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'Feminismo en movimiento'

Blog - Punto de fuga - Cristina Prieto - Jueves, 17 de Marzo de 2022
Imagen de una de las pancartas que los transactivistas rompieron a las feministas el 8M en Barcelona.
Imagen publicada por 'El taquígrafo', de Ana Varea.
Imagen de una de las pancartas que los transactivistas rompieron a las feministas el 8M en Barcelona.

Pasados diez días desde las manifestaciones del 8 de marzo en nuestro país con motivo del Día Internacional de la Mujer, es necesario hacer una reflexión sobre algunas realidades que están abriendo grietas para dejar pasar la luz y empezar a vislumbrar que el gran esfuerzo del movimiento feminista en los últimos años comienza a recoger algunos frutos. A quienes se empeñan en ver divisiones, sólo una recomendación. Quítense la venda de los ojos, miren un poco más lejos de lo que les permite el campo visual que se atisba desde el sofá, aclárense con algunos conceptos y conozcan algo de la teoría política que encierra este movimiento y sus luchas sostenidas durante tres siglos.

Nunca, jamás, en la historia del feminismo, sus defensoras han agredido a nadie en ningún acto reivindicativo. La violencia se la debemos a quienes marchan con pancartas en donde reclaman inclusividad y diversidad

La primera reflexión es la violencia del transactivismo contra unas ciudadanas que, pacíficamente, salen a la calle en una fecha tan señalada para hacer públicas sus reivindicaciones. En veinte ciudades españolas y bajo el lema ‘El feminismo es abolicionista’ se organizaron en convocatorias separadas de las movilizaciones oficiales para expresar su postura ante la prostitución y sus consecuencias sobre el cuerpo de las mujeres. Las feministas fueron amedrentadas, insultadas, intimidadas, obligadas a retirar sus pancartas, asaltadas en los escenarios donde leían sus manifiestos y agredidas en Barcelona, Ciudad Real, Asturias, Ponferrada y Zaragoza sin que ningún representante institucional haya condenado, a día de hoy, ninguno de estos atropellos. Recordemos que, tiempo le faltó a la titular del Ministerio de Igualdad y al presidente del Gobierno para condenar la presunta agresión homófoba en el barrio madrileño de Malasaña en septiembre de 2021 que, finalmente, resultó ser falsa. Por otro lado, mientras plataformas como Twitter cancelan cuentas feministas, los llamamientos a matar feministas se suceden sin que el servicio de microblog mueva un dedo. Nunca, jamás, en la historia del feminismo, sus defensoras han agredido a nadie en ningún acto reivindicativo. La violencia se la debemos a quienes marchan con pancartas en donde reclaman inclusividad y diversidad.

La segunda reflexión que puede abordarse es el papable desencanto de las mujeres feministas con las políticas y acciones desarrolladas desde el Ministerio de Igualdad y el Gobierno que, con una dirección errática, es capaz de decir una cosa y la contraria en lo que dura el anuncio de la campaña publicitaria que habla de 47 millones de feminismos

La segunda reflexión que puede abordarse es el papable desencanto de las mujeres feministas con las políticas y acciones desarrolladas desde el Ministerio de Igualdad y el Gobierno que, con una dirección errática, es capaz de decir una cosa y la contraria en lo que dura el anuncio de la campaña publicitaria que habla de 47 millones de feminismos. Las cifras hablan solas. Según la Delegación del Gobierno de Madrid, en 2018 la manifestación del 8 de marzo congregó a 170.000 personas. La misma fuente ha calculado para el pasado día 8 de marzo de este año 50.000. La manifestación secundada por las feministas abolicionistas congregó 3.000, según este mismo organismo. Sabemos que los números siempre son distintos para las organizaciones convocantes pero, curiosamente, muy pocos medios se han aventurado a publicar la cifra calculada por los responsables de la protesta institucional en Madrid. Los que lo han hecho hablan de 100.000 mientras que en 2018 presumían de 500.00. Las organizadoras de la movilización abolicionista contabilizaron casi 10.000. Cifras aparte, no hay que olvidar que la marcha ‘oficial’ contaba con el respaldo de partidos políticos, sindicatos e instituciones y, ante las previsiones a la baja, se apresuraron a llenar la manifestación de reivindicaciones como el ‘No a la guerra’, la precarización en el empleo, la escasa dotación de la sanidad pública y el ecologismo. Las fotografías aéreas tomadas de la Plaza de Cibeles en Madrid hablan por sí solas.

La tercera reflexión nos lleva a observar la tímida apertura de algunos medios de comunicación de información general a las voces feministas. En los últimos años, sus tribunas de opinión y páginas de noticias estaban vetadas para quienes denunciaban el delirio cuir (queer, en inglés) y su mundo de sentimientos. Las voces feministas han tenido que abrirse paso a la opinión en pública en medios alternativos, páginas web especializadas y programas en plataformas on line para exponer sus propuestas.

Estas cuatro reflexiones ponen sobre la mesa la necesidad de un debate profundo y serio, sin insultos ni amenazas, sobre ciertos aspectos legales en torno a la abolición de la prostitución y el intento de imponer una Ley Transgénero (no transexual) que la ciudadanía desconoce, tanto en su planteamiento inicial como en sus consecuencias

La cuarta y última nos dirige hacia la reacción de ciertos colectivos que, poco a poco, empiezan a entender que la polémica Ley Trans tampoco les beneficia. Algunas organizaciones de gays y lesbianas se han sumado a la lucha feminista porque el anteproyecto de este texto legal les excluye al dirigir todos los esfuerzos hacia la conversión de menores, con una orientación sexual hacia personas de su mismo sexo, en personas transgénero. Por otra parte, mujeres militantes y simpatizantes del PSOE presentaron el pasado 5 de marzo la Asociación de Feministas Socialistas para defender, desde fuera  del partido, el abolicionismo de la prostitución. La filósofa Amelia Valcárcel, ‘la maestra’, estuvo al frente del acto. Más de trescientas mujeres acudieron al encuentro y muchas de ellas se sumaron a la manifestación alternativa en Madrid. En Granada, no.

Estas cuatro reflexiones ponen sobre la mesa la necesidad de un debate profundo y serio, sin insultos ni amenazas, sobre ciertos aspectos legales en torno a la abolición de la prostitución y el intento de imponer una Ley Transgénero (no transexual) que la ciudadanía desconoce, tanto en su planteamiento inicial como en sus consecuencias. Desde las organizaciones feministas se reclama este debate desde hace tiempo pero el transactivismo se niega porque conoce la debilidad de sus argumentos.

El feminismo de siempre, el que se sustenta sobre la base teórica que a lo largo de tres siglos ha conseguido grandes logros para las mujeres, el que sale a las calles sin ayuda institucional, el que no se sienta en los despachos de los ministerios, mira con esperanza estas pequeñas señales mientras da la bienvenida a las jóvenes que llegan con el ímpetu y la fuerza necesarias para continuar defendiendo los derechos de las mujeres.

Si no has tenido la oportunidad de leerlos y quieres volver a hacerlo, estos son otros artículos de Cristina Prieto en este blog, 'Punto de Fuga':

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Imagen de Cristina Prieto

Madrileña afincada en Andalucía desde 1987, primero en Almería y posteriormente en Granada donde he desarrollado mi carrera profesional como periodista. Me licencié en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, cursé mi suficiencia investigadora en la Universidad de Granada dentro del programa Estudios de la Mujer y leí mi tesis doctoral en la Universidad de Málaga.