El baúl de Lorca

Presenta el pintor, escritor y dinamizador cultural granadino, José Salobreña García su libro “La Tierra de García Lorca y La Fuente de Federico”, de Entorno Gráfico Ediciones.
Esta obra quiere ser inicio de una colección, cuyo eje temático se sitúa en el mundo de Federico García Lorca, no queriendo ser más de lo mismo sobre el uso icónico, del diseño político industrial de la figura del poeta de Fuente Vaqueros, comercializado, usado como pretexto su nombre, venga a cuenta o no, y siempre vacío de la esencia de la verdadera personalidad de Federico.
García Lorca incorporó el nervio de la modernidad en la reconstrucción de mitos procedentes de la antropología andaluza, revitalizándola en su exposición, sin perder el sentido original que la une en el paso de los siglos
El poeta fuenterino representaba el auténtico espíritu del ser de la gente de la Vega granadina, e incluso de la ciudad y su entorno. Bebía de la cultura secular, de la tradición del pueblo, valores ancestrales y miedos atávicos, que el escritor exponía en sus piezas teatrales y composiciones líricas. Mas Federico era consciente del clima cultural imperante en su ciudad, aletargada, sumida en los dictados académicos impuestos, el amiguismo caciquil y politiqueo, ante el cual se rebeló, reflejándolo en sus escritos. No por proceder de la tradición popular se detuvo en su porción de terruño, sino que exploró su mundo contemporáneo, viviendo el ambiente cosmopolita, comprendiendo su tiempo, sintiendo el choque de ambas formas de vida. García Lorca incorporó el nervio de la modernidad en la reconstrucción de mitos procedentes de la antropología andaluza, revitalizándola en su exposición, sin perder el sentido original que la une en el paso de los siglos. A su vez, impregnó la modernidad, desde su punto de vista, como continuidad en la evolución histórica de la cultura popular, asumiendo el pasado y explorando nuevos modos de interpretar la realidad.
El poeta de Fuente Vaqueros era un artista complejo, de pensamiento poliédrico, difícil de situar, pues en él se aunaba la tradición popular y las ansias de cambio, de aquel estado que anquilosaba, y alteraba, la sustancia verdadera de los arquetipos eternos.
José Salobreña, bajo la sombra del gran poeta, reivindica estas múltiples lecturas de la personalidad lorquiana, queriendo que actúe como revulsivo del estado postrado del paisaje cultural granadino. Se repite hoy día el páramo creativo que parece mostrar Granada. Aunque esta es la impresión de la visión primera, en su interior esta tierra contiene una intensa actividad creadora, la cual por falta de espacios, y medios, en donde expresar los artistas sus obras, más el academicismo imperante y la dirección caprichosa de unos pocos, impide su presencia.
Acompaña el libro de José Salobreña una serie de reproducciones de sus piezas plásticas, las cuales están sustentadas en el color, como en la presentación ha citado el poeta Fernando de Villena
Acompaña el libro de José Salobreña una serie de reproducciones de sus piezas plásticas, las cuales están sustentadas en el color, como en la presentación ha citado el poeta Fernando de Villena, cromatismo intenso, que reproduce las luces de la tierra, sus umbrías y misterios, las pesadas horas de la rutina de un día enclaustrado por la lluvia, rumor en la Vega, susurrante, melancólico, misterioso y nostálgico. O el brillo solar de la ardiente canícula, bajo las sombras de sus chopos, o sometidos sus campos al calor asfixiante, portado en la luz solar. Las manchas de tonalidades variadas van dictando el ritmo sensitivo que en el texto se quiere expresar.
La pintura de José Salobreña es singular, original, propia, basada en la pasión impresa, fulgor de trazos depositados por su paleta, ingenioso, descansando en el pensamiento fantástico, reproduciendo muy bien el espíritu que alimenta a los habitantes de esta parte del Sur de España.