"Que la muerte de una Educadora social no sea en vano"

Las profesionales de “lo social” están hoy de luto. Han matado a una compañera, Educadora social, en su desempeño laboral, mientras trataba de educar en un piso de menores en situación de desamparo. Pero este luto debería ser el de toda la sociedad, porque es un fracaso social que tres menores sean los supuestos asesinos de una profesional que pretendía cuidarlos. Y es un fracaso de la sociedad en su conjunto, incluyendo a la expresión institucional de lo común que son las administraciones públicas, que han arrinconado al sector profesional de la intervención social a los márgenes del Estado del bienestar, que se ha ido desmoronando poco a poco a golpe de privatizaciones, de falta de profesionales, de falta de formación, de falta de recursos, condenando a miles de personas de la Educación social, del Trabajo social, de la Integración Social y muchas más profesiones a la desprotección, la infravaloración y la precarización.
Hoy la profesión social está de luto, pero quienes toman decisiones en las administraciones públicas deberían estar reflexionando con dolor por qué hemos llegado a esta situación
Hoy la profesión social está de luto, pero quienes toman decisiones en las administraciones públicas deberían estar reflexionando con dolor el por qué hemos llegado a esta situación. Por qué se abandona a miles de personas vulnerables a la falta de recursos profesionales adecuados, de recursos materiales para canalizar nuevos proyectos vitales. Por qué se deja a las profesionales solas ante estas situaciones, por qué no se prioriza el cumplir con ratios adecuadas en los profesionales de “lo social” mientras si impera en el debate público la necesidad de armarse ante la guerra. La guerra la tenemos en casa, en nuestras ciudades, en nuestros pueblos, se llama desigualdad y genera desprotección, abandono y, en ocasiones, violencia. Y como responsables deberían reflexionar sobre lo que les queda más cercano y cómo lo están manejando.
Hoy lloramos por la compañera extremeña, pero todos los días sufrimos por no poder desarrollar nuestro trabajo en las condiciones dignas que requeriría enfrentar las complicadas situaciones que viven los menores desamparados, las familias vulnerables, la sociedad fracturada por la injusticia social.
Oiremos propuestas para bajar la edad penal, correrán los bulos y la criminalización de los menores, de la pobreza, del desamparo. Pero esa no es la reacción que queremos. Es necesaria la reacción de los responsables políticos a la raíz de los problemas. La profesión social ya ha despertado y no vamos a parar hasta obtener respuestas que hagan de la nuestra una profesión prioritaria para conseguir una sociedad justa y en paz.