'El birrete de Juan Manuel'

Quizás por no haber sido nombrado “Alumno Ilustre” como su “amiga” Ayuso, quizás por no haber conseguido ninguna de las licenciaturas que comenzó, el caso es que el presidente de beatífica y permanente sonrisa, ha declarado la guerra a las universidades andaluzas, casi desde el mismo momento en que sentó sus patricias posaderas en el sillón de San Telmo.
¡Qué tiempos tan emocionantes vive la educación superior en nuestra querida Andalucía! Parece que la Junta, con su fervor evangelizador, ha decidido que la autonomía universitaria es un concepto tan obsoleto como los apuntes en papel. Y de paso, han decidido que nuestras universidades, tal y como hasta ahora las conocemos, tienen demasiada libertad.
Nuestro presidente, Juanma Moreno, el hombre que ha coqueteado con más facultades que un Erasmus con problemas de indecisión (aunque sin conseguir el "sí, quiero" de ninguna), ha decidido que ahora, ya en la madurez de su gestión, toca ponerse el birrete
Nuestro presidente, Juanma Moreno, el hombre que ha coqueteado con más facultades que un Erasmus con problemas de indecisión (aunque sin conseguir el "sí, quiero" de ninguna), ha decidido que ahora, ya en la madurez de su gestión, toca ponerse el birrete. No importa que su currículum académico parezca un menú degustación de carreras fallidas; lo relevante es la vocación de servicio. Y ¿qué mejor servicio que “tutelar” a esas instituciones llenas de catedráticos que, pobrecillos ellos, no saben ni elegir qué grados impartir?
La nueva Ley Universitaria Andaluza (LUA) es un ejercicio de funambulismo normativo tan audaz que la propia Constitución debe estar consultando a su abogado. Los rectores ya han alzado la voz, pero ¿qué sabrán ellos? Están demasiado ocupados con esa cosa aburrida de la investigación y la docencia como para entender su verdadera misión, que según el alumno “interruptus” Juanma Moreno, no es otra que la uniformidad ideológica, la obediencia perruna y la disciplina presupuestaria.
La Junta no solo parece querer decidir si necesitamos más filólogos o influencers profesionales (la tendencia es clara), sino que también amenaza con dejar a las universidades sin el pan y sin la sal
La Junta no solo parece querer decidir si necesitamos más filólogos o influencers profesionales (la tendencia es clara), sino que también amenaza con dejar a las universidades sin el pan y sin la sal. La táctica es brillante por su simpleza, se empieza estrangulando financieramente a las universidades públicas, obligándolas a mendigar para mantener los laboratorios que hacen cosas tan poco importantes como curar enfermedades; se sigue denegando la creación de grados si no encajan en el "Gran Plan Andaluz de la Felicidad (y la sumisión)" y por supuesto, se pone la alfombra roja a las universidades privadas, aunque no pasen de auténticos chiringuitos.
Y aquí viene el toque de gracia, la guinda del pastel neoliberal: mientras se aprieta el cinturón a las públicas, se concede el sello de "excelencia" a "universidades" privadas que, según los rectores, son poco más que "chiringuitos" con ánimo de lucro. Sin duda un gesto de generosidad inaudito.
¿Para qué estudiar Biología Molecular en la pública si puedes pagar una matrícula de oro en una privada recién aprobada por decreto?", ese parece ser el lema.
Es la lógica del PP en su máxima expresión: si no puedes con ellas (las universidades públicas, críticas y exigentes), axfísialas y luego fomenta la competencia de bajo coste y alta rentabilidad. Es el equivalente académico a cerrar un teatro para poner una tienda de souvenirs.
La mayor ironía de todo es que el impulsor de esta cruzada por el control educativo es alguien que ha demostrado una y otra vez su capacidad para abandonar el proceso formativo
La mayor ironía de todo es que el impulsor de esta cruzada por el control educativo es alguien que ha demostrado una y otra vez su capacidad para abandonar el proceso formativo. Es como si un crítico gastronómico que solo ha comido precocinados escribiera las directrices para la alta cocina.
Pero, tranquilos, en el fondo hay un plan. Si Juanma Moreno consigue su birrete honorífico (o legislativo, que es más rápido), quizás la Junta se convierta, por fin, en la Universidad de Juanma, donde la única carrera que importa es la política, y la única nota de corte es la obediencia.
¡Bienvenida sea la nueva era! Dejemos de lado esa vieja idea de que la universidad es un espacio de pensamiento crítico y autonomía. La verdadera lección es: si no fuiste capaz de graduarte, siempre puedes legislar para controlar a los que sí lo hicieron. Y eso, amigos, es un doctorado en ironía política que ni siquiera Harvard podría otorgar.


























