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NO HA APARECIDO LA PLACA DE SU TUMBA

El cadáver perdido de Juan Latino

Cultura - Gabriel Pozo Felguera - Domingo, 24 de Febrero de 2019
Con este excelente reportaje del investigador Gabriel Pozo Felguera reivindicamos a Juan de Sessa, conocido como Juan Latino, una de las figuras más sobresalientes del siglo XVI granadino, injustamente olvidado y nada reconocido por la ciudad de Granada. Fue el primer negro o mulato en ser catedrático universitario de España. Tan reconocido fue en su tiempo que Felipe II ordenó que le enviaran un retrato suyo para ponerlo entre los personajes ilustres del Alcázar de Madrid. Ahora, ni siquiera sabemos dónde yacen sus retos. Para disfrutar de la buena lectura, reflexionar y compartir.
Juan de Pareja, también esclavo etíope comprado por de Diego Velázquez en Sevilla; llegó a ser un buen pintor.
Indegranada
Juan de Pareja, también esclavo etíope comprado por de Diego Velázquez en Sevilla; llegó a ser un buen pintor.
  • No se sabe cuál de los esqueletos hallados recientemente en la excavación bajo el altar de la Iglesia de Santa Ana puede ser el del afamado humanista

  • Juan Latino fue el primer catedrático y escritor negro de la Historia; de origen esclavo, comenzó como paje de la familia del Gran Capitán

¿Y ahora cuál de estos veinte esqueletos corresponde al negro Juan Latino? El primer hombre de piel oscura que fue catedrático; primero en publicar un libro; el latinista más famoso de España en los siglos XVI y XVII, que está reflejado en El Quijote y en infinidad de obras literarias. Desde siempre se ha sabido que estaba enterrado en la cripta de la iglesia de Santa Ana, en el centro de Granada. Pero ahora resulta, tras las excavaciones que se practican, que es imposible saber cuál de la veintena de cadáveres es el suyo (si es que está entre ellos). La placa que identificaba su fosa y la de su mujer no ha aparecido. Aquello es un totum revolutum. El negro Juan de Sessa o Juan Latino es una de las figuras más sobresalientes del siglo XVI granadino, injustamente olvidado y nada reconocido por la ciudad de Granada.

Buena parte de los datos vitales de Juan de Sessa son una incógnita; no así su extensa obra en latín, que permanece publicada y localizada. Su origen y la fecha de su muerte son los principales datos sobre los que los historiadores no han alcanzado acuerdos con exactitud; aunque el círculo se ha ido cerrando desde mediados del siglo XIX hasta investigaciones recientes.

La última incógnita sobre el negro Juan Latino es dónde está enterrado y cuál es su cadáver. Las dudas se acrecientan en la actualidad tras haber practicado un proceso de excavación arqueológica en la cripta de la Iglesia de Santa Ana, en Granada

La última incógnita sobre el negro Juan Latino es dónde está enterrado y cuál es su cadáver. Las dudas se acrecientan en la actualidad tras haber practicado un proceso de excavación arqueológica en la cripta de la Iglesia de Santa Ana, en Granada. Siempre se ha pensado y escrito que Juan Latino estaba enterrado bajo el altar de esta parroquia; allí también le acompañarían un puñado de granadinos ilustres de los siglos XVI y XVII. Una placa sobre su tumba así lo indicaba.

Recientemente se ha iniciado la limpieza y excavación de la cripta. Se ha podido comprobar que el suelo se encontraba varios metros más hondo de lo que aparentaba. Han aparecido alrededor de una veintena de cadáveres. Todos ellos han sido clasificados y depositados en un osario. Los enterramientos estaban todos en el suelo, no en nichos laterales. Había bastantes depósitos encima del suelo original. Lo que está claro es que en esa cripta no ha sido enterrado nadie desde finales del siglo XVIII, al menos. Quizás parte de los depósitos correspondan a crecidas del río Darro ¿Pudo ser de la crecida de 1835, que se llevó media Plaza de Santa Ana, su fuente monumental e inundó la iglesia?



