'Maruja y Ugly: dos caminos para el nuevo post-post-punk'
No hay duda de que, para los aficionados al rock, el último lustro ha sido un periodo de renacimiento. Hacía al menos una década, si no más, que no había un movimiento del interés y el calado de la nueva oleada de grupos post punk británicos. Con los tres grandes grupos de la escena de The Windmill (Squid, black midi y Black Country, New Road) a la cabeza, y otros como Shame o Yard Act siguiendo su estela, esta nueva ola de bandas ha redefinido las posibilidades de la música de guitarras para esta década. De hecho, hace tiempo que no tiene sentido hablar de “post punk” para englobar a estos artistas: en realidad, lo que estamos presenciando es una nueva síntesis art-rock de estilos distintos y de diferentes épocas, desde el prog setentero al indie de los 2000. Lo mejor es que no paran de surgir nuevos grupos que quieren recoger el guante que han arrojado los pioneros, inventando sus propios cócteles o profundizando en caminos que aquellos apenas dejaron apuntados.
Este último es el caso de los grupos de los que quiero hablar hoy: Maruja y Ugly. Si bien ninguno de los dos ha debutado aún en largo, sus recientes EPs tienen a los fans de la escena emocionados y expectantes
Este último es el caso de los grupos de los que quiero hablar hoy: Maruja y Ugly. Si bien ninguno de los dos ha debutado aún en largo, sus recientes EPs tienen a los fans de la escena emocionados y expectantes. Los primeros son un cuarteto de Manchester que ya llamó la atención de mucha gente con su EP del año pasado, Knocknarea. Personalmente, aunque entendía el interés de su propuesta, no terminé de conectar con aquel disco; quizás porque me parecía más un ejercicio de estilo que un producto terminado. En cambio, el EP que lanzaron a finales de abril, Connla's Well, sí que me ha atrapado. El elemento más llamativo de su música a primera vista es la presencia incendiaria del saxofón de Joe Carroll. De hecho, si unimos esto a la oscuridad y tensión que destilan sus composiciones, lo primero a lo que recuerdan es al primer disco de Black Country, New Road: al igual que en aquel, la mezcla de frimeza espartana de las interpretaciones y estructuras compositivas progresivas conecta los mundos del post punk y el post rock.
Hay momentos brillantes por todas partes, y de varios tipos. Desde luego
Por fortuna, el talento de los cuatro miembros del grupo evita que Maruja se queden en la mera repetición de un sonido ajeno. A lo largo de los cinco cortes del EP, además de las poderosas líneas de saxo de Carroll podemos escuchar el cavernoso y retumbante bajo de Matt Buonacorsi, la expresiva y atronadora batería de Jacob Hayes y los múltiples tonos de guitarra y la urgente voz de Harry Wilkinson. Estos talentos, no obstante, ya estaban presentes en el anterior EP; siento que la diferencia es que el grupo ha refinado sus habilidades compositivas, creando canciones mucho más efectivas. Hay momentos brillantes por todas partes, y de varios tipos. Desde luego, hay pasajes ensordecedores como, cabe esperar de un grupo de esta clase; pero también hay frases y melodías que consiguen ser tan pegadizas como el mejor estribillo pop. Ahí están los alaridos de Wilkinson cuando repite una y otra vez “the truth, it hides!” en “The Invisible Man”, o el sencillo y melancólico motivo que tocan a coro el saxo y la guitarra en “Resisting Resistance”.
Realmente el único defecto de 'Connla's Well' es su brevedad: sus apenas 21 minutos dejan al oyente salivando y deseando que llegue al fin el primer álbum de un grupo con un potencial descomunal
Aun así, como decía antes, lo que más impresiona son los pasajes en los que la fuerza instrumental es arrolladora: en “One Hand Behind the Devil”, hay dos momentos en que toda la banda parece subir su intensidad y distorsión al máximo por unos breves segundos y, de pronto, callan por completo durante otro breve momento, antes de lanzarse de nuevo al ataque. Y qué decir de la apertura del disco con la instrumental “Connla's Well”, donde el grupo compacta toda su energía en apenas dos minutos para levantar un muro de ruido al estilo de Godseepd You! Black Emperor o Glenn Branca. O de “Zeitgeist”, que tiene la potencia rabiosa de una canción de hardcore punk, pero presentada con el refinamiento y la elegancia de un grupo de jazz fusión. Realmente el único defecto de Connla's Well es su brevedad: sus apenas 21 minutos dejan al oyente salivando y deseando que llegue al fin el primer álbum de un grupo con un potencial descomunal. Si son capaces de seguir progresando a nivel compositivo, construyendo canciones cada vez más interesantes y creando discos donde el conjunto sea más que la suma de las partes, pueden llegar muy lejos.
