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ARTÍCULO POR JUAN MATA

'Carta pública a Doña María del Rocío Hernández Soto, consejera de Salud y Consumo de la Junta de Andalucía'

Ciudadanía - Juan Mata - Domingo, 29 de Septiembre de 2024
Juan Mata reflexiona sobre el deterioto de la sanidad pública en esta misiva, que compartimos, por la profunidad de su análisis. Para leer detenidamente, reflexionar y compartir.
Rocío Hernández en su toma de posesión del cargo de consejera de Salud y Consumo, en presencia del presidente Juan Manuel Moreno.
Junta de Andalucía
Rocío Hernández en su toma de posesión del cargo de consejera de Salud y Consumo, en presencia del presidente Juan Manuel Moreno.

Señora consejera:

Quien se dirige a usted mediante esta carta es un paciente recién salido de una de las muy extensas listas de espera que ensombrecen al Servicio Andaluz de Salud, dependiente de la Consejería de Salud y Consumo que usted dirige. He esperado a estar operado para hacerle algunas consideraciones al respecto.

Me siento tremendamente orgulloso de pertenecer a la sanidad pública. La he venido defendiendo desde que, bastante joven, comprendí su inmenso valor social como instrumento de equidad y justicia. Aprendí pronto, y en eso tuve suerte, que la salud nunca debería ser un asunto sujeto a negocio, a la mercantilización que parece contaminar todos los ámbitos de la vida

La primera, que me siento tremendamente orgulloso de pertenecer a la sanidad pública. La he venido defendiendo desde que, bastante joven, comprendí su inmenso valor social como instrumento de equidad y justicia. Aprendí pronto, y en eso tuve suerte, que la salud nunca debería ser un asunto sujeto a negocio, a la mercantilización que parece contaminar todos los ámbitos de la vida. Considero que hay cuestiones que deberían quedar a salvo de la lógica del dinero, es decir, de la búsqueda de beneficios económicos a costa de lo que sea, incluida la salud de las personas. No sé si piensa usted lo mismo, aunque proviene usted del ámbito de la sanidad pública, pero tengo mis dudas, visto lo visto. 

Hace un tiempo rechacé el ofrecimiento que me hacía el Servicio Andaluz de Salud de hacer la intervención quirúrgica pendiente en un hospital privado. Y lo argumenté en parecidos términos a los que empleo aquí. Algunos ciudadanos, y por supuesto muchos de sus correligionarios, pensarán que fui imbécil, o desagradecido, por rechazar un favor que me hacían, ya que con esas derivaciones a hospitales privados habría adelantado la operación. Considerarán, como ustedes, que esos ofrecimientos van en beneficio de los pacientes. Pero no nos engañemos, señora consejera. No somos bobos. Eso queda bien para la propaganda, las ruedas de prensa y los mítines, pero usted sabe bien que es una falacia. Ustedes a quienes realmente están haciendo un favor es a los dueños de los hospitales privados al transferirles un dinero público que bien podría invertirse en los hospitales y en los profesionales de la sanidad pública. 

Una de las razones por las que me negué a su propuesta es que no quiero participar en la farsa en la que andan ustedes enredados. No quiero ser cómplice de lo que de cuando en cuando sale a la luz: que las aseguradoras privadas les agradecen los servicios prestados fichando a altos cargos de su consejería con buenos puestos y excelentes sueldos

Una de las razones por las que me negué a su propuesta es que no quiero participar en la farsa en la que andan ustedes enredados. No quiero ser cómplice de lo que de cuando en cuando sale a la luz: que las aseguradoras privadas les agradecen los servicios prestados fichando a altos cargos de su consejería con buenos puestos y excelentes sueldos. Lo hemos venido comprobando meses atrás. No sé si a usted misma o a sus subordinados o sus correligionarios les importa la ejemplaridad pública, pero a muchos ciudadanos sí les importa. Y nos parece una afrenta la desfachatez con que muchos directivos de la consejería que usted preside ahora se han enrolado en los grupos que controlan los hospitales a los que el Servicio Andaluz de Salud quería enviarme, con la excusa de estar haciéndome un favor. Y, la verdad, no sé qué pensar al respecto: o ya fueron designados en su día sabiendo que eran enviados de la sanidad privada o fueron tentados (fácilmente por lo que se ve) mientras gestionaban los asuntos de la sanidad pública. En ambos casos, un ejemplo manifiesto de corrupción moral (dejémoslo ahí). No quería, por tanto, formar parte de ese sainete, ni siquiera como figurante.

