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Blog - Punto de fuga - Cristina Prieto - Jueves, 28 de Julio de 2022
William Thomas, varón hasta 2019 (izquierda) antes de autoidentificarse  como mujer y cambiar su nombre a Lia Thomas.
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William Thomas, varón hasta 2019 (izquierda) antes de autoidentificarse como mujer y cambiar su nombre a Lia Thomas.

Cuando la cordura parecía asomar por el resquicio de la puerta, un viento huracanado ha conseguido dar un portazo que ha hecho temblar los cimientos de la casa. Pero sólo ha sido un golpe más, uno de tantos sentidos en los últimos años, pero no el definitivo. Tres siglos lleva el Feminismo, con mayúsculas, remando contra viento en marea, para que una ráfaga consiga derribar los sólidos cimientos de una teoría política con la que se prefiere no debatir ni argumentar por el miedo a perder la contienda.

La cordura parecía haberse hecho un hueco en el mar de las identidades sentidas cuando varias federaciones de distintos deportes habían puesto pie en pared para asegurar la práctica del deporte femenino y prohibir que hombres, autoidentificados como mujeres, pudieran competir en las categorías femeninas

La cordura parecía haberse hecho un hueco en el mar de las identidades sentidas cuando varias federaciones de distintos deportes habían puesto pie en pared para asegurar la práctica del deporte femenino y prohibir que hombres, autoidentificados como mujeres, pudieran competir en las categorías femeninas. La última ha sido la Liga Internacional de Rugby que ha prohibido que las jugadoras transexuales (varones de nacimiento) participen en los partidos internacionales. Antes ya lo hicieron la federación británica de ciclismo, que no permitirá a los transfemeninos participar en eventos deportivos para mujeres, la Unión Ciclista Internacional o la Federación Internacional de Natación. Incluso la FIFA (Federación Internacional de Fútbol) se está planteando qué decisión tomar con los varones, desarrollados como tales y por tanto con evidentes ventajas físicas que no desaparecen con la reducción de los niveles de testosterona, autoidentificados como mujeres que se integran en las categorías femeninas. 

Sin embargo, el camino a recorrer va a ser largo –nunca ha sido fácil para el Feminismo- porque tras este atisbo de cordura, el portazo ha venido con la nominación de Lia Thomas (William Thomas hasta 2019) al premio Mujer del Año 2022 por la Asociación Nacional de Atletismo Universitario de Estados Unidos (NCAA por sus siglas en ingles) y la Universidad de Pensilvania. Es, simplemente indignante que un nadador mediocre que en su categoría masculina no logró pasar del puesto 460 del ranking, no sólo usurpe el podio a las nadadoras sino que además sea propuesto como un ejemplo de mujer. Riley Gaines, nominada a este mismo galardón por la Universidad de Kentucky ha calificado la decisión de la Universidad de Pensilvania como “una bofetada a las mujeres” y ha señalado que “la NCAA ha dejado sin valor este premio”.

Es necesario recordar que, en la actualidad, hay en vigor leyes de ámbito autonómico en Cataluña, Extremadura, Madrid, Murcia, Baleares, Valencia,  Navarra, Aragón,  Canarias y Andalucía que incluyen referencias a los autoidentificados en prácticas deportivas femeninas

Aunque Estados Unidos nos parezca un país que está muy lejos, hay que tener en cuenta que la ola cuir (queer, en inglés) artífice de todo este desaguisado, se gestó allí en la década de los 90 y ha llegado ya a todos los países europeos, gran parte de Latinoamérica y Australia. Y no tardará en plantear problemas en el deporte femenino de nuestro país. Es necesario recordar que, en la actualidad, hay en vigor leyes de ámbito autonómico en Cataluña, Extremadura, Madrid, Murcia, Baleares, Valencia,  Navarra, Aragón,  Canarias y Andalucía que incluyen referencias a los autoidentificados en prácticas deportivas femeninas. En esta última, el artículo 39 de la Ley 8/2017, de 28 de diciembre, para garantizar los derechos, la igualdad de trato y no discriminación de las personas LGTBI y sus familiares, recoge que “En los eventos y competiciones deportivas que se realicen en la Comunidad Autónoma de Andalucía se considerará a las personas transexuales que participen atendiendo a su identidad sexual a todos los efectos”.

Y no se trata ya de aceptar o no a los transfemeninos en las categorías de mujeres, el asunto socava las raíces de los principios fundamentales del deporte, el juego limpio, la  igualdad, la equidad, el esfuerzo y la solidaridad

El COI, que hábilmente se ha lavado hasta el momento las manos dejando la decisión a las federaciones internacionales para evitar enfrentarse con el potente lobby del transgenerismo, va a tener que tomar una postura clara a no ser que no tenga el mayor reparo en que la práctica del deporte femenino de alta competición se plante o, simplemente, desaparezca. Y no se trata ya de aceptar o no a los transfemeninos en las categorías de mujeres, el asunto socava las raíces de los principios fundamentales del deporte, el juego limpio, la  igualdad, la equidad, el esfuerzo y la solidaridad. Las diferencias biológicas entre la capacidad pulmonar, el desarrollo muscular y la potencia entre hombres y mujeres son evidentes. No hay más que echar  un vistazo al estudio de Emma N. Hilton y Tommy R. Lundberg para comprobar cómo las características biológicas entre hombres y mujeres que influyen en el rendimiento deportivo se mantienen el caso de los varones sometidos a tratamientos hormonales si se desarrollaron como hombres. Y para profundizar más en este tema, es posible ver completa la I Conferencia Internacional en Defensa de las Categorías Deportivas Femeninas celebrada el pasado mes de febrero en Madrid.

En enero se sabrá si Lia Thomas consigue ser reconocida como la Mujer del año 2022. Es posible que se haga con el galardón, es posible que continúe batiendo récords en la piscina, es posible que siga usurpando podios a sus compañeras pero, lo que es seguro, es que morirá con los mismos cromosomas XY con los que nació. 

 
Imagen de Cristina Prieto

Madrileña afincada en Andalucía desde 1987, primero en Almería y posteriormente en Granada donde he desarrollado mi carrera profesional como periodista. Me licencié en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, cursé mi suficiencia investigadora en la Universidad de Granada dentro del programa Estudios de la Mujer y leí mi tesis doctoral en la Universidad de Málaga.