'La política es cosa seria'

No cabe duda de que en una sociedad ideal, a la que debemos aspirar, la política es constructiva y propositiva, el necesario disenso político se establece a través de un ordenado debate de ideas y propuestas, no existe polarización, y la ciudadanía, los medios de comunicación y las y los representantes públicos se caracterizan por su virtuosismo, su preparación, su carencia de sectarismo y una probada autoexigencia, lo que conduce a que conceptos tales como la transparencia, la rendición de cuentas, el establecimiento de controles, incluso la responsabilidad política estén correcta y universalmente establecidos y asumidos por y para todos y todas.
Una creciente extrema derecha global polariza, simplifica, manipula y embrutece el debate político, encanallando y condicionando la propia política
A poco que nos fijemos en el contexto de las cosas, apreciamos que tras la caída del muro de Berlín, el capital global ya no tiene quien lo frene, quien le obligue a pactar unos mínimos de justicia social, de modo que el aplicar determinadas políticas públicas de bienestar colectivo, se está convirtiendo, cada vez más, en un evidente ejercicio de resistencia frente a “lo que hay”. Del mismo modo, una creciente extrema derecha global polariza, simplifica, manipula y embrutece el debate político, encanallando y condicionando la propia política. Por poner 2 ejemplos de actualidad, se ha llegado a calificar de intolerable injerencia en no se qué y atentado brutal contra no sé quién, el hecho de proponer incorporar una prueba escrita de razonamiento para aspirar a ser juez o jueza en España. O se ha llegado a proclamar, por quien parece liderar la llamada alternativa, como gran expresión programática “él o yo, y yo además no pongo cordones sanitarios a la ultraderecha”. Por tanto, cabría preguntarse de qué narices estamos hablando, por hablar claro.
En mi opinión, estamos hablando de que, por supuesto sin renunciar desde las izquierdas a ser contundentes, ejemplarizantes e insobornables en la lucha contra la corrupción y el machismo, en primer lugar, las derechas políticas y mediáticas no van a marcar ninguna senda que no sea la suya propia. Y en segundo lugar, hablamos de que la estrategia establecida por el partido socialista, que habrá de ir completándose progresivamente, de no tirar la toalla y de decir bien claro qué y cómo lo hace cada cual, no es en absoluto un “y tu más”, como se nos cacarea a diario en tertulias y pseudodebates, sino un sonoro “y tú diferente”. Pues es evidente que hay dos maneras de reaccionar ante los mismos hechos o similares indicios. Bien diferentes, le pese a quien le pese, y por eso hay que proclamarlo bien fuerte. También para que sea escuchado por las y los duros de oído.
Por cierto, es interesante reseñar que desde 2017 hay quienes no se han movido un milímetro de su posición, lo que ya los convierte en muy previsibles y escasamente atractivos en sus puntos de vista, a fuer de repetitivos
Por cierto, es interesante reseñar que desde 2017 hay quienes no se han movido un milímetro de su posición, lo que ya los convierte en muy previsibles y escasamente atractivos en sus puntos de vista, a fuer de repetitivos. Me refiero a las sobreactuantes e hiperbólicas derechas de todo tipo, a toda la tropa de tertulianos y opinantes englobados en el llamado “antisanchismo” y al colectivo de firmantes de manifiestos (contra la amnistía, contra la financiación singular y ahora por la convocatoria de elecciones). Sobre ellos y ellas, dos comentarios. Uno, van camino de convertir, a base de pasarse de frenada, en tendencia mayoritaria el “anti antisanchismo”. Y dos, no se aprecia en ese universo a nadie que necesite o precise de la acción del gobierno, de sus políticas redistributivas, de creación de empleo o de defensa y protección de derechos. Así que considero que lo que debe hacerse, sin demora y con rotundidad, es justamente hacer que lo que haya de venir, a partir de ya, no nos parezca insuficiente a quienes no nos tiene que parecer insuficiente, pues el resto citado nos debe dar igual, su posición lleva muchos años fijada. Y también, hacer que eso que haya de venir, merezca la pena para quienes no desean el fin de este gobierno, para quienes no desean adelanto electoral, para quienes en absoluto aprecian ningún fin de ciclo, para quienes pasan olímpicamente de tertulias y de tuits.
Que no nos parezca insuficiente y que merezca la pena para la mayoría social de este país, también para quienes estén defraudados, cabreados y atónitos, y también para quienes esperan y desean reacciones. No para quienes decidieron hace años que había que liquidar a toda costa a este gobierno. Esas y esos que sigan con su (legítimo) vociferante verborrea.
De modo que convendría tomar un poco de aire y también de perspectiva. Y cuando a unas derechas se les pase el “subidón” de su cónclave estival, y a las otras el enfado ante el “tremendo error” que dicen ha supuesto el citado cónclave. Cuando los socios parlamentarios rebajen un poco el tono de campaña, entendible ciertamente. Y cuando la gente vuelva a poner oreja a los asuntos de la política. Justo en ese momento, desde el PSOE se deben establecer los mecanismos de debate y participación leal para aumentar las exigencias, los controles y los contrapoderes internos necesarios y esperados. Sin prejuicios ni aprioris. Sea en otro Comité Federal, en una Conferencia Política o donde corresponda. A ser posible, sin que el proceso sea radiado, televisado, proclamado ni anunciado. El éxito de estas operaciones radica en su prudencia y en el uso de la inteligencia colectiva para adoptar las mejores soluciones.
Y, por supuesto, desde el gobierno, adoptar durísimas medidas contra la corrupción, contra los corruptores, contra los corrompidos y contra las causas que favorecen o facilitan todo ello. Trabajar para la abolición de la prostitución y para la erradicación de comportamientos y actitudes machistas. Y abordar medidas rotundas de calado social y redistributivo. Creo que estando la cosa como está, hay que mirar para adelante sin cortarse un pelo. Porque la política es una cosa muy seria.