusaban de ello a cada instante.
La realidad es que las conspiraciones arreciaron en el equipo directivo y aspirantes a serlo desde la marcha del pacificador Matoses. Dos miembros del triunviro no ocultaron su frustración por no haber sido elegidos
La realidad es que las conspiraciones arreciaron en el equipo directivo y aspirantes a serlo desde la marcha del pacificador Matoses. Dos miembros del triunviro no ocultaron su frustración por no haber sido elegidos. Los cuchillos ahora sí estaban completamente afilados. Beade olía a cesado a las pocas semanas de entrar; se hacían apuestas sobre quién disfrutaría la vivienda de lujo que estaba habilitando en el número 2 de Gran Vía, encima de la oficina principal.
Otra candidatura la lideraba Antonio Robles Lizancos, presidente de COVIRAN; estaba llena de empresarios potentes de la provincia de Granada, sin ningún empleado en sus filas
Los acontecimientos se sucedieron muy rápidamente en 2007. Hubo nuevas elecciones el 30 de abril; esta vez ya no se presentó Federico Hita a la presidencia. Una de las candidaturas la encabezaba Gustavo Rodríguez Fernández, que era vocal anterior, y mezclaba a empresarios con varios empleados de la Caja. Otra candidatura la lideraba Antonio Robles Lizancos, presidente de COVIRAN; estaba llena de empresarios potentes de la provincia de Granada, sin ningún empleado en sus filas.
Afloran los conspiradores
En ese momento afloró en escena un oscuro personaje que había estado maquinando en la sombra, a cobijo de un preudosindicato. Se llamaba Antonio Ruiz Rejón y encabezaba la candidatura oficialista; era director de una oficina de la capital. Buen cuentachismes. La gente le seguía, en parte porque era osado en medio de un ambiente general de cobardía. Llevaba pocos años en Caja Rural; provenía del Banco de Andalucía, oficina de Alhendín, donde la agradecieron los servicios.
Su candidatura se alzó con la presidencia en 2007, pero… no podía ser reconocido como presidente. Sobre su persona pesaba una condena firme del Supremo por delito medioambiental cometido en un negocio particular que nada tenía que ver con la banca, en su cantera de El Padul
Su candidatura se alzó con la presidencia en 2007, pero… no podía ser reconocido como presidente. Sobre su persona pesaba una condena firme del Supremo por delito medioambiental cometido en un negocio particular que nada tenía que ver con la banca, en su cantera de El Padul. Dos directivos y dos consejeros enfrentados a él se dirigieron al Banco de España a advertir de esta imposibilidad; desempolvaron las dos sentencias judiciales que se lo impedían. Y el Ministerio de Economía y el Banco de España dictaminaron que no podía ejercer de presidente; debería representar a la Caja el vicepresidente, en tanto se extinguía su condena. No obstante, en la práctica Ruiz Rejón se sentaba presidiendo el Consejo.
Una de las primeras medidas que adoptó fue despedir a Ángel Beade y nombrar director general a Dimas Rodríguez Rute. Éste empezó pronto a limpiar la era de antiguos competidores.
Una de las primeras medidas que adoptó fue despedir a Ángel Beade y nombrar director general a Dimas Rodríguez Rute. Éste empezó pronto a limpiar la era de antiguos competidores. También ascendió al comité de dirección a Jerónimo Luque (posterior sucesor en la dirección general cuando despidieron a Dimas). Todos ellos se reunían en Villa Conspiración (nombre dado al bar cercano donde quedaban a dar vueltas a la piedra de amolar) a preparar sus estrategias de asalto al poder.
La noche de cuchillos largos continuó varios meses con el despido de los jefes de departamentos promocionados por Federico Hita o Vicente Matoses, o aquellos que hubieran competido para la dirección general (director de sucursales –Alejandro Castilla-, el asesor jurídico, el jefe de RR II, etc.), y aupar a quienes hicieron de tiralevitas de los conspiradores, en detrimento de los profesionales imparciales
La noche de cuchillos largos continuó varios meses con el despido de los jefes de departamentos promocionados por Federico Hita o Vicente Matoses, o aquellos que hubieran competido para la dirección general (director de sucursales –Alejandro Castilla-, el asesor jurídico, el jefe de RR II, etc.), y aupar a quienes hicieron de tiralevitas de los conspiradores, en detrimento de los profesionales imparciales.
