'Que las mentiras parezcan mentiras'

En pleno imperio de las redes sociales y de la tiranía de las fake news nunca ha tenido más sentido ese verso que tomo prestado del maestro Sabina: “Que las mentiras parezcan mentiras”, porque lamentablemente, muchos políticos y muchos medios de comunicación nos obsequian a diario como auténticas trolas, que damos como hechos ciertos por venir de donde vienen.
En la mañana de ayer el diario 'ABC' nos regalaba un titular para la antología del disparate: “María Jesús Montero eliminó la obligación de informar a las pacientes con resultados dudosos en las mamografías”
En la mañana de ayer el diario ABC nos regalaba un titular para la antología del disparate: “María Jesús Montero eliminó la obligación de informar a las pacientes con resultados dudosos en las mamografías”. Así, sin anestesia. Sin pruebas. Sin contexto. Como si las palabras no importaran. Como si no fueran mujeres —miles de mujeres— las que hay detrás de ese titular que sangra irresponsabilidad.
Solo unas horas después, el gurú económico del PP, Juan Bravo, intentaba utilizar esa información en la sesión de Control al Gobierno en el Congreso, para devolver al PSOE el fuego graneado que desde hace una semana está cayendo sobre Moreno Bonilla y la Junta de Andalucía, a cuenta de su desastrosa gestión en el tema de los cribados sobre el cáncer de mama.
El Proceso Asistencial Integrado (PAI) de Cáncer de Mama, en su tercera edición, de 2011, no solo no suprime la obligación de informar a las pacientes, sino que la refuerza
La verdad ayudaba a desvelarla el onubense Ángel Romero, que en un impagable hilo de la red social X, sacaba las verguenzas al ABC y a Juan Bravo, haciendo que sus mentiras parecieran mentiras, ya que el propio documento oficial del Servicio Andaluz de Salud —ese que estaba colgado en su web y que cualquiera podía consultar hasya la tarde de ayer— decía todo lo contrario. El Proceso Asistencial Integrado (PAI) de Cáncer de Mama, en su tercera edición, de 2011, no solo no suprime la obligación de informar a las pacientes, sino que la refuerza.
En su Anexo 1, la llamada “Hoja de Ruta del Paciente”, se lee clarito: “Se iniciará así el proceso de información continua entre el paciente y/o su familia y los profesionales que intervienen en el PAI.” Y más adelante: “Le informarán del resultado del estudio, el diagnóstico y las alternativas de tratamiento.” ¿Dónde está la censura? ¿Dónde el ocultamiento? ¿Dónde el crimen?
Cuando se habla de los casos catalogados como BI-RADS 3 —esos hallazgos probablemente benignos—, el documento insiste: “Se informará de forma clara y precisa del estudio a realizar, riesgos, beneficios y alternativas.” Es decir, no solo se informa, sino que se pide el consentimiento.
El problema no está en el protocolo. El problema vino cuando se vació lo público y se llenaron los bolsillos de lo privado. Cuando se derivaron fondos a clínicas concertadas mientras se abandonaban los programas de detección precoz. Pero eso, amigo lector, no cabe en un titular. Y no da para culpar a “la ministra Montero”, esa diana de temporada
Pero claro, el titular ya estaba escrito y la intervención de Juan Bravo planeada. La foto, elegida. El sesgo, afinado como una guitarra flamenca. ¿Para qué leerse el documento? ¿Para qué matizar? ¿Para qué contrastar, si Canal Sur lo va a repetir sin despeinarse y Twitter ya ha hecho su trabajo de viralización?
El problema no está en el protocolo. El problema vino cuando se vació lo público y se llenaron los bolsillos de lo privado. Cuando se derivaron fondos a clínicas concertadas mientras se abandonaban los programas de detección precoz. Pero eso, amigo lector, no cabe en un titular. Y no da para culpar a “la ministra Montero”, esa diana de temporada.
Y lo más grave: mientras se lanzaba esta mentira con letra de molde, hay mujeres esperando llamadas que no llegan. Resultados que no se explican. Diagnósticos que se demoran. Angustias que nadie recoge. Porque la verdad no interesa si no se puede usar como garrote político.
Y ahora que el problema ha estallado en la cara de la Junta, buscan el atajo fácil: echar balones fuera y fabricar un bulo a medida, porque si todo lo que le está pasando a dos mil andaluzas es “culpa” de María Jesús Montero ¿A cuento de qué ayer por la tarde dimitía la actual consejera de Salud?
El protocolo del SAS lleva 14 años funcionando. La mitad del tiempo bajo gobiernos del PSOE, la otra mitad con Juanma Moreno en el poder. Y ahora que el problema ha estallado en la cara de la Junta, buscan el atajo fácil: echar balones fuera y fabricar un bulo a medida, porque si todo lo que le está pasando a dos mil andaluzas es “culpa” de María Jesús Montero ¿A cuento de qué ayer por la tarde dimitía la actual consejera de Salud?
Pero en este país con más spin doctors que médicos de familia, la salud pública se ha convertido en otra víctima del marketing político. Se le pone lacito, se manosea, se retuerce… y luego se lanza a la jauría mediática sin importar el daño. Ni a las pacientes, ni a los profesionales, ni al sentido común.
Y aún así, lo único que uno exige es que si nos quieren mentir, que se lo curren un poco. Que las mentiras parezcan mentiras. Que al menos nos dejen la duda, el resquemor, el “¿y si…?”. No esta patraña tan burda que ofende al lector y a la inteligencia.
Porque una cosa es manipular. Y otra es hacer el ridículo.