La familia López Mingorance, símbolo de la masacre del Carrizal
Fiel a su compromiso con la Memoria Histórica y Democrática, El Independiente de Granada ha liderado, desde el inicio, la información que desveló el pasado 4 de agosto sobre el inicio de obras en el Barranco del carrizal, que ponían en riesgo el Lugar de Memoria. Hasta que finalmente las obras fueron paralizadas, este diario ha publicado una docena de minuciosas informaciones, -hasta en cuatro ocasiones ha visitado las obras ilegales- algunas replicadas por otros medios locales y nacionales, como la última de ellas: “Cultura exige que un arqueólogo vigile las obras en El Carrizal para garantizar que no alteran fosas de víctimas del franquismo”.
Este diario seguirá vigilante para que se cumpla la Ley de Memoria.
Manuel, el menor de los siete hermanos y único de los varones de la familia López Mingorance que sobrevivió a Franco y no fue asesinado por sus seguidores, celebró la muerte del innombrable de dos formas: primero, se afeitó el bigote, como había prometido hacer cuando desapareciese el dictador. Luego, en su taller de coches de Granada, soldó dos tubos a modo de cruz y sobre la matrícula de un viejo Gordini escribió algo con pintura blanca y se fue derecho para El Carrizal.
A finales de noviembre de 1975, a un par de metros de una curva de la carretera entre Lanjarón y Órgiva, Manuel protagonizó probablemente el primer acto sobre el terreno de Recuperación de Memoria de víctimas republicanas de la Guerra Civil en Granada
Allí, a finales de noviembre de 1975, a un par de metros de una curva de la carretera entre Lanjarón y Órgiva, Manuel protagonizó probablemente el primer acto sobre el terreno de Recuperación de Memoria de víctimas republicanas de la Guerra Civil en Granada, con excepción de los homenajes a Lorca en el Barranco de Víznar.
Y allí sigue la cruz, dedicada a la memoria de su padre Manuel López López y familia, al pie de un barranco donde el catedrático y cronista de Órgiva, Juan González Blasco, aseguró que puede haber enterrados en seis fosas entre cuatro mil o cinco mil republicanos granadinos y malagueños, muchos aniquilados durante la Desbandá, y otros muchos, por la brutal represión franquista en la Alpujarra.
Manuel López López, electricista, mecánico, socialista, republicano y teniente de alcalde de Lanjarón fue fusilado en ese mismo paraje. Pero minutos antes de su asesinato, había muerto ya: antes de la ejecución, uno de los miembros del pelotón se dirigió a él y le dijo: “Primero fusilaremos a tus hijos para que los veas morir”.
Félix y Antonio, republicanos como su padre, habían huido a los montes de Lanjarón cuando a los pocos días del golpe militar partidas de la Guardia Civil y grupos de falangistas armados se hicieron con el control del pueblo y de buena parte de la Alpujarra y aplicaron el terror. También abandonaron la casa sus hermanos José María y Miguel en dirección al Levante. El primero logró llegar a Almería, pero el segundo cayó preso en Torvizcón.
Mientras los hermanos se ocultaban precipitadamente en la sierra, el padre fue detenido en el Ayuntamiento de Lanjarón. Antes de ser conducido a la prisión de Granada, su mujer, Dolores Mingorance, se presentó en el Ayuntamiento y pidió que al menos le diesen el retrato de su marido. La foto acabó pisoteada por el suelo; luego saquearon su casa y el taller mecánico de la familia.
A los pocos días, los hermanos mayores, Antonio y Félix, decidieron regresar a Lanjarón con la ingenua creencia de que, como nada habían hecho, nada tenían que temer. Acabaron encarcelados en la prisión de Granada junto a su padre.
A los pocos días, los hermanos mayores, Antonio y Félix, decidieron regresar a Lanjarón con la ingenua creencia de que, como nada habían hecho, nada tenían que temer. Acabaron encarcelados en la prisión de Granada junto a su padre. De allí partieron cuando no había despuntado el alba del 11 de agosto de 1936 en uno de los siete camiones que Dolores Mingorance contó cuando pasaron por Lanjarón camino del Carrizal. Creyó ver a su marido entre los que iban a morir. El honrado político, padre y mecánico y sus dos hijos mayores fueron sepultados en cal viva junto a una higuera del barranco, no muy lejos de donde Manuel colocó la cruz en 1975.
Muchos fueron testigos de los fusilamientos masivos del Carrizal. González Blasco, autor de ´Órgiva, hitos de su historia´, habla de un niño que pastoreaba por la zona con su rebaño de cabras. Simón Pérez Rodríguez recuerda que a diario pasaba un camión lleno de criaturas, “…con 70 u 80 personas, procedentes de pueblos de la Alpujarra. Al rato se oía el tiroteo de las pistolas. Así un día y otro. Hay miles y miles de personas fusiladas y también otras personas que vivían en Las Barreras pueden dar fe de ello”.
