'Juguetes no sexistas'
El Ministerio de Consumo animó el pasado 12 de diciembre a movilizarse para denunciar la publicidad sexista de los juguetes. En un vídeo de animación, tres personajes que representan a tres tipos diferentes de muñecos/as, robots y superhéroes animaban a padres y madres, comunidad educativa e infancia a declararse en huelga y dejar de jugar durante un día para denunciar el uso sexista que la publicidad hace de ellos. Muñecas hipersexualizadas, cocinitas y un sin fin de complementos rosas para las niñas y armas de toda condición, coches con mil fogonazos y pitidos estridentes y héroes musculosos para los niños. Extraña huelga de la que no tenemos noticias del seguimiento, desconocemos si la patronal se ha sentado a negociar la tabla reivindicativa y tampoco ha habido anuncio de los logros conseguidos.
Alberto Garzón se habría apuntado un tanto tras abandonar por unos días los repollos y las lechugas, si no hubiese olvidado que otro ministerio, el de Igualdad, a escasos 10 minutos de agradable paseo por el centro de Madrid, está empujando a los menores a hormonarse a edades muy tempranas y a mutilar sus cuerpos sanos en nombre de la teoría acientífica de los cuerpos equivocados y las identidades de género
Hace años que, en estas fechas y ante la inminente llegada de Papá Noel -un señor orondo- y los Reyes Magos de Oriente -tres señores en tres camellos-, distintas administraciones se afanan en recordarnos que los juguetes no tienen sexo, que la infancia puede jugar con lo que más le guste y que encasillar a niños y niñas conforme a los roles de género no tiene ningún sentido si lo que queremos conseguir es una sociedad igualitaria.
Todas estas campañas serían perfectas si fueran congruentes con lo que se está impulsando desde los propios gobiernos, centrales y autonómicos. Alberto Garzón se habría apuntado un tanto tras abandonar por unos días los repollos y las lechugas, si no hubiese olvidado que otro ministerio, el de Igualdad, a escasos 10 minutos de agradable paseo por el centro de Madrid, está empujando a los menores a hormonarse a edades muy tempranas y a mutilar sus cuerpos sanos en nombre de la teoría acientífica de los cuerpos equivocados y las identidades de género.
Material divulgativo que utiliza la organización Chrysallis en los centros educativos.
¿En qué quedamos, Sr. Garzón? ¿Es el género lo importante? ¿Las niñas lo son aunque les guste jugar al fútbol? ¿En qué punto del cerebro situamos los colores azules y rosas? Organizaciones transactivistas como Chrysallis o Triángulo imparten charlas en muchos centros educativos y publican materiales para trabajar en las aulas de esos menores a los que usted, desde su ministerio, les dice que los juguetes no tienen sexo. Y mientras, estos colectivos regados con mucho dinero público se esfuerzan por decir a los menores que, dependiendo del juguete con el que prefieran pasar su tiempo, o la actividad que compartan con quienes se sientan en el pupitre de al lado, son niñas o niños aunque sus caracteres sexuales indiquen otra cosa. Porque lo que se está grabando a fuego en esas mentes tan maleables es sexismo, es perpetuación de los roles de género y confusión. En uno de los cuentos infantiles que Chrysallis utiliza para sus charlas sobre educación afectivo-sexual en las aulas, presenta a Berta, una alumna que “quizá no sea una niña porque no le gusta jugar a la cuerda, prefiere disfrazarse de vaquero o comanche en carnaval y celebra con sus compañeros en el patio del colegio haber marcado un gol”. Estereotipo tras estereotipo, repetido con insistencia en aulas de educación infantil que confunden a los más pequeños con materiales sexistas.
Barbie con pene.
La industria del juguete conoce muy bien los vientos que soplan y el transgenerismo se está convirtiendo en un huracán muy lucrativo que pasará pero dejará un rastro de daños irreversibles en muchos menores que habrán pasado por quirófanos en busca de una felicidad que no van a encontrar porque la biología es muy tozuda. Bien lo sabe la firma Mattel que ha puesto en el mercado una muñeca Barbie transgénero con pechos y genitales masculinos cuando el famoso diseño de esta marca nunca ha dotado a sus creaciones de órganos sexuales, ni a Barbie ni a Kent, su eterno compañero.
Las infancias trans no existen, los cuerpos equivocados tampoco y las niñas que quieren jugar al fútbol no son niños
Basta ya de cinismo y, como dice la gran filósofa feminista Amelia Valcárcel, dejen en paz a los y las menores. Las infancias trans no existen, los cuerpos equivocados tampoco y las niñas que quieren jugar al fútbol no son niños. Quizá sean en un futuro mujeres feministas que, desde su infancia, lucharon contra los estereotipos sexistas y fueron capaces de quebrar las oscuras intenciones de gobernantes rendidos al lobby queer.
Y a quienes se encargarán estos días de repartir juguetes, echen un vistazo a la guía elaborada por la artista visual Yolanda Domínguez Libertad para jugar encargada por el Ministerio de Consumo. Este sí es un buen documento, Sr. Garzón. Porque, cuando los encargos se hacen a quienes saben de lo que hablan, salen bien. Léasela, aclare sus ideas, recorra esos diez minutos de paseo hasta el Ministerio de Igualdad y explíqueselo bien a su titular.