La pesca recreativa pone en peligro corales protegidos de la costa granadina
Un estudio realizado por la Asociación Hombre y Territorio ha detectado una afección por sedales de pesca recreativa del 74 por ciento de las colonias muestreadas de coral candelabro, una especie amenazada que se halla en la costa de Granada, algunas de ellas desprendidas a causa del impacto.
Paralelamente a esta acción se han recogido 22 kilogramos de plomo procedentes de la pesca recreativa en una jornada de voluntariado con buceadores, según ha informado esta asociación en una nota de prensa.
Gracias al apoyo del proyecto Libera de SEO/BirdLife y Ecoembes, la asociación ha realizado inmersiones para constatar el impacto que las artes de pesca recreativa ejercen sobre esta Dendrophyllia ramea, una especie de coral vulnerable a la extinción según la última revisión de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza sobre el estado de conservación de los corales del Mediterráneo. La especie está contemplada también como vulnerable en el Libro Rojo de Invertebrados Amenazados de Andalucía.
Es un coral arborescente cuyas colonias pueden llegar a medir hasta un metro de altura. El contraste de sus ramas color anaranjado y sus pólipos blancos le confieren un atractivo único. La especie se distribuye por aguas atlánticas y mediterráneas. En todo el Mediterráneo, su población más somera se encuentra en los fondos de la Zona de Especial Conservación Acantilados y Fondos Marinos de la Punta de la Mona en el litoral de Granada.
Este espacio, de gran valor ecológico, es considerado un "punto caliente de biodiversidad en el Mediterráneo". A diferencia de en el resto del Mediterráneo, donde la especie habita en zonas profundas, en la costa granadina se distribuyen a partir de los 20 metros de profundidad, por lo que "son susceptibles de ser observadas y fotografiadas en las inmersiones de buceo recreativo, presentándose así como un reclamo turístico del espacio".
Desde el año 2010, Hombre y Territorio, dentro de su proyecto SosRedes, ha venido constatando el efecto de las artes de pesca sobre diversas especies protegidas dentro de la Zona de Especial Conservación Punta de la Mona, como el coral naranja, la esponja Axinella polypoides, el briozoo Pentapora fascialis y el coral candelabro.
Durante octubre de 2017, se han realizado inmersiones hasta los 40 metros de profundidad para "revisar el impacto directo de los sedales sobre la especie Dendrophyllia ramea". De las 42 colonias estudiadas, 31 presentaban sedales enredados en sus estructuras y seis de las colonias, de un porte importante, estaban desprendidas del sustrato, por lo que su supervivencia es inviable. Este resultado corrobora el obtenido hace cuatro años y realizado en la misma zona, que ya alertaba de "un permanente efecto negativo de esta actividad sobre la especie, vulnerable a la extinción en el Mediterráneo y Andalucía".
Paralelamente, trece participantes voluntarios realizaron una inmersión donde se han recogido 22 kilogramos de plomos, más de 250 plomadas para pesca con caña.
La Punta de la Mona es una de las zonas del Mediterráneo andaluz con más afluencia de buceadores recreativos, pero esta actividad no es la única que se desarrolla en el área. La pesca recreativa con caña, y la submarina con arpón, así como la profesional son actividades que se realizan en el espacio. Aunque su impacto está recogido en el plan de gestión actual que rige sobre la Zona de Especial Conservación Punta de la Mona, "no se está aplicando aún ningún plan que regule el uso público para tratar de mitigar los impactos en este espacio protegido".