No fue mejor la suerte que corrieron los otros dos hermanos López Mingorance. Miguel, que dejó dos hijos pequeños y una mujer que acabaría internada en el Hospicio, fue asesinado el 27 de agosto del 36 en Torvizcón en circunstancias poco claras; unos dicen que fue fusilado, mientras otros sostienen que alguien próximo a la familia lo apuñaló en los calabozos.
También la de un hombre que en el fusilamiento junto a otros republicanos quedó con vida. Manchado de sangre le creyeron por muerto y se escapó del lugar por el paraje de La Chuca.
Como no conocía el terreno tuvo la mala fortuna de preguntar a unos nacionales, que le detuvieron. El hombre fue paseado con una soga al cuello por Órgiva y en el cementerio gritó: "Qué he hecho yo para esto. Tengo nueve hijos". Después lo amarraron, lo echaron a la zanja y lo acribillaron a tiros. Imagen extraída de un vídeo del PSOE de Órgiva en el que se localizan las seis fosas del Barranco.
Vivió meses emparedado en un pequeño zulo en la casa que compartió con aquella enfermera al término de la Guerra Civil. No salía de allí. La mujer, hija de un militar rebelde de alto rango, convenció a Germinal para que confiase en las influencias de su padre, que tenía amigos en el entorno de Franco. José María accedió y acabó en la cárcel de Alicante.
Dolores, la madre de los López Mingorance, se fue con su hijo Manuel a Motril –zona republicana– tras los fusilamientos del Carrizal, mientras sus dos hijas, Pura e Isabel, fueron detenidas y recluidas en Torres Bermejas y luego trasladadas a la Prisión Provincial. “Todavía estáis aquí. Veremos a ver mañana”, se mofaban las carceleras de las dos hermanas, que, finalmente saldrían, con vida de la cárcel con su hermana.
Lo que quedaba de la familia encontró acomodo en la casa de una modista de la calle San Matías y luego alquiló una propia en el Realejo. Desde allí, Dolores se trasladaba frecuentemente hasta la prisión de Alicante para ver a Germinal. El reo daba instrucciones a su madre para que hablase con amigos bien posicionados, en un intento de salvar la vida. Las gestiones dieron como fruto el traslado de Germinal a la cárcel de Granada, donde recibía visitas de su familia y desarrolló una desgarradora relación epistolar con su madre.
La última carta
Germinal firmó esta carta, su última carta, en septiembre de 1944, desde la Prisión Provincial de Granada. Su madre y las hijas lograron en Motril un certificado que, según entendieron, debía ser el salvoconducto definitivo para excarcelarlo. Se apresuraron a presentarlo en el presidio de la Carretera de Jaén, pero cuando llegaron era demasiado tarde. “Va camino del cementerio”, les dijeron. Las mujeres de la familia López Mingorance se desmoronaron.
Sólo las hermanas fueron capaces subir a la colina de la Alhambra. Allí encontraron semienterrados a un grupo de presos recién fusilados. El pelotón pidió a las víctimas que se diesen la vuelta, pero él quiso morir de frente mirando a los ojos de sus verduhos aquel 25 de enero de 1945. La pierna de Germinal, la que hirieron durante el cerco de Almería, sobresalía de la tierra; así pudieron identificarlo y enterrarlo dignamente junto a uno de sus compañeros de infortunio.
La madre de Germinal fue enterrada junto a su hijo en 1959. La desgracia la había consumido hasta tal punto que, en el momento de su muerte, medía poco más de un metro de altura.
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Para que nunca se olvide. Para que nunca se repita.
En colaboración con y las asociaciones memorialistas de la provincia de Granada.
Si no tuviste oportunidad o quieres volver a leerlos, estos son los reportajes del Foro de la Memoria:
- José Raya Hurtado, el viejo socialista que proclamó la República
- 'Fue hace 50 años'
- Magdalena Ordóñez, una voz de la memoria
- El terror y la dictadura. Seis razones para seguir luchando
- La fosa común del Cementerio de San José de Granada: Lugar de Memoria Histórica Democrática de Andalucía
- 'La odisea del niño José García Puente (De Güéjar Sierra a Quéntar). Reportaje del diario Solidaridad Obrera 27 de septiembre de 1936'
- Luis Fajardo, el alcalde que escribió una carta desde la cárcel, antes de ser fusilado
- La historia de la familia Miranda, masacrada por el fascismo
- Manuel Valor Cara, de la cuesta del Pino al campo de concentración de Albatera
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- 'Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada'
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