El “milagro” del quinto de cerveza Alhambra bajo el altar de la Catedral
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Lo metieron en los cimientos: unos rogando ayuda contra la desaparición cantada de la cervecera, otros para dejar constancia arqueológica de su existencia en el siglo XX
Las cuentas del año 1993 volvieron a arrojar grandes pérdidas por descenso de ventas, retraimiento del mercado y reducción de beneficios. Ni los envases ni la producción ni la estructura comercial habían sido modernizados en mucho tiempo. Aquel año las pérdidas subieron a 167 millones de pesetas
La crisis del consumo de cerveza de los años ochenta-noventa del siglo pasado desató una feroz competencia y agresividad por cuota de mercado. Las grandes marcas se comían a las pequeñas. Desaparecieron las más provincianas. Fábricas de Cervezas La Alhambra (con La incluida) estaba en manos de la catalana Damm. Esta potente marca no tenía por entonces demasiado interés en modernizarla ni prestarle mucha atención. Al contrario, de los 400 trabajadores con que empezó 1980 se plantó con 210 a finales del ejercicio 1993. Damm ni se planteó invertir más ni reestructurar la sociedad. Entendió que lo mejor era echar el cerrojo y ponerse a especular con los 16.000 metros cuadrados de terrenos magníficamente ubicados para reconvertirlos en pisos.
Las cuentas del año 1993 volvieron a arrojar grandes pérdidas por descenso de ventas, retraimiento del mercado y reducción de beneficios. Ni los envases ni la producción ni la estructura comercial habían sido modernizados en mucho tiempo. Aquel año las pérdidas subieron a 167 millones de pesetas.
Los inversores catalanes no estaban dispuestos a seguir perdiendo dinero. Tampoco a ponerlo para modernizarla y hacerla competitiva
Unos días antes de Navidad fue llamado a Barcelona el que había sido contratado recientemente como director general, el profesor Antonio Perera. La orden fue tajante desde el consejo de administración de Damm: había que proceder a un cierre ordenado de la empresa antes de que acabara el año 1994. Los inversores catalanes no estaban dispuestos a seguir perdiendo dinero. Tampoco a ponerlo para modernizarla y hacerla competitiva.
Y a los consumidores que se quedarían sin la cerveza que llevaban consumiendo desde el año 1925
Con aquel mal sabor de boca fue elegido Antonio Perera para encarnar al rey Melchor en la Cabalgata de Reyes Magos de 1994. Le acompañarían el cantaor Enrique Morente como Gaspar y el joven senegalés Name Fall, un ebanista musulmán que había llegado en patera cuatro años antes. Hoy recuerda Antonio Parera lo mal que se sintió aquellos días de alegría infantil, sin dejar de pensar que el día 5 por la tarde iba arrojando caramelos por las calles y una semana después tendría que comunicar a la plantilla que iban todos a la calle. Y a los consumidores que se quedarían sin la cerveza que llevaban consumiendo desde el año 1925.
Decidieron rebelarse contra la decisión de los propietarios e iniciar una campaña de movilizaciones en todos los campos
La crisis no tardó en estallar entre los trabajadores en cuanto les fue comunicada la noticia. Pero nadie del colectivo laboral, desde la dirección general hasta el último miembro del comité de empresa, se quedó cruzado de brazos. Decidieron rebelarse contra la decisión de los propietarios e iniciar una campaña de movilizaciones en todos los campos: protestas laborales en la calle, visitas a las administraciones buscando ayudas, pidiendo al Ayuntamiento que no permitiera la recalificación de los terrenos para un pelotazo urbanístico. Recorrieron bares, tiendas y restaurantes pidiendo que no se dejara de consumir la cerveza local como manera de ayuda. Incluso se pedía a los consumidores que se salieran de los bares que no tuvieran grifo de cerveza Alhambra o botellas (Por entonces todavía no envasaban latas).
