Desacelerar para disfrutar de la espera
‘Alucinados siempre por esta esperanza de ser felices algún día, es inevitable que no lo seamos nunca’. Pascal
Saber vivir el presente es producto del aprendizaje y a este aprendizaje se dirige la Sofrología, técnica que intenta que el individuo esté en armonía consigo mismo y con el exterior; enseña al individuo a optimizar sus capacidades y adaptarse a las distintas situaciones de la vida. El objetivo esencial sería hacernos conscientes siendo evidente la conexión entre consciencia y bienestar; cuanto mayor es nuestro conocimiento y aceptación de la realidad, mayor será la capacidad de sentirnos bien.
Los tres momentos que nos propone para alcanzar la experiencia liberadora de estar satisfechos con nuestras vidas y que esta satisfacción no dependa de nada externo a nosotros mismos serían:
- El enfoque de nuestra atención recaerá plenamente en nuestro cuerpo; un cuerpo experimentado en estado de relajación y equilibrio, estado que podemos alcanzar mediante la respiración profunda y consciente que ya hemos visto en otros artículos.
- Enfocamos nuestra atención en nuestra mente, en cómo se suceden los pensamientos y discriminando qué tipo de pensamiento nos abordan concretamente para desterrar los negativos y practicar para favorecer los positivos.
- Una vez superadas la dimensión física y la dimensión mental, estaremos en situación para pensar en la energía que poseemos y en cómo emplearla para alcanzar la vida que deseamos. Es en este momento cuando le dedicamos tiempo a comprender que somos seres sociales, como afirmaba Aristóteles y que no vivimos aislados sino formando parte de un todo. Conocer cual es nuestro lugar en ese todo facilitará cohesión con los demás.
Vivir el presente nos hace percibir instantes perfectos del día a día en los que no solemos reparar. Podemos dedicar unos minutos antes de irnos a dormir para hacer memoria y confeccionar una pequeña lista de momentos valiosos, de los pequeños placeres que nos ha concedido el día. Nuestro presente es lo suficientemente rico como para que sea innecesario volver al pasado o avanzar al futuro.
Vivir el presente es tan fácil y tan difícil como abrirse a los sentidos, a las sensaciones, a las emociones y sentimientos que nos provocan
Otro gran error consiste en creer que sólo estamos disfrutando del presente cuando estamos inmersos en grandes acontecimientos pero deberíamos aprender en las escuelas que para disfrutar hace falta poco, muy poco. Debemos estar atentos; presentes y no sólo con nuestro cuerpo para que no nos pase desapercibido ese instante de felicidad. La esperada felicidad futura hace que se nos escape entre los dedos la felicidad diaria.
Vivir el presente es tan fácil y tan difícil como abrirse a los sentidos, a las sensaciones, a las emociones y sentimientos que nos provocan. Podemos practicar el ejercicio de construir frases que comiencen con las palabras “ahora me doy cuenta de que…”
Cuando tenemos cerca la muerte, somos más conscientes de lo importante que es nuestro presente. Resulta triste tener que pasar por la experiencia de pérdida de un ser querido para recordarlo; asumir la necesidad de vivir el presente más intensamente. Depositar nuestra felicidad en lo que aún no tenemos o estar por llegar oculta lo que ya tenemos. Saboreemos el ahora y seamos plenamente conscientes de él porque cada momento es único. El presente es un valioso regalo al que no siempre prestamos la suficiente atención. Va por ti, amiga.