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'Delito universal'

Blog - Punto de fuga - Cristina Prieto - Jueves, 7 de Noviembre de 2024
Un impactante anuncio.
Un impactante anuncio.

Diez años les ha costado a las feministas italianas conseguir la modificación de la Ley 40 en su país para prohibir el alquiler de vientres fuera de sus fronteras. Dentro, la compra y venta de bebés procedentes del alquiler de úteros de mujeres en situaciones muy vulnerables económicamente estaba prohibida desde 2004. Hasta el momento, Italia es el primer y único país, que convierte la mal llamada gestación subrogada en un delito universal, perseguible donde quiera que lo cometa cualquier persona italiana. El valor de esta iniciativa reside en el reconocimiento de esta práctica como inhumana y lo curioso es que haya tenido que ser un gobierno tan conservador como el que encabeza Giorgia Meloni el que haya resuelto la cuestión frente a una izquierda desnortada.

Ser padre o madre no es un derecho sino un deseo y, si por cualquier circunstancia no puede cumplirse, hay miles de menores buscando el calor de una familia para salir de las instituciones donde se encuentran acogidos

Todas las organizaciones feministas han mostrado su satisfacción con la decisión adoptada por el Parlamento de Italia mientras recuerdan que los vientres de alquiler están prohibidos en casi todos los países y en sólo un puñado esta práctica es legal, al contrario de lo que se piensa. Ser padre o madre no es un derecho sino un deseo y, si por cualquier circunstancia no puede cumplirse, hay miles de menores buscando el calor de una familia para salir de las instituciones donde se encuentran acogidos. Así de sencillo y así de humano si lo que realmente se quiere es dar amor.

Y como todo les parece insuficiente, para que poca gente se entere de la insolidaria maniobra, ahora quieren falsificar el lugar de nacimiento para que se pierda todo rastro de sus orígenes

Sin embargo, quienes aseguran estar llenos de tan nobles sentimientos para formar una familia prefieren acudir a los servicios de una agencia que contratará a una mujer con necesidades económicas para conseguir un bebé a la carta. Y, además, pretenden esconder tamaña desconsideración acudiendo fuera de sus fronteras para, a través de artilugios legales como en el caso de los españoles que viajan a Ucrania u otros países donde esta práctica es legal, inscribir a esos menores obviando a sus madres. Y como todo les parece insuficiente, para que poca gente se entere de la insolidaria maniobra, ahora quieren falsificar el lugar de nacimiento para que se pierda todo rastro de sus orígenes. Una sentencia del Tribunal Supremo ha considerado la solicitud de una pareja española que así lo reclamaba en aplicación de la misma legislación que rige para la adopción internacional por considerar que, en ambas situaciones, existe una identidad de razón entre las dos figuras jurídicas que permite se equiparación.

¿Cómo es posible que pueda plantearse esa equiparación jurídica entre una figura válida en derecho como la adopción internacional y un contrato nulo de pleno derecho como el que se realiza con la gestación por sustitución en España según la Ley de Técnicas de Reproducción Humana asistida?

Y aquí se plantea la incongruencia del alto tribunal. ¿Cómo es posible que pueda plantearse esa equiparación jurídica entre una figura válida en derecho como la adopción internacional y un contrato nulo de pleno derecho como el que se realiza con la gestación por sustitución en España según la Ley de Técnicas de Reproducción Humana asistida? Según los compradores de bebés, ocultar el lugar de nacimiento es una práctica que protege el interés superior del menor, ese concepto indeterminado que, últimamente, sirve igual para un roto que para un descosido. Más bien podría decirse que ocultar los orígenes de una persona es atentar contra su identidad, el conocimiento de sus lazos familiares, e incluso de una historia genética que podría poner en peligro su propia vida como la existencia de enfermedades hereditarias. Silenciar estos datos obedece al egoísmo de unos compradores que necesitan ocultar la transacción económica porque, en el fondo, saben que lo que han hecho está muy lejos del cumplimiento de los derechos humanos.

A pesar de la deshumanización que conlleva el alquiler de vientres, no puede negarse que nos encontramos ante un lucrativo negocio que sólo las leyes de los países pueden frenar

A pesar de la deshumanización que conlleva el alquiler de vientres, no puede negarse que nos encontramos ante un lucrativo negocio que sólo las leyes de los países pueden frenar. Pero, la presión de las agencias que se dedican a poner en contacto a mujeres con importantes necesidades económicas con personas que disfrutan de una holgada situación económica que les permite comprar un bebé es tan elevada que es necesario traspasar fronteras para encontrar quienes estén dispuestas a pasar por un embarazo y un parto a cambio de dinero.

Recientemente, se han publicado en redes sociales anuncios en los que se buscan mujeres nigerianas para ser trasladadas a Georgia con la finalidad de gestar para terceros

Recientemente, se han publicado en redes sociales anuncios en los que se buscan mujeres nigerianas para ser trasladadas a Georgia con la finalidad de gestar para terceros. La demanda crece y hay que mantener surtido el mercado de los seres humanos, aunque algunas propuestas se acerquen peligrosamente a la trata de personas con fines de explotación reproductiva. También pueden encontrase anuncios en Facebook para convertirse en reclutadora y buscar mujeres en círculos cercanos que se presten a esta abominable práctica. Muchas de ellas ya han alquilado sus vientres con anterioridad y ahora se dedican a buscar a otras por un porcentaje negociado con las agencias mientras se pasean por pseudocongresos donde alaban esta mercantilización de cuerpos bajo la premisa del amor y la ayuda a quienes desean ser padres o madres.

No hay que caer en la trampa del amor, en las buenas palabras de personas que no dudan en utilizar a mujeres para satisfacer sus deseos. A pesar de que hablen mucho de derechos humanos no hay que escucharlos. No son buena gente.

 

Imagen de Cristina Prieto

Madrileña afincada en Andalucía desde 1987, primero en Almería y posteriormente en Granada donde he desarrollado mi carrera profesional como periodista. Me licencié en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, cursé mi suficiencia investigadora en la Universidad de Granada dentro del programa Estudios de la Mujer y leí mi tesis doctoral en la Universidad de Málaga.