Para empeorar las cosas, un juzgado dio la razón a la candidatura que quedó en segundo lugar (la de Gustavo Rodríguez), tras impugnar el proceso electoral. Corría enero de 2008. En puridad y dado que la candidatura anulada era unitaria, Gustavo debería haber quedado como ganador. Le robaron la presidencia descaradamente (Poco después fue captado por el partido político Ciudadanos y estuvo unos años como delegado de Justicia). La reacción de los detentadores del poder fue convocar inmediatamente nuevas elecciones, ya sin Ruiz Rejón como cabeza de lista.
La candidatura 'oficialista' volvía a ser casi la misma, pero esta vez con una persona de consenso reconocido encabezando la única lista presentada. Antonio León Serrano fue llevado en volandas ─por quienes entonces creíamos en él─ a la presidencia, en abril de 2008
La candidatura oficialista volvía a ser casi la misma, pero esta vez con una persona de consenso reconocido encabezando la única lista presentada. Antonio León Serrano fue llevado en volandas ─por quienes entonces creíamos en él─ a la presidencia, en abril de 2008. No obstante, el marginado presidente por decisión de Madrid, continuó intrigando, conspirando y haciendo sangre entre la plantilla. Pero se aproximaba el día de San Martín; su recorrido iba a acabar pronto, pues en 2012 fue fulminado por el director general. ¿Tú también, Bruto? ─debió pensar el eterno conspirador Ruiz Rejón─. Los anónimos decían que se le había ocurrido, una vez más, iniciar movimientos para presentar candidatura en las elecciones de 2013. Entonces podría hacerlo, ya habría expirado su inhabilitación por delito medioambiental.
Se mantuvo en pie en la peor crisis económica
La etapa de Dimas Rodríguez Rute al frente de la dirección general coincidió con los peores años de crisis económica. Se limitó a seguir la inercia de su antecesor y ganar dinero con el interbancario: la Caja compraba euros al BCE al 1% y los vendía al 4%. Una práctica habitual de todos los bancos españoles. Fue una década de estabilidad de cara al exterior; Caja Rural aprovechó para ganar dinero y cuota de mercado a costa del progresivo desmoronamiento de CajaGranada, principalmente. Abrió siete oficinas en Almería y cerró otras en Málaga y Granada.
Dimas Rodríguez y el consejo rector mantuvieron una cohabitación a la francesa: un presidente de Gobierno con una tendencia y un presidente de República que procuraba no darle la espalda. Confesaba a los más cercanos que no se fiaba nada de él
No obstante, Dimas Rodríguez y el consejo rector mantuvieron una cohabitación a la francesa: un presidente de Gobierno con una tendencia y un presidente de República que procuraba no darle la espalda. Confesaba a los más cercanos que no se fiaba nada de él. El presidente simuló dejarse llevar al principio; los acólitos del director general predicaban el poco peso que tenía la opinión del presi en las decisiones. Pero se equivocaban, como ha quedado demostrado después.
Ya en 2015 algunos consejeros empezaron a mostrar su descontento con el director general. Buena parte de la plantilla no asumía la forma con que la gobernaba, las presiones eran excesivas, los duros objetivos impuestos... Pero ésa era la forma de trabajar de Dimas Rodríguez, solvente a pesar de todo. Desde que empezó de becario en Torrenueva, en 1990, ya dio muestra de sus legítimas ambiciones a su compañera de mostrador, no se conformaría hasta escalar a servicios centrales, ser director general y quizás presidente. Siempre se le veía con prisa por ascender, sus fines le hacían justificar los medios que utilizaba. En 2005 hablaba claramente de que tenía ansia por ser director general, no estaba dispuesto a que le diera el pisotón Alejandro Castilla –preferido del presidente tras la marcha de Matoses─ o se le pasara el arroz esperando en el despacho derecho de la cuarta planta. Nos lo contaba a todos los que le prestábamos el oído.
Se vanaglorió en las reuniones con la plantilla de no haber hecho ningún ERE, pero en sus diez años de mandato la plantilla mermó de 860 a 760 empleados
Se vanaglorió en las reuniones con la plantilla de no haber hecho ningún ERE, pero en sus diez años de mandato la plantilla mermó de 860 a 760 empleados. Su década de oro (2008-2017) acabó en julio de este último año. El consejo le puso fin de manera brusca; eligió para sustituirle a una de las personas que más se reunió con él en torno a la muela de afilar de Villa Conspiración. ¿A qué se debió el cese fulminante? Según me ha explicado un consejero, Dimas ensoberbeció, recibían muchas quejas de los sindicatos de empleados y ya iba anunciando a sus fieles que, en pocos años, ocuparía la presidencia. ¿Habría caído en el mismo error que Vicente Matoses en 2005? No sospechaba que el presidente eternizado ya mostraba intención de que nadie le remueva la silla hasta el final de sus días.