Grabado de Plaza Nueva, en 1835, un poco antes de que una crecida del Darro se llevara la fuente monumental y las casas que separaban este espacio de la plaza de Santa Ana.

Pero lo peor de todo es que la placa identificativa que había sobre la fosa de Juan Latino no ha aparecido, ni colocada ni entre los restos de aluviones. Lo cierto es que la placa existió, está documentada en el siglo XVII. La describió Nicolás Antonio (Sevilla, 1617-84) en su libro Biblioteca Hispana Nova (1672), un extenso tratado de los escritores existentes hasta esa época. No sólo la describió, sino que reprodujo su texto:

DEL MAESTRO JVAN LATINO

CATHEDRATICO DE GRANADA

Y DOÑA ANA DE CARLEVAL

SV MVGER Y HEREDEROS

MDCXXIII

Nicolás Antonio debió ver aquella placa en su juventud, pues a partir de 1626 vivió en Granada unos años ya que su padre vino con el empleo de administrador del Almirantazgo y Reino de Granada. La inscripción existió.

A partir del autor sevillano, la mayoría de escritores han reproducido el texto de aquella placa. Si bien, algunos confundieron la fecha (MDCXXIII por MDLXXIII), con lo cual aseguraron que la muerte de Juan Latino se había producido en 1573. Pero tampoco quiere decir que Juan Latino muriese en 1623 como figuraba en la placa, sino que ésta debió ser instalada con motivo del enterramiento de su viuda o quizás de alguno de sus cuatro hijos.





Texto íntegro de la placa mortuoria de Juan Latino que Nicolás Antonio reprodujo en su libro de biografías ilustres. Debajo, una de las ilustraciones que introdujo en el libro.

No sabemos con certeza cuándo desapareció la placa de la tumba. En 1843 leemos en la revista La Alhambra esta inscripción; pero se aprecia un error en la fecha (pone 1573 como fecha de la muerte, MDLXXIII). Esto indicaría que fue mal copiada por Nicolás Peñalver y López, su autor, y dio origen a confusión. Es muy probable que este autor no la viera, sino que la transcribiera del libro de Antonio Nicolás.

Lo que sí queda claro es que en 1868 ya no estaba la placa en la cripta de la Iglesia de Santa Ana. El erudito Manuel Gómez Moreno elaboró un informe sobre los lugares de enterramiento de ilustres granadinos anteriores a esa fecha

Algo similar debió ocurrirle a Juan de Dios de la Rada en un artículo que publicó en la Revista Literaria del Granadino (29.06.1848), que volvió a copiar mal la fecha de la inscripción y también aseguró que Juan Latino falleció en 1573.

Lo que sí queda claro es que en 1868 ya no estaba la placa en la cripta de la Iglesia de Santa Ana. El erudito Manuel Gómez Moreno elaboró un informe sobre los lugares de enterramiento de ilustres granadinos anteriores a esa fecha. El destino era una publicación que hizo la Comisión Provincial de Monumentos de Granada en la Revista de Bellas Artes e Histórico-Arqueológica (17.06-1868). Escribió que no hay rastro de la inscripción de Juan Latino. Un informe parecido aportado en la Memoria del Liceo de Granada (1870), en la que reitera que no vio la placa en la cripta de Santa Ana.

¿Quién fue Juan Latino?

Fue un hombre de piel negra. Esclavo. La mayor parte de las referencias, e incluso sus propios escritos, indican que era etíope. En el siglo XVI, decir etíope era símil de referirse prácticamente a toda África. Hay una sola referencia a que podría haber sido bereber. Se cree que nació de una esclava traída por los portugueses a la Península y vendida después en el mercado negrero de Sevilla. Madre e hijo habrían sido comprados por la casa de Aguilar para servir en su palacio de Baena; allí tenían fijada residencia los descendientes del Gran Capitán.

Otras referencias apuntan que pudo haber nacido en Baena de una pareja de esclavos negros. Incluso tampoco se descarta que su padre fuese el propio señor de la casa de Aguilar, Luis Fernández de Córdoba. El hecho real es que Juan Latino era ligeramente mayor que Gonzalo Fernández de Córdoba, el nieto del Gran Capitán, a quien fue adjudicado como paje y sirviente personal.

