No hay debate
El 23 de septiembre se conmemoró el Día Internacional contra la Explotación Sexual y el Tráfico de Mujeres, Niñas y Niños, instaurado por la Conferencia Mundial de la Coalición Contra el Tráfico de Personas en coordinación con la Conferencia de Mujeres que tuvo lugar en Dhaka, Bangladesh, en enero de 1999, para celebrar la promulgación de la Ley 9.143 el 23 de septiembre de 1913 en Argentina, la primera norma legal en el mundo contra la prostitución infantil. Con motivo de dicha efeméride que tuvo lugar el pasado lunes, varios han sido los colectivos y asociaciones que han organizado actos para denunciar que las mujeres y las niñas, principalmente, están en peligro. Y no tenemos que irnos al otro lado del planeta. A nuestro alrededor se trafica con ellas sin que nadie haga nada.
Un reciente estudio realizado por el ministerio de Igualdad, cuyo avance se presentó hace unos días, ha identificado a 114.576 mujeres explotadas sexualmente a través de diferentes anuncios localizados en webs y otros soportes en nuestro país
Un reciente estudio realizado por el ministerio de Igualdad, cuyo avance se presentó hace unos días, ha identificado a 114.576 mujeres explotadas sexualmente a través de diferentes anuncios localizados en webs y otros soportes en nuestro país. De ellas, 92.496 podrían estar en riesgo de trata y otras 9.000 estarían en riesgo muy alto. Sabemos, sin embargo, que estas cifras son sólo orientativas porque la realidad del número de mujeres en situación de explotación sexual es mucho más elevada.
El macroestudio dice que el 28% de las mujeres que están en situación de prostitución tienen entre 18 y 24 años; de 25 a 36 años el 32%; de 37 a 45 años el 7% y de 46 a 55 años un 1,6%. Pero, se señala que en el 31% de los anuncios no se refleja la edad.
Sin embargo, si se toma distancia y se observan otras actuaciones pudiera concluirse que tanto el estudio como la declaración institucional posterior no es más que otra pose del ‘Gobierno más feminista de la historia’ que más daño está haciendo a las mujeres
Estas actuaciones gubernamentales podrían hacer pensar a la ciudadanía que, desde las instituciones existe una preocupación real por lo que califican como la “esclavitud moderna” que utiliza a las personas más vulnerables como simple mercancía, violando de forma flagrante los derechos humanos. Sin embargo, si se toma distancia y se observan otras actuaciones pudiera concluirse que tanto el estudio como la declaración institucional posterior no es más que otra pose del ‘Gobierno más feminista de la historia’ que más daño está haciendo a las mujeres. Veamos.
Desde las propias arcas públicas se están concediendo subvenciones a organizaciones que defienden la prostitución. Entre los años 2010-2022, el Comité de Apoyo a las Trabajadoras del Sexo (CATS) recibió 1.012.748 euros para fomentar la prostitución como una actividad laboral, por ejemplo. Esta organización se creó en Murcia en 2002 y, en la actualidad, cuenta con delegaciones territoriales en Murcia, Comunidad Valenciana (Elche y Alicante), Castilla La Mancha (Hellín y Albacete) y Andalucía. En Cataluña, la Associaciò Genera, que considera la prostitución un trabajo como otro cualquiera y ofrece formaciones y talleres para profesionales del ámbito de la salud, servicios sociales, ONGs o estudiantes recibió un total de 658.372 euros de diversas instituciones catalanas entre 2019 y 2022. Son sólo dos ejemplos.
Este año, el Día Internacional contra la Explotación Sexual y el Tráfico de Mujeres, Niñas y Niños tampoco ha merecido una campaña institucional
La preocupación del ministerio de Igualdad y su titular, Ana Redondo, por la “esclavitud moderna” que constituye la prostitución y la trata de personas tampoco se ha dejado traslucir en las campañas institucionales dirigidas a la ciudadanía. Este año, el Día Internacional contra la Explotación Sexual y el Tráfico de Mujeres, Niñas y Niños tampoco ha merecido una campaña institucional. Un simple vistazo a la página web del ministerio nos traslada al año 2017 para encontrar la última diseñada para tal fin en colaboración con el Ministerio de Sanidad. Durante la pasada legislatura, los mensajes lanzados desde esta responsabilidad ministerial tuvieron como objetivos, principalmente, los derechos del colectivo LGTBI, el racismo y la violencia machista.
El trabajo se lo ha dado ya hecho la Plataforma para la Abolición de la Prostitución y, si de verdad quiere acabar con la explotación de mujeres y niñas, sólo tiene que dar un paso adelante y convertir a nuestro país, el más putero de Europa, en un lugar libre de esclavitud sexual
En la mano del Gobierno está abrir el cajón donde guardó la propuesta de Ley Orgánica para la Abolición del Sistema Prostitucional (LOASP) que se presentó a la anterior ministra de Igualdad y quitarle el polvo para llevarla al Congreso de los Diputados y comenzar su tramitación. El trabajo se lo ha dado ya hecho la Plataforma para la Abolición de la Prostitución y, si de verdad quiere acabar con la explotación de mujeres y niñas, sólo tiene que dar un paso adelante y convertir a nuestro país, el más putero de Europa, en un lugar libre de esclavitud sexual.
¿También cree usted, como su antecesora en el cargo, que ser violada por diez o quince hombres todos los días es un trabajo como otro cualquiera?
En vez de legislar, nos hemos encontrado con unas inquietantes declaraciones de la titular de Igualdad en la que asegura que, para terminar con la prostitución es necesario abrir un debate público. ¿Qué debate señora ministra? ¿Desde cuando se puede discutir sobre las bondades de la esclavitud? ¿También cree usted, como su antecesora en el cargo, que ser violada por diez o quince hombres todos los días es un trabajo como otro cualquiera? ¿Sería capaz usted de explicárselo a las supervivientes del sistema prostitucional como Sarah Berlori a quien el alcalde de Ciudad Real ha vetado en unas jornadas sobre trata que organizaba el ayuntamiento?
Entendemos que a los puteros y a los defensores de la prostitución como un trabajo no les guste escuchar testimonios como los de Sarah donde se pone al descubierto la devastación que supone para las mujeres esta actividad, pero, al menos, podrían disimularlo.