Dimas Rodríguez encabezó una candidatura alternativa a la oficialista tratando de hacerse con el poder. El 11 de abril siguiente, la tozuda realidad le demostró que eres cadáver si te sales del cuerpo de integrados y te pasas al de apocalípticos.
Estatutos hechos al estilo Putin
En los siguientes años, la Caja Rural volvió a modificar –una vez más─ estatutos para amoldarlos a los intereses del que reparte las cartas en la partida. Como casi siempre hizo cada consejo. En los 55 años de vida de la empresa, los estatutos han sido modificados una decena de veces (al menos hasta que escribí esta parte de mis memorias, hace ocho años). Cada vez han ido a peor; los primeros –redactados en plena etapa franquista─ eran más democráticos y transparentes que los de 2018, cuando fue ascendido Jerónimo Luque. Mantenían la esencia del cooperativismo, el principio de un socio, un voto; al margen del dinero que se mantuviera depositado. Pero paulatinamente se han ido confeccionando a la medida del pretendiente: unas veces los cargos han sido de cuatro años, renovados por mitades cada dos; otras veces de cinco años; en alguna ocasión se limitó a dos mandatos consecutivos de cinco años, pero este requisito se ha ido poniendo y quitando a voluntad; en alguna ocasión se limitó la edad a 65 años buscando dejar fuera a alguien en particular, pero se amplió la edad tope cuando cierta edad avanzaba, etc. En suma, la democracia y trasparencia para que los socios tengan igualdad de oportunidades ha retrocedido a límites vergonzosos en esta cooperativa.
La realidad es que, quien ostenta el poder, tiene la sartén por el mango. El modelo utilizado de juntas preparatorias recuerda un sistema de gobierno ideado por Maquiavelo. El pretexto, cuando se creó este siniestro sistema de segunda vuelta, era evitar la aglomeración de miles de socios en el proceso electoral
La realidad es que, quien ostenta el poder, tiene la sartén por el mango. El modelo utilizado de juntas preparatorias recuerda un sistema de gobierno ideado por Maquiavelo. El pretexto, cuando se creó este siniestro sistema de segunda vuelta, era evitar la aglomeración de miles de socios en el proceso electoral; en cambio, el efecto fue dotar a los directores de oficina de poder político. Ahí anida el error de base. Luego, cada director se pasa por la presidencia o dirección general a ver qué hay de lo suyo. Eso ya fue corregido por Cajamar por antidemocrático.
La inmensa mayoría de socios de la cooperativa ni siquiera saben que lo son, ya que se les hace socios obligatoriamente cuando contratan un préstamo. Los directores les solicitan la delegación de su (o sus) voto, pero en realidad quienes votan en la asamblea general al consejo rector son los directores. Se han dado casos de asambleas generales en las que el 100% de los compromisarios eran empleados de la Caja; y en el resto, el porcentaje de socios no trabajadores suele ser siempre ínfimo.
Para enredar aún más el sistema electoral, se inventaron las cuotas cruzadas entre varias cajas rurales. Los consejos rectores se compran entre sí participaciones del capital social, de manera que unos gobiernos de cajas se apoyan a otros cuando llegan las elecciones
Para enredar aún más el sistema electoral, se inventaron las cuotas cruzadas entre varias cajas rurales. Los consejos rectores se compran entre sí participaciones del capital social, de manera que unos gobiernos de cajas se apoyan a otros cuando llegan las elecciones (a fecha 2018, el intercambio de otras cajas con la granadina era el siguiente: Caja Rural del Sur (0,18%); Caja Rural de Jaén (6,42%); Cajaviva, de Castilla y León (2,80%) y Caja Rural de Extremadura (3,48%). Esta ventaja ya la llevaba en estos momentos la candidatura oficialista del presidente.
Planteado así el sistema electoral, resulta prácticamente imposible que una candidatura externa no oficialista consiga alzarse con la victoria. El único modo de romper ese sistema electoral hecho a lo Putin es que se produzca una implosión o rebelión interna.
Resulta sumamente extraño que la Junta de Andalucía no sea más vigilante en este caso. Bien es cierto que se trata de una sociedad regida por el principio de empresa privada
Resulta sumamente extraño que la Junta de Andalucía no sea más vigilante en este caso. Bien es cierto que se trata de una sociedad regida por el principio de empresa privada. Pero también es una cooperativa que presta un servicio público y funciona como una caja de ahorros en todos los sentidos; si quiebra, será el dinero público el que tenga que pagar sus platos rotos. En otras comunidades autónomas (casos de Navarra y Asturias), las corporaciones públicas están representadas en su consejo de administración. En el caso granadino, la Junta, Diputación y principales ayuntamientos deberían estar representados en Don Bosco, 2. En este hecho parece que no ha caído ningún partido político. Hasta el momento.
