'Escuela Andaluza de Salud Pública: Una nueva etapa… ¿una nueva esperanza?'

El reciente nombramiento de Blanca Botello al frente de la Escuela Andaluza de Salud Pública (EASP) marca, sobre el papel, un cambio de ciclo. Su llegada se produce tras una etapa de más de ocho años desde mi cese al frente de la institución en 2017, momento en el que la Escuela se encontraba en una situación estable, reconocida y sólida, tanto desde el punto de vista técnico como de imagen pública.
Desde entonces, lo que ha seguido ha sido, lamentablemente, una trayectoria descendente, marcada por una pérdida progresiva de liderazgo, una desconexión con los retos reales de la salud pública y una fragilización del proyecto institucional que tanto costó consolidar.
Una década perdida para la salud pública
La EASP siempre fue más que un centro formativo: fue un referente en políticas de salud, en evaluación de servicios, en equidad y participación ciudadana, una escuela que supo acompañar los procesos de transformación del sistema sanitario andaluz (y español) desde una mirada rigurosa y crítica.
El foco en la salud pública se ha desdibujado y la Escuela ha adoptado una lógica cada vez más burocrática, más dependiente de la Consejería de Salud y por tanto de lo político y menos conectada con la innovación social y científica que siempre la distinguió
Sin embargo, en estas últimas etapas -con las direcciones de Reyes Álvarez-Ossorio, Blanca Fernández-Capel y más recientemente y breve Diego Vargas- se ha ido diluyendo ese papel motor. El foco en la salud pública se ha desdibujado, y la Escuela ha adoptado una lógica cada vez más burocrática, más dependiente de la Consejería de Salud y por tanto de lo político y menos conectada con la innovación social y científica que siempre la distinguió.
Mención aparte merece el papel de otros responsables, cuya presencia en la dirección ha resultado, a todas luces, ajena a la tradición académica y transformadora de la EASP, profundizando en la desconexión con la comunidad científica y profesional.
Un nombramiento que abre preguntas
El nombramiento de Blanca Botello se produce en un momento crítico. Si bien su perfil técnico puede suponer un alivio frente a la deriva anterior, las expectativas de cambio son altas y los desafíos enormes.
O la EASP recupera su vocación crítica, formadora e impulsora de cambio, o seguirá siendo un espacio irrelevante, decorativo, sin impacto real en la salud de las poblaciones
No se trata solo de recuperar prestigio institucional, imprescindible, o mejorar indicadores de gestión. Se trata de redefinir el papel de la EASP por parte de la Consejería, en un contexto de transición epidemiológica, crisis climática, desigualdades sociales crecientes y pérdida de confianza ciudadana en las instituciones. En este escenario, o la EASP recupera su vocación crítica, formadora e impulsora de cambio, o seguirá siendo un espacio irrelevante, decorativo, sin impacto real en la salud de las poblaciones.
Blanca Botello es una profesional del ámbito de la salud pública. Ha trabajado en el Ministerio de Sanidad, donde ejerció como directora del Gabinete de la Secretaría de Estado de Sanidad durante la etapa del gobierno progresista liderado por Salvador Illa y Silvia Calzón, y se mantuvo en una pequeña etapa también bajo la dirección del actual secretario de Estado, Javier Padilla. Su trayectoria la vincula directamente con los valores y la práctica técnica de la salud pública, no solo desde la gestión política, sino desde la realidad de la epidemiología y los programa y activos de salud.
Este perfil contrasta profundamente con el de la otra Blanca, Blanca Fernández-Capel, cuya gestión fue ampliamente cuestionada por sectores internos y externos. Bajo su mandato, la EASP sufrió una pérdida del 40 % de su plantilla docente, conflictos con el personal, y una alarmante pérdida de prestigio institucional. Para muchos, entre los que me cuento, Fernández‑Capel representó una etapa de desmantelamiento técnico y desarticulación del proyecto formativo y científico que había caracterizado a la EASP desde su fundación.
La vinculación directa de Blanca Botello con políticas públicas de salud, su conocimiento de la estructura sanitaria andaluza y su sintonía con el enfoque de salud colectiva la posicionan como una figura capaz, si la Consejería apuesta, de reconstruir puentes, restablecer la confianza del personal y devolver protagonismo a la institución dentro del sistema sanitario andaluz y nacional
La llegada de Blanca Botello abre una nueva etapa tras la de Diego Vargas, último gerente. Su vinculación directa con políticas públicas de salud, su conocimiento de la estructura sanitaria andaluza y su sintonía con el enfoque de salud colectiva la posicionan como una figura capaz, si la Consejería apuesta, de reconstruir puentes, restablecer la confianza del personal y devolver protagonismo a la institución dentro del sistema sanitario andaluz y nacional.
Aunque el nombramiento aún no ha sido anunciado oficialmente en BOJA, la comunicación enviada a la plantilla de la EASP marca el inicio de una transición clave. La EASP necesita liderazgo técnico, coherencia institucional y una visión moderna de salud pública, y todo apunta a que Blanca Botello puede ser una figura que ayude a ello. ¿Será posible? me pregunto. Para quienes hemos sido críticos con la deriva de la EASP en los últimos 8 años, este nombramiento es, al menos, un rayo de luz.
¿Hacia dónde queremos ir?
La salud pública necesita instituciones valientes, capaces de pensar a largo plazo, de generar conocimiento útil, de formar profesionales con conciencia crítica y de construir puentes entre ciudadanía, política y ciencia. La EASP fue, durante muchos años, ese espacio valiente.
Hoy, más que nunca, urge volver a ese espíritu. El tiempo de las inercias ha terminado. No podemos permitirnos otra década perdida.
En conclusión, el nombramiento de Blanca Botello puede y debe ser una oportunidad. Pero no basta con cambiar nombres. Hace falta una voluntad clara de reconstrucción institucional, de abrir las puertas a los profesionales que han sido apartados, de revisar el rumbo y de volver a situar la salud pública -no la gestión rutinaria y burocrática- en el corazón del proyecto. Así, Blanca Botello puede representar un giro esperanzador para quienes defendemos una EASP fuerte, pública y al servicio de la salud colectiva.
Porque la salud pública española no puede permitirse una EASP débil. Y Andalucía, mucho menos.