El Carmen de los Mascarones ─el “paraíso cerrado” de Soto de Rojas─, una invitación a expoliadores
Las dos esquinas en situación más deplorable del Albayzín siguen empeorando cada día. La forman por el Sur el Carmen de las Palomas y, enfrente, el Carmen de los Mascarones por el Norte. En la travesía angosta de la calle Pagés, confluencia con calle Agua. El primero fue reforzado con una estructura metálica y cubierta de chapa de vistoso colorido. Así lleva ya desde el siglo pasado, sin nadie que intervenga y en espera de que se derrumbe solo.
En los últimos tiempos ha entrado esta casona de origen nazarita en la recta del abandono total. Los postigos de sus ventanas, abiertos a la vista pública, dejan ver el terrible estado de desidia que presenta su interior
Pero me voy a centrar en el Carmen de los Mascarones. Aquel que fue elevado a la fama nacional por el poeta Pedro Soto de Rojas (1584-1658), con su poema “Paraíso cerrado para muchos, jardines abiertos para pocos”. En los últimos tiempos ha entrado esta casona de origen nazarita en la recta del abandono total. Los postigos de sus ventanas, abiertos a la vista pública, dejan ver el terrible estado de desidia que presenta su interior. Todo revuelto, destrozado y, quizás, también ya fruto de expolio. Se ve una colección de cacharros abandonados, quizás material de trabajo de cuando su anterior propietario Pepe El Muñequita se dedicaba a copiar marcos que había visto en París, con una destreza encomiable.
El estado exterior del edificio no es mucho mejor. Su esquina cada vez presenta más rozaduras de camiones de gran tonelaje que transitan por esta calle del casco viejo albayzinero; las rejas del siglo XVII han sido dobladas. Y las grietas empiezan a anunciar derrumbes. El único ajimez original que queda en Granada también corre peligro por el deterioro.
Asomarse a su interior supone, además de ver el deplorable estado, una invitación a expoliadores de elementos constructivos procedentes de los siglos XV a XVIII
Asomarse a su interior supone, además de ver el deplorable estado, una invitación a expoliadores de elementos constructivos procedentes de los siglos XV a XVIII. Este carmen con tanta historia está en una situación penosa. Pero ningún responsable de la propiedad, del Ayuntamiento ni de la Delegación de Cultura mueven un dedo para ponerle freno. Quizás sea eso lo que se están esperando, que se derrumbe y así será más fácil sumarlo a la nueva construcción con gran aparcamiento que lo va a rodear.
Los Mascarones se llaman así popularmente por las dos grandes caretas que decoran su fachada principal. Es una zona cargada de mucha historia
Los Mascarones se llaman así popularmente por las dos grandes caretas que decoran su fachada principal. Es una zona cargada de mucha historia. Su origen se remonta a casas nazaritas del siglo XV, moriscas hasta la expulsión de musulmanes en 1570. Su ubicación es importante porque está atravesado por el canal principal de la Acequia Aynadamar y de su puerta parten la mina que va al aljibe de San Cristóbal, el ramal grueso que bajaba por calle Agua y la derivación hacia la calle Pagés.
Aquí compuso su famoso poema “Paraíso cerrado para muchos, jardines abiertos para pocos”, recreando siete mansiones celestiales
El canónigo de la Colegiata del Salvador y poeta culterano Pedro Soto de Rojas adquirió varias casas moriscas a principios del siglo XVII (1619-29) y conformó su residencia. Tiene dos entradas principales que dan al adarve, con arcos de esa época. Armaduras y patios nazaritas. En la parte trasera conformó un gran jardín en siete paratas que regaba con la abundante agua de Aynadamar que lo atravesaba. Aquí compuso su famoso poema “Paraíso cerrado para muchos, jardines abiertos para pocos”, recreando siete mansiones celestiales.
La historia del Carmen de los Mascarones continuó a partir de 1684 como residencia del escultor José de Mora (1642-1724). En esta casa tuvo el taller donde modeló la mayor parte de sus grandes obras; una de las principales es el Cristo de la Misericordia o del Silencio (de 1688), cuyo original se conserva en la parroquia de San José (una copia es procesionada en Semana Santa).
Los Mascarones conservan bastantes elementos originales desde su construcción en el siglo XV, a pesar de las muchas modificaciones y reformas que ha sufrido a lo largo de la historia
Los Mascarones conservan bastantes elementos originales desde su construcción en el siglo XV, a pesar de las muchas modificaciones y reformas que ha sufrido a lo largo de la historia. Durante el siglo XIX fue convertido en casa de vecinos. Más tarde fue alquilado como cuartel de la Guardia Civil del distrito Albayzín-Sacromonte, morada del famoso y temible Sargento Colomera.
El conjunto está catalogado por el Ayuntamiento por sus valores patrimoniales, artísticos e históricos.
En sus fachadas figuran dos placas que lo ligan a su pasado glorioso. La primera fue promovida por escritores de la Generación del 27 y el Ateneo de Granada, con García Lorca como principal protagonista, y dibujos de Hermenegildo Lanz. Colocaron el azulejo tras un homenaje a Pedro Soto de Rojas. La segunda placa recuerda que allí fue labrado el Cristo de la Misericordia.
Los informes de los técnicos municipales de urbanismo de los últimos años han constatado el abandono, su peligrosidad y el peligro de que se hunda
Hace ya varios meses que hubo iniciativas del grupo de concejales socialistas en el Ayuntamiento para que se haga cargo, de manera subsidiaria, de la protección del edificio. Los informes de los técnicos municipales de urbanismo de los últimos años han constatado el abandono, su peligrosidad y el peligro de que se hunda. Aunque no hablan de riesgo de expolio latente al estar abiertas las ventanas y ver los elementos desprotegidos. Hace un lustro que se vienen recibiendo denuncias vecinales y de cofradías relacionadas con el taller de José de Mora. Pero los responsables políticos siguen sin hacer absolutamente nada.