Hoy, los sistemas electorales están tan perfeccionados e informatizados que no valen los rancios argumentos de asambleas preparatorias para evitar masificación. Al fin y al cabo, es un sistema de premio/castigo para los directores
En cuanto a los empleados, la mayoría de las cajas rurales impiden que puedan presentarse como candidatos al consejo rector; los trabajadores tampoco participan en juntas preparatorias ni asuntos políticos. Y mucho menos formar parte de la asamblea general. Pueden hacerlo en su condición de socios, pero deben darse de baja o pedir excedencia antes de iniciarse el proceso electoral. Los trabajadores ya cuentan con los canales del consejero laboral.
Hoy, los sistemas electorales están tan perfeccionados e informatizados que no valen los rancios argumentos de asambleas preparatorias para evitar masificación. Al fin y al cabo, es un sistema de premio/castigo para los directores. La inmensa mayoría de socios nos alineamos por democracia pura: un socio/a, un voto; en candidaturas abiertas o cerradas. Y que los primeros clasificados compongan la asamblea general, elijan a los 12 consejeros y estos repartan sus cargos.
¿Qué ocurrió en las elecciones del día 11 de abril de 2018?
A estas elecciones 2018 se presentaron dos candidaturas. La oficialista, encabezada por el actual presidente (Antonio León Serrano, 62 años), respaldada por casi todo el consejo. La segunda, formada por Dimas Rodríguez Rute (54 años), con un empleado para vicepresidente y el resto, socios físicos y empresas. Existió un intento de formar una tercera, pero no alcanzó los 250 avales necesarios; ofreció su pírrico apoyo al actual presidente.
Con buena formación en su especialidad y reconocido por la plantilla (al menos hasta que accedió a la presidencia). Su formación financiera la ha ido adquiriendo con la práctica diaria
El primero llevaba diez años como presidente ejecutivo con sueldo. Es empleado de la Caja en excedencia especial; fue director del gabinete técnico desde 1989 hasta 2008, ingeniero agrícola; anteriormente trabajó en una fábrica de harinas. Con buena formación en su especialidad y reconocido por la plantilla (al menos hasta que accedió a la presidencia). Su formación financiera la ha ido adquiriendo con la práctica diaria.
En cuanto a Dimas Rodríguez Rute, es licenciado en Económicas por la Universidad de Málaga, además de los másteres habituales de estos casos. Había desarrollado su carrera íntegramente en Caja Rural de Granada, donde comenzó de becario en 1990. Su vinculación laboral acabó en julio de 2017 (recibió algo más de un millón de euros en indemnizaciones).
La candidatura de Dimas Rodríguez se movió en el terreno de los resquicios, las deserciones, los damnificados, los amigos y las redes sociales. Se quejaba de la desigualdad de fuerzas. Como siempre fue, también cuando el sistema espurio le favorecía
La contienda se presentó desigual entre ambas candidaturas. Como siempre ha sido. La candidatura oficialista calla y se trabaja los votos a través de la red comercial. Como siempre ha sido. Dispone de los censos, de la información y del poder de presionar/premiar. Como siempre ha sido. La candidatura de Dimas Rodríguez se movió en el terreno de los resquicios, las deserciones, los damnificados, los amigos y las redes sociales. Se quejaba de la desigualdad de fuerzas. Como siempre fue, también cuando el sistema espurio le favorecía.
El resultado del día 11 de abril de 2018 fue el que siempre ha sido. No obstante, lo que también ocurrió es que el proceso dejó heridos leves, graves y algún muerto; ya hay alguno tostándose al calor de la era. La plantilla de base se muestra siempre hastiada y atónita, aunque ya está acostumbrada al espectáculo. La inmensa mayoría de mandos permanecen subidos en la tapia mirando a los corrales de los miuras que van a pelear para ver a cuál se dejan caer. Era el momento en que, como siempre ha sido, la piedra de amolar volverá a echar chispas.
