Artículo de Opinión por Juan Mata

¿Es la defensa del Parque de las Ciencias un asunto de izquierdas?

Ciudadanía - Juan Mata - Domingo, 30 de Marzo de 2025
El profesor y escritor Juan Mata defiende el museo interactivo desde una perspectiva diferente en un artículo que te recomendamos.
Maqueta del Parque de las Ciencias que se exhibe a la entrada del museo.
IndeGranada
Maqueta del Parque de las Ciencias que se exhibe a la entrada del museo.

Hace unos días, un amigo me dio a conocer el comentario de un conocido suyo que me consideraba, visto mi empeño en denunciar las recientes tropelías cometidas en el Parque de las Ciencias por la Junta de Andalucía y su todavía director gerente, un ‘socialista recalcitrante’. Me hizo sonreír la calificación, mitad mentira y mitad verdad. La inexactitud procedía de la supuesta militancia en el PSOE que me adjudicaba ese desconocido, algo que nunca he ejercido, aunque de ser cierto no habría sido ningún desdoro; lo real es mi obstinada oposición a cualquier tipo de injusticia o arbitrariedad cometidas por los poderosos o los gobernantes. Que a mi edad me llamen ‘recalcitrante’ por el empeño en denunciar públicamente abusos es un halago. La indignación y la disconformidad que aprendí al lado de personas a las que admiro sin reservas, comunistas la mayoría de ellas y que entregaron su vida a la instauración de la democracia y la justicia en España, es una de las cosas más preciadas que conservo de mi juventud, que viví en las postrimerías de la dictadura franquista, brutal y amenazante incluso en sus últimos años. 

¿Por qué digo esto? Porque temo que quienes estos días estamos denunciando los tejemanejes de la Junta de Andalucía y del ya saliente director gerente en el Parque de las Ciencias seamos vistos simplemente como gente de izquierda, sectarios cuando no partidistas, que en el fondo solo nos mueve el afán de desprestigiar al Partido Popular, gobernante legítimo de la Junta de Andalucía, para lo cual estamos utilizando unas insignificantes discrepancias administrativas en el Parque para socavar el buen gobierno de Andalucía, según propagan gobernantes y militantes de ese partido. Ay, ojalá todo se limitara a eso, a una confrontación entre gente de diferentes ideas políticas. Más específicamente entre personas de izquierdas, irritadas por la buena gobernanza del PP, y de derechas, orgullosas de la excelente gestión de los suyos. Lamentablemente no se trata de eso.

Lo que nos ha movido a muchos a protestar y a denunciar es el modo despótico de actuar, el uso de la mayoría absoluta para imponer y acallar, la soberbia de pensar que los votos en las urnas equivalen a argumentos en los debates

Lo que ha venido ocurriendo en el Parque de las Ciencias en los últimos meses poco tiene que ver con las nimias y habituales desavenencias en la gestión de cualquier institución u organismo, sino más bien con un plan premeditado de revancha y hostigamiento, que por sus propósitos, sus procedimientos y sus formas ha entrado en el territorio del abuso y la sinrazón, por no decir que ha puesto en cuestión la democracia en su sentido más elemental. ¿Porque cómo entender si no los ceses, la falta de respeto, el autoritarismo, las mentiras, las tergiversaciones, las ocultaciones, los desplantes… exhibidos durante todas estas semanas? ¿Es normal, como se empeñan en justificar los pregoneros de la Junta, la sucesión de disparates e irregularidades que han tenido lugar? Lo que nos ha movido a muchos a protestar y a denunciar es el modo despótico de actuar, el uso de la mayoría absoluta para imponer y acallar, la soberbia de pensar que los votos en las urnas equivalen a argumentos en los debates. 

Da la impresión de que no tuviésemos unos principios comunes, incontrovertidos, que todo el mundo respetara independientemente de su condición, filiación o simpatía política

El desprestigio de la actividad pública, desde la parlamentaria a la judicial, proviene de las manipulaciones y los chanchullos, de la impunidad y las prevaricaciones, de los engaños y los amiguismos, de los desaires y el partidismo más esperpéntico. Da la impresión de que no tuviésemos unos principios comunes, incontrovertidos, que todo el mundo respetara independientemente de su condición, filiación o simpatía política. La condena del despotismo, la insolencia, la irracionalidad o el atropello no es una cuestión de izquierdas o de derechas, sino de dignidad cívica, de protección de lo que puede unir por encima de las discrepancias. Y eso es lo que me hace actuar, lo que me ha llevado a denunciar y razonar públicamente lo ocurrido en el Parque de las Ciencias. 

Enfrentarse a las arbitrariedades supone a la vez promover ciudadanía y cordialidad, que en este caso pasaba por mostrar consideración a los fundadores del Parque en vez de inquina, por respetar su historia y sus méritos, por mantener el consenso y la lealtad institucional, por robustecer la transparencia, por preservar la verdad. Justo lo contrario de lo que la Junta de Andalucía y sus copartícipes han hecho. Las acciones en favor de la democracia no tienen color político, no son patrimonio de este o aquel partido, sino que constituyen el fundamento de la convivencia social, si es que creemos que esa virtud es importante.

La defensa estos días del Parque de las Ciencias no es por tanto una cuestión de izquierdas, es un acto de justicia, de alegato en favor de las buenas prácticas en la gestión institucional, de exigencia de ética en los comportamientos públicos, de ejercicio democrático

La defensa estos días del Parque de las Ciencias no es por tanto una cuestión de izquierdas, es un acto de justicia, de alegato en favor de las buenas prácticas en la gestión institucional, de exigencia de ética en los comportamientos públicos, de ejercicio democrático. En el reconocimiento de la irreprochable historia y los logros del Parque de las Ciencias deberíamos coincidir personas de los más plurales pensamientos o adhesiones, que es lo que hasta hace bien poco había venido ocurriendo. Ahora, desafortunadamente, quienes estaban obligados a mantener ese acuerdo social lo han quebrado, sin importarles los daños. 

Sería bueno poder debatir lo sucedido públicamente, con transparencia, con documentos y datos de por medio, porque estoy seguro de que, aparte de arrojar luz, se recuperaría el consenso, se defendería la democracia como forma común de entendimiento, algo que, como cualquiera puede suponer, es una labor colectiva, al margen del espacio político en el que cada cual se sitúe.