OLA Festival, un proyecto 360º

No solo de música vive el ser humano. O mejor dicho no solo de música en directo. Para que un artista ponga a corear sus canciones al público delante de un escenario o escucharlo en los auriculares tienen que pasar muchas cosas, y no fallar ninguna. Y por tanto, para que todo llegue a buen fin, intervienen una considerable relación de personas y empresas. En la Fundación Miguel Ríos han pensado en facilitar esos contactos para que los más jóvenes, que llegan a la escena y se encuentran con un laberinto que se llama ‘industria’, a primera vista impenetrable y propenso a la pérdida, de tiempo y de la energía que se necesita para hacer canciones. Estando así las cosas, han retomado la idea de hacer un completo directorio de contactos relacionados con la gestión, elaboración, producción, promoción y demás ‘ones’ que hacen que la música suene, en el móvil o encima del escenario.
La idea no es nueva, ya en los 90 existió el ‘Libro del pop en Granada’ con tres ediciones bianuales, luego pasado a digital en la Diputación bajo el nombre de ‘Catálogo de música’. También la web Indyrock tuvo su directorio asociado al periódico Ideal. Ahora desde la FMR actualizan la relación de implicados poniéndola alcance de un click, y con intención de que sea continuamente actualizada, constituyendo una herramienta muy útil para moverse en el mundo real de la música.
Teoría y también práctica
Tras la sesión teórica y experiencial, llegó la música el viernes. Los paseos del Salón y el Violón son históricos espacios donde la música ha sonado desde aquella ‘gira histórica’ por la autonomía de 1980. Y siempre con carácter gratuito y abundante seguimiento popular.
A partir de media tarde, el cartel agrupaba a nombre recientes del censo pop de Granada, la ‘generación mañana’ (que ya es hoy). Abrió Paulina del Carmen, ‘en modo Paulina’, que ella también tiene su perfil rock blusero en otro circuito más underground. Con el público, bastante por cierto, apretado en el ‘tendido de sombra’ para no tostarse a las siete de la tarde, la antigua Diana se dirigió a la zona de burbujeante pop contemporáneo, con recuerdos pretéritos (Triana: ‘Una noche de amor’). Gasta la vocalista cierto dramatismo coplero, gestualidad intensa, un profundo metal soul, y tantos músicos como bailarinas (2), con una coreografía muy sensual. Con un poco de suerte y algo de TV en nada estará llenando estadios como Miriam Doblas.
Calma Fira, se ofrecen como «uno de los grupos de rock y darkpop más interesante de los últimos años». Cuentan para ello con una gran vocalista principal con una capacidad muy elástica, y otros dos solistas en registros diferentes, lo que da mucha variedad a lo escuchado. Teniendo un alma pop de fondo, gradúan con sabiduría el grifo del ruido sin miedo a alargar los temas más allá de lo recomendable por tiktok… ¡hasta rozar el Postrock! ‘Malas fiebres’ es un pedazo de canción, y el final encadenando ‘Libro’ y ‘Bases (aliadas)’ fue de traca.
Funky-disco-pop
A la misma ahora que M. Ward con Howie Gelb o Muchachito arrancaban sus conciertos en otros escenarios de la ciudad, (¡las cosas de Graná!) el Colectivo Da Silva se subían para clausurar este Ola Fest de 360º. Vestidos últimamente de impoluto blanco virginal, uniformados con unos monos (y gafas) que recuerdan a los obreros especializados del Aviador Dro, y sabiamente dirigidos desde la mesa por Jaime Beltrán, sacaron un notable músculo sonoro.
Grandes músicos individuales y hábiles arreglistas, son un avispero tímbrico al servicio de unas canciones con hechuras de hits veraniegos. Vale la pena no quedarse en sus lalalás adhesivos y desmenuzar todo lo que hay por detrás. Pareció que recuperaban aquel tono funky-latino de sus orígenes en sus piezas hiperbailables de funky-disco-pop estival, ese que llevó a alguien a describirlos como unos ‘Beach Boys de Playa Velilla’ (aunque en realidad fuera la de El Muerto).