Destacaron tres personas a las que hay que agradecer que la marca no se fuera a pique; los tres viven hoy
Los trabajadores hicieron su papel; el comité de empresa el suyo; el Instituto de Fomento de Andalucía (IFA), a través de su gerente de entonces ─Miguel Ángel Serrano Aguilar─ jugó un papel crucial en ayudas a prejubilaciones y búsqueda de créditos blandos. Pero sin duda destacaron tres personas a las que hay que agradecer que la marca no se fuera a pique; los tres viven hoy: el director Antonio Perera, el responsable de márquetin y distribución, Miguel Ángel Ropero, y el químico Miguel Hernáiz. Éste fabricó la Alhambra Especial con gran aceptación en el mercado (Fue quien en 2006 también creó la Alhambra 1925).
En todo aquel fragor, en el que cada uno intentaba poner su granito de arena y rezar por la viabilidad de Cervezas La Alhambra, intervino, a su modo, José Antonio Olgoso
En todo aquel fragor, en el que cada uno intentaba poner su granito de arena y rezar por la viabilidad de Cervezas La Alhambra, intervino, a su modo, José Antonio Olgoso. Era trabajador de la cervecera y vislumbraba el final de su puesto de trabajo. Nos habíamos plantado ya a principios de 1995, cuando Antonio Perera buscaba desesperadamente inversores o compradores que garantizaran el futuro de la marca y asegurasen los puestos de trabajo. Por allí pasaron varios empresarios, el más famoso José María Ruiz Mateos, que solía acudir como buitre cada vez que olía cadáver.
Aprovecharon las obras de 1995
José Antonio Olgoso comentó su preocupación con su hermano Carlos Olgoso, empleado en la Catedral de Granada desde una década antes. Por entonces estaban abiertas varias obras en el primer templo de la diócesis, con grandes agujeros para hacer catas arqueológicas. Una de las obras más llamativas consistía en eliminar una enorme mesa de madera dorada de pan de oro que hacía de altar mayor; el arquitecto conservador del edificio, Pedro Salmerón, decidió cambiarla por una gran losa de mármol sobre peana. Es la que está hoy en este lugar. Los albañiles abrieron una zanja para cimentarla.
Ante aquel agujero, Carlos Olgoso tuvo la idea (si bien inspirada por la insistencia de su hermano), de incluir un quinto de cerveza de Alhambra Especial entre los elementos que tradicionalmente suelen meterse en esas oquedades para recordar la primera piedra
Ante aquel agujero, Carlos Olgoso tuvo la idea (si bien inspirada por la insistencia de su hermano), de incluir un quinto de cerveza de Alhambra Especial entre los elementos que tradicionalmente suelen meterse en esas oquedades para recordar la primera piedra. Así fue cómo se alojaron en el hueco el periódico Ideal del día de autos, un papel con la firma de todos los que trabajaban por allí, unas cuantas monedas, alguna pequeña joya y el botellín de cerveza. Eso sí, se lo bebieron antes y está vacío. Hubo sus más y sus menos con la opinión de algún canónigo que pensaba que aquello no era muy ortodoxo. Pero al final todos accedieron y lo consideraron una anécdota para el futuro. Más como un signo arqueológico por si alguien, ya dentro de muchos siglos, decide remover ese basamento. Así sabrían que en la fecha de la obra existió una fábrica de cerveza con ese nombre en la ciudad.
Aquí, bajo el lugar de consagración de la Hostia, permanece la botella de Cerveza Alhambra como testigo de una lucha por sobrevivir que se ha hecho realidad con los años. Hicieron unas fotos para certificar la autenticidad de aquella anécdota
Pocos de los allí presentes mantenían la esperanza de que la empresa cervezas Alhambra iba a superar la gravísima crisis que atravesaba. Pero se equivocaron. Alguien debió echar el quinto como si de un exvoto se tratara. Rezaría mucho y aprovechó que el cristal duerme cada noche en un suelo bendito.
Aquí, bajo el lugar de consagración de la Hostia, permanece la botella de Cerveza Alhambra como testigo de una lucha por sobrevivir que se ha hecho realidad con los años. Hicieron unas fotos para certificar la autenticidad de aquella anécdota (No son demasiado buenas).
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