La 'vía andaluza' de Moreno: del pretendido diálogo y la supuesta moderación a la bronca permanente

Después de la indiscutible mayoría absoluta que conquistó Juan Manuel Moreno el 19 de junio de 2022, la poderosa maquinaria del PP-A, compuesta también por la cúpula empresarial y medios de comunicación, se activó para articular dos estrategias con el fin de amortiguar que una victoria tan amplia no pareciera lo que al final no pudo ser escondido: un gobierno que actúa como rodillo, con un poder absoluto.
Pero remarcar el perfil moderado del presidente no sería suficiente para que a lo largo de la legislatura ese voto prestado se convirtiera en fijo, ante los retos del Gobierno andaluz de derechas, que dejó abierta en la primera legislatura de Moreno
Pero remarcar el perfil moderado del presidente no sería suficiente para que a lo largo de la legislatura ese voto prestado se convirtiera en fijo, ante los retos del Gobierno andaluz de derechas, que dejó abierta en la primera legislatura de Moreno, con Cs en la Junta, y el apoyo parlamentario de la ultraderecha, como los maltrechos servicios públicos, entre ellos, los pilares del estado de bienestar, como son la sanidad, la educación y la Dependencia.
La incontestable, pero también sorprendente, mayoría absoluta de Moreno le situó en el escaparate nacional, pero ya, con fuerza y poderío bien ganado, como uno de los referentes indiscutibles del PP, liderado por un Alberto Núñez Feijóo, en precario, demasiado deudor de Isabel Díaz Ayuso, que relevó a Pablo Casado, -ausente en el último Congreso Nacional del PP- al intentar denunciar la corrupción en el Gobierno de la Comunidad de Madrid.
En su estrategia partidista, Moreno estaba convencido -ahora hay dudas en el entorno del presidente andaluz- de que con él se ampliaría el centro político hasta alcanzar la mayoría suficiente, más que con Díaz Ayuso de lograrlo por la derecha, arrancando electorado de la extrema derecha
Así que, desde Sevilla, los populares trazaron una segunda estrategia, que Moreno bautizó como vía andaluza, con la que pretendía diferenciarse de Isabel Díaz Ayuso, con la bandera del “diálogo” para buscar “consenso”, “sin bronca” y “sin ruido político”. Por si acaso, cambió de portavoz del Gobierno en la crisis de julio de 2024, cuando reemplazó a la mitad del su ejecutivo, entre ellas las de Salud y Educación, y nombró a Carolina España, la consejera de Economía, Hacienda y Fondos Europeos, un perfil mucho más duro que su antecesor, Ramón Fernández Pacheco.
Moreno se erigía como una alternativa posible para liderar el PP, si Núñez Feijóo no logra formar gobierno tras las próximas generales, porque tras dos fracasos y con tanta elevación de la crispación, sería insostenible que el actual presidente nacional de los populares pudiera seguir. En su estrategia partidista, Moreno estaba convencido -ahora hay dudas en el entorno del presidente andaluz- de que con él se ampliaría el centro político hasta alcanzar la mayoría suficiente, más que con Díaz Ayuso de lograrlo por la derecha, arrancando electorado de la extrema derecha.
Alberto Núñez Feijóo y Juan Manuel Moreno, en una cto en Madrid. E.P.
En los discursos de fin de año, en sesiones parlamentarias y en discursos políticos o intervenciones en prensa, Moreno, al que siguió el Gobierno andaluz, y el PP en las provincias andaluzas, no perdía la oportunidad de destacar la vía andaluza, “de estabilidad, moderación y diálogo para el avance de Andalucía”
Y así, en los discursos de fin de año, en sesiones parlamentarias y en discursos políticos o intervenciones en prensa, Moreno, al que siguió el Gobierno andaluz, y el PP en las provincias andaluzas, no perdía la oportunidad de destacar la vía andaluza, “de estabilidad, moderación y diálogo para el avance de Andalucía”.
La influencia de Juan Manuel Moreno en el PP nacional llegó hasta tal punto que hasta llegó a desprenderse de sus dos pilares fundamentales en la primera legislatura, como fueron Elías Bendodo, en Presidencia, y Juan Bravo, en Hacienda y Financiación Europea, para su incorporación a la cúpula del partido, aunque con el tiempo sus respectivos papeles en Madrid han quedado desdibujados, sin apenas peso, más acusado en el caso del malagueño.
