Homenaje en Madrid al último alcalde republicano de Huétor-Tájar, represaliado por el franquismo
Rafael Molina Mantas, el último alcalde republicano de Huétor-Tájar, ha recibido al fin un merecido homenaje, celebrado ante la fosa común del cementerio de La Almudena donde yacen sus restos, junto a las 13 rosas o el padre del fundador del PSOE y de la UGT, Pablo Iglesias.
UGT
Foto de familia de asistentes al homenaje.
En el 73 aniversario de la penosa muerte de Rafael Molina Mantas, represaliado de la ira franquista, un nutrido grupo de memorialistas, sindicalistas, políticos, activistas, gente de la cultura, arroparon a la familia del alcalde, entre ellos, su hija, nietas y su bisnieto, el gran cantaor Juan Pinilla.
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Si no leíste la historia del alcalde, puedes volver a hacerlo:
Memoria recuperada del último alcalde republicano de Huétor Tájar
Frente a la fosa común donde yacen los restos del que fuera alcalde socialista por el Frente Popular y líder local de UGT, Juan Pinilla agradeció a los presentes la participación en un homenaje que extendió a todos y todas que fueron asesinados, depurados, represaliados por el régimen fascista.
Rafaela Molina Ortega, hija del último alcalde republicano de Huétor Tájar, pudo ver cumplidos sus anhelos 73 años después de la muerte de su padre cuando se desplazó hace una semana hasta Madrid para depositar un ramo de flores cerca de la fosa común donde fueron a parar sus restos.
También tomó la palabra, Pepe Álvarez, secretario general de UGT. Fue el momento de recordar que, como Rafael, muchas de las víctimas de la represión franquista fueron dirigentes y afiliados a UGT. El sindicato pagó un alto tributo de sangre, exilio, prisión, marginación en la posguerra, fue disuelto, se incautaron todos sus bienes, se prohibieron todas sus acciones y sus miembros fueron perseguidos y muchos de ellos asesinados. Así, desde UGT se denuncia denunció la falta de voluntad política por parte del Ejecutivo del PP en la búsqueda de desaparecidos: unas 115.000 víctimas del franquismo que se encuentran enterradas en cunetas y fosas comunes.
La familia del alcalde, junto al secretario general de la UGT. UGT
El PSOE también se sumó al homenaje a Rafael Molina. Entre la delegación socialista, la diputada por Granada Alvira Ramón, que ha valorado este “justo y merecido” reconocimiento y ha considerado que el mejor tributo que podemos hacerle a Rafael es “seguir luchando por los ideales que defendió para hacer de la nuestra una sociedad más igualitaria”.
Actos como este sirven para reconocer “a quienes nos precedieron en la lucha por la justicia social y dejaron su vida por ello”, ha manifestado Elvira Ramón durante su intervención, que ha señalado que “recuperar la memoria democrática, especialmente en nuestros pueblos, es la mejor manera de preservar la democracia”.
En la primavera de 1945, una pareja de la Guardia Civil se personó en la humilde vivienda familiar para comunicarles que Rafael Molina Mantas, alcalde socialista en 1936 por el Frente Popular, había fallecido en un hospital de Madrid. La hija, recuerda el luctuoso episodio como un día en que estuvieron “a punto de perder la cabeza”, pues nadie les aclaró el cómo ni el cuándo. La viuda y los cinco hijos, con edades comprendidas entre los 13 y los 6 años, no tenían medios económicos para trasladarse a Madrid, y mucho menos, para traer su cadáver.
En 2007, animados por las leyes de Memoria Histórica que se aprobaron en España, la familia empezó a recabar datos. El cantaor Juan Pinilla, nieto de Rafaela Molina Ortega y bisnieto del mencionado alcalde republicano, contactó con asociaciones de la memoria de Madrid e inició la búsqueda de su bisabuelo ayudado por la cantautora sevillana Lucía Sócam. Rastrearon en los archivos militares de Almería y Guadalajara, así como en el Registro Civil de Madrid. Los datos y las fechas eran confusos en la memoria de Rafaela, por lo no fue hasta que una becaria del Registro Civil de Madrid investigó por su cuenta y obtuvo resultados.
Según los documentos en poder de la familia, Rafael Molina Mantas fue recluido y condenado a muerte por un tribunal militar el 23 de junio de 1939, acusado de “auxilio a la rebelión y complicidad con el asesinato de un vecino falangista de Huétor-Tájar durante la guerra”.Este extremo lo desmienten 45 vecinos del municipio, simpatizantes del bando nacional. En un escrito fechado en 1942 y dirigido al juez militar que lo condenó, aducen: “(…) fue alcalde de esta villa cuyo cargo ejerció con satisfacción para todos, no se le reconocen hechos delictivos de ninguna clase, fue moderado, católico, amante de la familia y fiel reflejo de la justicia. Encarcelado, procesado y juzgado por acusaciones nacidas de rencillas ajenas a Nuestro Glorioso Alzamiento Nacional”.
En 1944 le fue conmutada la pena de muerte por la de 20 años de prisión. En esta época, la familia iba a visitarlo y podían hablar con él “a voces”, recuerda Rafaela, a través de unas rejas separadas por un pasillo, y donde coincidían con decenas de familiares de presos políticos que voceaban igualmente a sus hijos, hermanos y esposos. En esta época también llegaban cartas a la casa familiar escritas por Rafael en las que, sobre el reverso de sentencias condenatorias, escribía a sus hijos lecciones de matemáticas, lengua y literatura. “La caligrafía de estas cartas es hermosísima, y terminaba las lecciones advirtiéndoles que la educación les haría libres”, asegura Juan Pinilla.
