Sin prisa, pero sin pausa, llegó Hitler al poder, después del descalabro de la marcha de noviembre de 1923 que lideró apoyado por los seguidores del entonces pequeño Partido Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores (NSDAP), emulando a Benito Mussolini y su Marcha sobre Roma. Fue un desastre con heridos y varios muertos y cuyo fin dio con Hitler en la cárcel. Entonces aquel hombrecito se dio cuenta de que era más productivo e interesante jugar al juego político, y su partido se situó en la extrema derecha, del lado opuesto del KPD comunista. Consiguieron 27 escaños en las elecciones de 1928, un paupérrimo 2,63%, pero suficiente como llave para entrar en el Reichstag, el Parlamento, que ardería cinco años más tarde y cuyos culpables, entonces, señalados por todos los índices, serían los comunistas, perseguidos por la policía y la SA, las fuerzas dirigidas por Goering, los verdaderos artífices del fuego. La inflación, que en 1930 provocó en Europa el crac del '29, hizo que el NSDAP obtuviera un 18,25% de los votos, ascendía poco a poco; su política populista lo ensalzaría en las siguientes elecciones, las de julio de 1932 con un 37,27% de los votos. Goebbels diseñó la campaña electoral. Hitler ya estaba consolidado. Luego, dejarse llevar, tirar de un lado, aflojar del otro, servir ahora a unos, imponer condiciones a otros, los pactos para formar gobierno, aceptar que el NSDAP apoyara al líder del partido conservador, el DNVP, que, aunque no tenía muy buena opinión de Hitler, le venía bien para sus intereses... Entonces no esperaban que Hitler impusiera también su condición: él sería el canciller, el primer ministro. Dudaron, discutieron, se negaron en rotundo y finalmente pensaron que la NSDAP entraría con pocos ministros en el gobierno y controlarían a Hitler... Ese era el plan, ostentar el poder a toda costa, ceder a las exigencias del hombrecito, pero manejando los hilos de la marioneta. Y se desencadena el torbellino... Con los comunistas perseguidos y Hitler ya como canciller, se celebran nuevas elecciones en mayo de 1933, el NSDAP consigue un 43,91% de los votos, no es suficiente, pero en ese momento todo daba igual... El incendio del Parlamento había sido decisivo, literalmente supuso la destrucción del juego democrático, abajo la República...  y todo se derrumba... La purga primero, el perro se revuelve contra el amo y gruñe, y enseña mandíbula y muerde la mano que tensa la correa. Comienza la purga, la "Noche de los Cuchillos Largos", encabezada por el propio Hitler, la matanza de un millar de personas, entre los dudosos, los ajenos y hasta los propios, acabó con la cúpula de la SA, las fuerzas que lo habían ayudado a posicionarse. Después, la cultura. Por aquellos años Goebbels, convertido en ministro de Propaganda, sería el artífice de la famosa quema de libros. 

Cinco obras de teatro han sido censuradas, autores como Virginia Wolf o el mismismo Lope de Vega; en Gijón se prohíbe la música en asturiano, se prohíbe a Alberto Conejero, se prohíbe a Ana Belén y su Julieta, a José Luis Gómez y su Romeo, por prohibir se prohíbe hasta el filme animado Lightyear, por subversivo...