Con aquellas elecciones de 2018 se acabó la vida publicada y democrática de la Caja Rural de Granada. Jerónimo Luque (quien bautizó a 'Villa Conspiración') ascendió por fin a director general
Con aquellas elecciones de 2018 se acabó la vida publicada y democrática de la Caja Rural de Granada. Jerónimo Luque (quien bautizó a Villa Conspiración) ascendió por fin a director general. Buen profesional, también profesor de universidad y aficionado a la caza. Relevó al que le había promocionado. Se sucedieron ocho años de vacas gordas, en que se retocó el nombre a la entidad, se miró a Murcia y se abandonaron plazas en Granada. La mejor obra social que hacía, que era tener oficinas abiertas en pueblos, pasó a mejor vida. Empezaron las quejas en los pueblos donde las clausuraron. En dos procesos electorales que han mediado desde entonces ya no ha habido ningún ruido más. Porque la democracia a la búlgara ha funcionado en Caja Rural a la perfección. Los socios hemos dejado de tener conciencia de nuestra condición y hemos buscado otros horizontes para nuestro dinero y negocios.
Aquel al que describían sus compañeros de comité de dirección como el hombre de los 39 proyectos, ni uno más ni uno menos, porque cada semana contaba lo mismo, sin nuevas entradas ni salidas en cartera
Ahora llega a hacerse cargo de la entidad otro alumno aventajado de Villa Conspiración. Aquel al que describían sus compañeros de comité de dirección como el hombre de los 39 proyectos, ni uno más ni uno menos, porque cada semana contaba lo mismo, sin nuevas entradas ni salidas en cartera. Siempre a tus órdenes, José Julián. Y el que era mayor especialista en tomarle la hora al director general de turno para hacerse el encontradizo en el desayuno de la mañana.
Las apuestas desde ayer pendulean entre quién de los dos se llevará al otro por delante, si el presidente al director o viceversa. Los dos tienen gran experiencia en frecuentar Villa Conspiración.
¡Si Don Eduardo Jiménez levantara la cabeza!
DATOS COMPLEMENTARIOS
Primeros estatutos: aprobados por el Ministerio de Trabajo el 28 de junio de 1969.
Asamblea constituyente: 28 de enero de 1970.
Primera sede social: edificio sindical de Avenida Calvo Sotelo (actual Constitución).
Primer consejo: Siete miembros. Después se elevó a 12 + 1 elegido por los empleados.
Primera oficina: Gran Vía, 28. Abierta el 1 de abril de 1970.
Socios: al principio, sólo podían serlo quienes fuesen socios de otra cooperativa (en teoría); la aportación para ser socio es de 75 euros.
Primer edificio propio: Gran Vía, 48. Abrió en 1976.
Apertura de oficinas: 32 en el año 1970; 10 en 1971; 27 en 1972. En 1973 abrió en Marcagranada; y en 1978 comenzó a abrir en la capital (Zaidín y Camino de Ronda, además de la OP de Gran Vía). En el año 2000 abrió su primera oficina en Madrid con el fin de adquirir la condición de caja de ámbito nacional. En 2004 abrió la primera oficina en Málaga (Campillos). Y cerró seis oficinas compradas en Galicia a una caja rural quebrada.
Presidentes: Eduardo Jiménez (1970-80); Federico Hita Romero (1980-83; y 2002-2007); Segismundo Nogueras López (1983-1992); Antonio Luis Romero Contreras (1992-2002); José Velasco Valverde (2007-2008, vicepresidente actuando como presidente); Antonio León Serrano (2008-actualidad).
Directores generales: Eduardo Jiménez (1970-75); José Fernández Bédmar (1976-78); Federico Terrón Muñoz (1978-81); Vicente Matoses Pomer (1981-95; 2003-2005); Pilar López Rubio (1995-2002); Pascual Candel (2002-3); Ángel A. Beade Torreiro (2005-2007); Dimas Rodríguez Rute (2007-2017); Jerónimo Luque Frías (2017-2025). Antonio Serrano Reifs (2025-)
Plantilla en 2018: algo más de 760 (más unos 40 temporales).
Socios en 2018: algo más de 105.000 (empezaron pocos más de 3.400).
Trabajadores que la Rural ha aportado a la política: José Olea Varón (concejal de Granada; presidente de la Diputación y presidente de CajaGranada); Rafael Salcedo Balbuena (delegado de Obras Públicas de la Junta); Merinda Sádaba (diputada provincial desde 2011, alcaldesa de Las Gabias)).
Curiosidad literaria: el escritor Arcadio Ortega publicó su novela Los juguetes del yuppi ambientada en personajes con los que convivió como directivo en su paso por esta cooperativa de ahorro.
