No pueden alegar en consecuencia que los ciudadanos andaluces los votaron sabiendo que esa contingencia se iba a producir. Me parece, por tanto, que esa derivación es un tanto fraudulenta

Por otra parte, y por muy atentamente que lo he leído, no he encontrado en el programa con el que el PP concurrió a las elecciones andaluzas alguna referencia a su intención de delegar en la sanidad privada las funciones que corresponden a la sanidad pública. No pueden alegar en consecuencia que los ciudadanos andaluces los votaron sabiendo que esa contingencia se iba a producir. Me parece, por tanto, que esa derivación es un tanto fraudulenta. 

Mantener esa conquista debería ser, dado el puesto que ocupa, su principal cometido y no el de permitir, cuando no agravar, su progresiva degradación

Como le decía, considero que la sanidad pública hace de la salud un bien colectivo, compartido, desvinculado de la condición económica o social de las personas. La salud no puede ser un privilegio de clase. No sé si usted o los suyos son conscientes de lo que eso supone para el bienestar comunitario, la inclusión social y la convivencia. Mantener esa conquista debería ser, dado el puesto que ocupa, su principal cometido y no el de permitir, cuando no agravar, su progresiva degradación. Un bien del que forman parte los excelentes profesionales que forman parte de ese sistema público, tan quemados e infravalorados, y que es otra de las razones por las que rechacé su propuesta. No sé si alcanza usted a apreciar el valioso patrimonio humano que tiene usted a su servicio. Quiero suponer que sí, pues ha trabajado usted en centros públicos de salud. Yo no tengo más que palabras de reconocimiento y gratitud por su calidad y su trato. 

¿Son ustedes conscientes? ¿Les llega un mínimo eco de las conversaciones y las quejas de la gente? ¿Ponen el oído en el autobús o en el metro o en las cafeterías? ¿Tienen familiares o amigos en una situación desesperada? ¿Leen los periódicos? ¿Escuchan a su propio personal sanitario? 

Quiero que sepa finalmente que escribo esta carta no contra usted sino a favor de usted, en defensa de la parcela que usted gestiona, es decir, la sanidad pública andaluza. Porque su progresivo deterioro es alarmante. ¿Son ustedes conscientes? ¿Les llega un mínimo eco de las conversaciones y las quejas de la gente? ¿Ponen el oído en el autobús o en el metro o en las cafeterías? ¿Tienen familiares o amigos en una situación desesperada? ¿Leen los periódicos? ¿Escuchan a su propio personal sanitario? 

Quienes visitamos los centros de salud o los hospitales y escuchamos lo que los usuarios y el propio personal sanitario dicen no podemos por menos que estar sobresaltados e indignados. Soy, pues, un paciente que no se resigna a este derrumbamiento, que entiende que lo justo y razonable sería invertir los cientos de millones que, con el pretexto de mejorar nuestra salud, están ustedes derivando a manos privadas en contratar a más profesionales, abrir nuevos quirófanos, potenciar los recursos que ya tienen... En fin, haciendo lo contrario de lo que ahora hacen, defendiendo con pasión la sanidad de todos y no el beneficio de unos pocos. 

Saludos cordiales.

Juan Mata, doctor en Didáctica de la Lengua y la Literatura, ha sido profesor de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Granada. Su labor de divulgación de los libros y la lectura ha merecido numerosos reconocimientos y distinciones. Su destacado compromido activo le ha llevado colaborar asiduamente con asociaciones culturales e instituciones científicas, para las que ha escrito proyectos y obras literarias, además de sus propias publicaciones.