El niño Gonzalo Fernández de Córdoba y su paje Juan de Sessa fueron compañeros de juegos y recibieron una formación casi paralela. El esclavo negro resultó ser sumamente atento y aprovechado de las lecciones que recibía su amo, primero de manera privada en casa de la Duquesa y después en el Colegio Real-Universidad

Según los propios escritos de Juan Latino, la fecha más probable de su nacimiento fue el año 1518 (en 1576 Juan Latino escribió que contaba cincuenta y ocho años). En una fecha imprecisa de 1526, la familia Fernández de Córdoba se traslada a Granada, a casa de la Duquesa de Terranova y Sessa (en el barrio de la Duquesa). El motivo fue el viaje de Luis Fernández de Córdoba a Roma en calidad de Embajador, donde se produjo su muerte repentina nada más llegar.

El niño Gonzalo Fernández de Córdoba y su paje Juan de Sessa fueron compañeros de juegos y recibieron una formación casi paralela. El esclavo negro resultó ser sumamente atento y aprovechado de las lecciones que recibía su amo, primero de manera privada en casa de la Duquesa y después en el Colegio Real-Universidad.

En el Colegio Real se produjo un encuentro que marcó el futuro de Juan Latino como eminencia de las letras granadinas: conoció al catedrático de Gramática Pedro de la Mota, que era profesor de su señor. De la Mota había venido desde la Universidad de Alcalá a dar clases en lo que muy poco tiempo después resultó ser la Universidad de Granada, si bien por entonces inseparable de la institución católica.

Juan Latino quiso ser médico, e incluso parece que llegó a cursar alguna asignatura. Pero sus amigos, consejeros o amos (seguía siendo esclavo) lo encaminaron hacia las humanidades. Aprendió latín, griego, música, retórica, etc. Pronto empezó a destacar en una ciudad en plena efervescencia cultural y social

Juan Latino quiso ser médico, e incluso parece que llegó a cursar alguna asignatura. Pero sus amigos, consejeros o amos (seguía siendo esclavo) lo encaminaron hacia las humanidades. Aprendió latín, griego, música, retórica, etc. Pronto empezó a destacar en una ciudad en plena efervescencia cultural y social. Supo arrimarse a poderosos –Iglesia-, nobleza y aristocracia local. Fue protegido de todos los arzobispos de su tiempo y, especialmente, estrecho amigo del presidente de la Real Chancillería, Pedro de Deza.

Su currículo empezó con la obtención del Bachiller en Filosofía (2 de febrero de 1546, según el acta extendida por el maestro Benedicto del Peso, que le consignó el último de 38 alumnos, llamándole Ioannes Latino); en 1557 alcanzó el grado de Licenciado; un año más tarde, el de maestro en la Universidad. Fue el primer catedrático negro en la historia de los estudios superiores en España. Su prestigio debió acrecentarse sumamente, pues el día de San Lucas de 1565 fue el encargado de pronunciar el discurso de apertura académica de la Universidad de Granada. Para alcanzar el grado de catedrático había sido examinado por una comisión que encabezaron el arzobispo Pedro Guerrero, el jurista Pedro de Deza, el gobernador Conde de Tendilla. El asombro fue total en la ciudad: ¡un negro actuando de primus inter pares en la Universidad!



Primer libro de Juan Latino (1573) y primer texto escrito en latín por un hombre de raza negra. Está dedicado a Juan de Austria tras la batalla de Lepanto.

En los archivos históricos de la Universidad de Granada y de la Curia hay decenas de referencias a la presencia del catedrático Juan Latino en sus juntas de gobierno. Debió continuar en activo hasta después de 1586 en que aparece una nota suya solicitando un sustituto para dar clase debido a su baja por enfermedad.

