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'Semillas 'woke''

Blog - Punto de fuga - Cristina Prieto - Jueves, 22 de Febrero de 2024
Resultados de las elecciones autónomicas en Galicia. En azul, los municipios donde ganó el PP y en rojo, los del PSOE.
La Sexta.
Resultados de las elecciones autónomicas en Galicia. En azul, los municipios donde ganó el PP y en rojo, los del PSOE.

El domingo pasado se celebraron elecciones autonómicas en Galicia y, aunque el triunfo de la derecha popular estaba cantado, la lectura de los votos recogidos por algunas opciones que dicen ser de izquierda -Partido socialista, Sumar y Podemos- es, sencillamente para llorar. Pueden seguir perdiéndose en las identidades, en las ‘elles’ y el ‘todes’ mientras la derecha continúa avanzando y las comunidades autónomas van vistiéndose, una tras otra, de azul.

Es triste ver cómo continúan sin darse cuenta de que ese discurso, cada vez más estúpido y con menos sentido, está alejando al electorado de las posiciones progresistas para dejar todo el campo libre a una derecha que, sólo con llamar a las cosas por su nombre, no es que les haya comido ya la tostada, es que se ha quedado con toda la bolsa del pan

Es triste ver cómo continúan sin darse cuenta de que ese discurso, cada vez más estúpido y con menos sentido, está alejando al electorado de las posiciones progresistas para dejar todo el campo libre a una derecha que, sólo con llamar a las cosas por su nombre, no es que les haya comido ya la tostada, es que se ha quedado con toda la bolsa del pan. En su arrogancia sin límite se disculpan echando balones fuera mientras los escaños van siendo ocupados por quienes, cada vez, tienen que hacer menos esfuerzos para conseguirlos. ¿Para qué? Se preguntan mientras ven que el esfuerzo lo hacen otros con la intención de perderlos. Unos dicen que su candidato no tenía tirón suficiente, otros que no les ha dado tiempo y los terceros que la situación es complicada. Excusas de mal pagador. Incluso algunas lideresas nacionales han perdido en su propia tierra. Será que la conocen bien.

Y no reaccionan ante la certeza de que cada vez son más las mujeres que están dando la espalda a esas opciones que se empeñan en borrarlas, en llamarlas personas menstruantes o balbucear cuando se les pregunta directamente qué es una mujer. Aunque se empeñen en dar explicaciones poco plausibles, la sangría de votos tiene mucho que ver con las políticas antifeministas desarrolladas en los últimos cuatro años por un Gobierno que utilizó a las mujeres y las políticas que podían ayudar a paliar la situación de violencia, desempleo o brecha salarial, entre otras, como moneda de cambio para establecerse en la Moncloa.

Lo peor es que, lo ya vivido, no ha servido para rectificar y reconducir un camino que hace tiempo que perdió el Norte y cualquier otro punto cardinal

Lo peor es que, lo ya vivido, no ha servido para rectificar y reconducir un camino que hace tiempo que perdió el Norte y cualquier otro punto cardinal. Ya no espanta a las feministas escuchar algunas declaraciones de ministras y ministros porque el susto ha dejado paso a la lástima y la pena. ¿Qué si no puede producir que una ministra de Sanidad, médica y madre, como a ella le gusta presentarse, se empeñe en hablar de diferencias de género en el tratamiento de enfermedades entre hombres y mujeres? ¿Por qué al explicar los distintos síntomas ante un infarto de miocardio recalca, una y otra vez, que en el tratamiento de estas enfermedades se produce un sesgo de género?

No puede ser que no lo entienda. Lo que ocurre es que han forzado tanto la máquina que ahora no pueden dar marcha atrás

No puede ser que no lo entienda. Lo que ocurre es que han forzado tanto la máquina que ahora no pueden dar marcha atrás. No pasa nada, señora Mónica García, ministra de Sanidad, si empezamos a llamar a las cosas por su nombre y dejamos de lado ese lenguaje ideado para confundir bajo el manto de inclusividad. Hablemos de diferencias entre sexos, que es la realidad, y dejémonos de ambigüedades que además sólo aportan falsedades. Las diferencias ante los tratamientos médicos entre hombres y mujeres deben atender a las singularidades que presenta cada sexo. Sí, sexo. No género. El género, que son los estereotipos asignados socialmente a uno u otro sexo, no tiene ninguna incidencia en la sintomatología de las enfermedades. ¿O va a ser capaz de decirnos que un hombre biológico, de sexo masculino, con pene y testículos, va a presentar los mismos síntomas que una mujer ante un infarto de miocardio porque este síntoma coronario agudo, en el momento de manifestarse, distingue entre faldas y pantalones?

Se han pasado de frenada y están recogiendo los frutos de aquella siembra de semillas woke traducida en miles de votos perdidos para los que encuentran excusas diversas. Y, no conformes con dar pábulo a un lenguaje engañoso, también manipulan desde los propios ministerios para presentar como cierta una realidad que escapa a la vida cotidiana de una ciudadanía preocupada por los problemas reales que la política entretenida en identidades está dejando de lado. Ejemplo de ello es la encuesta aireada en redes sociales por el Ministerio de Igualdad sobre LGTBIfobia en el deporte donde se asegura que, en España, 2 de cada 3 personas reconocen haberla sufrido en algún momento. Lo que los mensajes cortos no explican es que la encuesta la han contestado 500 personas y ha sido realizada por la Agrupación Deportiva Ibérica LGTBI+ (ADILGTBI). Tampoco cuentan que esta asociación defiende que atletas transgénero -principalmente hombres biológicos autoidentificados como mujeres- compitan en categorías femeninas con las ventajas físicas que ello supone. Precisamente, ADILGTBI no ha ocultado su apoyo expreso a Valentina Petrillo que, con 49 años, ganó la medalla de bronce en los 400 metros lisos femeninos del Campeonato del Mundo de Paratletismo celebrado en París el año pasado. Den todos los datos o cállense.  
Imagen de Cristina Prieto

Madrileña afincada en Andalucía desde 1987, primero en Almería y posteriormente en Granada donde he desarrollado mi carrera profesional como periodista. Me licencié en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, cursé mi suficiencia investigadora en la Universidad de Granada dentro del programa Estudios de la Mujer y leí mi tesis doctoral en la Universidad de Málaga.