Con la vía andaluza, Moreno y su gobierno presumió de alcanzar acuerdos con el Gobierno de España, como en el caso de Doñana, -aunque la realidad fue que la errática gestión de la Junta hacía peligrar el Parque Nacional y no le quedó más alternativa-, con los agentes económicos y sociales, con empresas privadas de peso mundial para sentarse en alguno de los polos de desarrollo de Andalucía, pocos en Granada, y hasta uno “histórico”, como definió, con la educación concertada.
Pero en los últimos meses algo ha cambiado radicalmente en el moderado Juan Manuel Moreno: El Gobierno andaluz de mayoría absoluta del PP está inmerso en un marco de confrontación permanente contra el Ejecutivo de Pedro Sánchez, en el que no hay espacio posible para el acuerdo
Pero en los últimos meses algo ha cambiado radicalmente en el moderado Juan Manuel Moreno: El Gobierno andaluz de mayoría absoluta del PP está inmerso en un marco de confrontación permanente contra el Ejecutivo de Pedro Sánchez, en el que no hay espacio posible para el acuerdo. Y en Andalucía, tampoco es posible el acuerdo, salvo con las empresas de sanidad privada, mientras los sindicatos, y los partidos de izquierda, claman contra el crítico estado de la sanidad, la educación, los servicios sociales. Además, los acuerdos que se consiguen cerrar -para frenar movilizaciones, incluidas huelgas- no se cumplen, como denuncian los sindicatos sanitarios con el que se suscribió sobre Atención Primaria.
La Junta moderada viró hacia la bronca partidista para dejar atrás la supuesta vía andaluza. Rompe el consenso sobre el Algarrobico. Resuelve en seis minutos una reunión sobre la quita de la deuda; recurre ante el Tribunal Constitucional la acogida de menores inmigrantes; lleva a los tribunales la limitación de viviendas turísticas; y plantea la Conferencia de Presidentes como un escenario de batalla para discutir temas como la ocupación ilegal, como si ese fuera el principal problema de la vivienda. Todo ello, como siguiendo el ejemplo de Díaz Ayuso, de la que intentaba distanciarse.
El cambio de actitud de Moreno, que puso fin a la vía andaluza, se produjo cuando María Jesús Montero, vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Hacienda, fue elegida secretaria general del PSOE-A y candidata a la Presidencia de la Junta, que fue recibido inicialmente con mucho temor por el PP-A
El cambio de actitud de Moreno, que puso fin a la vía andaluza, se produjo cuando María Jesús Montero, vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Hacienda, fue elegida secretaria general del PSOE-A y candidata a la Presidencia de la Junta, que fue recibido inicialmente con mucho temor por el PP-A, que salió en tromba, junto a todo el aparato de la Junta, contra su etapa como consejera de Salud, -cuando, paradójicamente, se alcanzaron hitos relevantes en la sanidad pública andaluza- la financiación de Cataluña o como ariete de Pedro Sánchez.
Junto a ello, la preparación y celebración del XXI Congreso Nacional del PP, en el que Moreno dirigió la ponencia política, que no se mojaba en cuanto a pactos presentes y futuros con la extrema derecha, y en el Núñez Feijóo escoró la nave del partido conservador más a la derecha.
El giro que Alberto Núñez Feijóo ha dado a su estrategia de oposición ha tenido, por tanto, su efecto también en el PP andaluz, que ha virado para seguir milimétricamente la orden del líder nacional de su partido de ruptura total con Pedro Sánchez, para no dejarle en evidencia.
Y más aún si inevitablemente vamos camino del adelanto electoral en Andalucía, en el que el terreno de juego ya se ha encargado el PP de estar embarrado e impracticable
Y más aún si inevitablemente vamos camino del adelanto electoral en Andalucía, en el que el terreno de juego ya se ha encargado el PP de estar embarrado e impracticable. Lo que también sirve si las hace coincidir con las generales, en caso de que Pedro Sánchez, pese a su empeño de seguir, también las adelanta.
Desde el giro de Moreno se ha referido varias veces al posible adelanto electoral de las andaluzas. La última, esta semana en su visita a Japón, en la que se decanta por convocarlas en junio de 2026, para agotar la legislatura, pero se mostró proclive a un adelanto electoral si las elecciones generales, se programan en fechas próximas a junio y son muy cercanas, al considerar que “no es razonable obligar a los andaluces a votar dos veces” en un corto espacio de tiempo.