Gracias a la intervención de Juan Latino podemos decir que continúan en la Capilla Real los restos de los Reyes Católicos, Juana I y Felipe I. Felipe II se llevó los restos de su madre, Isabel de Portugal, de la catedral de Granada para darles descanso en el panteón real de El Escorial

Mientras tanto, había cosechado amistad y relaciones con los notables de la Granada cultural. Frecuentó las tertulias de la Cuadra Dorada (impulsadas por la familia Granada-Venegas). Compartió charlas y partidas de ajedrez con el infante Juan de Austria, con motivo de su desplazamiento a Granada para sofocar la rebelión de las Alpujarras. Y publicó infinidad de poemas y libros, todos en latín, destinados a ensalzar las figuras de Pedro de Deza, Juan de Austria (la Austríada), Felipe II y el arzobispo Pedro Guerrero. Se codeó con San Juan de la Cruz durante su estancia como prior del Convento de Carmelitas (los Mártires).

Gracias a la intervención de Juan Latino podemos decir que continúan en la Capilla Real los restos de los Reyes Católicos, Juana I y Felipe I. Felipe II se llevó los restos de su madre, Isabel de Portugal, de la catedral de Granada para darles descanso en el panteón real de El Escorial. Juan Latino recibió el encargo de las jerarquías eclesiásticas y civiles para solicitar al rey que no quebrantase el deseo de Isabel y Fernando de descansar eternamente en Granada. Incluso compuso una obra en latín al respecto. Finalmente, el rey accedió a la petición y dejó en Granada los cadáveres de sus abuelos y bisabuelos.

Fue todo un personaje de nivel nacional. Hasta tal punto que su eco no se acabó tras su muerte. Decenas de escritores compusieron poemas, obras de teatro, glosas, etc. sobre la sabiduría del negro Juan Latino. Miguel de Cervantes debió conocerlo en Granada, ya anciano, cuando visitó esta ciudad en 1594; en el prólogo de El Quijote se refiere a su sabiduría en latines. Lope de Vega le dedicó también unos versos:

“No era tan blanco en Granada

Juan Latino, que a la hija

de un veinticuatro enseñaba;

y con ser negro y esclavo

porque era su madre esclava

del claro Duque de Sessa,

honor de España y de Italia,

vino a casarse con ella

que gramática estudiaba,

y la enseñó a conjugar

en llegando al amo, amas.”

Feligreses de la parroquia de Santa Ana

Ambos se enamoraron perdidamente y se propusieron matrimonio. Imaginamos el escandalazo que supondría la formación de aquella pareja en una sociedad tan cerrada como era la Granada de 1550

Juan de Sessa, convertido pronto en Juan Latino por su dominio de este idioma culto, se movió por las parroquias de San Gil y Santa Ana. En este barrio del centro granadino residía el caballero Veinticuatro (concejal) Bernardino de Carleval (o Carloval). Aquel hombre también era administrador del patrimonio del Ducado de Sessa y Terranova (descendientes del Gran Capitán). En un momento indeterminado, anterior a 1550, Juan Latino fue contratado por el concejal para que impartiese clases a su hija Ana de Carleval; parece ser que se trató de clases de música.

Ambos se enamoraron perdidamente y se propusieron matrimonio. Imaginamos el escandalazo que supondría la formación de aquella pareja en una sociedad tan cerrada como era la Granada de 1550: un bachiller negro, de poco más de treinta años, proponiendo matrimonio a una joven muchacha blanca de la baja aristocracia local. Un autor de la época refiere que el padre murió al no ver con buenos ojos aquel mestizaje; en cambio, parece que el noviazgo fue apoyado y alentado por la casa de Aguilar, el Arzobispo y otras autoridades. Juan Latino había obtenido ya la libertad y continuaba ganándose el respeto de la sociedad católica, de la que era un ejemplo a seguir.



Iglesia de Santa Ana en 1855. Todavía se ven escombros de la destrucción causada por la riada veinte años antes.

La pareja casó y fijó su residencia en la Parroquia de Santa Ana. En los libros parroquiales de bautismo de Santa Ana y San Gil dejó huella aquella familia mixta. Engendraron cuatro hijos mulatos: Bernardino (2 de abril de 1552); Ana (22 de junio de 1556);  Juan (5 de marzo de 1559); Juana (30 de junio de 1569).