En 1945 fue trasladado a la prisión de Yeserías de Madrid sin que la familia tuviese constancia previa de tal traslado. Por lo que se desprende de los documentos encontrados, fue internado en el recién estrenado hospital Eduardo Aunós donde, tras someterlo a una supuesta operación de hernia falleció por angina de pecho, según el parte de defunción de su expediente carcelario a la edad de 40 años.
Según Tomás Montero, fundador del colectivo Memoria y Libertad de Madrid, “el traslado de Molina Mantas a Madrid tenía un claro objetivo homicida. Existen numerosos testimonios de presos que certifican que Yeserías era un auténtico laboratorio de conejos de indias y los tratamientos respondían especialmente a fines experimentales”.
Esta opinión coincide con el único testimonio que encontraron Rafaela y su madre, Carmen Ortega, durante los años 50 en Brácana, municipio cercano a Íllora. Allí hallaron a un compañero de prisión de Rafael quien les dijo que la cicatriz que tenía tras la operación no correspondía a la de una hernia, y que tras salir del quirófano cayó fulminado en el suelo.
El deceso tuvo lugar el 29 de mayo de 1945 y fue enterrado en una fosa común del cementerio de la Almudena al día siguiente. En 1956 sus restos fueron a parar a la fosa común republicana del mismo cementerio, según informaron desde el archivo histórico de La Almudena, muy cerca de las tapias donde los franquistas fusilaron a más de 3.000 personas tras la guerra. En esta fosa común se encuentran los restos de las 13 rosas, Vicente González, alcalde de San Lorenzo del Escorial, el padre de Pablo Iglesias, fundador del PSOE, y centenares de víctimas civiles del Madrid de 1939 a 1945.
En 2007, animados por las leyes de Memoria Histórica que se aprobaron en España, la familia empezó a recabar datos. El cantaor Juan Pinilla, nieto de Rafaela Molina Ortega y bisnieto del mencionado alcalde republicano, contactó con asociaciones de la memoria de Madrid e inició la búsqueda de su bisabuelo ayudado por la cantautora sevillana Lucía Sócam. Rastrearon en los archivos militares de Almería y Guadalajara, así como en el Registro Civil de Madrid. Los datos y las fechas eran confusos en la memoria de Rafaela, por lo no fue hasta que una becaria del Registro Civil de Madrid investigó por su cuenta y obtuvo resultados.
Según los documentos en poder de la familia, Rafael Molina Mantas fue recluido y condenado a muerte por un tribunal militar el 23 de junio de 1939, acusado de “auxilio a la rebelión y complicidad con el asesinato de un vecino falangista de Huétor-Tájar durante la guerra”.Este extremo lo desmienten 45 vecinos del municipio, simpatizantes del bando nacional. En un escrito fechado en 1942 y dirigido al juez militar que lo condenó, aducen: “(…) fue alcalde de esta villa cuyo cargo ejerció con satisfacción para todos, no se le reconocen hechos delictivos de ninguna clase, fue moderado, católico, amante de la familia y fiel reflejo de la justicia. Encarcelado, procesado y juzgado por acusaciones nacidas de rencillas ajenas a Nuestro Glorioso Alzamiento Nacional”.
En 1944 le fue conmutada la pena de muerte por la de 20 años de prisión. En esta época, la familia iba a visitarlo y podían hablar con él “a voces”, recuerda Rafaela, a través de unas rejas separadas por un pasillo, y donde coincidían con decenas de familiares de presos políticos que voceaban igualmente a sus hijos, hermanos y esposos. En esta época también llegaban cartas a la casa familiar escritas por Rafael en las que, sobre el reverso de sentencias condenatorias, escribía a sus hijos lecciones de matemáticas, lengua y literatura. “La caligrafía de estas cartas es hermosísima, y terminaba las lecciones advirtiéndoles que la educación les haría libres”, asegura Juan Pinilla.
En 1945 fue trasladado a la prisión de Yeserías de Madrid sin que la familia tuviese constancia previa de tal traslado. Por lo que se desprende de los documentos encontrados, fue internado en el recién estrenado hospital Eduardo Aunós donde, tras someterlo a una supuesta operación de hernia falleció por angina de pecho, según el parte de defunción de su expediente carcelario a la edad de 40 años.
Según Tomás Montero, fundador del colectivo Memoria y Libertad de Madrid, “el traslado de Molina Mantas a Madrid tenía un claro objetivo homicida. Existen numerosos testimonios de presos que certifican que Yeserías era un auténtico laboratorio de conejos de indias y los tratamientos respondían especialmente a fines experimentales”.
Esta opinión coincide con el único testimonio que encontraron Rafaela y su madre, Carmen Ortega, durante los años 50 en Brácana, municipio cercano a Íllora. Allí hallaron a un compañero de prisión de Rafael quien les dijo que la cicatriz que tenía tras la operación no correspondía a la de una hernia, y que tras salir del quirófano cayó fulminado en el suelo.
El deceso tuvo lugar el 29 de mayo de 1945 y fue enterrado en una fosa común del cementerio de la Almudena al día siguiente. En 1956 sus restos fueron a parar a la fosa común republicana del mismo cementerio, según informaron desde el archivo histórico de La Almudena, muy cerca de las tapias donde los franquistas fusilaron a más de 3.000 personas tras la guerra. En esta fosa común se encuentran los restos de las 13 rosas, Vicente González, alcalde de San Lorenzo del Escorial, el padre de Pablo Iglesias, fundador del PSOE, y centenares de víctimas civiles del Madrid de 1939 a 1945.