Ese sería el escenario ideal para Núñez Feijóo, pero Moreno lleva tiempo dándole vueltas al adelanto electoral, con indiferencia de la fecha en que sean las generales. De hecho, en el Parlamento andaluz, el PSOE-A se lo ha preguntado abiertamente sin obtener respuesta.
Algunos piensan, incluso, que a la vuelta del verano podría disolver el Parlamento y adelantarlas para octubre -como apuntó el presidente de la Diputación de Jaén, el socialista Francisco Reyes, tras reunirse con Moreno-. Esta tesis, que avalan en el PP-A, parte de que forzaría, con poco tiempo de exclusividad a la comunidad autónoma a la candidata socialista María Jesús Montero a dejar el Gobierno para centrarse en Andalucía, -una necesidad que reclaman algunos sectores del PSOE-A para que se dedique desde ya a recorrer Andalucía, lo que aumentaría sus posibilidades-, y que sorprendería a la otra izquierda, aglutinadas en Por Andalucía en las últimas elecciones, sin hoja de ruta definida para volver a concurrir juntos o por separado, en el caso de IU y sus confluencias y Podemos. En la imagen de EP, Moreno y Montero se saludan.
El PP dinamita en el Parlamento andaluz la vía andaluza
Aunque el curso político en Andalucía se cerrará el próximo lunes con el Consejo de Gobierno, el parlamentario se cerró en julio pasado con los plenos más broncos que se recuerdan, con los que el PP-A puso fin a la vía andaluza con intervenciones salidas de tono, muy lejos de la moderación, incluida la intervención y actitud del presidente Moreno.
Moreno abandona el pleno. E.P.
El PP andaluz llevó a su manera a la Cámara andaluza el pleno sobre medidas de corrupción en el Congreso, con un trazo grueso inusual -"Koldo, Ábalos, Tito Berni, la banda de la Faffe, Paco Salazar, todos esos nombres tienen algo en común, aparte de la depravación, todos son socialistas, todos son sanchistas, trapalones degenerados"
El PP andaluz llevó a su manera a la Cámara andaluza el pleno sobre medidas de corrupción en el Congreso, con un trazo grueso inusual -"Koldo, Ábalos, Tito Berni, la banda de la Faffe, Paco Salazar, todos esos nombres tienen algo en común, aparte de la depravación, todos son socialistas, todos son sanchistas, trapalones degenerados", en boca de su portavoz, Toni Martín.
El PSOE-A se defendió recordando al PP sus propias miserias y "su doble vara de medir" en materia de Igualdad, con apelaciones al caso Nevenka o a los supuestos acosos del alcalde de Algeciras a las mujeres de su equipo.
Pero antes habían pasado muchas otras cosas en el Parlamento andaluz y sus alrededores. Como una pseudoreprobación del ministro Óscar Puente, protestas de diversos colectivos reclamando reunirse con Moreno y, ante uno en concreto, el de madres que demandaban un servicio telefónico para cuidados paliativos pediátricos las 24 horas del día los siete días de la semana, el presidente ya en su turno de palabra acusó a la izquierda de convertir la Cámara andaluza en una "batalla campal" usando el "dolor ajeno”.
La crispación tomó las sesiones del Parlamento. "Les dije que (María Jesús) Montero había dado órdenes de embarrar el debate en Andalucía y de reventar las sesiones parlamentarias. Y aquí lo tienen", afirmó Moreno mientras el presidente de la Cámara amenazaba de expulsión a la diputada socialista por Cádiz Rocío Arrabal.
El nunca moderado Toni Martín, en la misma sesión, apuntó al Gobierno que frecuenta "los bares de carreteras con letreros luminosos" para terminar de incendiar el debate, hasta la renuncia del presidente a seguir en el pleno, ante la airada protesta del grupo socialista
El nunca moderado Toni Martín, en la misma sesión, apuntó al Gobierno que frecuenta "los bares de carreteras con letreros luminosos" para terminar de incendiar el debate, hasta la renuncia del presidente a seguir en el pleno, ante la airada protesta del grupo socialista.
De esta forma, es imposible afirmar que el Parlamento andaluz es el paradigma del diálogo, el consenso y la moderación. La escalada verbal que impone el PP, al que deben hacer frente en cada sesión las diputadas por Granada más activas, como las socialista Olga Manzano y María Ángeles Prieto, o Alejandra Durán, de Por Andalucía, ya no encaja con esa pretendida moderación, que el presidente Moreno trataba mantener durante toda la legislatura, para afianzar el supuesto perfil centrista y moderado que, está convencido, es la base de su éxito electoral