Consultados los padrones municipales del siglo XVII, resulta sumamente extraño que la descendencia de aquella pareja mixta –el negro Juan Latino y la blanca Ana de Carleval- desapareciera tan pronto. Es más que probable que los descendientes continuasen viviendo en la ciudad, si bien se cambiaron los apellidos

Fijaron su residencia en una casa situada tras la Iglesia de Santa Ana, en lo que hoy denominamos barrio de la Churra. Parece ser que tuvieron varias viviendas en la misma calleja, antes de llegar al Puente de Cabrera; en el padrón municipal de 1643 figura la Casa de Juan Latino. Incluso Henríquez de Jorquera (en sus Anales, 1642) menciona el nombre de esta calle. Esta calleja llevó el nombre de Juan Latino hasta comienzos del siglo XIX. En la referida Memoria  de Gómez Moreno, 1870, ya no se es capaz de precisar el lugar exacto: la calle había pasado a llamarse De Santa Ana.

A finales del siglo XIX, Francisco de Paula Valladar, en su revista La Alhambra, no fue capaz de precisar el lugar exacto donde vivió Juan Latino. Sólo consigna que su morada estuvo situada en un solar paredaño a las calles Santa Ana y del Bosque (En la actualidad, la calle Juan Latino está situada en el barrio de Cartuja, prácticamente reducida a unos metros. Pobre lugar para personaje tan destacado de la Historia española. Tampoco tiene dedicado monumento alguno, especialmente en la Universidad).

Consultados los padrones municipales del siglo XVII, resulta sumamente extraño que la descendencia de aquella pareja mixta –el negro Juan Latino y la blanca Ana de Carleval- desapareciera tan pronto. Es más que probable que los descendientes continuasen viviendo en la ciudad, si bien se cambiaron los apellidos.

El enigma de su muerte

La fecha de la muerte de Juan Latino es otra incógnita. Descartamos la de 1573 (inducida por el error de transcripción de la placa), pues en aquel y siguientes años continuó publicando libros. En 1586 ya hemos visto que estaba de baja en la Universidad. Hay referencias literarias (Bermúdez de Pedraza, Gallardo) a que sobrepasó los noventa años. Es decir, debió morir a comienzos del siglo XVII, totalmente ciego por cataratas. En el libro Descripción de Granada (1621), su autor da a entender que Juan Latino ya estaba muerto cuando lo escribió: “fue negro famosísimo… era gran músico… vivió noventa años…” Así pues, la fecha de la placa perdida (MDCXXIII) debe referirse a la fecha de enterramiento de su esposa Ana de Carleval.

En el libro de defunciones de la Parroquia de Santa Ana no figura inscrita la muerte de Juan Latino. Faltan los libros correspondientes a los años 1596-99. La conclusión más lógica es pensar que pudo morir entre esas fechas, con poco más de ochenta años

En el libro de defunciones de la Parroquia de Santa Ana no figura inscrita la muerte de Juan Latino. Faltan los libros correspondientes a los años 1596-99. La conclusión más lógica es pensar que pudo morir entre esas fechas, con poco más de ochenta años.

El destino ha querido que no nos haya quedado ningún retrato de Juan Latino. Su enorme fama en todo el imperio español en la segunda mitad del siglo XVI hizo que Felipe II pidiese que le enviaran un retrato del ilustre humanista. Se lo mandaron y lo colocó en la galería de sabios del Alcázar de Madrid. No obstante, el incendio que destruyó el palacio madrileño en 1734 se lo llevó por delante. No conocemos el nombre del pintor que trazó aquel óleo; supongo que era del taller de Pedro de Raxis, vecino suyo de la parroquia de San Gil y autores de buena parte de retratos de arzobispos y personalidades granadinas del momento.

P.D. [No quiero pensar que la retirada de la placa fue acompañada también de la exhumación de los restos de Juan Latino y Ana de Carleval, bien durante la invasión francesa o en algún otro momento. En la UGR existen medios más que suficientes para aislar los huesos de Juan Latino del resto depositado en el osario; especialmente si dirigimos el encargo a José Antonio Lorente o Miguel Botella]

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