El sexteto cantabrigense Ugly.
En un punto casi opuesto en cuanto a tono emocional y textura sonora están Ugly
En un punto casi opuesto en cuanto a tono emocional y textura sonora están Ugly. Este sexteto de Cambridge lanzó en mayo su primer EP, Twice Around the Sun, y su intrincado indie folk con ínfulas progresivas y letras pastorales me tiene encandilado. Es una especie de cruce entre la belleza coral de los primeros Fleet Foxes, el rollo artie de Grizzly Bear o Dirty Projectors y la energía de esta reciente hornada de grupos post punk. De hecho, Charlie Wayne, el batería de Black Country, New Road, fue miembro de Ugly hasta 2020, y algunas canciones de Live at Bush Hall (2023) no están tan alejadas del camino que están tomando sus paisanos. Basta escuchar la primera canción, “The Wheel”, para entender el tipo de juegos que les interesan: hasta pasados más de dos minutos, no suena ningún instrumento más allá de las voces de Samuel Goater, Tom Lane y Jasmine Miller-Sauchella, que alternan entre armonizar entre sí, hacer cánones o simplemente entrecruzarse. Después, una guitarra luminosa, un bajo ágil y, por fin, una batería frenética propulsan la canción hacia adelante. El control de las dinámicas es exquisito, con requiebros sorprendentes ejecutados a la perfección. Por último, después de un nuevo silencio llenado con armonías vocales, la banda cambia el paso y emprende un firme ritmo post punk para rematar la canción por todo lo alto.
Es difícil elegir una favorita entre ellas. “Icy Windy Sky” y “I'm Happy You're Here” son también canciones largas y complejas, con arreglos ricos y diversos y múltiples fases: momentos de desnfreno rockero, de contemplación folkie, de puro éxtasis, de inesperado desasosiego...
Lo mejor es que esta no es necesariamente la mejor canción del disco; de hecho, es difícil elegir una favorita entre ellas. “Icy Windy Sky” y “I'm Happy You're Here” son también canciones largas y complejas, con arreglos ricos y diversos y múltiples fases: momentos de desnfreno rockero, de contemplación folkie, de puro éxtasis, de inesperado desasosiego... Esta segunda cierra además el disco con un estribillo cantado a coro por todo el grupo que derrite el corazón (“failure falls to fault, simple saves the soul”). “Sha”, en cambio, es un tema mucho más breve y directo, con varios ganchos melódicos maravillosos y hasta chistosos (“sha-sha-sha-sha-sha-shut up!”). “Shepherd's Carol” combina estas virtudes, con una gran riqueza en cuanto a texturas, pero una estructura algo más sencilla que los temas más largos; y al mismo tiempo con un estribillo simplemente innegable. Incluso “Hands of Man”, que quizás sea la canción menos destacada, con ciertos manierismos demasiado calcados de Fleet Foxes, contiene la mejor frase del EP, “Have the times become your only friend?”, repetida a coro al cerrar el tema con una compasión afable y alegre.
Diría que las letras son, en general, el punto menos robusto de la propuesta del grupo
No obstante, diría que las letras son, en general, el punto menos robusto de la propuesta del grupo: en ocasiones, se dejan llevar por el mero sonido de las palabras (hay frases enteras en otros idiomas o incluso en lo que parece un idioma semi-inventado) y acaban siendo demasiado abstractas, llegando a resultar algo caricaturescas. El quilt de la portada está justamente en ese mismo punto, en la frontera entre lo bonito y lo autoparódico. Está claro que admiran la excentricidad costumbrista de Richard Dawson, pero les falta el talento narrativo de aquel. Más allá de esos defectos menores, Twice Around the Sun es un discazo; de hecho, es tan largo (36 minutos) que casi cuenta como un LP. Así pues, podemos estar contentos: ya sea por los parajes siniestros y fríos de Maruja, por los paisajes cálidos y floridos de Ugly o por otras rutas aún por descubrir, el rock tiene caminos de sobra por los que avanzar hacia el futuro.