Sin prisa, pero sin pausa. Estos chicos, y por supuesto, estas chicas, de Vox, -casualmente han tomado el mismo nombre de la revista de divulgación nazi que se editó entre 1933 y 1945 y casualmente la palabra nazi, según el diccionario etimológico, durante la I Guerra Mundial tuvo la connotación de "bobo", "atontando"-, comenzaron dejando un papelito en las mesas de las cafeterías y alejándose sigilosos, encorvados, prudentes, incluso un tanto serviles, escuchando a su espalda las mofas de quienes miraban incrédulos aquellos papelitos y su propaganda... Han aprendido que el juego parlamentario es el mejor camino, por mucho que detesten sus reglas, pisan la huella de los que fueron líderes de aquella imponente jauría. Han aprendido a cultivar la paciencia, y han iniciado su andadura sin prisa, pero sin pausa, todo llegará a su debido tiempo, hasta el fuego en el Parlamento si tuviera que llegar, también ellos podrán señalar a la izquierda o invocar al fantasma de ETA. Los perros fieles de una derecha supuestamente cauta, como aquella del DNVP, cuyo líder, Alberto Núñez Feijóo, crecido ante la victoria de las elecciones locales y autonómicas, luce orgulloso las correas que sujetan a los perros. Caminan altivos, crecidos, poderosos, estirando cuero, jactándose de su tiempo futuro de cuchillos largos, exhibiendo sin pudor en lonas gigantes, para que no pase desapercibido cómo arrojarán a la papelera derechos, valores y los logros conquistados, mostrando fauces: Cinco obras de teatro han sido censuradas, autores como Virginia Wolf o el mismismo Lope de Vega; en Gijón se prohíbe la música en asturiano, se prohíbe a Alberto Conejero, se prohíbe a Ana Belén y su Julieta, a José Luis Gómez y su Romeo, por prohibir se prohíbe hasta el filme animado Lightyear, por subversivo... En las fachadas de las bibliotecas ponen rúbrica con letras gigantes a la pintada: "Menos libros y más España", tan similar a aquella que ya parecía olvidada e imposible hoy del gran artífice propagandístico nacional Millán Astray: "¡Mueran los intelectuales! ¡Viva la muerte!" La primera piedra a retirar del camino es la cultura, con la que tropiezan una y otra y otra vez... Un complejo de inferioridad ante la educación, la ilustración, la erudición, la sabiduría, la formación, que solo saben combatir con la fuerza; frente a la razón, la violencia, contra cultura, prohibición. Sentirse superiores del único modo que son capaces, instaurando la intimidación y el miedo. Miramos a Vox, miramos a los perros mostrando sus fauces, para no alzar la vista y reconocer que son otros los que les sujetan por el cuello, relajados, ignorantes, inconscientes... ¡Cuidado con el perro! Conocer la historia es útil hasta para los que la niegan, para aprender de ella y comprobar que estos canes terminan siempre por revolverse, mordiendo primero lo que tienen más cerca, la mano que les sujeta, para devorarlos después. Se me eriza la piel recordando la novela Cave Canem de Miguel Ángel González tan terroríficamente premonitoria.

Heinrich Heine había escrito: "Donde se queman libros, al final también se acaba quemando gente", sin saber que sus propios libros arderían un 10 de mayo de 1933, con millones de ejemplares más en la Plaza de la Ópera de Berlín. Luego, bien lo sabemos, las piras serían de cadáveres... 

¡¡CONTRA LA CENSURA, CONTRA LA INTOLERANCIA, CONTRA EL OSCURANTISMO: LAS URNAS!!

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Pepa Merlo es Doctora en Filología Española, Premio Extraordinario de doctorado por la Universidad de Granada. Investigadora de esta universidad, está especialista en Generación del 27 y autoras españolas del siglo XX. Profesora de la Universidad Internacional de Valencia (VIU). Sus artículos han sido publicados en las revistas más prestigiosas nacionales e internacionales, ha participado en congresos y seminarios en diferentes universidades de prestigio de todo el mundo. Es narradora. Sus cuentos cortos han sido publicados en las revistas literarias de prestigio nacionales e internacionales, ha sido traducida al inglés y al francés.

Ha publicado: Peces en la Tierra. Antología de mujeres poetas entorno a la Generación del 27 (Vandalia. Fundación José Manuel Lara, 2010), Con un traje de luna. Diálogo de voces femeninas de la primera mitad del siglo XX (Vandalia. Fundación José Manuel Lara, 2022), Rafael Guillén. Del conocimiento al asombro (Agencia Andaluza de Instituciones Culturales, Junta de Andalucía, 2022), El haza de las viudas (Espuela de Plata. Renacimiento, 2008), Todos los cuentos, el cuento (Col. Narrativa, Diputación de Cádiz, 2007); entre las ediciones críticas destacan: El diván del Tamarit de Federico García Lorca (Cátedra, 2018), Una sombra entre los dos de Elisabeth Mulder (Renacimiento. 2018), El retablo de Salomé Amat de Elisabeth Mulder (Renacimiento, 2021) y Sinfonía en Rojo de Elisabeth Mulder (Tigres de papel, 2022). Cofundadora de la editorial ELENVÉS EDITORAS, dirige la colección Bernal de narrativa.

Fotografía: Luis Serrano