'Elemento Deserto: Rock reposado '
Para el cuarteto titulado por los Tonis, tocar con la audicencia sentada no sé si es tan novedoso como para su público escucharlos a ellos en un registro radicalmente acústico. Siendo una banda con un considerable empaque eléctrico, el planteamiento de su concierto en el teatro Alhambra, como ellos mismos comentaron, pudiera haber sido hasta una sorpresa para algunos de los presentes menos informados del programa de la noche.
Fue muy placentero descubrir tan a mano y en ese tono templado la capacidad de filigrana de estos habilidosos músicos; la suavidad exquisita y la delicadeza del contrabajista y las percusiones, casi con una calida caligrafia jazzística
El planteamiento resultó un descubrimiento en ese formato de teatro, silencioso y concentrado, ya que permitió percibir mejor el fino trabajo de orfebrería de los componentes en la traslación de temas, habitualmente desparramantes y con propensión a la elongación improvisatoria, hacia unos términos recatados, y con sabor (y retrosabor, y postsabor) a madera.
Fue muy placentero descubrir tan a mano y en ese tono templado la capacidad de filigrana de estos habilidosos músicos; la suavidad exquisita y la delicadeza del contrabajista y las percusiones, casi con una calida caligrafia jazzística, y la sicronia cómplice de los dos solistas hermanada a través de la práctica conjunta de años. También, gracias a la contención decibélica, sobresalió la parte escrita y cantada a dos o tres voces, percibida en un primer plano con todas sus intenciones surrealistas, acaso dalinianas, y en ocasiones con hechuras de romancero. Un concierto magnético -no se movió nadie- de rock reposado, tan natural como aquellas míticas veladas comunales de los célebres habitantes del ahora calcinado Laurel Canyon.